martes, 7 de enero de 2020

7 de enero. Nace Jorge Puccinelli. Patriarca del Vallejismo.


NACE DON JORGE PUCCINELLI

PATRIARCA
DEL
VALLEJISMO

 Danilo Sánchez Lihón



Ramón Noriega, César Vallejo Infantes, 
Danilo Sánchez Lihón y Jorge Puccinelli

1. Cuál fue
el porvenir

Don Jorge Puccinelli, revisando un listado de obras mías un día me llama por teléfono a mi casa para decirme:
Danilo, he visto que en la relación de libros publicados por usted hay uno referido a un maestro de su tierra con el mismo nombre de un alumno mío que fue un estudiante brillante en la Facultad de Educación de la Universidad Católica.
Y continuó:
Le cuento que siempre en mis ratos de reflexión me he preguntado cuál fue el porvenir que tuvo aquel muchacho extraordinario. Dígame, por si acaso, el maestro, al cual usted dedica su trabajo, ¿sabe usted o registra el dato de si estudió en la Universidad Católica del Perú? O se trata de otra persona.
Y yo le respondo.
– Sí, estudió en la Universidad Católica en donde se graduó obteniendo el título de Profesor de Segunda Enseñanza.

2. Calla
un momento

– ¡Claro! Así los titulábamos. ¿Y fue, acaso, su maestro?
Vuelve a preguntarme con real expectativa.
– Sí, fue mi profesor de lengua y literatura en el colegio de mi pueblo natal, en Santiago de Chuco.
– Mire usted, ¡dónde lo vuelvo a encontrar!
Y yo agrego:
– Fundó mi Colegio Secundario, con otro compañero suyo, también de la Universidad Católica, el profesor Romeo Solís Rosas Anaya.
– ¡Claro! ¡Claro!
– ¡Ah, mire usted! Cómo es, ¿no’ ¡A él también lo recuerdo mucho, y con igual devoción! A Romeo Solís Rosas, ¡claro que sí!
Acota don Jorge, y lo noto emocionado. Calla un momento para decirme después:
– Mire usted: ¡cómo hay hombres tan brillantes que desaparecen tanto tiempo, como si se sumergieran en la tierra!, ¡para luego aparecer en la obra de sus alumnos!


3. La siembra
que nunca se pierde

Y, concluye:
– Mucho me encantaría, Danilo, leer la obra que usted ha dedicado a quien fue su profesor y fue alumno mío.
– Cómo no, don Jorge. Lo dejaré tan pronto pueda en el Instituto Porras.
– Se lo voy a agradecer muchísimo.
Y me quedé pensando: ¡Claro! ¡Eso es educación!, estos anillos que se van uniendo uno a otro y apareciendo en cadena.
La educación es collar que se eslabona, en donde cada quien agrega un grumo o una mole, un corpúsculo o una montaña, buena o mala, a esa cadena con un sinfín de otras cadenas menores o gigantescas.
Y maravilla de una actitud como la de ser maestros, que cuando es auténtica es una siembra que nunca se pierde, sino que, al contrario, aparece y brota en cualquier momento; a veces en una tierra lejana y remota, aparentemente arisca, intrincada y llena de abrojos.

4. La experiencia
y a la vida

Pero no solo yo fui alumno de Carlos Barbarán y de don Romeo Solís Rosas Anaya quien vive aún en su casa de Chorrillos, pleno de vida, sino de don Jorge Puccinelli.
Quien fue profesor mío en el Seminario de Literatura Peruana, en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en el año 1972.
La primera impresión que tengo de él es el de un hombre amable, sonriente, atildado en el vestir, con el cabello revuelto a lo Einstein; con su voz nasal arrastrando alguna sílaba que le daba a su discurso un aire doctoral.
Cordial, respetuoso y de buen ánimo; nunca autoritario ni impositivo. De trato afable, gentil y bondadoso; siempre resaltando lo noble y alturado en los demás.
De clases que nunca se olvidan porque están unidas a la experiencia y a la vida.
Un caballero andante, erudito, acucioso y, curiosamente, ¡práctico!, lo cual es raro entre quienes se dejan absorber por el mundo académico.

