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DE ENERO
NACE
JOSÉ MARTÍ
JUICIO
A LA GUERRA
DEL PACÍFICO
Danilo
Sánchez Lihón
José Martí
En otras
páginas hemos demostrado agradecidos
los lazos de
hermandad que existen entre los pueblos
peruano y
cubano, desde la formación de ambos estados.
Esta vez el
lector tiene ante sus ojos la opinión de uno de los hombres
más notables y
prestigiosos del continente, quien admiró
nuestra cultura
y escribió evocaciones hermosas hasta
de cómo
estuvieron construidas nuestras
casas en época de los Incas.
La guerra entre
Perú y Chile,
sostenida entre1879
y 1883, es un capítulo
luctuoso de la
historia americana que ha dejado hondos
y mortales
desencuentros. Martí toma posición a favor del Perú
"ardiente
y generoso" como lo llama. Condena la agresión chilena y
reconoce las virtudes de los peruanos. Una
razón más
para promover
su aprecio y la senda de virtudes
que este hombre
de luz trazara y abriera
para las nuevas generaciones.
1.
Martí anota en su Cuaderno N° 13, tomo 21 de Obras
Completas, edición cubana, sus recuerdos de la lectura Historia de la Guerra
del Pacífico, del chileno Diego Barrós Arana (Santiago, 1880) pasajes como el
que sigue:
“...Ni el Perú provocó a Chile, puesto que
nada tuvo que hacer el Perú con la ocupación de Antofagasta, principio
imprevisto y súbito de la guerra; ni el Perú se ocupó en dar o negar la
declaración de neutralidad, que maliciosamente exigió Chile, sabiendo que, dado
el tratado de alianza con Bolivia, había de vacilar en responder, para hallar
de esta vacilación indispensable, que no podía ser más inofensiva, pretexto
para la declaración de guerra; -ni puede dejar de pensarse que si el Perú
hubiera asumido actitud tan arrogante, y deseado tan ardientemente la lucha, y
estado tan de antemano preparado para ella, -no hubiese pedido un mes de plazo,
(lo cual era visiblemente manera de retardar, sino evitar, el conflicto, o de
hallar durante el mes un modo de evitarlo aún no hallado) para hacer la
declaración...
2.
José Martí debate en sus escritos las razones que
expone Barrós en su libro, concluyendo en su análisis que niega a Chile el
derecho de declarar la guerra al Perú, exponiendo que:
...en acuerdo con todo esto, que supone en
el Perú, y afirma que en él había y bullía, Barros Arana, hubiera -sin
necesidad de declarar la guerra, y suponiendo que mientras comenzaba
transcurriría siempre. el mes de preparación que se intenta creer que buscaba
con la demora-hubiera publicado su tratado de alianza, y declarado que estaba a
él. Paréceme ver intento marcado, generoso y prudente intento, en el Gobierno
del Perú de impedir la guerra, y de buscar tiempo y medios para impedirla.
Niego a Chile el derecho de declarar la guerra al Perú. Y si Chile dice que no
podía desocupar a Antofagasta, como el Perú le pedía, para tratar con Bolivia,
porque desamparaba los intereses de los chilenos, ¿por qué calla la fórmula o
las fórmulas que indudablemente proponía Lavalle, porque no hubiese tenido
sentido común que no los propusiera, para garantizar las propiedades de los ciudadanos
de Chile mientras se gestionaba el arreglo? ...”
Entonces, el
objeto de la guerra contra el Perú queda demostrado.
3.
Y continúa en su
esclarecimiento, exponiendo en el texto citado, que las razones de Chile son la
envidia, que las anota del siguiente modo.:
“Chile venía apeteciendo el territorio,
poblándolo a su guisa, y poniendo la mira en el vejamen y destrozo del pueblo
peruano, cuyas riquezas naturales, desdén del acumulamiento paciente de la
fortuna, y brillo intelectual, como que son condiciones que ella no posee, envidia.
Si con Bolivia era la querella ¿a qué ir a Lima, sólo porque el Perú protegía,
como era natural, sus tierras de Tarapacá y pedía un mes para declararse o no
neutral; -y no ir a La Paz, donde estaba el Gobierno vejador, perseguidor de
los chilenos, arruinador de la Compañía de Antofagasta,-el dueño de los
terrenos discutidos, el enemigo más cercano, y disputado del terreno discutido,
el perpetuo ofensor y burlador de los tratados y derechos chilenos; que así lo
pinta Barrós?..... Chile
tuvo muy pocas escuelas, un modesto seminario, un colegio conventual, y desde
mediados del siglo último una universidad, al estilo de las de España, pero en
pequeño, y mucho más atrasada. Al terminarse la dominación española no había en
todo el país 10 hombres que hubieran podido comprender otro latín que el de los
comentadores de las leyes de Castilla o de los Tratados de Teología y Derecho
Canónico, ni que pudieran leer una página en francés o en cualquier otro idioma
moderno. Mientras México y Perú tuvieron imprenta desde el siglo 16, y las
otras colonias desde el siglo 18, Chile no la tuvo hasta 1812, dos años después
de haber iniciado el movimiento de independencia”.
4.
