sábado, 2 de mayo de 2020

2 de mayo. Días de Emergencia Sanitaria. / El mundo que se ha detenido.


2 DE MAYO
DÍAS DE EMERGENCIA SANITARIA

EL MUNDO
QUE SE HA
DETENIDO

Danilo Sánchez Lihón



Y que la vida sencilla se imponga. Foto: Jaime Sánchez Lihón

1. Todo
ha cesado

La marcha del mundo en estos momentos se ha detenido. Y esto en la mayoría de países, y es algo que afecta desde la ciudad más cosmopolita hasta el poblado más recóndito.
Y todo esto debido a que se ha declarado de manera generalizada el estado de emergencia sanitaria y la inmovilización social en todos los estamentos.
A consecuencia de ello el mundo se ha paralizado en casi todas sus actividades, hecho que es insólito e inaudito. E inconcebible antes.
Que una situación así ocurriera algún día era imposible, increíble y disparatado solo imaginarla. Ni siquiera en la mente más delirante esto se lo podía suponer siquiera.
Los vehículos que atronaban con sus ruidos, los aviones que se elevaban con sus rugidos, la circulación aglomerada de la gente en las calles, todo ha cesado.


Nueva York, desierta

2. Nada
se mueve

¿Y quién lo causa? ¿Quién lo ha hecho posible? ¿Acaso un ejército arrollador y contundente? ¿Acaso, lo hubiera podido hacer? ¿Qué fuerza? ¡Nunca! ¡Jamás!
Quizá, ¿un cataclismo? ¿Un meteoro de los que vagan en el espacio sideral, y que hubiera impactado en la tierra? ¿Acaso un imperio todopoderoso? ¿O una caterva de monstruos? ¡No!
Pero, lo ha podido hacer un ser insignificante, minúsculo. Casi una nada. Ni siquiera un ser, sino un pedazo de algo, de célula o microorganismo.
Lo ha podido lograr una nonada despreciable por sí misma, pero terrorífica en las consecuencias que está produciendo.
Ha consecuencia de ello las fábricas están en silencio y vacías. Ha cesado el humo en las chimeneas. No hay ruido. No hay bocinas en las calles.
Han cerrado las tiendas. Se ha apagado la vocinglería de los mercados y los grandes almacenes. Nada se mueve.


Lima, que es una feria, luce vacía. Foto de El Comercio

3. Los ríos
y los mares

Y las tres palabras claves de esta hora, y que más se repiten en esta pandemia, son: ¡Quédate en casa!
Quedarse en casa que felizmente es descanso; que es sosiego y que es quietud.
Y en casa, que es refugio, defensa e intimidad. Y en ella hay que lavarse constantemente las manos por tocar algún objeto o producto que ingrese. Y reflexionar, velar y orar.
Quedarse en casa, que es volver al útero materno, al claustro original, al punto de partida.
Pero, a consecuencia de todo esto, ¿qué ha ocurrido en el mundo exterior? ¡Oh, maravilla!
La tierra nuevamente es un jardín, donde han brotado todas las flores. Y es extasiante el olor del jazmín, de las azucenas y de las rosas.
Los animales han vuelto a poblar la tierra y se pasean hasta por las calles y avenidas. ¡Los ríos y los mares han esclarecido sus aguas!


El sol en el suelo de las casas

4. Parecen
manantiales 

Ahora, cada mañana que despierto en todos estos días de cuarentena, el sol luce esplendoroso entrando por las ventanas, relumbrando en los muros, y extendiéndose por los suelos.
Eso no sucedía antes y es que la capa que se creía que era de nubes o de neblina, efecto tal vez de la humedad marina, ¡no lo era tal!, sino que era de humo de las fábricas y de los autos que circulan vertiginosos y alocados pasando por uno y otro barrio y distrito, por vías atestadas y congestionadas de las ciudades del orbe entero.
Ahora cada día me despierta el trino del zorzal que se posa en la buganvilla que se alza en la pared de enfrente, y hasta parece que allí ya hubiera hecho su nido. Y los verderones que hacen sus chasquidos frescos y transparentes, tanto que parecen manantiales, revolotean hasta por las escaleras.
Eso no sucedía antes porque el tronido de los aviones que cada cinco minutos pasaban por sobre nuestras casas y rugiendo por el cielo seguramente los asustaban.


