2 DE MAYO
DÍAS DE EMERGENCIA
SANITARIA
EL MUNDO
QUE SE HA
DETENIDO
Danilo Sánchez Lihón
Y que la vida sencilla se imponga. Foto: Jaime Sánchez Lihón
1. Todo
ha cesado
La marcha del mundo en estos
momentos se ha detenido. Y esto en la mayoría de países, y es algo que afecta
desde la ciudad más cosmopolita hasta el poblado más recóndito.
Y todo esto debido a que se
ha declarado de manera generalizada el estado de emergencia sanitaria y la
inmovilización social en todos los estamentos.
A consecuencia de ello el
mundo se ha paralizado en casi todas sus actividades, hecho que es insólito e
inaudito. E inconcebible antes.
Que una situación así
ocurriera algún día era imposible, increíble y disparatado solo imaginarla. Ni
siquiera en la mente más delirante esto se lo podía suponer siquiera.
Los vehículos que atronaban
con sus ruidos, los aviones que se elevaban con sus rugidos, la circulación
aglomerada de la gente en las calles, todo ha cesado.
2.
Nada
se
mueve
¿Y quién lo causa? ¿Quién lo
ha hecho posible? ¿Acaso un ejército arrollador y contundente? ¿Acaso, lo
hubiera podido hacer? ¿Qué fuerza? ¡Nunca! ¡Jamás!
Quizá, ¿un cataclismo? ¿Un
meteoro de los que vagan en el espacio sideral, y que hubiera impactado en la
tierra? ¿Acaso un imperio todopoderoso? ¿O una caterva de monstruos? ¡No!
Pero, lo ha podido hacer un
ser insignificante, minúsculo. Casi una nada. Ni siquiera un ser, sino un
pedazo de algo, de célula o microorganismo.
Lo ha podido lograr una nonada
despreciable por sí misma, pero terrorífica en las consecuencias que está produciendo.
Ha consecuencia de ello las
fábricas están en silencio y vacías. Ha cesado el humo en las chimeneas. No hay
ruido. No hay bocinas en las calles.
Han cerrado las tiendas. Se
ha apagado la vocinglería de los mercados y los grandes almacenes. Nada se
mueve.
3.
Los ríos
y
los mares
Y las tres palabras claves de
esta hora, y que más se repiten en esta pandemia, son: ¡Quédate en casa!
Quedarse en casa que felizmente
es descanso; que es sosiego y que es quietud.
Y en casa, que es refugio,
defensa e intimidad. Y en ella hay que lavarse constantemente las manos por
tocar algún objeto o producto que ingrese. Y reflexionar, velar y orar.
Quedarse en casa, que es
volver al útero materno, al claustro original, al punto de partida.
Pero, a consecuencia de todo esto,
¿qué ha ocurrido en el mundo exterior? ¡Oh, maravilla!
La tierra nuevamente es un
jardín, donde han brotado todas las flores. Y es extasiante el olor del jazmín,
de las azucenas y de las rosas.
Los animales han vuelto a
poblar la tierra y se pasean hasta por las calles y avenidas. ¡Los ríos y los
mares han esclarecido sus aguas!
4. Parecen
manantiales
Ahora, cada mañana que
despierto en todos estos días de cuarentena, el sol luce esplendoroso entrando
por las ventanas, relumbrando en los muros, y extendiéndose por los suelos.
Eso no sucedía antes y es que
la capa que se creía que era de nubes o de neblina, efecto tal vez de la
humedad marina, ¡no lo era tal!, sino que era de humo de las fábricas y de los
autos que circulan vertiginosos y alocados pasando por uno y otro barrio y
distrito, por vías atestadas y congestionadas de las ciudades del orbe entero.
Ahora cada día me despierta
el trino del zorzal que se posa en la buganvilla que se alza en la pared de
enfrente, y hasta parece que allí ya hubiera hecho su nido. Y los verderones
que hacen sus chasquidos frescos y transparentes, tanto que parecen
manantiales, revolotean hasta por las escaleras.
Eso no sucedía antes porque
el tronido de los aviones que cada cinco minutos pasaban por sobre nuestras
casas y rugiendo por el cielo seguramente los asustaban.
