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DE ENERO
CELEBRACIÓN
DEL CENTENARIO DEL POETA
LEONCIO
BUENO, QUIEN CUMPLIÓ CIEN AÑOS, PLENOS
DE VIDA, EL 2 DE
ENERO DEL PRESENTE AÑO, 2020
HOMENAJE
A
LEONCIO
BUENO
Danilo
Sánchez Lihón
1.
En esta ocasión quiero
sumarme al homenaje por el centenario del poeta peruano Leoncio Bueno, quien
cumplió cien años de vida plena el 2 de enero del presente año, 2020. Y lo hago
evocando que, para mi primera obra de ensayos, escrita después de haber
publicado mis libros de poesía: “Scorpius”, “Cantos de Acllas” y “Crío una
mosca”, y por constatar lo poco que se editaba y se leía en nuestro país, necesitaba
yo una cita o un epígrafe que encabezara aquel primer trabajo de investigación
y reflexión dedicado al tema del libro y la lectura en el Perú.
El enfoque del libro era reconocer
que socialmente recelamos mucho y solapadamente del libro y la lectura; que solo
aparente y declarativamente apoyamos y tienen nuestra adhesión, pero que
inconscientemente condenamos por considerar que alteran y subvierten el orden
establecido.
Necesitaba unas palabras
egregias, o un blasón que pudiera servir de pórtico al libro, o a una parte de
él, y que fuera pertinente con ese enfoque. Mi búsqueda fue ardua hurgando en
uno y otro autor, en uno y otro texto. En un momento de lucidez sospeché que
algún otro poeta, además de César Vallejo, a quien ya había citado, probablemente
tendría algún pensamiento referido al libro y la lectura con aquella perspectiva
y sentido que he referido.
2.
Pensé que algún poeta de
inspiración social tendría alguna reflexión pertinente al respecto. Revisé
página tras página en uno y otro poemario de Manuel Scorza, de Alejandro
Romualdo, de Juan Gonzalo Rose, de Washington Delgado. No hallaba lo que
buscaba. Me decidí ir a los más extremos y radicales: a poetas tipificados como
obreros o proletarios, de voz irreductible, contundente y rebelde. Y allí
encontré la perla que buscaba, en un libro de Leoncio Bueno estaba justo el
poema que explicaba el hecho aparente de cómo condenamos la lectura por sospechosa
y subversiva.
Llamé a Leoncio y le pedí
autorización para publicar su poema en mi obra: “El libro y la lectura en el Perú”,
publicada por la Editorial Mantaro en Lima, en el mes de junio del año 1978,
autorización que muy gentilmente me la concedió.
Nos hicimos amigos con
Leoncio Bueno. A partir de ese hecho hemos viajado juntos a mi tierra, Santiago
de Chuco. Presentó uno de mis libros en Lima, “Amado ser, amado estar, terruño
e infancia en César Vallejo”; como me hizo llegar un comentario sobre mi
poemario “De tripas corazón”, en enero de 1998. El poema que seleccioné para el
libro que he referido es el siguiente:
3.
Justo a la hora del cambio de guardia,
diez kilos de pitanza del más templado acero
entre las muelas de la polea madre
y el terremoto se produjo;
las chumaceras volaron, los ejes se salieron de su
centro,
los molinos se encabritaron como machos trotones
y el motor paró en seco, saliéndose de sus cimientos.
A la mañana siguiente vinieron las investigaciones.
Esta es la obra de un loco. Sabotaje anarquista.
Expertos Sherlock Holmes de ofídica mirada
interrogaron día y noche: “Tú, qué haces después
de trabajar";
y tú y tú...?
– "Yo, voy a cuidar a mis chanchitos"
– "Yo. me entrego a mi huertita"
– "Yo, corto leña para negociar...”
"¿Y tú, zambito?"
– Yo?, nada, a veces leo un poco.
INVESTIGACIÓN CONCLUIDA, HEMOS DADO CON EL MALHECHOR.
