jueves, 2 de abril de 2020

2 de abril. Día del Libro Infantil y Juvenil. / Esa avecilla, la ternura.


2 DE ABRIL
DÍA DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL

ESA AVECILLA,
LA
TERNURA

 Danilo Sánchez Lihón



Rosa Cerna Guardia

1. De par
en par

Rosa Cerna Guardia ha sido y es, y lo seguirá siendo toda la vida, en el alma de las personas que la evocan, una maestra de escuela que escribió la mejor literatura del mundo con tizas de colores en el pizarrón del aula escolar.
Y lo hizo basada en las historias de sus niños, en una conjugación hermosa de la poesía con la tarea escolar, esas dos fuentes que debemos hacer cada día que se hagan luminosas, se unan y se junten y mucho más todavía, hasta ser una sola fuente y cascada.
Y lo hizo recordando su propia infancia en Huaraz, en una casa como lo es todo hogar andino, en donde rezuma la ternura hasta por los poros de los adobes o los resquicios de muros, puertas y techumbres.
E hizo literatura y labor escolar recordando a la gente sencilla de su lar nativo quienes pueden estar privado de todos los bienes terrenales, pero son ricos en los dones de la sensibilidad y del alma.
Quien no reparó jamás ni en cuánto ni en cómo le pagaban para hacer las maravillas que hacía, y por lo cual no se le dio nada; pero sin albergar frustración ni quejas, sino fundamentalmente “poniendo el alma” en cada cosa que hacía, dándoles a sus hijos espirituales esperanzas, caminos, moradas permanentes donde defenderse y desde las cuales luchar.

Huaraz, ciudad natal de Rosa Cerna Guardia

2. Nuestras
grandes heridas

Hablar de Rosa Cerna Guardia es hablar de la ternura, de aquella avecilla que anda tan asustada y transida, sin alero donde posar y sin morada donde guarecerse ni habitar en este mundo desalmado como lo hemos hecho y nos afanamos todavía en agravar sus desatinos haciéndolos contenidos y senderos permitidos.
La ternura era su emblema, esa golondrina que tiene las alas plegadas porque la espantamos de todo alero y tejado con nuestros alaridos disonantes, ahuyentándola y diciéndole con nuestros gestos ¡que se vaya!, que se aleje de nuestras vidas, que no son éstos sus campos, ni sus tiempos ni sus dominios. Que se ha equivocado de andar y asomarse por estos rumbos donde le hacemos ver que no la necesitamos en nuestras huecas y torpes existencias y pasatiempos.
Pero ella, convocada por Rosita, viene, roza sus alas y ronda alrededor, a nuestro lado, y aletea por nuestro contorno. Aguarda en nuestro patio o más afuera en el andén o la vereda, con su sonrisa que pide permiso como si fuera una intrusa.
¡La ternura a quien deberíamos abrirle nuestros brazos y nuestro corazón de par en par para aliviar el dolor de nuestras grandes desgarros y llagas!

La ternura, esa avecilla

3. Como
los trigales

¡A quien debiéramos llamarla a gritos para que viva siempre con nosotros! Y con quien deberíamos estarnos más quedos, más suaves, más reverentes, para que no vaya a sentirse cohibida ni asustarse.
¡E irse para siempre dejándonos marchitos, agostados y yertos! Y, sobre todo, sin sentido en esta morada peligrosa y subrepticia en que hemos convertido la vida.
¡Hermana ternura, maestra ternura, poetisa ternura es Rosa Cerna Guardia! Quien es capaz de podernos decir:
Tengo el alma abierta como los trigales
cuando ha llovido.
No me acuerdo del sembrío
ni del molino que astillará en su rueda
mi caída.
Miro lo que sale de mí tras las bandadas
de aves,
y, amo todo lo que regresa en el aire.
El aire tiene el don de dejarme en el pecho
la música que rinde de ave
cuando está herida.

¿Qué más candoroso que el caracol? 

