5 DE ENERO
SE FUNDA EL PUERTO FLUVIAL DE
IQUITOS
EL PÁJARO
TUNCHE DE
LA AMAZONÍA
Danilo Sánchez Lihón
1. Cañas
bien tejidas
La cabaña donde vive esta pareja con su
hijo, es una saliente de tierra y raíces de árboles hacia el cauce apacible del
río Ucayali.
Encima del techo de palma trenzada se eleva
el follaje frondoso de árboles de mangos, guayabas y pomarrosas.
Él es un cazador diligente, perspicaz e infalible.
Todas las mañanas se interna en el bosque y
regresa ya al atardecer trayendo en los hombros carne reciente, plena y ya bien
procesada.
En el sitio en donde agoniza su presa la acaba
de matar y la desuella a fin de evitar tanto peso, sean venados, tortugas o
sajinos.
Su esposa es la mujer más bella, tierna y
hacendosa que se ha conocido en todos estos confines.
Y quien lo espera con la comida servida, la
ropa limpia y la casa primorosamente arreglada.
La mañana refleja las cañas bien tejidas de
su techo y las cercas límpidas en las aguas cristalinas del río.
2. Y
siendo así
El hijo que han engendrado juntos recién ha
cumplido doce lunas de nacido.
Hoy ya corretea dichoso y feliz por la casa
y alrededores.
Es diestro y ligero de pies como su padre.
Y tiene una sonrisa permanente dibujada en su rostro gentil y agraciado
Se comunica bien con los animales que se
acercan y sobre todo con las aves que se posan en los árboles y después sobre
sus hombros.
Y hasta se zambulle en el río de aguas transparentes
cuando acompaña a su madre a lavar la ropa en la balsa de troncos amarrados al
pie de la cabaña.
Es grácil, valiente y arrojado.
Y siendo así el niño es la adoración de su
padre, además por ser su vivo retrato.
Ha nacido a su imagen y semejanza. Y porque
ya se advierte en él que será un gran cazador, vivaz y aguerrido.
3. Mi orgullo
y adoración
Hoy el cazador se ha internado en el bosque
y repentinamente se reconoce extraviado. Nunca antes se había sentido perdido,
como ahora.
Nada le es natural sino extraño, diferente
y desconocido.
– ¿Dónde estoy? –Se pregunta–. ¿Qué sitio
es este? O, ¿qué reino? Porque, todo aquí es diferente, ¡hasta la luz! –Se extraña
y se pregunta, asimismo–. ¿Es este el mundo de todos los días?
Y una voz le interrumpe:
– ¡Hola! Soy la reina de las yacurunas, las
ninfas del agua.
– ¿Dónde estoy?
– Has entrado a mi reino.
– Y, ¿cómo puedo salir?
– De aquí no se puede salir.
– Pero yo tengo esposa y un hijo que es mi
orgullo y adoración.
– Tendrás que dejarlos. Tu mujer encontrará
un nuevo marido y a tu hijo le tocará un buen padrastro.
4. ¡Eso
nunca!
– ¡No! ¡Jamás! –Gritó tan fuerte que se
estremeció el bosque.
El cazador que conocía mil atajos y sin
hacerle caso a la ninfa se echó a correr y se internó de nuevo en la espesura.
Y aunque deambuló varios días finalmente ha podido encontrar el camino de
regreso a su hogar.
Pero cuando retorna ha encontrado a su
mujer gravemente enferma. La casa es un abandono total, y el hijo vaga sucio y
hambriento.
– Tu mujer tiene maleficio. –Habla
solemnemente el brujo–. ¡Hay alguien que le ha hecho un grave daño!
– ¡Haga todo por curarla, si es posible a
costa de mi vida!
– Hay algo peor que tengo que decirte. Han
depositado el maleficio en tu hijo.
– ¿Qué es eso?
– Que ahora él es el agente del mal. Tu
hijo. Si quieres salvar a tu mujer tienes que sacrificar a él, a tu hijo.
– ¡No! ¡Eso nunca! Eso, ¡jamás!
