miércoles, 29 de abril de 2020

29 de abril. Día de la Danza. / Marinera en la plaza. / Goza y canta corazón.


29 DE ABRIL
DÍA DE LA DANZA
MARINERA EN LA PLAZA

GOZA
Y CANTA
CORAZÓN

Danilo Sánchez Lihón



Estallan los fuegos artificiales

1. Luis
Felipe

Fue en ese preciso momento que vemos que un hombre alto, con casaca de cuero de hebillas en los bolsillos, avanza hasta la tribuna oficial.
Es Luis Felipe de la Puente Uceda, quien tiende la mano invitando a bailar a la dama que acompaña al subprefecto perdedor en la competencia de las dos bandas musicales. ¡Claro que esto no deja de ser un tremendo atrevimiento! La gente que está sentada se pone de pie y se arremolina para mirar.
Ella es nada menos que Amada Ganoza, la más bella mujer del pueblo, cortejada esta vez por el Subprefecto Mayor Mejía Camacho; y de quien en este momento es su invitada de honor en la tribuna oficial. Hay un rumor de miedo entre la gente.
– ¡Bailamos! –Se oye que le repite Luis Felipe, tendiéndole la mano.
Luis Felipe es quien ha traído desde Julcán, donde queda la hacienda de su familia, la banda de músicos populares quien esta noche acaba de ganarle en una competencia de piezas musicales a la gloriosa Banda del Regimiento de Infantería 37 de la ciudad de Trujillo.


Luis Felipe de la Puente Uceda

2. Tiende
la mano

– Bailamos. –Le repite.
Ella duda, arrebolada por la vergüenza.
– La señorita no desea bailar. –Dice enfrentándose secamente el Subprefecto.
– ¿Bailamos?
– ¡No baila, he dicho!
Luis de la Puente no se digna siquiera mirar a la máxima y temible autoridad política y militar de la provincia. Tiene los ojos ansiosos e ilusionados clavados en los ojos de Amada.
El Subprefecto pone la mano en la cacha de su revólver, suelta el cintillo que abotona la funda. Lo extrae y deja lista el arma con el cañón apuntando.
Un silencio de muerte se alza en la plaza y hasta la misma banda de músicos de Julcán ha parado sus acordes bruscamente.
Entonces ella, sin dejar de mirar a Luis, se inclina, le tiende la mano y da un paso adelante.


Se baila en la plaza

3. Un griterío
de júbilo

La banda vuelve a estallar con sus acordes:
Cuando me vaya, negra
santiaguina de mi amor.
no me dirás que me has dejado
ni dirás que te dejé.
Un griterío de júbilo se alza incontenible. Ambos salen entonces por el medio de la tribuna y bajan por el escalón del tabladillo alzado en el centro de la plaza para llevar a cabo este acto consignado en el programa de la celebración de la Fiesta Patronal del Apóstol Santiago el Mayor de la provincia de Santiago de Chuco.
Ya en el suelo ella se saca los zapatos, camina con las caderas alzadas cogida del brazo de su pareja.
Lo hace con pasos cadenciosos y ondulaciones de su cuerpo, para seguir los pasos grandes de su pareja Luis Felipe, que tiene la cara iluminada y los mechones de su cabello cayéndole en dos guedejas por la frente.
El pueblo hace un callejón y la Banda de Julcán avanza al centro, rodeando la pileta y su barandal de fierro forjado.


Pileta al centro de la plaza

4. Lanzándose
a volar

Como la algarabía se ha desatado, la Banda del Regimiento de Infantería 37, humillada por la banda pueblerina, se cuadra militarmente, hace un giro en escuadra y se desliza después silenciosamente como una culebra que se desenrosca, en columna de a tres por la solitaria calle de «El Comercio».
En la esquina del billar del Hotel Santa María abordan los ómnibus que los trajeran y que los están esperando. Y parten rumbo a Trujillo.
Mientras tanto, la pareja llega hasta el centro del ruedo donde se arremolina todo el pueblo.
Luis Felipe se retira unos pasos alzando el pañuelo sin quitar sus ojos de los ojos de ella, fijos y luminosos, retándolos con un brillo imperceptible y con una sonrisa.
Amada Ganoza también levanta su pañuelo y avanza haciendo un círculo, como si fuese una paloma lanzándose a volar hacia el abismo. Entona la banda:
Cuando me vaya negra
santiaguina de mi amor
no me dirás que me has dejado
ni dirás que te dejé.
Él corresponde, por el otro lado, con un compás de caballo de paso hasta dar una vuelta y, cuando los platillos hacen la primera entrada, ya está frente a ella en un contrapunto de encuentros y desencuentros.