4.
Barcos
y
navíos
En estos mismos instantes
escucho el parloteo de los pajarillos, que no identifico desde aquí qué especie
son, posiblemente gorriones, intercambian mensajes en sus trinos, desconcertados
como yo de que el mundo sea otro y tenga que empezar de nuevo.
Hoy por las noches subo a la
azotea y veo nubes blancas bogar entre retazos de cielo azulado. Y en ellos el
titilar de las estrellas.
Sí, desde aquí, por supuesto;
desde Lima la ciudad neblinosa y a dos pasos del mar, donde vivo, en el
distrito de La Perla.
Pero esto que refiero no
ocurría antes, porque la capa de smog era tanta que ocultaba a las nubes y a los
luceros.
Ahora tarde y mañana escucho
el gorjeo de las gaviotas que pasan volando desde sus nidos en el contrafuerte
andino hasta los farallones del océano.
En donde seguramente se
alimentan pescando en las riberas de la playa. Y es que antes los hacía huir el
estrés de barcos y navíos.
5.
La vida
y
la muerte
¿Cómo asumir todo esto? ¿Qué
pensar? Y, es más, ¿qué hacer? Mi opinión es verlo todo como una gran
oportunidad de cambiar.
Ahora estamos en quietud, y
hemos dejado el estado febril que nos enajenaba y en el que nos debatíamos casi
ahogándonos. Valoremos entonces esta instancia de quietud como una oportunidad,
y hasta como una bendición.
Porque el hombre se hizo
humano en la quietud, cuando regresaba de caza y se sentaba en torno a la hoguera
y fogata familiar a reflexionar, a contar cuentos, y a imaginar el mundo por
venir.
Esta es una realidad en que volvemos
a vivir una situación casi atávica e instintiva de la vida retada con la muerte.
Hecho que está más allá de
todo. Y que si lo reconocemos bien es un hecho casi sagrado. Y más directamente:
puerta de Dios.
6.
En
la
infancia
Ya que es en el reposo y en
la meditación en que asumimos valores y nuevos rumbos y alternativas para la
vida
Debido a que es importante tener
el tiempo suficiente para replantearse todo, y reiniciar nuestro transitar,
pero por caminos nuevos.
Donde el gran tema es la
vida. El cómo afianzar y defender la vida sobre el planeta. Garantizar su
continuidad y su florecimiento.
Y, ¿qué es lo que se
evidencia? Reflexionando en qué es lo esencial, lo básico, y el fundamento de
todo, surge que lo básico es la vida, lo vital.
Ahora bien, ¿cuál vida? ¡Ah! La
vida en armonía con la naturaleza. La vida cordial, sensata y auténtica. La
vida no cómplice con la destrucción del planeta.
Volvamos a la vida humana en
armonía con los otros reinos: el vegetal, el animal y el mineral, –como se nos
enseñó en la infancia–, sin que a este último se lo sobrexplote y se contamine
la tierra, como venía ocurriendo.
Han brotado todas las flores
7.
Calidez
de
abuelo
No a la vida absurda de la
compra venta, en que se fabrican objetos perecibles solo para que se tenga que
mantener esa maquinaria monstruosa del mercado, ¡por algo los mercados se han
vuelto focos de infección!
No a la vida del imperio del
comercio y del negocio; de la política y la economía de mercado, pensando que
ella es la que tiene que regir y regular todo; y de la cual es representativa
el capitalismo y el neoliberalismo, y la vida salvaje que hemos estado viviendo.
Creo que en todo eso es que
tenemos que cambiar, volviendo a la vida sencilla, simple y verdadera, que es
el mensaje más evidente de esta hora.
En que podemos reconocer que
el sol vuelve a tocar nuestras puertas, en que la tierra florece, las aves nos
hacen oír sus trinos, como lo hace en este momento la alondra en el muro de mi
casa.
Donde contemplo ahora mismo
el sol en el verde de las hojas de árboles y plantas. El sol entrando a todas
las casas, como una presencia buena, patriarcal y con calidez de abuelo.
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