jueves, 11 de junio de 2020

11 de junio. Día del Mar de Grau. / La mirada en el horizonte.


11 DE JUNIO
DÍA DEL MAR DE GRAU

LA MIRADA
EN EL
HORIZONTE

Danilo Sánchez Lihón


El Mar de Grau, frente a Lima


El 11 de junio de cada año
se recuerda la denominación
oficial del dominio marítimo del Perú
como el "Mar de Grau" en el Océano
Pacífico, el cual se extiende en sus
costas, desde Tumbes hasta
Tacna y con amplitud de
200 millas marinas.


Más vale una derrota
honrosa
que una victoria vergonzosa.
Abraham Lincoln



1. La gloria
de ser

Hay en la vida de los seres humanos, y en el decurso de la historia, momentos decisivos, supremos y absolutos.
Para la genética de una sociedad como la nuestra uno de esos momentos culminantes y decisivos es el ocurrido en Punta Angamos en el amanecer del 8 de octubre del año 1879.
Es la inmolación del Almirante Miguel Grau y gran parte de la tripulación del Huáscar, el barco insignia de la Armada del Perú en la Guerra del Pacífico, uno de esos momentos sumos, totales y absolutos.
Porque fue un combate de uno contra siete acorazados, siendo el Monitor Huáscar la nave más pequeña y menos dotada en armamento y recursos que cualquiera de las otras siete.
Sin embargo, su comandante no dijo jamás: es conveniente rendirnos. O: es lógico pactar. O es un cálculo razonable en la guerra el negociar.
No se le ocurrió jamás considerar este razonamiento. ¿Hubiera sido comprensible que seamos realistas? O, se hubiera aceptado pensar: ¿por qué vamos a sacrificar en vano nuestras vidas y la de nuestros subordinados? No. Eso, ¡jamás!

El Monitor Huáscar

2. Al rayar
el alba

Pero que, ¿qué indicaba el sentido común? Rendirse, entrar en arreglos, transar. Hubiera sido fácil, porque inspirados en los negocios venía el otro contendor, rival fiduciario de esta guerra, enemigo codicioso y venal. Pero el Perú jamás se rindió. Ni antes, ni ahora ni nunca. Ni adoptó nunca el sentido común. ¡Jamás! Porque somos una cultura sublime. Somos un país infinito para tener esos dobleces, y más en esos momentos cardinales.
Y ocurre más bien lo contrario: que cuando más dolor tenemos más nos alistamos a luchar. Y, fuimos desde el Huáscar quienes hicimos los primeros disparos de cañón al rayar el alba.
Sin embargo, nuestro armamento no podía hacer mella alguna al cerco de hierro, de acero e de iniquidad que nos rodeaba. Solo teníamos honor. ¡Y eso es bastante! ¡Más que suficiente! Y con él luchamos. Y, pese a la adversidad, muchas veces vencimos.
No estando dispuestos para obtener una victoria en la guerra, ¡vencimos!, porque todos, absolutamente todos siguieron el sendero de la inmolación y el sacrificio. No hubo uno solo que se sublevara, nadie que al ver la escena se revelara. E incluso iban cayendo uno a uno los oficiales del comando, y se sucedían sin cortapisas en la dirección de la nave.

Combate de Angamos

3. El fragor
del combate

El Huáscar es desde entonces un símbolo, una bandera tremolante, un blasón y un baluarte. Es una nave izada en el horizonte de todo aquello que es ideal, virtud y paradigma.
Y tú Grau un mástil perpetuo, un paladín de fábula. Quien nos legaste una estirpe de heroicidad, un linaje de gloria y al árbol generoso de tu sangre para mejor ser cada día, cada mañana, cada tarde y cada noche.
Tú estarás siempre en la proa de la nave que es nuestro país con la mirada puesta en lontananza, sin titubear y sin ningún aspaviento.
Desde entonces Grau lo resumes todo, sin embargarle ninguna soberbia, ni canonjía ni pitanza. Bien lo dijiste, de manera simple y con eso basta. Que eras: nada más que “un marinero que trata de servir a su patria”.
Digno frente a los mezquinos. ¡Con qué hidalguía asumiste cada reto y desafío! Y, ¡con qué grandeza!! Basta para muestra esta carta escrita en el fragor del combate. Te imagino después de escribirla saliendo a la borda del barco a contemplar el horizonte y la mar inmensa:

Casa Museo de Grau en Lima

4. De
usted

                                                                                               Monitor Huáscar
Al ancla, Pisagua, junio 2 de 1879.
Dignísima señora:
Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla.
En el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el Capitán de Fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, como usted no lo ignorará ya, fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria.
Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta.
Ellas le servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.
                                 Miguel Grau


Miguel Grau

5.
lo justificas todo

A partir de entonces todos navegamos en esas aguas sempiternas de la generosidad, del coraje y de los deberes sagrados qué cumplir. