sábado, 9 de mayo de 2020

9 de mayo. Ética y Estrategia ante el Coronavirus. Teleconferencia. Aula Global Capulí. / Sobrevive quien cambia.


9 DE MAYO
ÉTICA Y ESTRATEGIA ANTE EL CORONAVIRUS
TELECONFERENCIA. AULA GLOBAL CAPULÍ

 SOBREVIVE
QUIEN
CAMBIA

Danilo Sánchez Lihón



Ciudades desiertas por el coronavirus


En la evolución de las especies
quien
sobrevive no es el más fuerte.
No es,
tampoco, el más inteligente.
Sino
que sobrevive aquel que más
rápida
e inmediatamente se adapta
al cambio.
Charles Darwin



Charles Darwin

1. El claustro
materno

Atravesamos una época de crisis, en donde se remecen los cimientos del mundo; en donde todo se ha estremecido, como si hubiera asolado a la tierra un gran sismo, un huracán o un gigantesco y planetario maremoto que golpeara a todos y resquebrajara las estructuras tanto de la vida cotidiana, como aquellas otras al parecer inamovibles de la economía y la sociedad.
Que primero ha paralizado todo. Y en donde la consigna es no moverse, quedarse en casa, distanciarse de los demás. Y lavarse constantemente las manos con jabón.
Estamos en una situación en que todo yace suspendido. Y aquello que hacíamos antes, como actividades normales, queda en veremos, en ascuas o definitivamente sepultadas. Las reuniones y espectáculos es posible que no se den de aquí a un buen tiempo
Y volvemos a lo primario, a lo básico y esencial. Por ejemplo, al eje dentro y afuera. Al refugio y al claustro materno. Volvemos a escondernos y guarecernos en la cueva original porque un gran mal asola el planeta.


Seres humanos que se han vuelto sombras

2. Corpúsculos
fantasmales

Y todo esto, ¿debido a qué? O, ¿a quién?
A que hemos sido atacados por un ser minúsculo, microscópico e invisible; como si fuera un fantasma que se trasmite con el aliento, como un hálito, como es el aliento, como es el soplo humano que sale de nuestras bocas.
Y empezamos a temblar, a flaquear nuestras piernas y a tartamudear de miedo y de temor.
Y tememos de un contacto cualquiera, sea con una persona desconocida, o ya sea hasta con un hermano, o un hijo.
O bien sea de tocar alguna cosa en donde suponemos que puedan permanecer esos corpúsculos fantasmales.
Porque se contagia el virus que se emite en la voz o al toser pueden quedar impregnados en cualquier superficie desde donde luego se produzca el contagio.


Es mejor crearnos nuestros propios puestos de trabajo

3. No es solo
indolencia

Siendo así, y a consecuencia de ello, la víctima directa es el ser humano. Y la familia. Y mucho más aún la familia pobre, con escasos recursos económicos.
No afecta para nada a animales ni a plantas. No daña las cosas, como otras catástrofes. Esta es una enfermedad que ataca el organismo del ser humano.
Que nos hace sentir la provisoriedad de cada momento. Y la inmensa fragilidad de la vida humana.
Donde experimentamos una actitud atávica, cuál es el peligro. Volvemos al instinto humano, a la conservación de la vida. Volvemos al cuerpo humano y a la salud. Donde se confronta paso a paso la vida con la muerte.
Donde se constata que el desacato y la indiferencia para cumplir con normas mínimas, no es que sea solo indolencia, sino que es parte de la maldad que debemos corregir. Y, es más: es su lado más cruel, infame y perverso.

Cambiar, como agua nueva que brota de un manantial

4. Ser
honrados

Ahora bien, ¿cuál ha de ser la actitud que se adopte a partir de ahora? En primer lugar, la actitud de cambiar. Aprovechemos cambiar.
Volver a nacer como agua que brota y que corre límpida, como si nada anterior importara sino lo nuevo que se encuentre. Y cambiar radicalmente. El que no cambia muere.
Y que surge de lo más inerte. Porque constatamos que en lo más intrincado del cascajo hallamos vida que brota libre y plena.
Necesariamente tenemos que cambiar, porque el mundo, en primer lugar, ya no ha de ser el mismo.
Vencer los egoísmos, las vanidades, la vida como espectáculo. Vencer las injusticias, la corrupción, la impunidad. Reconociendo que la principal fortaleza de una persona como la de una colectividad es la de ser honrados. 


Ser veraces, ser laboriosos, ser honrados,
son los preceptos y valores incaicos


5. Un trabajo
mejor

¿Qué hacer? ¿Sentirnos mal? ¿Sentirnos frustrados? No. En primer lugar, lo primero que tenemos que hacer es disponernos a cambiar, como actitud básica y esencial.
A no pensar que de lo que se trata es de normalizar la vida y las cosas como para volver a la situación anterior.
Tener esas expectativas puede causarnos incluso mucho daño, porque lo primero es que no vamos a encontrar que eso ahora funcione así.
Nuestro trabajo no será como el de antes.
Es más: Aquel trabajo es probable que ya cesó. Ya no cuenta ni se realizará. Se canceló definitivamente.
Lo juicioso y sensato sería idearnos un trabajo mejor. Y en estos momentos la proclama es crearlo, porque nadie nos lo va a dar.


Capitalismo salvaje y su cómplice la ideología de mercado

6. La conciencia
humana

Y tenemos que hacerle frente al capitalismo salvaje, esquema en el cual el 80 por ciento de la riqueza está en manos de menos del 1 por ciento de la población.
Por eso, o muere el capitalismo y su aliado el liberalismo, o muere la civilización humana.
Y haciéndole frente al flagelo de la avaricia humana que ha deformado las cosas en donde todo es explotación, ganancia, mercado, compra venta y negocios, incluso de la conciencia humana.
Y tenemos que hacerle frente a la manipulación de la mente humana que se vale de las nuevas tecnologías de la información, la comunicación y el entretenimiento.
Por donde de una manera sistemática y subliminal se convierta al ser humano en un rehén de las sociedades de consumo. Y que así, sin darse cuenta se convierta en el arma de su propia autodestrucción.


Construyamos a partir del mundo andino primigenio y sus valores

7. Amarse es
también separarse

Ahora bien, ¿cuál ha de ser el rol del maestro y profesor en esta época en que la vida está puesta a prueba y en riesgo?
Donde los sentimientos tienen que ir en primer lugar: En todo lo que sea garantizar la vida. En respetarla y valorarla.
En dar en el clavo de la emoción. Donde la poesía debe señalar el rumbo. Dar la pauta en el qué sentir y cómo hacerlo.
Así: antes podíamos entender que amarse era juntarse. Hoy entiendo que amarse es también separarse, estar lejos, añorarse.
Antes entendía que amarse era mirarse a los ojos transparentes. Hoy entiendo que amarse es mirarse a la distancia, contemplándose en el alma.
Entiendo que amar es también evitar, amada mía, juntar nuestros alientos y bocas, que antes eran naturales incluso que se junten sin decirnos nada de palabras.
Como también entiendo, madre mía, que ahora no pueda abrazarte.

En el amor mismo tenemos que cambiar. Y cambiar es la consigna de esta hora.





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