2 DE
ABRIL
DÍA
DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL
ESA AVECILLA,
LA
TERNURA
Rosa Cerna Guardia
1. De par
en par
Rosa Cerna
Guardia ha sido y es, y lo seguirá siendo toda la vida, en el alma de las
personas que la evocan, una maestra de escuela que escribió la mejor literatura
del mundo con tizas de colores en el pizarrón del aula escolar.
Y lo hizo basada
en las historias de sus niños, en una conjugación hermosa de la poesía con la
tarea escolar, esas dos fuentes que debemos hacer cada día que se hagan
luminosas, se unan y se junten y mucho más todavía, hasta ser una sola fuente y
cascada.
Y lo hizo
recordando su propia infancia en Huaraz, en una casa como lo es todo hogar
andino, en donde rezuma la ternura hasta por los poros de los adobes o los
resquicios de muros, puertas y techumbres.
E hizo literatura
y labor escolar recordando a la gente sencilla de su lar nativo quienes pueden
estar privado de todos los bienes terrenales, pero son ricos en los dones de la
sensibilidad y del alma.
Quien no reparó
jamás ni en cuánto ni en cómo le pagaban para hacer las maravillas que hacía, y
por lo cual no se le dio nada; pero sin albergar frustración ni quejas, sino
fundamentalmente “poniendo el alma” en cada cosa que hacía, dándoles a sus
hijos espirituales esperanzas, caminos, moradas permanentes donde defenderse y
desde las cuales luchar.
2. Nuestras
grandes heridas
Hablar de Rosa
Cerna Guardia es hablar de la ternura, de aquella avecilla que anda tan asustada
y transida, sin alero donde posar y sin morada donde guarecerse ni habitar en
este mundo desalmado como lo hemos hecho y nos afanamos todavía en agravar sus desatinos
haciéndolos contenidos y senderos permitidos.
La ternura era
su emblema, esa golondrina que tiene las alas plegadas porque la espantamos de
todo alero y tejado con nuestros alaridos disonantes, ahuyentándola y
diciéndole con nuestros gestos ¡que se vaya!, que se aleje de nuestras vidas, que
no son éstos sus campos, ni sus tiempos ni sus dominios. Que se ha
equivocado de andar y asomarse por estos rumbos donde le hacemos ver que no la
necesitamos en nuestras huecas y torpes existencias y pasatiempos.
Pero ella,
convocada por Rosita, viene, roza sus alas y ronda alrededor, a nuestro lado, y
aletea por nuestro contorno. Aguarda en nuestro patio o más afuera en el andén
o la vereda, con su sonrisa que pide permiso como si fuera una intrusa.
¡La ternura a
quien deberíamos abrirle nuestros brazos y nuestro corazón de par en par para
aliviar el dolor de nuestras grandes desgarros y llagas!
3. Como
los trigales
¡A quien
debiéramos llamarla a gritos para que viva siempre con nosotros! Y con quien deberíamos
estarnos más quedos, más suaves, más reverentes, para que no vaya a sentirse
cohibida ni asustarse.
¡E irse para
siempre dejándonos marchitos, agostados y yertos! Y, sobre todo, sin sentido en
esta morada peligrosa y subrepticia en que hemos convertido la vida.
¡Hermana
ternura, maestra ternura, poetisa ternura es Rosa Cerna Guardia! Quien es capaz
de podernos decir:
Tengo el alma abierta como los trigales
cuando ha llovido.
No me acuerdo del sembrío
ni del molino que astillará en su rueda
mi caída.
Miro lo que sale de mí tras las bandadas
de aves,
y, amo todo lo que regresa en el aire.
El aire tiene el don de dejarme en el pecho
la música que rinde de ave
cuando está
herida.
4. Esa
flor
Pero hay, al
lado de esta avecilla y junto con Rosa Cerna otra excelencia, cuál es el
candor, o la inocencia, o la ingenuidad en este mundo. Camino resbaladizo de
pisar; ¡del cual recelamos tanto y pensamos lo peor! Que lo hemos tirado para
siempre ventana abajo, o lo hemos enterrado bajo capas de polvo y estratos de
piedras en el desván, o hecho lodo afuera, lo más lejos en el basural de los trastos
viejos e inservibles.