AMADO SER,
AMADO
ESTAR
Leoncio Bueno
«No me importa
la muerte
si es justo mi
combate»
Washington
Delgado
Hace
poco escuché decir que hay una cosa que hermana profundamente a los poetas: la
soledad.
«Viví como una sombra
y sin embargo supe cantar al sol»
dijo el
poeta Paul Eluard.
Hay un
poder de la soledad y una soledad del poder. La soledad del poder está con los
tiranos. El poder de la soledad está en los libros. Los libros son los mejores
compañeros del hombre en la soledad... ¡Y he aquí que estamos reunidos para
celebrar el nacimiento de un nuevo libro del poeta Danilo Sánchez Lihón!, cuál
es: “Amado ser, amado estar, terruño e infancia en César Vallejo”.
Escribir
libros en el Perú es difícil, pero mucho más difícil es publicarlos. A pesar de
todo, hay idealistas que aumentan y que superviven. Son pocos, pero son. Según
un censo realizado recientemente por el editor Milla Bartres, hay cuatro mil
poetas en el Perú, quienes heroicamente se esfuerzan en la actualidad
publicando sus poemas de diversas formas. Gracias a Dios -cualesquiera que éste
sea- porque los poetas ahora se han vuelto más necesarios que nunca. Todos
sabemos por qué. ¡Porque faltan paradigmas y nuestros actuales gobernantes
parecen apostar por una sociedad sin valores!
Paisaje de Santiago de Chuco
Los
libros cuando se publican adquieren una vida propia, se convierten en personas
que hablan y comunican en silencio. Los libros viajan. Los libros convocan
eventos culturales colectivos. Van al encuentro de los pueblos y los hombres
para insuflarles valor; incluso sobreviven y ayudan a bien morir a los hombres,
especialmente a los hombres de letras.
César
Vallejo antes de morir, leía Panorama actual de la poesía peruana. Por eso
debemos celebrar la salida a luz de cada nuevo libro y decir como Walt Witman:
«Vé libro mío en busca de los hombres, ilumínalos, y haz que resuciten si están
muertos».
El
libro del poeta Sánchez Lihón que hoy presentamos, no sólo quiere reafirmar la
inmortalidad del genial vate santiaguino, sino también la inmortalidad del
paisaje y del entorno humano que lo vieron nacer, que formaron la esencia de su
estro y nutrieron su magistral lucha contra la muerte: el pueblo y los hombres
de Santiago de Chuco, donde hasta su cementerio irradia un esplendor de vida y
poesía en sus geranios rojos.
Este
libro puede convertirse, igual que Panorama actual de la poesía peruana, en un
fecundo y amado viajero, integrador de hombres y de pueblos, y en un estar
permanente, levantando el ardor de las conciencias locales y de los proyectos
nacionales, así como el furor creador de los poetas vivos y de los poetas
muertos; en especial, de todos los hombres de la tierra que quieran ser
iluminados y vencer a la muerte con la lucha por el eterno ardor y la serena
justicia de sus combates.
Panorámica de Santiago de Chuco
La
primera sensación que experimenté al leer “Amado ser, amado estar, terruño e
infancia en César Vallejo”, durante las noches intensas que estuvimos en
Santiago de Chuco, fue como un milagroso reencuentro con el ánima peruanísima
del vate de Los heraldos negros, y reconocer, abrevarme hasta el fondo del
alma, con el entorno sustancial del paisaje santiaguino: un pueblo batallador
enclavado como un nido de águilas en las alturas de los andes liberteños, a
3,115 metros sobre el nivel del mar. Un pueblo que para llegar a hollar las
agrestes policromías de sus parcelas hay que primero descubrir una parte
singular de la tormentosa geografía de nuestro país. Un pueblo, por demás,
lleno de las vibraciones y la fuerza estelar que, sin duda, impartieron su
magia al poeta desde su niñez.