Plaza de Armas de Santiago de Chuco

5. Aunque
lo quieras o no

Los bajos, seguidos de los clarinetes, dan fin al rodeo y se sumergen en la primera fuga.
Ella alza las caderas, vuelve a echar el busto para atrás y los senos se le pintan turgentes en el fondo de la noche.
– ¡Bravo! –Gritan de uno y otro lado.
– ¡Voy a ella!
– ¡Voy a Lucho!
Allí viene el molinete. La larga trenza se mece pasando ora al hombro izquierdo, ora al hombro derecho.
Los labios se hacen carnosos como frutas expuestas que van a caer. Y no se asientan los pies en el suelo.
Las trompetas afiladas tasajean el alma con sus cuchillos.
– ¡Qué sabrosura de mujer!
– ¡Qué primor de muchacha! –Se oye decir.
Digas, pues, lo que digas
estás en mi pecho ya,
y en él irás donde sea
aunque lo quieras o no.


Grupo de amigos en Santiago de Chuco.
Luis Felipe de la Puente Uceda con sombrero

6. Al ritmo
de los platillos

La tarola hace un nuevo pase de redoble. Ella gira con el rostro y el cuello tendidos. Y hace un vaivén frente a la cara de su pareja. Los ojos sin despegarse de los otros ojos.
Él la corteja y finalmente la reta en un sitio donde ella levanta las faldas y zapatea con las pantorrillas al aire, mientras él castiga el suelo con su pañuelo.
La música cesa y surge otra vez el redoble solo de tarola. ¡Es la fuga!
Dizque los quereres
son pura ilusión.
Y que los cariños
flor de un día son.
La pareja, otra vez se ha puesto frente a frente. Ella avanza en círculo, él casi sin moverse y sin dejar de sonreír, gira; hace dos quiebres con el cuerpo y nuevamente espera.
A la vida corazón,
se la acepta como es.
Ella misma ayayayay
no es sino pura ilusión
Revientan cohetes: Chim… ¡pum! ¡Chim… ¡pum! Chim… ¡pum!
¡Es el arrebato! Él, casi en cuclillas y estirando el cuello, arrogante y a la vez rendido. Le besa los vestidos sacudiéndole el pañuelo al ritmo de los platillos, como queriendo rajar la tierra para arrojarle simiente pura y nueva. Y ella, ofreciéndose como fruto glorioso a la fecundidad de la vida.


El pueblo baila en la plaza

7. En el corazón
de todos

El Subprefecto ha dejado bruscamente su asiento y desaparece con duros pasos por una esquina de la plaza.
Goza y canta corazón
sin mirar el porvenir.
No hay más que una realidad:
la que está dando su flor.
Así, la marinera pone encajes nuevos en el borde de los techos de las casas vetustas de la plaza de Santiago de Chuco.
Y mientras los compases de los instrumentos suben límpidos hacia el firmamento, y mientras rechinan los platillos con la fuga, en un ritmo incesante, febril, de zapateo sobre la tierra virgen, alguien enciende el primer castillo de fuegos artificiales que comienza a derramar chorros de luz como guirnaldas de todos los colores con el estruendo de las avellanas.
… la que está dando su flor
para luego perecer.
Es allí cuando todos cogemos nuestras parejas e invadimos el ruedo.
En el cielo de Santiago de Chuco suenan las bombardas, se elevaban los globos iluminados y estalla la alegría del pueblo en el centro de la plaza y en el corazón de todos los hombres y mujeres. 


Alas de paloma tienen los castillos de fuegos artificiales


Fotos 1, 4, 5, 7 y 8
Jaime Sánchez Lihón



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1 comentario:

  1. Una sabrosa página del recuerdo, mi querido Danilo. El cuento no contado de la frustración del prefecto se lee como un desprecio condenado al olvido. Mientras la redacción sigue el ritmo de marinera, al oído se impone, bullente y juvenil, la vida con el amor volando por la avenida.

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