Ante las acusaciones de Barrós acerca de la supuesta
voluntad belicista del Perú, Martí alega:
“Si el Perú hubiese querido la guerra ¿no
hubiera estado preparado para ella? ¿no hubiera enviado con anticipación sus
tropas al Sur? ¿Hubiera Prado hecho lo que privadamente hizo por evitarla? ¿No
era natural que el Perú, cuyo territorio meridional estaba ocupado por
chilenos, temiese una invasión semejante a la de Chile envalentonado por lo de
Atacama? ¿No era natural que una prensa americana se encendiese en ira por la
ocupación de Antofagasta, visiblemente deseada y premeditada con cautela?
¿Podía romperse un tratado de alianza, hecho con el Congreso, sin el Congreso?
¿Podía reunirse el Congreso con menos de un mes? Si el Gobierno del Perú
hubiese deseado la guerra ¿a qué exponerse a evitarla, con la acción de Prado y
Lavalle? Parece claro que si el Perú, ardiente y generoso, quería el castigo
del pueblo parricida, su Gobierno prudentemente evitaba el conflicto. ¡Que el
Perú, en aquel mes en que difería la respuesta, sólo buscaba aplazamiento para
prepararse! Pues con él, ¡no se lo daba a Chile! Pues si hubiera anhelado la
lucha, hubiérale con un mes bastado para prepararse a ella. Ni qué cabía hacer
en un mes, ¿desprovisto como estaba para el cruento combate?”
5.
Y anatemiza de este modo, condenando el carácter
devastador de la guerra y la rapiña del vencedor, con estas frases:
¡Porque dos pueblos de América merecen ser
quemados por el fuego de Dios si vienen a guerra! y por dineros! y por minas! y
por cuestión de pan y bolsa! ¡Oh! ¡que fuera la ira látigo que flagelase, o
barrera que cercase, o palabra que ennobleciese y conmoviese al hermano
traidor! Traidor a su dogma de hombre, ¡y a su dogma de pueblo americano!” “...Bolivia
fue pretexto, con el cual se recogió de paso a Antofagasta; Perú, el objeto
real, en el que se iban a saciar, no tanto ansias de poseer las salitreras de
Tarapacá, cuanto viejos, celosos y tenaces rencores. El odio del fuerte al
débil, odio misterioso e implacable: el odio del que envidia una superioridad
de espíritu y una largueza de corazón que no posee. El odio del que no
inspiraba simpatías hacia el que las inspira. El odio del mezquino al generoso:
un odio grande. La guerra toma, en manos de Chile, un carácter devastador,
asolador innecesario de la riqueza peruana, desde el primer combate, el de
Iquique...” "salieron algunas naves a recorrer la costa vecina,
destruyendo los muelles y aparatos de embarque que el gobierno del Perú tenía
en esos lugares para el carguío del guano". Pues ¿eran acaso los muelles y
aparatos instrumentos de guerra? Pues ¿estaba la guerra suficientemente
enconada en esa primera escaramuza para justificar esa destrucción
injustificada y a mansalva?
6.
Y concluye José Martí en su lectura del libro de Barrós
Arana:
Pues nos es claro desde el primer instante
que la guerra no se hacía por honor mancillado, sino por odio a las riquezas
del Perú; el más villano, el menos excusador, el más imperdonable de los odios.
Pues, triunfantes en este primer encuentro, ni la disculpa de la ira por la
derrota tienen los chilenos para esa obra de tala. Por el contrario, debía la
primera victoria disponerlos a la generosidad. Luego cebaban odios viejos... Y
ahora, y en una nota vergonzante, sale a relucir la causa, astutamente callada
en su lugar natural, de los decretos de expulsión de los chilenos dados en
Lima. Encendidos en ira por el destrozo voluntario, innecesario y frío de sus
muelles y aparatos de embarque, se amotinó como dice Barros, el pueblo de Lima,
y en consecuencia de aquel clamor público, y por este acto chileno, se decretó
la expulsión de los chilenos del Perú.
Yo entré a leer este libro con una generosa
creencia (prevención) de que, aunque las razones de abnegación y sentimiento
pudiesen estar de parte del Perú, las razones prácticas a lo menos estarían de
parte de Chile. Porque sólo se concibe lo racional, en tanto no se palpa lo
monstruoso. El primer movimiento, al tener noticia de un crimen, es rechazarlo.
7.
A propósito de estas anotaciones de José Martí, que
leí conmovido y emocionado, escribí este poema:
FLECHA
VOLANDO EN EL AIRE
No hay
mejor imagen que a Martí
lo defina
que ser una flecha volando
en el aire.
Alado, certero y siempre
verdad.
Flecha pura, no para herir
sino
para sanar y dar vida. Pero
saeta
ardiente, ¡día que no acaba
nunca!
¡Luz que es
para siempre!
Mirémoslo
en el filo de la aurora, allí
donde
se erige
inatajable el sol.
Oigámosle
al borde del torrente, allí
donde
entona su canto infalible
el agua
clara.
Escuchemos su voz clara
y transparente
en la entrada del bosque
donde entona
su canto siempre nuevo y
radiante
y la verdad indestructible
del
ruiseñor.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
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