7 DE ENERO
NACE GEORGETTE DE VALLEJO
DEVOCIÓN
Y ELECCIÓN
DEL
PERÚ
Danilo Sánchez Lihón
Georgette en Lima
1. Fidelidad
y adhesión
Georgette de Vallejo enviudó cuando tenía 30 años. A los 60 años
continuaba siendo una mujer hermosa.
Arribó al puerto del Callao el 6 de mayo del año 1951, después de
13 años de muerto su esposo en París. Durante todo ese tiempo su único anhelo
era llegar y vivir en el Perú.
Ella misma explica:
“Quedé
casada con él. Nunca me interesó otro hombre... a tal punto, que muerto él me
bastaba su mano y su mascarilla. Solo sentía que me faltaban sus pasos. Pero me
dormía agarrada a su mano y no tenía la sensación de su muerte.”
Porque lo que prueba todo amor verdadero es la fidelidad, esa ley
tan simple y tan absoluta.
Y ella le fue fiel antes de conocerlo, también cuando vivieron
juntos y después de muerto él, de manera absoluta y contumaz.
2. Un niño
desvalido
En tal sentido y en otros también, no creo que haya hombre –o son
muy pocos– que hayan sido amados con tal intensidad, devoción y palmaria
consagración, como lo ha sido César Vallejo de parte de Georgette Philippart
Travers.
¡También con ese misterio, con ese respeto y esa adoración con que
él ha sido amado de parte de esa mujer!
Y más aún, tomando en cuenta que ella se enamoró de él siendo una
niña, de apenas 16 años. Y cuando él era un hombre que frisaba los 32 años, y
cuya imagen era la de un icono andino, cetrino y callado.
Pero, además, su condición era la de un poeta pobre, comunista,
sin familia, sin trabajo y sin ninguna estabilidad.
Se enamoró de quien no poseía nada. Ni siquiera una posición
expectante en el mundo de las letras.
Y quien en el exilio añoraba su tierra natal, su pueblo de origen
y hasta su infancia y niñez. Quien en muchos aspectos seguía siendo un ser
desvalido, aunque en otros aspectos, pero no visibles, un titán, un héroe y un
gladiador.
3. ¿Ante
qué misterio?
¿Cómo es entonces que esa niña se arriesgó tanto en amarlo sin
cálculos, conveniencias ni tapujos?
¿Cómo es que eligió a César Vallejo, esta niña impoluta, límpida e
inocente ante aquel ser hierático, imperioso y sin concesiones? ¿Y cómo es que
luego eligió al Perú como su patria, de destino y como el lugar providencial
donde reposarían sus huesos?
– Subes a acompañarme a estar solo.
Le dice él a ella en un poema a ella. Acompañarme a estar solo, le
reitera. Lo que nos deja ver, ¡qué claro lo tenía todo! Cabal y tajante.
Resuelto y contundente.
Y a ella, ¿qué le ocurre? Porque, cabe decirlo, antes de conocer a
César Vallejo ella tenía una mentalidad de la Francia medieval. Con él renuncia
a todo, y cambia radicalmente; lo que no deja de ser un hecho inusitado. Entonces:
¿ante qué misterio estamos?
Porque a ella tampoco, ni antes ni entonces, le deslumbró el arte
de la poesía, ni fue una diletante, ni fue quien perdía la cabeza por los
artistas. ¿Cómo se explica entonces todo esto?
4. Eternidad
tras eternidad
Cuando ella misma refiere que en su medio familiar la palabra que
más se detestaba era “comunismo”. Y se une a quien convicto y confeso se
suscribía como tal.
Enamorándose sin reservas de alguien a quien pocos o nadie
comprendía bien. Y que ni siquiera se dejaba entender en los poemas que
escribía.
Ni ella misma los llegó a comprender jamás, confiesa. ¿No es esto
el colmo? ¿Ante qué o ante quién estamos?
Indudablemente estamos ante algo providencial y que no se explica
de modo natural. También ante algo que solo el amor lo puede explicar. Y que
pudiera hacer posible todo lo que hemos anotado antes. Y mucho más por anotar,
como en realidad ocurrió. Cualquiera sea la motivación estamos ante un
misterio.
Por el cual ella lo siguió, desde el día que lo vio, por todos los
caminos del mundo. Fue tras él por todos los reinos. De este y los otros
mundos, villas, comarcas e infiernos. De esta y las otras vidas.
Eternidad tras eternidad lo anda siguiendo. Lo sigue y lo seguirá,
fijos o errantes sus pasos, por una y otra estrella.
5. Colina
inefable
46 años después de estar él muerto, que fue el tiempo que ella lo
sobrevivió, estuvo siguiéndolo e invocándolo a toda hora.
Por eso creo que ambos encarnan uno de los amores más sublimes de
la historia humana.
Somos injustos e inexactos incluso diciendo que ella lo siguió,
sino que anduvo junto con él en esta vida y por los resquicios y recovecos de
la muerte.
