sábado, 4 de abril de 2020

7 de abril. El latir de la vida. / Leña, puquial y fogón.


7 DE ABRIL
EL LATIR DE LA VIDA

LEÑA,
PUQUIAL
Y FOGÓN

Danilo Sánchez Lihón



Fogón. Pintura de Enrique Alejandro Muñante

1. Parte
viva

Se han elevado tanto las llamas en la hoguera de la cocina que la leña ha empezado a transpirar hacia el extremo opuesto de la punta que arde, rezumando en el corte que hizo el hacha unas gotitas de agua obstinada y cristalina, que afloran de la entraña ruda y seca de las fibras compactas y tupidas de la madera trenzadas a lo largo de su cuerpo.
Pero, ¿qué prodigio es este? ¿cómo es que han permanecido calladas e impolutas durante tantos meses bajo el sol del estío en lo que parece duro y extenuado? Estas gotas purísimas sin duda, han estado antes en alguna nube y luego han bajado al fondo más intrincado de una cañada para subir, hechas savia, por dentro del tronco sonoro del árbol del cual esta raja de leña formara parte viva.

Cayeron en el follaje

2. El nido
siempre es tibio

Quizá antes incluso cayeron en el follaje, viendo cerca a uno y otro nido con pajarillos dentro, aparentemente ateridos. ¡Pero no! ¡Frío sería el paisaje!
Pero el nido siempre es cálido y desde ahí se mira protegidos el cataclismo y la conflagración exterior que en los días de invierno los elementos en pugna desatan, con la tempestad que asola y que arrecia.
Para luego esas gotas de lluvia deslizarse por la corteza del tronco para después caer a tierra, tocar las raíces del árbol y luego ser absorbidas y subir por dentro, por el tallo rumoroso.


Castillos de leña

3. Bajo
el alero

Para allí permanecer quietas, extasiadas y gozosas ¡en no sé qué vida placentera!
Y pese a que el árbol ya haya sido derribado, ellas cobijarse allí encantadas, como lágrimas fieles e irrenunciables entre los abrojos y escombros de las fibras entretejidas.
Para estar como las avecillas amparadas en el nido que vieron cuando el árbol aún estaba vivo.
Y luego ser pacientes e imperturbables en algún recodo velado de la leña, aparentemente seca, añosa y arrugada bajo el alero de la casa.

Rajando leña de árboles caídos

4. El mar
incognoscible

¡Y es que así es también la vida! Dentro de lo que acaba aún hay nidos escondidos, palpitaciones y honda existencia.
Porque ¡nadie podría presentir que en la leña reseca estuviese guardado este collar de perlas palpitantes y espléndidas.
Y que ahora se deslizan y se precipitan a morir en el mar incognoscible de las cenizas, hace unos instantes vibrantes; y que ahora yacen hacia el fondo y atrás, ¡irremediablemente muertas!
¿Será cierto? ¡No! ¡Es posible que en la ceniza aún estén vivas!


Leña para los fogones

en un castillo


Porque, lo que no sé es cómo podía existir este manantial cristalino entre las fibras añosas de esta madera retorcida.
Además, expuesto tanto tiempo al sol de la mañana, del mediodía implacable y de la tarde cruda, en el castillo de leña erigido en el corredor del patio, lugar aparentemente inerte e ignoto, entre tanta oscuridad que debe haber allí dentro de la madera apretada, y debajo de tanta red y sed que lo aprisionan.
Porque allí ha permanecido la leña, armada en un castillo, donde se han cruzado las rajas en uno y otro sentido, a fin de que no solo el sol sino el aire penetre entre y leña, y la seque eliminando toda el agua que tienen.

Árboles, nidos y caminos

6. ¿Serán
duendes?

Ahora son tantas las gotitas que se escurren y desaparecen, cual llanto indefenso de alguien que quiere esconderse, entre las brasas.
¿O serán duendes o serafines? ¿O serán hadas o endriagos? ¿O serán almas en pena?
Mientras la fragancia de la leche que está por hervir en el fogón, inflamado de llamas vivas, se hace oblonga.
Y se confunde tanto al olor de la leña que no cesa de destilar sus lágrimas, como la leche pugna por desbordarse y unirse juntas en un solo destino, cuál es el morir.


Cuyes debajo de los fogones

7. Fondo
ignoto

Hay ¡cuánta maravilla y milagro en el hecho simple, pero a la vez lleno de sortilegio, de avivar el fogón con rajas de leña seca que guardan dentro de sí un puquial escondido! ¡Y nosotros asombrados de tal portento!
Y en hervir la leche que contiene lo mejor de los campos, las fuentes y del cielo estrellado. Y de cómo ello está en lo más recóndito incluso de una raja de leña que arde en el fogón.
Que es participar en el misterio de todo lo creado, que se da aparentemente abierto y palmario. Pero en el fondo ignoto, secreto e inescrutable, como es este universo y, sobre todo, ¡la vida!



Foto 2
Danilo Sánchez Lihón

Foto 7
Daniel Egúsquiza


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