14 DE
MAYO
NACE
JOSÉ SANTOS CHOCANO
EL CANTOR
DE
AMÉRICA
Danilo
Sánchez Lihón
José Santos Chocano
1. La
huida
El
poeta José Santos Chocano levantó el teléfono y llamó al Diario El Comercio
preguntando por el periodista Edwin Elmore. Cuando este contestó le dijo estas
palabras:
–
¿Hablo con el hijo del traidor del Morro de Arica?
A lo
que Elmore respondió:
–
Quisiera ver si es capaz de decírmelo de frente.
Chocano
se encaminó a El Comercio en donde Elmore trabajaba y se lo dijo a la cara a lo
que Edwin Elmore le asestó un golpe en pleno rostro. Chocano sacó su revolver y
le descerrajó un tiro a quemarropa en el patio de ingreso a ese medio de prensa.
Era el 31 de octubre de 1925. Dos días después de una dolorosa agonía el joven
escritor Edwin Elmore moría, envuelto en un clima de consternación e
indignación de la gente.
Chocano
fue apresado y encarcelado. Dos años después el Congreso de la República de
mayoría partidaria de Leguía, a cuyo favor Chocano había trabajado antes, cortó
el proceso y Chocano salió libre. Era tanto el repudio de la prensa y de la
población en las calles, y siendo insoportable su vida en Lima, Chocano viajó a
Santiago de Chile en donde después y por otros motivos sería también asesinado
el 13 de diciembre del año 1934.
2. Cuerdas
destempladas
¿Qué
motivaron estos hechos? un suceso cuya incidencia es a partir de que el año
1922 en que José Santos Chocano escribe y publica un opúsculo titulado “Apuntes
sobre las dictaduras organizadoras”, en las que alaba a las dictaduras,
principalmente en aquellas en las cuales había servido como consejero,
secretario y hombre de confianza, una de ellas en Guatemala que casi le cuesta
la vida, pues fue condenado a muerte. Empero, esta obra contiene ideas que no
dejan de tener vigencia, pues muchos alaban y reclaman gobiernos fuertes, que
no se estén con melindres a la hora de castigar y poner mano dura en corregir corruptelas
y enmendar entuertos en nuestros países, en donde la corrupción, el desacato y
la violación de las leyes causan tantos problemas, como lo seguimos padeciendo
en nuestro país hoy en día.
Dicha
obra, arriesgada y polémica, recién alcanzó notoriedad en 1924 cuando en Lima
Leopoldo Lugones la apoyó diciendo que era “hora de la espada”, obra que fue
comentada desfavorablemente por don José Vasconcelos en México, calificando a
Chocano de “bufón”, y en contra de quien Chocano desató toda su ira y arremetió
con cuerdas destempladas. El grupo Amauta del Perú encabezado por José Carlos
Mariátegui se solidarizó con Vasconcelos, entre cuyos firmantes de esa adhesión
estaba el joven escritor y periodista Edwin Elmore quien aparte escribió un
artículo en donde respecto a Chocano le dice: “vulgar impostor”.
3. Laureles
de oro
Sin
embargo, de inicios del Siglo XX en el Perú, hasta los años 30, el dominio del
panorama de la poesía en nuestro país lo tenía José Santos Chocano de manera
plena, cuyo renombre era apabullante y contundente. Hasta pasada la mitad de
siglo su presencia en los textos escolares y en el currículo de estudios de la
Educación Secundaria su aparición era infaltable. Y más aún en los libros de lectura
y en toda actividad cultural que se desarrollara en la escuela primaria en el
Perú y en la América de habla hispana.
Su
dominio y señorío en la poesía peruana y latinoamericana era pleno y absoluto desde
la publicación de su libro de poemas “Alma América” del año 1906 que se editó
en España prologado por Rubén Darío. Manuel González Prada lo llamó “Poeta
Nacional del Perú”.
Su
nombre formaba parte de los tres poetas más importantes de ese momento en toda
el habla hispana: Rubén Darío, Amado Nervo y José Santos Chocano. El 5 de
noviembre del año 1922 en una ceremonia fastuosa que se llevó a cabo en el
Palacio de la Exposición en Lima fue declarado “Hijo Predilecto de la Ciudad de
Lima” y se le impuso en la frente una corona de laureles de oro, otorgándosele
además el título de “Poeta de América”.