Y va a su lado hasta ahora y siempre, tratando de entenderlo;
llorando por él, clamando por sus pasos, con el rostro vuelto hacia él y hacia el
pueblo natal de aquel hombre, Santiago de Chuco. Por algo se dejó llamar por
los amigos de él: “La chola Georgette”.
Más allá ya no podía ir. Porque únicamente quedaba internarse en
el útero materno que había gestado a ese ser.
Y la madre de César Vallejo ya no estaba aquí, sino que era
perdida osamenta, enterrada allá, en su pueblo nativo, en una colina inefable,
en el cementerio del pueblo donde ella lo diera a luz.
6. Dulzura
por
dulzura
Sin embargo, qué difícil debió haber sido vivir con él. Sino
leamos aquí el testimonio de ella que lo seguía:
“Fuimos
dos líneas paralelas. Nunca le comprendí completamente. Él era muy seco. Nunca
hablábamos de felicidad, ni de paz, ni de nosotros mismos, siempre de la
miseria del mundo, de la revolución, jamás de temas personales.”
O según se desprende de esta otra cita, donde dice:
“Después
de leídos he comprendido que hay poemas que me escribió a mí (“¡Dulzura por
dulzura corazona!”, “Palmas y guitarra”, “Ello es el lugar donde me pongo”, etc.…),
pero Vallejo jamás me dijo: Georgette estos poemas son para ti, jamás. Yo
comprendía muy bien que no era nada ni nadie para él. Que yo existía para
cuidarlo y nada más.
O de esta otra anotación, donde
confiesa:
Cuando
se estaba muriendo me pedía perdón, desesperado y me decía: Te he desconocido
siempre; tú has tenido razón en todo. Pero ya era tarde y era innecesario: yo
lo había amado así.”
7. Moral
de fuego
Debemos considerar en este punto: ¿qué más difícil para ella, o
para cualquier mujer, compartir la vida con un ser absoluto y radical como era
él? Y qué tarea ciclópea ser heredera de su memoria.
¿Qué misión más fragorosa podría encomendarse a una mujer que ser
la esposa de César Vallejo vivo? Y, ¡peor! ¿Muerto? ¡He allí una tarea ímproba!
¡He allí un desafío formidable, casi imposible!
Solo una personalidad extraordinaria y fuerte, fuera de lo común, como
ella la tenía, pudo asumir y sobrellevar este destino sin ser arrastrada por la
turbulencia.
¡Pluma y viento! ¡Pasa!
Ser heredera de César Vallejo es para cualquier persona tarea ímproba,
desmesurada. Porque, su moral de fuego, la dimensión de su inmenso martirio es
un desafío.
¿Cómo ponerlo a salvo? ¿Cómo hacer valer su autenticidad en
realidades tan deleznables? He allí el triunfo y el himno de dos almas que se
juntan.
8. Mares
infinitos
Y Georgette era parte central de esa historia. ¿Cómo soportar
entonces el festín de quienes montan inmediatamente su carpa de banalidades,
exhibiciones y arman su tragicomedia, cada quien de acuerdo a sus intereses?
Cuando César Vallejo se conoce con Georgette, lo primero que le
dice es que viene desde un país muy lejano llamado Perú. Y Georgette lo primero
que responde es:
– “Quiero volar al Perú viajando por mares
infinitos”.
Allí César Vallejo refuerza la razón de por qué la identificó
desde el inicio, y quizá mucho antes de todo comienzo, como “hirondell”; o golondrina
en español.
Y qué bien definido está el Perú en aquella referencia:
1). Un lugar alto.
2). Para llegar y conocer el cual hay que volar.
3). Para llegar a él hay que cruzar mares infinitos.
9. Tres
fundamentos
Mientras vivía con César Vallejo ella lo alentó siempre a venir
junto a ella al Perú. Y durante los 13 años después de la muerte del poeta,
ella acunó cada día ese sueño.
¿Cómo vivía? ¿Cómo era su vida durante esos 13 años que ella los
pasó en París? Tres fundamentos la inquietan y obsesionan en aquel tiempo:
1. Conservar la obra y la memoria de César Vallejo, gestionando
que sus textos se resguarden.
2. Conseguir que sus restos se repatríen al Perú. Y esto porque
teme que en un bombardeo desaparezca todo vestigio personal del poeta.
3. Anhela venir al Perú, como un país mágico que le atrae y le
subyuga, tema monocorde y ferviente en toda esa etapa en que ella vive a salto
de mata por los bombardeos que se lanzaban contra París.
Por eso decimos que, con sus pasos y sus hechos, Georgette
Philippart sigue a Vallejo más allá de la vida, por otros mundos posibles e
imposibles. Y que con sus pasos y sus hechos expresa y manifiesta una adhesión
al Perú más allá de las manifestaciones, frases y proclamas. Y más allá de la
vida y la muerte.
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César Vallejo poeta universal
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