Pajartillos en la enramada

4. Barcos
y navíos

En estos mismos instantes escucho el parloteo de los pajarillos, que no identifico desde aquí qué especie son, posiblemente gorriones, intercambian mensajes en sus trinos, desconcertados como yo de que el mundo sea otro y tenga que empezar de nuevo.
Hoy por las noches subo a la azotea y veo nubes blancas bogar entre retazos de cielo azulado. Y en ellos el titilar de las estrellas.
Sí, desde aquí, por supuesto; desde Lima la ciudad neblinosa y a dos pasos del mar, donde vivo, en el distrito de La Perla.
Pero esto que refiero no ocurría antes, porque la capa de smog era tanta que ocultaba a las nubes y a los luceros.
Ahora tarde y mañana escucho el gorjeo de las gaviotas que pasan volando desde sus nidos en el contrafuerte andino hasta los farallones del océano.
En donde seguramente se alimentan pescando en las riberas de la playa. Y es que antes los hacía huir el estrés de barcos y navíos.


El sol en las hojas

5. La vida
y la muerte

¿Cómo asumir todo esto? ¿Qué pensar? Y, es más, ¿qué hacer? Mi opinión es verlo todo como una gran oportunidad de cambiar.
Ahora estamos en quietud, y hemos dejado el estado febril que nos enajenaba y en el que nos debatíamos casi ahogándonos. Valoremos entonces esta instancia de quietud como una oportunidad, y hasta como una bendición.
Porque el hombre se hizo humano en la quietud, cuando regresaba de caza y se sentaba en torno a la hoguera y fogata familiar a reflexionar, a contar cuentos, y a imaginar el mundo por venir.
Esta es una realidad en que volvemos a vivir una situación casi atávica e instintiva de la vida retada con la muerte.
Hecho que está más allá de todo. Y que si lo reconocemos bien es un hecho casi sagrado. Y más directamente: puerta de Dios.


La vida en los campos sembrados

6. En
la infancia

Ya que es en el reposo y en la meditación en que asumimos valores y nuevos rumbos y alternativas para la vida
Debido a que es importante tener el tiempo suficiente para replantearse todo, y reiniciar nuestro transitar, pero por caminos nuevos.
Donde el gran tema es la vida. El cómo afianzar y defender la vida sobre el planeta. Garantizar su continuidad y su florecimiento.
Y, ¿qué es lo que se evidencia? Reflexionando en qué es lo esencial, lo básico, y el fundamento de todo, surge que lo básico es la vida, lo vital.
Ahora bien, ¿cuál vida? ¡Ah! La vida en armonía con la naturaleza. La vida cordial, sensata y auténtica. La vida no cómplice con la destrucción del planeta.
Volvamos a la vida humana en armonía con los otros reinos: el vegetal, el animal y el mineral, –como se nos enseñó en la infancia–, sin que a este último se lo sobrexplote y se contamine la tierra, como venía ocurriendo.


Han brotado todas las flores

7. Calidez
de abuelo

No a la vida absurda de la compra venta, en que se fabrican objetos perecibles solo para que se tenga que mantener esa maquinaria monstruosa del mercado, ¡por algo los mercados se han vuelto focos de infección!
No a la vida del imperio del comercio y del negocio; de la política y la economía de mercado, pensando que ella es la que tiene que regir y regular todo; y de la cual es representativa el capitalismo y el neoliberalismo, y la vida salvaje que hemos estado viviendo.
Creo que en todo eso es que tenemos que cambiar, volviendo a la vida sencilla, simple y verdadera, que es el mensaje más evidente de esta hora.
En que podemos reconocer que el sol vuelve a tocar nuestras puertas, en que la tierra florece, las aves nos hacen oír sus trinos, como lo hace en este momento la alondra en el muro de mi casa.
Donde contemplo ahora mismo el sol en el verde de las hojas de árboles y plantas. El sol entrando a todas las casas, como una presencia buena, patriarcal y con calidez de abuelo.


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