– Y tienes que hacerlo esta noche, de lo
contrario morirá tu mujer. Y tu hijo seguirá trasmitiendo el mal a otros seres.
5. Curó
sus heridas
El hombre mira compadecido el rostro
inocente del niño que a su vez lo mira enternecido.
– ¿Qué ocurre amor? –Delira su esposa–.
¿Nuestro hijo está bien? ¡Tengo miedo de que algo suceda!
Nada puede contestar, pues sabe que la voz
se le quebraría, y solo saldrían alaridos de su boca. No. no podrá inmolar a su
hijo. Pero sí quizás llevarlo a lo intrincado del bosque. Y allí abandonarlo. Y
perderse en su maraña
Y así lo hace. Lo lleva, allí lo duerme y
abandona en el sitio más intrincado, hacia donde suelen deslizarse solo las boas,
los pumas y las águilas.
Sin embargo, ya estando en su cabaña muy de
noche siente un llanto lastimero y desgarrado.
Y cuando se levanta y asoma a su puerta
allí está el niño con arañones y lastimaduras, ensangrentado, pero vivo.
El padre lo acuna, cura sus heridas y le da
de comer. Pero al mismo tiempo siente que su esposa se muere.
– Nada podrás hacer. Tienes que escoger.
–Le ha dicho el brujo–. Tienes que romper el maleficio.
6. Convertido
en pájaro
Coge otra vez a su hijo en brazos y lo lleva
de nuevo al bosque, pero esta vez haciendo mil laberintos, confundiendo los
caminos, cruzando cochas, pequeños ríos, introduciéndolo por matorrales.
Y lo deja en la espesura, debajo de un
árbol de hormigas voraces. Al regresar ve que su esposa mejora y lo primero que
pregunta es por su hijo:
– ¿Dónde está? ¡Quiero ver a nuestro hijo!
Justo en ese instante se escucha el silbido
aterrador, atroz y espeluznante de un ave que hiela el corazón de todo lo vivo
y lo creado. Es un lamento penetrante como un cuchillo que sale desde la
espesura y surca el aire en dirección a la cabaña.
El hombre al asomarse por la ventana ve a
su hijo convertido en pájaro que sobrevuela justo en el tiempo que falta para
el amanecer. Para después internarse en el bosque con un silbido más
estremecedor aún, y que dice:
– Sin fin. Sin fin. Sin fin.
Que en lengua nativa es: ¡Tunche! ¡Tunche! ¡Tunche!
Ahora es el pájaro que anuncia ¡cuándo una
persona va a morir! Y lo hace con un silbido doliente, atroz y afilado como un cuchillo.
7. Esto
nos cuentan
El Tunche es un alma en pena. Nadie lo ha
visto nunca. Pero sí oído. Nadie jamás ha encontrado un rastro de él, ¡Ni siquiera
una huella, ni una pluma, ni menos un nido!
Nadie ha mostrado hasta ahora un huevo de
dónde él nazca. Nunca se ha hallado jamás una cría del Tunche que crezca y
muera. Nadie ha cazado un pájaro que sea quien emita ese sonido estremecedor
que hiela los huesos y paraliza hasta a los árboles que al escucharlo hasta sus
hojas dejan de moverse.
¿Entonces qué es el Tunche? Es apenas un
lamento despiadado que vaga por las noches inclementes. Cuando se lo escucha
las personas se persignan, se arrebujan entre sí unas con otras para
protegerse. Y rezan esta oración, que dice:
Padre bosque. Madre tierra. Abuela agua.
Dale consuelo al Tunche. Y que no nos haga daño. Que nos perdone si alguna vez
lo hemos ofendido, sin darnos cuenta. Te lo rogamos de corazón. Amén.
Es el alma bendita y sin consolación del
niño que fue, a quien el destino le trocó la suerte de cazar animales terrenos
cambiándola para cazar almas humanas y conducirlas hacia la muerte.
Esto nos cuentan en la Amazonía nuestros abuelos en noches de luna y en
torno a la hoguera.
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