Y que pisoteamos
cada día su cabeza y su frente para que no se empine ni se levante, ni nazca siquiera,
ni aparezca. Ni nos mire acaso porque nos avergüenza de que se junte con
nosotros. ¡Pobre candor!, tan calmo, tan sumiso y tan pródigo. ¡Y qué bueno y
grandioso sería restituirlo en nuestras vidas duras, ásperas y resecas, cambiando
a la vez el mundo para que le dé cobija!
Porque el candor
–esa flor que debemos cultivar en nuestro jardín, al menos interior– apagaría
muchos incendios, aplacaría montañas de violencia e indiferencias. Y aliviaría
muchos enconos, oprobios e iniquidades purulentas. ¡Ella tuvo el candor, por
ejemplo, de no pedirle nada a nadie, ni al gobierno ni a quienes mucho la debemos
por el bien que hacía escribiendo lo que escribía!
¡Porque sus
cuentos se reproducen indiscriminadamente sin que siquiera se consigne el
nombre de su autora! ¡Oh ignominia! Si es imprescindible robarla, no la robemos
a pedazos, sino ¡robémosla entera para hacerle una morada permanente en nuestras
vidas sedientas!
5. Embajador
de la luna
¡Tuvo el candor
de pensar siempre bien de todos, como lo hace cada día Rosa Cerna! ¡El candor
fuerte, profundo, potente de amar por sobre todas las cosas! De amar a
traición, incluso a tu enemigo, como dice César Vallejo, a quien Rosita amaba
profundamente porque fue capaz de sufrir cada palabra que decía, me dijo una
vez. ¡El candor de haberse quedado sola y para siempre por ser fiel a un amor
de niños!
Hay un personaje
que puede ser símbolo de todas estas virtudes –así podríamos llamarlas a estas
presencias– en la poesía y el arte de Rosa Cerna, y ese personaje es el
espantapájaros. Porque, ¿quién puede ser más tierno y candoroso e ingenuo que
un espantapájaros? Como ella dice:
– Monarca absoluto de todos los sembrados
– Custodio vitalicio, sin derecho a renunciar de la
lluvia, del aire, del granizo, del sol
– Representante directo del labriego
– Embajador de la luna y las estrellas
– Consejero y guía de los pájaros hambrientos
– Compañero inseparable de los árboles y de los
perros
– Ministro de
agricultura.
6. La nieve
que es misterio
Pero hay otro
contenido quizá mucho más poderoso y hondo en Rosa Cerna Guardia, y es ¡el
amor! Empezando desde el más cercano hasta el más distante, lejano e
inaccesible.
Amor a los seres
del mundo que le rodearon y también a los ideales más sublimes:
Amor fiel a un
amor adolescente de un joven humilde quien le ayudó a cultivar una rosa en un
huerto del colegio, y que la muerte un día lo arrebató temprano, cayendo del
camión en donde era ayudante, y solo por mirarla.
A ese amor se
consagró fiel, virginal y que invocaría en el momento de morir. ¿Quién no
elegiría ser amado así pese a que nos sean privados los años de vida desde
adolescentes en este mundo? ¡Porque es a él a quien pensó siempre reencontrar
en otras vidas posibles!
Amor a su
perrito faldero ¡Carbón!, que un día su padre dejó a sus pies como un copito de
lana negra, dice ella. Amor a sus hermanos y a su hogar, a quien Rosa dedica
sus libros. Y al mar que escuchó por años mientras dormía, porque vivió en
Barranco. Y amor al paisaje, a la lluvia y a la nieve que es misterio.
7. En esta
y otras vidas
¿Y quién mejor
para saberlo más que ella? Pues nació en Huaraz frente o al pie de la blancura
inmarcesible de los nevados andinos, del Huandoy, del Alpamayo, del
Huascarán.
Amor entrañable
al Perú, a los niños y al ser humano en general. Amor a la creación como señal,
vestigio y obra de un ser supremo. Y por último amor a Dios, y en él y con él,
a sus seres más queridos, por quienes balbuce así:
Y yo soy.
El ave tiene.
Y la estrella da.
¿Y tú, padre mío,
en qué sitio
a qué hora
defiendes el alba
de todos los días
delante de Dios?
Rosa Cerna
Guardia en la literatura de todos los tiempos será para siempre símbolo de la
ternura, de la inocencia, del candor y del amor. ¡El candor de ser maestra! ¡El
candor de escribir para niños! ¡Y de ser la mujer de fe que fue y es para
siempre en esta y otras vidas!
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