martes, 7 de enero de 2020

7 de enero. Nace Georgette de Vallejo. Devoción y elección del Perú.


7 DE ENERO
NACE GEORGETTE DE VALLEJO

DEVOCIÓN
ELECCIÓN
DEL PERÚ

Danilo Sánchez Lihón



Georgette en Lima


1. Fidelidad
y adhesión

Georgette de Vallejo enviudó cuando tenía 30 años. A los 60 años continuaba siendo una mujer hermosa.
Arribó al puerto del Callao el 6 de mayo del año 1951, después de 13 años de muerto su esposo en París. Durante todo ese tiempo su único anhelo era llegar y vivir en el Perú.
Ella misma explica:
“Quedé casada con él. Nunca me interesó otro hombre... a tal punto, que muerto él me bastaba su mano y su mascarilla. Solo sentía que me faltaban sus pasos. Pero me dormía agarrada a su mano y no tenía la sensación de su muerte.”
Porque lo que prueba todo amor verdadero es la fidelidad, esa ley tan simple y tan absoluta.
Y ella le fue fiel antes de conocerlo, también cuando vivieron juntos y después de muerto él, de manera absoluta y contumaz.

2. Un niño
desvalido

En tal sentido y en otros también, no creo que haya hombre –o son muy pocos– que hayan sido amados con tal intensidad, devoción y palmaria consagración, como lo ha sido César Vallejo de parte de Georgette Philippart Travers.
¡También con ese misterio, con ese respeto y esa adoración con que él ha sido amado de parte de esa mujer!
Y más aún, tomando en cuenta que ella se enamoró de él siendo una niña, de apenas 16 años. Y cuando él era un hombre que frisaba los 32 años, y cuya imagen era la de un icono andino, cetrino y callado.
Pero, además, su condición era la de un poeta pobre, comunista, sin familia, sin trabajo y sin ninguna estabilidad.
Se enamoró de quien no poseía nada. Ni siquiera una posición expectante en el mundo de las letras.
Y quien en el exilio añoraba su tierra natal, su pueblo de origen y hasta su infancia y niñez. Quien en muchos aspectos seguía siendo un ser desvalido, aunque en otros aspectos, pero no visibles, un titán, un héroe y un gladiador.

Amor de ventana a ventana en París
Subido por Urpi Rosa Trinidad

3. ¿Ante
qué misterio?

¿Cómo es entonces que esa niña se arriesgó tanto en amarlo sin cálculos, conveniencias ni tapujos?
¿Cómo es que eligió a César Vallejo, esta niña impoluta, límpida e inocente ante aquel ser hierático, imperioso y sin concesiones? ¿Y cómo es que luego eligió al Perú como su patria, de destino y como el lugar providencial donde reposarían sus huesos?
Subes a acompañarme a estar solo.
Le dice él a ella en un poema a ella. Acompañarme a estar solo, le reitera. Lo que nos deja ver, ¡qué claro lo tenía todo! Cabal y tajante. Resuelto y contundente.
Y a ella, ¿qué le ocurre? Porque, cabe decirlo, antes de conocer a César Vallejo ella tenía una mentalidad de la Francia medieval. Con él renuncia a todo, y cambia radicalmente; lo que no deja de ser un hecho inusitado. Entonces: ¿ante qué misterio estamos?
Porque a ella tampoco, ni antes ni entonces, le deslumbró el arte de la poesía, ni fue una diletante, ni fue quien perdía la cabeza por los artistas. ¿Cómo se explica entonces todo esto?

4. Eternidad
tras eternidad

Cuando ella misma refiere que en su medio familiar la palabra que más se detestaba era “comunismo”. Y se une a quien convicto y confeso se suscribía como tal.
Enamorándose sin reservas de alguien a quien pocos o nadie comprendía bien. Y que ni siquiera se dejaba entender en los poemas que escribía.
Ni ella misma los llegó a comprender jamás, confiesa. ¿No es esto el colmo? ¿Ante qué o ante quién estamos?
Indudablemente estamos ante algo providencial y que no se explica de modo natural. También ante algo que solo el amor lo puede explicar. Y que pudiera hacer posible todo lo que hemos anotado antes. Y mucho más por anotar, como en realidad ocurrió. Cualquiera sea la motivación estamos ante un misterio.
Por el cual ella lo siguió, desde el día que lo vio, por todos los caminos del mundo. Fue tras él por todos los reinos. De este y los otros mundos, villas, comarcas e infiernos. De esta y las otras vidas.
Eternidad tras eternidad lo anda siguiendo. Lo sigue y lo seguirá, fijos o errantes sus pasos, por una y otra estrella.

