viernes, 17 de abril de 2020

17 de abril. Día Mundial de las Luchas Campesinas. / A favor de la justicia social. Vida de Artemio Zavala, héroe del pueblo.


17 DE ABRIL
DÍA MUNDIAL DE LAS LUCHAS CAMPESINAS

A FAVOR
DE LA JUSTICIA
SOCIAL
VIDA DE ARTEMIO ZAVALA
HÉROE DEL PUEBLO

Danilo Sánchez Lihón

  
Tumba de Artemio Zavala incrustada en la roca, en Chacomas


Artemio Zavala fue dirigente de los sindicatos del Valle de Chicama, quien produjo las máximas movilizaciones obrero campesina de la primera mitad del siglo XX en el norte del Perú, y quien murió a los 24 años de edad a consecuencia de la lucha que emprendiera. Junto al contingente del Batallón Libres de Santiago de Chuco, que se batiera heroicamente en la Batalla de Huamachuco del 10 de julio de 1883, y junto a la acción heroica de Luis de la Puente Uceda en Mesa Pelada en el Valle de la Convención en el Cusco, entre junio de 1964 y octubre de 1965, constituyen en el plano del compromiso social y la acción política, las expresiones más altas del civismo que Santiago de Chuco, cuna de César Vallejo, ha dado a la patria.

Captura de dirigentes en las haciendas cañeras


1. Blandiendo
sus sables

– ¡Suéltenlo! ¡Desgraciados! ¡Suéltenlo!
– ¡Fuera cachacos! ¡Mastines de los ricos! ¡Serviles! ¡Suelten al compañero Zavala!
– ¡Oiga, no lo pegue!
– ¡Oye! ¡Hijo de qué madre eres! ¡No lo peques así, lo vas a matar! ¡Suéltalo!
– ¿Qué ocurre?
– Llevan preso a nuestro compañero, al presidente del sindicato Artemio Zavala.
– Lo arrastran y lo llevan preso. ¡Quienes me ayudan a rescatarlo!
– ¡Vamos! ¡Todos a una! ¡Vamos a rescatarlo!
Y gritan:
– ¡No va! ¡Él no va! ¡No va! ¡No va! ¡No va!
Pese a la gritería, los soldados que van montados a caballo protegen a los que van a pie, blandiendo sus sables, quienes avientan y arrastran a Artemio Zavala Paredes por el suelo.

Trabajo despiadado y de sobreexplotación 

2. Suben
al capturado

De pronto, una multitud irrumpe por las dos bocacalles. Una tras otra, caen andanadas de piedras y troncos de caña sobre los soldados. Otros piquetes se acercan blandiendo palos.
– ¡Suelten a los compañeros!
Los soldados rastrillan sus armas. En vano, una multitud avanza y los soldados entonces, apuntando a la multitud, descargan sus fusiles en varias direcciones dejando la calle principal de la hacienda Roma, regada de muertos y heridos, en el Valle de Chicama.
El pelotón de caballería y de soldados de a pie ahora avanza a todo galope unos y corriendo otros, arrastrando el cuerpo malherido del dirigente, rumbo a la ciudad de Trujillo.
Al poco tiempo llegan hasta donde espera un vehículo militar, a la vera del camino carretero. Suben a él a los prisioneros, custodiados por un pelotón de soldados.
Y parten en dirección del puerto de Salaverry, en donde está anclado el barco “Elías Aguirre”, especialmente enviado con 200 soldados para sofocar el levantamiento y la huelga general indefinida de los campesinos y obreros de las haciendas azucareras del norte del Perú.

Edificio de la administración de la Hacienda Roma

3. Hay
muchos

Ya capturados los dirigentes del movimiento y cabecillas de la revuelta, el buque parte entre la neblina y el humo gris y las olas indolentes, rumbo a Lima, capital del Perú.
– ¡Es increíble! –Dice Gonzalo Palacios, capataz y gerente al mismo tiempo de la hacienda Roma, a su ayudante, al ver partir el barco.
Ha sido citado allí por el alto mando militar para testimoniar la identidad de cada uno de los apresados.
– Sí, don Gonzalo.
– ¡Es increíble! –Vuelve a repetir–. Aquí el trabajador antes era agradecido, sumiso y obediente. Se respiraba orden, tranquilidad, sin comentarios ni murmuraciones. Y vino este guiñapo humano, este muerto de hambre.
– Y, ¿de dónde vino, don Gonzalo?
– Dicen que es de Santiago de Chuco, pero ni siquiera del pueblo sino de la chacra. Y miren ahora en lo que se ha convertido Roma, y todo el Valle de Chicama. ¡En un polvorín! ¡Con media docena de estos y se ha desatado el infierno!
– Pero, ¿cree que está solo, don Gonzalo? ¿O hay muchos que piensan como él?
– Hay otros. Pero este al que por fin lo llevan preso es el principal.

Artemio Zavala

4. ¿Es justa
esa cuota?

