lunes, 3 de febrero de 2020

3 de febrero. El bien es el eje del universo. Y siempre triunfará.


3 DE FEBRERO
EL BIEN ES EL EJE DEL UNIVERSO

SIEMPRE
TRIUNFARÁ
 Danilo Sánchez Lihón
  

1. Felices
y contentos

El bien es el principio, el fundamento y punto de partida de todo lo creado. Y es el sentido que anima al universo.
Todo está sustentado en el bien. Es lo que alienta a que la flor brote, crezca, abra sus pétalos, se meza en su tallo y luzca espléndida en la rama los días primaverales.
El bien es el eje en torno al cual todo gira y se organiza. El mal es apenas un accidente y una excrecencia que el soplo del bien esfuma y hace que desaparezca.
El bien es el que hace que haya lluvia y se erijan recios techos que de ella nos guarezcan.
Que haya calles por donde deambule la gente. Por donde los niños pasean cogidos de las manos de sus padres.
Y haya tiendas, y en alguna de ellas se expenda pan que traído a casa hace que nos sentemos en torno a la mesa felices y contentos a la hora del ángelus.



2. Es
la esencia

El bien es el primer soplo y la intención primigenia de todo, el temblor original e incipiente de la vida.
Es la esencia de la naturaleza y del ser de los seres y las cosas que solo se explica y es posible si es que el bien es su propósito.
El bien es lo que hace que asome el sol por el horizonte en cada amanecer y se oculte por el mar del poniente, o en el perfil de la arena o las montañas, en cada atardecer.
Siendo el bien lo que más define y distingue a un hombre. Y no la vanidad de un rango, o de ser autoridad ni fungir de una posición social.
Tampoco es el lujo ni la riqueza, ni el dinero ni el poder, ni la gloria ni el placer, lo que hacen a la vida verdadera, sino vivir en la morada del bien.
Poner el brazo a favor de la justicia lo que encumbra a un hombre. Lo que hace a un ser humano auténtico es su sensibilidad y conciencia para hoy, ayer, mañana y siempre.
Y es que en el fondo la fibra última que mejor y más nos define es ser generosos y solidarios.



3. Sobrevive
a la muerte

Siendo el amor bondadoso aquel que prevalece sobre todas las cosas, tomando en cuenta que:
El hierro es fuerte,
pero el fuego lo derrite.
El fuego es fuerte,
pero el agua lo apaga.
El agua es fuerte,
pero las nubes lo evaporan.
Las nubes son fuertes,
pero el viento se las lleva.
El viento es fuerte,
pero el hombre lo vence.
El hombre es fuerte,
pero el miedo lo derriba.
El miedo es fuerte,
pero el sueño lo vence.
El sueño es fuerte,
pero la muerte lo es más.
Pero el amor bondadoso
sobrevive a la muerte.




4. que el agua
corra

¡Y hermoso es el rostro del bien! El bien es simple, sencillo, común y corriente.
Siempre viste un atuendo simple, escaso y llano; y sin aspavientos. Pero cuando fulgura es un espejo radiante.
Tiene la imagen de quien acuna en el corazón a una avecilla. El bien es maternal. Se arropa en la cuna. Es inherente al nacer, y balbuce siempre nanas de niños tiernos en las cabañas humildes.
Y hermoso es el rostro del bien. Es lo básico, cabal y esencial en la existencia. Y es el fundamento de todo lo visible e invisible. Está en lo mínimo como en lo grandioso y desmesurado; en lo inabarcable. Todo lo fecunda y lo hace pródigo.
El bien es compasivo, es lo que ampara que el agua corra por la pendiente, labre una acequia y que esta se haga arroyo. Y que el arroyo se arroje en una cascada desde una alta montaña.
El bien es lo que lo impulsa a que luego se precipite y corra caudalosa por el río. Y que de cuando en cuando lo atraviese un puente primoroso. Y se detenga y forme una fuente, un lago o un mar, dulce o salado.



5. El fuego
que arde

El bien es la flecha que atraviesa y vivifica el corazón del hombre. Y es que el hombre es un ser que tiene el aliento de lo sagrado, en quien el bien es su impulso originario.
Y es la luz de su entendimiento; que le permite que todo lo puede corregir y enmendar. En que todo lo puede mejorar y sanar.
Por el bien siempre arribaremos a la paz. En donde las pruebas que nos da el sufrimiento son para ser mejores, más puros, más cabales, más victoriosos.
Donde el miedo que nos acosa y nos confina en un desierto, que solo puede ser vencido por el bien que nos consagra.
El bien convertido en valor, en coraje y en pasión por vencer toda adversidad. Porque todo aquello que arde se quema, se consume y hace carbón. Y de lo que es carbón consagrado surge el diamante.
Y nosotros somos carbón consagrado y somos diamante que hay que buscar incluso debajo de las cenizas en donde yace presente el fuego que arde. Y ya que siempre tenemos un más allá pendiente de recorrer y de cumplir.



6. En ti
está la fiesta

Porque, ¿qué somos? Ángeles que despliegan sus alas y se elevan. Que han dominado el mar y los aires con sus vuelos. Que han convertido sus alas haciéndolas brazos y manos para crear y ayudar a construir y proteger. Brazos y manos que son alas enhiestas y escondidas.
Seres que no solo contemplan con sus ojos y adoran con su corazón las lejanas estrellas, sino que cada vez se acercan más hacia ellas
Somos la palabra que vence, igual que la espada que abre la roca, y hace la luz en lo más hondo, oscuro y escabroso. Somos la idea que horada las sombras, rayo en el insondable firmamento, en la noche estelar y en el intrincado misterio.
Así, tu vida pertenece a una misión, a una lucha y tiene una causa que defender y qué cumplir.
Que para conocerla haz de conectar con lo que es vital. Y bebiendo de tu propia fuente. Directamente de dónde brota y mana el manantial.
Esa es nuestra insignia. Donde tú eres verdad. Tú eres el centro. En ti se celebra la fiesta.



7. Surgirá
de nuevo

Porque tú eres proeza. Y eres pureza. Estela que se eleva y que se alza. Mañana espléndida e inmensa.
Eres lo noble y excelso. Fuente que no merma ni se agosta.
Todo en ti es trascendencia. Tú eres un ser de esperanza. Eres quien lleva la espada. Amado por la luz, por el sol, por el viento. Tú eres el baluarte.
Y todo es así porque siempre quien inspira al bien es el amor. Y el bien cae siempre sobre tierra fecunda.
Que en primer lugar es el alma de quien hace el bien. De allí que el bien jamás deja de tener recompensa.
Y quien brota hasta de lo inerte, de lo escaso y desértico. Allí donde veamos que todo ha sido exterminado, de allí el bien surgirá de nuevo.
Porque el bien no se suma, ni se resta, sino que siempre se multiplica. De allí que siempre ¡hermoso es el rostro del bien!

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