Todo
ese misterio, ese paisaje trascendente lo acabé de aprehender gracias a la
lectura de este libro medular, pleno de ternura y evocación, en que el
importante material fotográfico, de los que podríamos llamar con propiedad
«nuestros santos lugares» -los lugares del terruño evocados y poetizados por
Vallejo- adquieren presencia indubitable en el libro de Sánchez Lihón, libro
que ha revivido no sólo el interés por conocer el santuario donde nació el gran
vate, sino por institucionalizar a través de los encuentros de escritores que
allí se realizan, una peregrinación anual a esa tierra ancestral.
El arte
no es sólo cuestión de técnica. Es, sobre todo, un impulso emocional. El libro
de Sánchez Lihón transmite una corriente de alta tensión emotiva, proveniente
de la estructura sensorial, muy singular, de su autor: un inconfundible hijo de
la tierra y del pueblo de Santiago de Chuco, de los que recibió desde su infancia,
esos intentos múltiples por alcanzar estados místicos.
La
realidad es que los pueblos más lejanos y disímiles del Perú, se están echando
a andar solos, agarrados de la mano, especialmente animados por el entusiasmo
solidario de sus poetas y de sus alcaldes. El mensaje consiste en acabar con el
egoísmo y el centralismo psíquico, socioeconómico y cultural. El círculo de la
familia peruana se ensancha y se consolida. Ahora moldean nuestro carácter los
demás habitantes de la tierra... Vivimos en una aldea global... ¡Sí!, pero
también en un país que particularmente lucha por su identidad, porque quiere
integrarse, descentralizarse, globalizarse, sobre la base de ideales y
principios ancestrales de libertad y solidaridad; tal vez, muchos de nosotros,
al decir de Van Gogh: ocupados de expresar esperanza en un puñado de estrellas.
Sigamos,
pues, el ejemplo de Vallejo y de sus paisanos santiaguinos: globalicemos el Perú.
Ahondemos en nuestras propias raíces. Seamos hombres verdaderos, hombres
siempre niños, sencillos, fraternos, solidarios. Y, partiendo de lo más
profundo de la humildad de nuestra aldea de nacimiento, alcancemos lo nacional,
lo universal y lo eterno. Ojalá que así sea. Muchas gracias.
(Palabras del poeta Leoncio Bueno, en el Salón de
Actos de la Municipalidad de Miraflores, en Lima, el 15 de agosto del año
1997).
DE TRIPAS
CORAZÓN
Leoncio
Bueno
La poesía no puede ser
solamente el artificio de una sensibilidad. La poesía tiene que ser mucho más
que escritura; la poesía, ahora más que nunca, tiene que tener carne, sobre
todas las cosas, tener tripas y también corazón, como es el título del reciente
libro del poeta Danilo Sánchez Lihón. Hay muchos poetas que son nuestros
maestres eximios de la palabra, pero no del sentimiento. Hacen maravillas con
las imágenes como el orfebre con las piedras preciosas. Pero, siempre será la
verdadera obra de trascendencia aquella que sea un fiel balance de las dos
magnitudes: las tripas y el corazón. Ambas tienen que estar presentes en el
texto con sus vasos comunicantes como cuerpo y alma. Cuanto más cerca de las
zonas terrestres y de las entrañas profundas, más cerca de la verdadera poesía.
Que estas palabras sirvan
de homenaje a este libro de poemas, del buen poeta santiaguino Danilo Sánchez
Lihón, verdadero itinerario sentimental y diario íntimo del corazón humano, titulado,
muy apropiadamente De tripas corazón, páginas
transparentes de ternura y de
sinceridad vivencial con las que el infatigable creador y promotor
cultural que es nuestro amigo y paisano liberteño-santiaguino, Danilo Sánchez
Lihón, se propone no sólo dar a nuestra literatura presente un aporte singular
y un hallazgo muy personal, sino honrar dignamente a la tierra que le vio nacer.
Demos, pues, gracias y reconocimiento a quien no sólo escribe un nuevo libro
con su sangre y sus sufrimientos, haciendo de tripas corazón; y, de su propio
martirio, ofrenda lírica valerosa y trascendente.
Fotos 3, 6, 7 y 8
Jaime Sánchez Lihón
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