5. Piedra
talar

Recuerdo una salida de campo, por decirlo así, para visitar la sección de incunables y ediciones príncipes de íconos de la literatura peruana en la Biblioteca Nacional del Perú, y adonde él nos llevó en su propio automóvil a un pequeño grupo de estudiantes.
Su manera de manejar el automóvil era igual que el de sus clases: ¡pulcra!, atenta, minuciosa, ¡y calmada!, queriendo conocer lo que cada alumno se afana por crear, como en el manejo lo que cada calle presenta. Su manera de dar vuelta a cada esquina era la misma con que él daba vuelta a las páginas de los libros.
Para esa visita había coordinado con la bibliotecaria Graciela Sánchez Cerro quien le deparó un trato como se le brinda a un ícono o a un ser venerable, como verdaderamente era don Jorge. Él hizo posible entonces que se abrieran para nosotros las arcas de aquel templo pocas veces abierta, el ara mayor y piedra talar de nuestra cultura.
Así, gracias a él yo he tenido en mis manos los incunables y ediciones príncipes de Los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega y El Paraíso en el Nuevo Mundo de Antonio León Pinelo. Y al palparlos me estremecí como si pulsara la corriente de ríos milenarios.

Don Jorge, sentado de lentes oscuros

6. Consagrada
y devota

El aporte del Dr. Jorge Puccinelli en relación a los estudios sobre César Vallejo son fundamentales, principalmente en cuanto a Vallejo periodista, sin descuidar otras facetas como por ejemplo el haber seguido la huella del poeta como alumno en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Siendo él a quien debemos el haber ubicado la boleta de inscripción a la universidad, rastreando en las actas de los profesores de aquella época para determinar que muy pronto César Vallejo dejó la aulas universitarias por falta de recursos económicos, para internarse durante ocho meses a trabajar como maestro particular de los hijos del magnate minero don Domingo Sotil en Acobamba, provincia de Ambo, en Huánuco, de mayo a diciembre del año 1911, cuando César Vallejo tenía apenas 19 años de edad.
Fue también durante el decanato del Dr. Puccinelli que se colocó la hermosa placa recordatoria que luce a la mano izquierda del ingreso al Patio de los Naranjos, o de Letras de la Casona del Parque Universitario, conmemorando la filiación del autor de Trilce a esta casa de estudios. Sus investigaciones sobre la labor periodística de César Vallejo han sido consagradas y devotas, y sobre todo de la etapa del periodismo que ejerció en la ciudad de Trujillo.

7. La palabra
justa

En dicho capítulo él es un descubridor absoluto, quien ha llevado una labor de rescate y recuperación, de acopio y, posteriormente, de edición y difusión. Gracias a él podemos decir que la trayectoria periodística de César Vallejo en Trujillo está rescatada en lo fundamental, teniendo continuadores como el aporte desvelado de Jorge Kishimoto.
El aporte del Dr. Puccinelli en este campo que se concreta en dos volúmenes:
– César Vallejo desde Europa, crónicas y artículos (1969, 1987) investigación de la obra periodística cumplida por César Vallejo a través de tres lustros: de 1923 a 1938, que abarca la estancia europea del poeta, y
– Obras completas de César Vallejo, Tomo II. Artículos y crónicas, 1918-1939, volumen monumental editado por la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Esta labor culmina con su libro recientemente editado como obra póstuma y que lleva por título: La palabra justa de César Vallejo.
Su adhesión y su fe en Capulí, Vallejo y su Tierra, fue plena, total y esperanzada; su aliento ha sido enorme, trascendente y de un fervor que me compromete de por vida.

8. Ejemplo
de vida

Participó en todos nuestros certámenes. Estuvo presente en la inauguración de nuestros encuentros internacionales, que este año suman 21, que empezaban en la Casona de San Marcos y continuaban en el Instituto Raúl Porras Barrenechea.
El año 2000 en que iniciamos su organización presentó él una exposición sobre la vida y obra de César Vallejo en el lugar mismo en donde hizo colocar la placa conmemorativa de la trayectoria de César Vallejo en nuestra universidad.
Es el mismo sitio en donde arrobado Luis Alberto Sánchez, aún sin conocerlo personalmente al autor de Los heraldos negros, dice haberlo visto “pasear su perfil de ángel y demonio”.
El año 2005 retribuimos esta adherencia realizando un acto de homenaje a la persona de don Jorge Puccinelli; reconociéndolo como el Patriarca del Vallejismo en el Perú.
En él se cumple aquel aforismo que expresa que un gran maestro no es por lo que enseña, que en el caso de él fue señero, sino por lo que él es; por el ejemplo de vida que encarna y por la trayectoria que ha dejado como una estela de luz para nuestras vidas.





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