4. Perla
o llanto
Ha
habido esfuerzos por reivindicarlo. Recuerdo en la Universidad de San Marcos la
devoción que le guardaba uno de los poetas señeros del Perú contemporáneo como
es Francisco Bendezú, quien en sus clases predicaba la injusticia de la
postergación de Chocano en el panorama de la poesía peruana contemporánea, y se
extasiaba en el análisis del poema “Blasón”, formalmente perfecto en ritmo y
rima, como en imágenes; intento de persuadirnos que resultaban vanos inclusive
en quienes éramos estudiantes de la Facultad de Letras de esa casa de estudios.
Francisco Bendezú nos enseñaba asimismo métrica y rima con el poema “La
Magnolia”, ante el cual se extasiaba por su forma y su fondo, y que dice así:
En el bosque, de aromas y de músicas lleno,
la magnolia florece delicada y ligera,
cual vellón que en las zarpas enredado estuviera,
o cual copo de espuma sobre lago sereno.
Es un ánfora digna de un artífice heleno,
un marmóreo prodigio de la Clásica Era:
y destaca su fina redondez a manera
de una dama que luce descotado su seno.
No se sabe si es perla, ni se sabe si es llanto.
Hay entre ella y la luna cierta historia de encanto,
en la que una paloma pierde acaso la vida:
porque es pura y es blanca y es graciosa y es leve,
como un rayo de luna que se cuaja en la nieve,
o como una paloma que se queda dormida.
5. Juana
de América
De otro
lado, Silvia Puente de Oyenard, destacada escritora uruguaya, quien ha
publicado poesía, narrativa y ensayos literarios, principalmente vinculados al
ámbito de la literatura infantil, ha referido en diferentes oportunidades la
importancia que ha tenido en su formación de escritora la presencia de José
Santos Chocano.
Y
testimonia cómo el autor de “Alma América” fue un escritor clave en el Uruguay
para toda la generación de escritores de ese país en la mitad del siglo pasado.
Y de cómo en toda la América Latina se leía con devoción y arrebato la poesía
de José Santos Chocano.
Y
recordaba Silvia que José Santos Chocano fue determinante para el homenaje que
se le rindiera a Juana de Ibarbourou el 10 de agosto de 1929 en el Salón de los
Pasos Perdidos del Palacio Legislativo del país oriental.
Asistió
la intelectualidad más prominente de América y España, el discurso de orden estuvo
a cargo de don Juan Zorrilla de San Martín; y en donde a la autora de “Las
lenguas de diamante” se le otorgó el título de “Juana de América” que sugiriera
para ella nada menos que José Santos Chocano.
6. La
sentencia
¿Qué
explica entonces la posterior debacle de este poeta que alcanzó la cima de la
gloria? ¡Ah, es que la fama depende de muchos factores, a veces oscuros e
intrincados!, siendo uno de los hechos más evidentes de la caída de Chocano el
suceso que hemos referido al principio de este artículo.
Pero
hay un rasgo que a mí particularmente me conmueve: Juan Espejo Asturrizaga,
integrante como César Vallejo del Grupo Norte de Trujillo, e íntimo amigo suyo,
cuenta en su libro César Vallejo itinerario del hombre 1892 – 1923, que estuvo
confundido entre el gentío que ovacionaba a José Santos Chocano frente a su
casa cuando éste regresó al Perú, el 11 de diciembre del año 1921.
Esto
fue después de obtener su liberación por una movilización de intelectuales,
principalmente de América, España y Francia, librándolo de la pena de muerte
decretada en contra suya y para ser ejecutado apenas unos días después. Intercesión
en la cual también intervino el Papa, el Rey Alfonso XIII de España y los
presidentes del Perú y Argentina. La sentencia fue por haberse coludido, como
secretario personal del dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera, condena
que se hizo extensiva al «Cantor de América», al ser derrocado aquel dictador.
3. Prefiero
el terruño
Cuando
obligado por el gentío que lo vitoreaba, multitud en la que se encontraba el
poeta César Vallejo y su amigo Juan Espejo, José Santos Chocano apareció en el
balcón abrazado a su madre, que ya era una viejecita muy anciana.
Y donde
Chocano improvisó, con voz quebrada y sentida, este poema:
Hace ya diez años que recorro el mundo.
¡He vivido poco! ¡Me he cansado mucho!
Quisiera ser árbol mejor que ser ave,
Quisiera ser leño, mejor que ser humo
y al viaje que cansa prefiero el terruño,
la ciudad nativa con sus campanarios,
arcaicos balcones, portales vetustos
y calles estrechas, como si las casas
tampoco quisieran separarse mucho...
Hace ya diez años que recorro el mundo.
Relata
Juan Espejo que César Vallejo lloraba copiosamente al enunciado de cada uno de
estos endecasílabos, allá abajo, confundido entre la multitud.
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