LLUEVE EN LA
SERRANÍA
PERO
ESTA
SÍ YA
ES
TEMPESTAD
Danilo Sánchez
Lihón
Caen
las neblinas
de
tus ojos negros
aguas cristalinas.
Canción
1. Su frente
y sus mejillas
Antes que la
lluvia desate sus ovillos en millares de hebras e hilachas que caen en la
tierra, como en las piedras, en las plantas y en los tejados, las nubes bogan
por el cielo y se arremolinan en manadas de rebaños asustados.
Es un torbellino
de rediles de ovejas negras y otras albas que se revuelven, en tanto se ve la
luz del fuete de los pastores, y el estallido que hace en los portones del
cielo. Y se descargan con estrépito los truenos.
Los adultos
entonces corren con las primeras gotas de lluvia arrimándose junto a los muros
y bajo los aleros, con los hombros encogidos y los ojos entrecerrados.
Los niños en
cambio, con los brazos abiertos en medio del patio, damos vueltas dejando que las
primeras gotas de la lluvia los moje rozando su frente y sus mejillas.
2. El
corredor
de afuera
Sin importarnos
que nos empape, danzamos bajo el cielo anubarrado:
Santa Bárbara doncella,
señora de tempestades
líbranos del fuerte viento
de los truenos y
centellas...
– ¡Niños! ¡Ya
basta! No se queden ahí y se vayan a resfriar con esta lluvia. ¡Y vengan que
pueden caerles los rayos!
Otro fogonazo y
el cielo retumba.
– ¡Ya llueve!
¡Ya llueve!
– ¡Junten!
¡Junten rápido la ropa!
Claman las
madres ya con enojo:
– ¡Pronto! ¡Ayuden
a recoger el trigo que hemos tendido en el corredor de afuera!
3. Líbranos
de todo mal
– ¡Niños!
¡Vengan!
– ¡Ayuden con
esta lona de mote, desde ese costado!
– ¡Bajen las
ocas que están en el techo! Y, ¿otra vez se estarán mojando? ¡Que alguien suba!
– ¡Ay, el tendal!
¡El tendal de alverjas!
– ¿Dónde?
– Arriba, en el
descanso de la escalera. ¡Y hay otro está debajo de la ventana! ¡Corran!
– ¡Y la ropa!
¡Suban a recoger la ropa!
– Y arrimen los
baldes a las goteras.
Santo Dios,
Santo fuerte,
Santo inmortal,
por José y María
y el Niño Dios
líbranos Señor
de todo mal...
3. La honda
fragancia
Reza y se
persigna mi abuela Sofía en el umbral.
– ¡Líbranos
Señor, de todo mal!
– ¡Que llueva!
¡Que llueva!
La vieja está
en su cueva
Repetimos los
niños, alegres de sentir el sordo rumor, como a resuello del alma, que hace el
viento en el horizonte arrastrando a la lluvia que viene cayendo sobre las
hojas.
Y aspirando la
honda fragancia que eleva la tierra por cada uno de sus poros.
5. De confín
a confín
– ¡Esta va a ser
tempestad! –Dice mi madre.
– ¡Ay! ¡Parece
que será fuerte este aguacero!
Repite la pobre abuela
hablando con un quejido.
– ¿Resistirán
los techos?
– ¿Resistirán
los muros?
– ¡Ojalá!
– ¡Y que Dios nos
libre de los rayos!
Se encomienda mi
abuela, mi madre y mis tías.
En eso
explosiona un trueno que se expande en cadenas de fragores cada vez más lejanos
por toda la bóveda del cielo, de confín a confín del universo.
6. Salpicando
los muros
– ¡Madre Santa!
¡Con estas lluvias se irá a desmoronar la pared que da a doña Laurita, que ya
está ladeada!
– ¡Ya se estará
cayendo de juro!
Se lamenta otra
vez la abuela y se enjuga unas lágrimas con las puntas de su rebozo raído.
– ¡Todos nos
haremos polvo!
– ¡Jesús, María
y José! –Se persigna mi tía.
Y pronto nos
invade el fragor de la lluvia cubriendo los tejados, cambiando el rojo suave de
las techumbres por un bermellón intenso.
Y lo que eran
gotas en las canales de tejas se vuelven chorros que se precipitan y zapatean
en el empedrado del patio salpicando hacia los muros
7. Humedad
y melancolía
De la superficie
y entraña de las cosas se eleva la fragancia total de sumisión, de entrega y
desposorio de la tierra con el cielo.
Y hasta las
llamas del fogón se encojen sumisas, en donde se cuece la comida, dejando de restallar
sus lenguas de fuego subyugadas por la seducción de la lluvia.
Y en la
superficie del patio se empiezan a perfilar acequias, arroyuelos, lagunas, con
cumbres, quebradas y cordilleras por donde se deslizan las aguas al zaguán.
Y corren ríos
turbulentos al mar de la acequia adonde se precipitan los chorros de agua que
recogen las canaletas de las tejas. El mundo desaparece sumergido bajo un manto
de agua, humedad y melancolía.
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