4. Esa
flor

Pero hay, al lado de esta avecilla y junto con Rosa Cerna otra excelencia, cuál es el candor, o la inocencia, o la ingenuidad en este mundo. Camino resbaladizo de pisar; ¡del cual recelamos tanto y pensamos lo peor! Que lo hemos tirado para siempre ventana abajo, o lo hemos enterrado bajo capas de polvo y estratos de piedras en el desván, o hecho lodo afuera, lo más lejos en el basural de los trastos viejos e inservibles.
Y que pisoteamos cada día su cabeza y su frente para que no se empine ni se levante, ni nazca siquiera, ni aparezca. Ni nos mire acaso porque nos avergüenza de que se junte con nosotros. ¡Pobre candor!, tan calmo, tan sumiso y tan pródigo. ¡Y qué bueno y grandioso sería restituirlo en nuestras vidas duras, ásperas y resecas, cambiando a la vez el mundo para que le dé cobija!
Porque el candor –esa flor que debemos cultivar en nuestro jardín, al menos interior– apagaría muchos incendios, aplacaría montañas de violencia e indiferencias. Y aliviaría muchos enconos, oprobios e iniquidades purulentas. ¡Ella tuvo el candor, por ejemplo, de no pedirle nada a nadie, ni al gobierno ni a quienes mucho la debemos por el bien que hacía escribiendo lo que escribía!
¡Porque sus cuentos se reproducen indiscriminadamente sin que siquiera se consigne el nombre de su autora! ¡Oh ignominia! Si es imprescindible robarla, no la robemos a pedazos, sino ¡robémosla entera para hacerle una morada permanente en nuestras vidas sedientas!

El espantapájaros, de Valeria Gutiérrez Sánchez

5. Embajador
de la luna

¡Tuvo el candor de pensar siempre bien de todos, como lo hace cada día Rosa Cerna! ¡El candor fuerte, profundo, potente de amar por sobre todas las cosas! De amar a traición, incluso a tu enemigo, como dice César Vallejo, a quien Rosita amaba profundamente porque fue capaz de sufrir cada palabra que decía, me dijo una vez. ¡El candor de haberse quedado sola y para siempre por ser fiel a un amor de niños!
Hay un personaje que puede ser símbolo de todas estas virtudes –así podríamos llamarlas a estas presencias– en la poesía y el arte de Rosa Cerna, y ese personaje es el espantapájaros. Porque, ¿quién puede ser más tierno y candoroso e ingenuo que un espantapájaros? Como ella dice:
– Monarca absoluto de todos los sembrados
– Custodio vitalicio, sin derecho a renunciar de la lluvia, del aire, del granizo, del sol
– Representante directo del labriego
– Embajador de la luna y las estrellas
– Consejero y guía de los pájaros hambrientos
– Compañero inseparable de los árboles y de los perros
– Ministro de agricultura.

Lagunas y nieves que son misterio

6. La nieve
que es misterio

Pero hay otro contenido quizá mucho más poderoso y hondo en Rosa Cerna Guardia, y es ¡el amor! Empezando desde el más cercano hasta el más distante, lejano e inaccesible.
Amor a los seres del mundo que le rodearon y también a los ideales más sublimes:
Amor fiel a un amor adolescente de un joven humilde quien le ayudó a cultivar una rosa en un huerto del colegio, y que la muerte un día lo arrebató temprano, cayendo del camión en donde era ayudante, y solo por mirarla.
A ese amor se consagró fiel, virginal y que invocaría en el momento de morir. ¿Quién no elegiría ser amado así pese a que nos sean privados los años de vida desde adolescentes en este mundo? ¡Porque es a él a quien pensó siempre reencontrar en otras vidas posibles!
Amor a su perrito faldero ¡Carbón!, que un día su padre dejó a sus pies como un copito de lana negra, dice ella. Amor a sus hermanos y a su hogar, a quien Rosa dedica sus libros. Y al mar que escuchó por años mientras dormía, porque vivió en Barranco. Y amor al paisaje, a la lluvia y a la nieve que es misterio.

Campiña de Huaraz

7. En esta
y otras vidas

¿Y quién mejor para saberlo más que ella? Pues nació en Huaraz frente o al pie de la blancura inmarcesible de los nevados andinos, del Huandoy, del Alpamayo, del Huascarán. 
Amor entrañable al Perú, a los niños y al ser humano en general. Amor a la creación como señal, vestigio y obra de un ser supremo. Y por último amor a Dios, y en él y con él, a sus seres más queridos, por quienes balbuce así:
Y yo soy.
El ave tiene.
Y la estrella da.
¿Y tú, padre mío,
en qué sitio
a qué hora
defiendes el alba
de todos los días
delante de Dios?
Rosa Cerna Guardia en la literatura de todos los tiempos será para siempre símbolo de la ternura, de la inocencia, del candor y del amor. ¡El candor de ser maestra! ¡El candor de escribir para niños! ¡Y de ser la mujer de fe que fue y es para siempre en esta y otras vidas!


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