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DE ENERO
POESÍA
Y AMISTAD PERÚ-TAIWÁN
FORMOSA
EN
EL
ALBA
MI GUÍA
Y TRADUCTORA
EN TAMSUÍ
Danilo
Sánchez Lihón
1.
Me pongo
De pie, rodeo el salón y voy un momento
hacia
La parte posterior, detrás del público
que atiborra
La sala. Y ya está ella a mi lado, bella
como es, de
no más
De veinte años de edad. Aún una joven
estudiante del
último
Año, en el Departamento de Lenguas
Extranjeras
De la Universidad de Tamkang, quien
como una
sombra,
O más bien como un rayo de sol, la siento
como parte
De mi pulso y de mi sangre, cuando se
posa junto a
mí.
2.
– Pol si
acaso,
¿Quizá necesitas pluma pala esclibil?
– Sí.
Le digo yo. Y solícita busca en su bolso
una pluma
Y me la da, con sus ojos límpidos y
sinceros.
Satisfecha hasta el éxtasis de ser útil
para mí. Pero,
¿Cómo es que adivina el momento
en que yo
Quiero escribir? Me pregunto arrobado.
Y está
Atenta a todo lo que me pasa: en el bus,
cuando camino,
En los almuerzos y cenas; extendiendo
su sombrilla
Haga o no haga sol. Y así, poco a poco,
trascurridos
Los días, ella se va haciendo inherente
a mi alma y a
mi ser.
3.
– Ahola,
¿Vas a hablal tú en el salón? Me pregunta.
– Sí.
Le afirmo. / – Y, ¿tienes esclito lo que vas
a decil? / –
No.
Voy a decir algo improvisado. – ¡Ay, no!
Implovisado,
¡no!
¿Puedes decilo ahola pala yo anotalo?
– Sí.
Voy a expresar que la poesía es llama
viva
Y que el peor de los deshielos no podrá
apagar. / – Despacio
Pol favol. No te apules que etoy anotando.
Y esto
Complende, es muy impoltante pala mí.
4.
Cuando
No sabe una palabra en español me
hace
Repetirla varias veces, mientras me mira
con sus ojos
Radiantes, concentrada en la palabra que.
la deletrea
En silencio apenas moviendo los labios
sin mancha,
De naturaleza pura. Extrae lentamente su
celular que
está
Siempre encendido y que guarda dentro
de la manga
De su blusa y que pulsa como si los botones
supieran el
ritmo
De sus dedos, con una gracia y destreza
que a mí me asombra.
5.
Y mientras busca el vocablo con su rostro
inclinado
Delante de mí, con sus labios que tiemblan
rojos y
núbiles,
Como fresas aún en sus ramas, o pámpanos
dormidos,
O la ciruela madura que aún no ha caído.
O rubíes
De la granada aún sin abrir que dormitan
extasiados.
Levanta hacia mí los ojos radiantes y afirma,
asombrada
Ante la palabra que el vocablo encaja, que
está bien
Y eso la extasía, la arroba y la hace sonreír,
como si el
universo allí
Recién se hiciera, todo en base a palabras
que a ella le
fascinan.
6.
– Peldóname
Pol no hablal bien el español. –Se
disculpa.
Antes de que yo me ponga de pie e
intervenga
Diciendo algo en el auditorio sobre la poesía
que ella
luego
Traduce en chino mandarín. – Etoy nelviosa.
Se confiesa
Repasando en su cuaderno de notas aquello
que yo quiero
decir
Poniéndole ella no solo su voz sino su palpitar.
Al entregarme
Alguna cosa deja todo lo que tiene demás
y lo hace
Con las dos manos juntas e inclinando
la cabeza,
Como si me hiciera una reverencia.
7.
Cuando
Al entrar en un ambiente tengo
que quitarme
Los zapatos ella se inclina deferente,
los coge,
Los acerca a su regazo y los conduce
hasta
Un estante, caminando con un ritmo
de ave
De otro mundo. Y me los trae con unción
a la salida.
– Eles bueno y guapo. – Me dice un día
en que llueve
Y me quedo trabajando bajo un árbol.
centenario.
Y ella también se queda porque ese es
su deber.
¡Increíble! No sé cómo me ha traído
café caliente
Desde algún centro comercial lejano,
calentándolo
Con sus manos, con su aliento su
devoción.
8.
El día
De la clausura del certamen se acerca
por detrás
De mí y me dice al oído: – ¿Quieles
una copa
De vino? –Le digo que sí, asintiendo con
la cabeza.
Al traerla la bebo de un solo sorbo. Y abre
sus ojos
De asombro. Y me pregunta si quiero otra.
– ¿Dónde
Hay vino? –Le pregunto. – No te pleocupes.
Yo te tlaigo
Otla copa de vino. – Es que quiero más
de una copa.
Le digo. – Quiero beber mucho vino esta
noche.
– ¿Sí? / – Sí, hoy quiero emborracharme.
9.
– Pelo
¡Pol qué! Se alarma, y me mira asustada,
pero sonriente,
Con su traje de gala que cae hasta sus
pies.
– ¿Pol qué quieles tomal mucho vino?
– Porque
Me gusta mucho estar aquí. Y siento mucha
pena
De tener que irme. –Digo mirándola. ¡Pero,
¡Dios mío!,
qué bella
Es. Y le pregunto: – Tú, ¿quieres servirte
una copa?
– No. Nosotlas etamos plohibidas de tomal.
Pelo dime,
¿Pol qué sientes pena? – Pena de que todo
termine
Y se acabe. – ¡Yo siento igual que tú! –Dice.
Se humedecen
Sus ojos y sin ocultarlos ni apartarlos de mí
sus lágrimas
Cristalinas se derraman por sus mejillas.
10.
Al
despedirnos
Y yo abordar el bus que me lleva al aeropuerto
me mira
Con sus ojos que son de todo un continente,
de toda
Una cultura y de toda la inmensidad del mundo.
Sin límites
ni
Fronteras. Sin mares o con mares, con montañas
o sin
montañas,
Con idiomas o sin idiomas que lo dividen.
No sé.
Algo balbuce en su lengua. Y me entrega furtiva
una carta
Que, entre otras cosas, dice: – «Peldóname
pol no
habelte
Cuidado mejol» Peldóname pol no habel
tladucido
Mejol tus poemas. Peldóname pol no habelte
cantado una
canción.
En el centro de Taipei
11.
– «Te julo
Que quise hacelo y la he lepetido
en silencio.
Ahola la cantalé siemple pol ti, milando
el holizonte.
Y, pol favol, no te olvides nunca de mí».
Y yo
Ya en el trayecto a Taipei y mirando la orilla
del mar
Que rompe a mis pies sus olas; y mirando
también
Los horizontes cubiertos de árboles y neblina,
musito:
– Jamás de los jamases podré olvidarme
de ti,
En el sinfín de los tiempos, infinitamente.
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