22 DE
ABRIL
DÍA DE LA TIERRA
LA
MARIPOSA
EN
NUESTRAS
VIDAS
Danilo Sánchez Lihón
1.
Le dijo la tierra al sol un día:
– ¡Sol! ¿Cómo tener cuando el cielo se nubla, y más cuando llega el invierno,
el brillo de tus rayos, los colores fulgurantes con que todo lo tocas, así como
tu presencia feliz y animosa que todo lo ilumina y nos llena de vida y
esplendor?
El sol que amaba a la tierra, porque encontraba que en ella era acogido
y porque la veía hermosa con sus valles llenos de verdor, las nieves en sus
cumbres más altas, y con el mar de color esmeralda bañando sus costas con un
encaje de espuma en sus orillas, le dijo otro día:
– ¡Tierra! A fin de que tengas mi presencia durante todos los días de
año aquí te traigo una ofrenda: una criatura en donde he puesto todo aquello
que te recuerde a mí y que revoloteará de flor en flor.
Y abriendo sus manos entrecerradas soltó a la mariposa, imprimiendo para
ello en sus alas diseños originales, matices multicolores y el brillo
fulgurante de sus rayos; y que pronto aleteó con sus alas brillantes por
huertos y jardines, por prados y collados.
2.
Y se cuenta de este modo porque estos insectos parecen provenir de un
mundo mágico y de ensueño. Así: durante su vida experimentan una metamorfosis
completa; depositan sus huevos sobre plantas que habrán de servir de alimento a
la oruga o larva, que al nacer crece y adquiere vigor con una rapidez
asombrosa.
Su aspecto es el de un gusano de cabeza redondeada y cuerpo anillado. A
medida que va aumentando de volumen va mudando de piel y al aproximarse el
tiempo de la metamorfosis manifiesta gran agitación hasta encontrar el lugar
ideal para su transformación, acción que ejecuta en el misterio más completo.
Su aspecto en este tiempo es el de un desecho. Pero pronto la piel de la
oruga revienta por fin y surge la crisálida en una envoltura frágil de color
verde amarillento, distinguiéndose en este nuevo ser todas las partes de la
futura mariposa.
Cuando la misteriosa transformación llega a su fin, la mariposa rompe la
cápsula que la aprisiona y emerge, para en breve tiempo alcanzar su tamaño
natural. Para alimentarse pronto buscará el néctar de las flores y los jugos de
los frutos maduros.
En esta breve presencia del don de la naturaleza, podemos encontrar
ejemplos acerca del proceso de la existencia y el sentido que ella adquiere,
pero sobre todo a vivir en esplendor, y con la alegría que parece guiarlos al
revolotear en los aleros, en los prados y en el jardín.
Como hija directa del sol cultivemos flores a fin de complacernos en
tener siempre al sol en nuestras vidas.
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