– Pero, ¿los llevan a todos los cabecillas?
– Unos van, pero otros quedan. Pero yo, en vez de arrastrarlo y llevarlo preso a él y a su camarilla y banda de forajidos que lo acompañan, mejor lo hubiera matado aquí mismo hace rato, disimuladamente y sin mucho aspaviento.
– ¿Podría hacerlo?
– No es mi área. Pero lo hubiera fondeado aquí, en este mismo mar, y en esta misma playa, pero más allá, un poco más lejos, dándole antes un tiro en la sien y otro en la nuca para que nunca más se levante y se acabe esta cizaña, mala yerba y en el fondo del mar sea comida de tiburones, que es la manera de terminar con esta lacra social.
– ¿Cree que esa es la forma?
– Once campesinos y obreros se han inmolado tratando de evitar su captura. allí están sus cuerpos regados en el polvo. ¿Es justa esa cuota?
– Señor Palacios: ¿no es más bien culpable de esas muertes la patronal sanguinaria? –Interviene un obrero.
– ¡Cállese carajo! ¡Debió usted también ir engrilletado y conducido en ese barco!
– ¡Vamos! ¡Vamos!

Casa Hacienda del complejo agroindustrial Hacienda Roma

5. Breve
pero ejemplar

– Sí. Es mejor que lleves a tu amigo y compinche, si no me voy a ver obligado a denunciarlo por comunista. Eso sí, que nunca más se aparezca por la fábrica. Si lo hace lo tomo preso y ahí mismo lo fundo en el horno junto con la caña. ¡Fuera de aquí!
– ¡Ya ves, ya perdiste tu trabajo! ¡Debiste callarte!
– ¿Por qué voy a callarme? Otros mueren. ¿Y yo, ni siquiera voy a poder hablar?
– ¡Es cierto! Yo lo apoyo al compañero. ¡No tenemos por qué tener miedo ni callar!
– Ahí está. Vean. Toda esta calaña ahora de rebeldes es obra de ese tipo, Artemio Zavala de Santiago de Chuco.
Y, ¿cómo vino? ¿Cómo llegó? Es increíble que apenas tenga 24 años, cuando ya ha logrado la organización del movimiento obrero campesino del Valle de Chicama. Y haya lanzado un pliego de reclamos de cuarenta puntos que ha estremecido a los Barones del Azúcar, los Grace, Larco y Gildemeister. Y a todos los estamentos coludidos en mantener este estado de oprobio.
Ese pliego es síntesis de toda una experiencia y reflexión acerca de las luchas sociales por la reivindicación de la tierra y la justicia social. ¿Cómo es posible haberlo formulado?

Cañaveral en la Hacienda Roma

6. Buenos
compañeros

La hazaña lograda se explica por su propia vida, breve pero ejemplar. La vida de Artemio Zavala que se sintetiza así, desde que vino preguntando:
– Señora, ¿esta es la calle Lima; y aquí dan pensión?
– Sí, joven. Esta es. Pase. Pase. Tengo una sola vacante que me queda. Aquí las habitaciones son dobles y se comparten entre compañeros. Tengo una sola disponible, que ya tiene un huésped, joven como usted, que trabaja en la fábrica de la hacienda.
– A mí también me acaban de dar un trabajo en la fábrica, señora. De mi parte no hay problema, está bien. La tomo, señora.
– Entonces voy a presentarle al joven con quien va a compartirla. Se llama Efraín, quien será su compañero de cuarto.
– ¡Don Efraín! ¡Don Efraín! ¡Baje usted un momentito, por favor!
– Le presento al señor, que está preguntando por el alojamiento. Y la va a ocupar junto con usted. ¡Haber si se hacen buenos amigos!
– ¡Cómo no! Con mucho gusto. Soy Artemio Zavala Paredes, de Santiago de Chuco, para servirle.
– ¡Ah, de Santiago de Chuco!, linda tierra. De allá es mi abuelo, de apellido Díaz Vásquez. ¡Encantado! Pase. Mi nombre es Efraín Díaz Ahumada.

La tumba de Artemio Zavala con la placa conmemorativa en la roca

7. No la puedo
olvidar

– Pero vamos, vamos subiendo y permítame ayudarle con la maleta. ¡Qué bien! Me encanta que compartamos el cuarto y podamos ser buenos amigos.
– ¡A mí también! A partir de mañana voy a trabajar en la fábrica de la hacienda, en mecánica de torno.
– Ah, ¡qué bueno! Yo estoy cerca, en la sección de hidráulica. Entonces estamos prácticamente en la misma área. Así que, de Santiago de Chuco, ¿no? ¿Y cómo es, ah?
– Es una tierra linda, hermosa. Yo nací en la campiña junto a un río, no en el mismo pueblo sino en el campo. El paisaje es lleno de verdor, límpido y transparente. Y el alma de la gente es igual: inocente, pura, generosa. Mi padecimiento es haber nacido en una tierra que ya no la puedo olvidar, ni puedo ser feliz, salvo viviendo en ella. Pero hay objetivos que cumplir y aquí estoy.
– Como, ¿cuáles?
– La revolución mundial. No podemos ser cómplices pasivos de la miseria del mundo y del dolor de la gente cuando sabemos que tiene sus convenidos artífices. No podemos, por dignidad humana mínima, consentir que siga habiendo niños que no tengan un hogar. No podemos ser cómplices de la injusticia social.

Fotos 1, 8 y 9
Jaime Sánchez Lihón


Los textos anteriores pueden ser
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Homenaje de Capulí a Artemio Zavala en Chacomas, Santiago de Chuco


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