Rafael Alberti, Georgette y César Vallejo en Madrid

5. Colina
inefable

46 años después de estar él muerto, que fue el tiempo que ella lo sobrevivió, estuvo siguiéndolo e invocándolo a toda hora.
Por eso creo que ambos encarnan uno de los amores más sublimes de la historia humana.
Somos injustos e inexactos incluso diciendo que ella lo siguió, sino que anduvo junto con él en esta vida y por los resquicios y recovecos de la muerte.
Y va a su lado hasta ahora y siempre, tratando de entenderlo; llorando por él, clamando por sus pasos, con el rostro vuelto hacia él y hacia el pueblo natal de aquel hombre, Santiago de Chuco. Por algo se dejó llamar por los amigos de él: “La chola Georgette”.
Más allá ya no podía ir. Porque únicamente quedaba internarse en el útero materno que había gestado a ese ser.
Y la madre de César Vallejo ya no estaba aquí, sino que era perdida osamenta, enterrada allá, en su pueblo nativo, en una colina inefable, en el cementerio del pueblo donde ella lo diera a luz.

6. Dulzura
por dulzura

Sin embargo, qué difícil debió haber sido vivir con él. Sino leamos aquí el testimonio de ella que lo seguía:
“Fuimos dos líneas paralelas. Nunca le comprendí completamente. Él era muy seco. Nunca hablábamos de felicidad, ni de paz, ni de nosotros mismos, siempre de la miseria del mundo, de la revolución, jamás de temas personales.”
O según se desprende de esta otra cita, donde dice:
“Después de leídos he comprendido que hay poemas que me escribió a mí (“¡Dulzura por dulzura corazona!”, “Palmas y guitarra”, “Ello es el lugar donde me pongo”, etc.…), pero Vallejo jamás me dijo: Georgette estos poemas son para ti, jamás. Yo comprendía muy bien que no era nada ni nadie para él. Que yo existía para cuidarlo y nada más.
O de esta otra anotación, donde confiesa:
Cuando se estaba muriendo me pedía perdón, desesperado y me decía: Te he desconocido siempre; tú has tenido razón en todo. Pero ya era tarde y era innecesario: yo lo había amado así.”

Georgette en Lima

7. Moral
de fuego

Debemos considerar en este punto: ¿qué más difícil para ella, o para cualquier mujer, compartir la vida con un ser absoluto y radical como era él? Y qué tarea ciclópea ser heredera de su memoria.
¿Qué misión más fragorosa podría encomendarse a una mujer que ser la esposa de César Vallejo vivo? Y, ¡peor! ¿Muerto? ¡He allí una tarea ímproba! ¡He allí un desafío formidable, casi imposible!
Solo una personalidad extraordinaria y fuerte, fuera de lo común, como ella la tenía, pudo asumir y sobrellevar este destino sin ser arrastrada por la turbulencia.
¡Pluma y viento! ¡Pasa!
Ser heredera de César Vallejo es para cualquier persona tarea ímproba, desmesurada. Porque, su moral de fuego, la dimensión de su inmenso martirio es un desafío.
¿Cómo ponerlo a salvo? ¿Cómo hacer valer su autenticidad en realidades tan deleznables? He allí el triunfo y el himno de dos almas que se juntan.

8. Mares
infinitos

Y Georgette era parte central de esa historia. ¿Cómo soportar entonces el festín de quienes montan inmediatamente su carpa de banalidades, exhibiciones y arman su tragicomedia, cada quien de acuerdo a sus intereses?
Cuando César Vallejo se conoce con Georgette, lo primero que le dice es que viene desde un país muy lejano llamado Perú. Y Georgette lo primero que responde es:
– “Quiero volar al Perú viajando por mares infinitos”.
Allí César Vallejo refuerza la razón de por qué la identificó desde el inicio, y quizá mucho antes de todo comienzo, como “hirondell”; o golondrina en español.
Y qué bien definido está el Perú en aquella referencia:
1). Un lugar alto.
2). Para llegar y conocer el cual hay que volar.
3). Para llegar a él hay que cruzar mares infinitos.

César Vallejo y Georgette en los jardines 
de Versalles. Foto: Juan Domingo Córdoba

9. Tres
fundamentos

Mientras vivía con César Vallejo ella lo alentó siempre a venir junto a ella al Perú. Y durante los 13 años después de la muerte del poeta, ella acunó cada día ese sueño.
¿Cómo vivía? ¿Cómo era su vida durante esos 13 años que ella los pasó en París? Tres fundamentos la inquietan y obsesionan en aquel tiempo:
1. Conservar la obra y la memoria de César Vallejo, gestionando que sus textos se resguarden.
2. Conseguir que sus restos se repatríen al Perú. Y esto porque teme que en un bombardeo desaparezca todo vestigio personal del poeta.
3. Anhela venir al Perú, como un país mágico que le atrae y le subyuga, tema monocorde y ferviente en toda esa etapa en que ella vive a salto de mata por los bombardeos que se lanzaban contra París.
Por eso decimos que, con sus pasos y sus hechos, Georgette Philippart sigue a Vallejo más allá de la vida, por otros mundos posibles e imposibles. Y que con sus pasos y sus hechos expresa y manifiesta una adhesión al Perú más allá de las manifestaciones, frases y proclamas. Y más allá de la vida y la muerte.



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