17 DE MAYO
DÍA
MUNDIAL DE LA SOCIEDAD
DE LA
INFORMACIÓN
NUEVAS
VERDADES
REDENTORAS
Danilo Sánchez Lihón
Zambullidos
“en las mesmas vivas
aguas de
la vida”
Santa Teresa
de Jesús
1. Volver
los ojos
A lo
largo de la historia han sido enormes las expectativas, y ha sido largo el
tiempo de la espera, en que el hombre ha cifrado toda su esperanza en el
conocimiento.
En que
la superación de los problemas y las dolencias del mundo vendría por la
eficacia y el poder de la ciencia y la tecnología en la solución de los
problemas más graves que aquejan a la humanidad.
Males
esperpénticos como son las enfermedades se tenía toda la evidencia que la
ciencia terminaría contra esos flagelos.
El
problema del hambre y la carencia de alimentos que azota y diezma a multitudes
y a regiones extensas del planeta, se cifraba en que la ciencia acabaría con
ellos.
Se
tenía el convencimiento de que la ciencia traería el desarrollo de los pueblos
y con ello la preponderancia de la paz sobre la faz de la tierra. Sin embargo,
nada de eso ha ocurrido.
2. Andar
seguros
Y, al
contrario, la situación en todos los aspectos se ha agravado, siendo cómplice
en este panorama desolador la ciencia y la tecnología. Y lo es también en la
noticia más aterradora y espeluznante, cual es que en ella la vida desaparece,
y que el daño causado al medio ambiente de la tierra se lo puede denominar de
desastre irreversible.
A eso
ella ha contribuido. Al calentamiento global y con ello a la destrucción de la
vida que es la maravilla de la creación en todo el universo.
¿Hacia
dónde se vuelven ahora los ojos para encontrar siquiera dos o tres verdades
infalibles en las cuales creer y en las cuales ampararnos en los días presentes
y en los días que vendrán?
¿Cuáles
son esas verdades en las cuales apoyarnos y con ellas andar seguros por los
senderos que nos abra el futuro y que se muestran imperturbables y con
frecuencia indolentes frente a los males que se han enseñoreado y asolan
nuestros pueblos?
3. Salvar
al mundo
La
ciencia y su sucedánea, que es la tecnología, en vez de haber dado soluciones a
los graves problemas que aquejan a la humanidad, parece más bien haberlos
agravado, y se ha hecho cómplice. Y esto, ¿en qué sentido? Ya lo estamos
viendo. En que ha sido enajenada por los negocios, por el mundo empresarial y
se ha puesto al servicio del poder.
Ha
demostrado más debilidades que fortalezas, cuando ahora se espera más bien un
despertar distinto, que ojalá por fin resulte cabal y espléndido en relación a
ayudarnos a vivir de una manera mejor.
La
ciencia que a lo largo de la historia y de toda la civilización humana los
hombres la han forjado con altruismo, con sacrificios y renuncias sin límites
arriesgando e inmolando su propia vida
Al
punto que, de lo que se trata ahora para salvar al mundo, más que de los
aportes que pudieran ofrecernos la ciencia y la tecnología es, de manera
central, de la emergencia de una nueva conciencia humana y del papel que le
cabe allí cumplir al saber en general y al conocimiento de la realidad, y de
nosotros mismos en particular.
4. Posibilidad
redentora
Para el
arribo a esa nueva conciencia humana, que esté dotada de un mayor sentido moral,
como de mayor plenitud, intensidad y legitimidad a la vida, necesitamos nuevas
o renovadas verdades.
Lo que
implica: imbuida de más acrisolados valores, para lo que se requiere de
información integral, con capacidad y poder en lo afectivo, intelectual,
volitivo y social.
Es
decir, información que alcance el nivel de conocimiento cabal y ello es el
nivel de sabiduría. Y ello en cierta medida que alcance a ser verdad
trascendente, reveladora y de posibilidad redentora.
Se
trata de información oportuna, pertinente y eficaz, con calidad y capacidad de
transformación; e información movilizadora, que lleve en su esencia el germen
de la acción.
Siendo
aquella que se traduciría en nuevo conocimiento, en educación y en verdad;
siendo ella el “punto de cambio” que se busca.
5. Cualquier
día
Siendo
el núcleo y el eje a partir del cual el hombre y la sociedad tiene que
estructurarse en un orden nuevo, enrumbándose hacia un estadio superior que se
avizora y se espera que se cumpla en un futuro próximo.
En tal
sentido, postulamos el carácter innovador y transformador implícito en toda
información auténtica, y lo es aquella que se nutre de variados saberes, hasta
ser conocimiento integral.
Porque
también hay el riesgo de aquella información que sirve para regularizar el
mundo injusto y mezquino que ahora sufrimos, legitimando las anteojeras que han
sido puestas sobre nuestros ojos.
Y que
limpian, en el sentido de ocultar, el vidrio de la botella cazamoscas en donde
frecuentemente, por nuestra propia voluntad muchas veces hemos caído, caemos
ahora o caeremos cualquier día; o nosotros mismos nos hemos encerrado.
O,
mejor dicho, empañan nuestra capacidad de conciencia, de darnos cuenta y poder
advertir la condición de cómo somos tratados y el rol humillante que se nos ha
asignado.
6. Fragua
interior
Porque
para ser la información “punto de cambio” tiene que ser aquella de síntesis, de
composición y no de descomposición, de unidad y no de dispersión.
Esta
información tiene que tener potencialidad de acción, vínculo estrecho con la
realidad y el contexto, y haber nacido de la fragua interior de cada persona y
de cada cultura; que se torna a la vez en cultura, educación y actitud
innovadora.
Dicha
información tiene que preñar, embarazar, fecundar al ser individual o
colectivo: al hombre, a la vida y al universo.
Siendo
su curso natural por dentro del ser; entrando a lo profundo y a lo entrañable,
al útero que da origen a lo verdadero.
A la
matriz de la vida, encarnándose en ella, zambulléndose “en las mesmas vivas
aguas de la vida”, tal como lo expresó Santa Teresa de Jesús en su retiro de
Ávila.
7. Un nacer
de nuevo
La
dinámica de la referida información no es externa ni mecánica. No se resuelve
como movimientos de signos literales, ni como objetos del mundo físico.
Ni como
cosas que se desplazan en el curso de los días, bien sean hechos visibles o
bien sean acontecimientos administrativos. Aquella información es compleja,
interior y profunda.
Y se
suscita no tanto en la fuente que lo produce sino principalmente en la mente y
el corazón de quien lo necesita y recibe, de quien lo usa y requiere.
Y
ocurre como un evento a veces mínimo y otras veces máximo, que se ofrece y
presenta como un despertar, un nacer y un hacerse de nuevo la luz.
De lo
que se trata en el fondo es que el borbotón de sangre que somos, y el retazo de
aliento que anima milagrosamente nuestras bocas tengan el mismo correlato en
nuestras conciencias y en nuestros actos. Y nuestra respuesta a la maravilla
del universo sea la verdad, la bondad y la belleza que animemos a sostener
sobre la faz de la tierra.
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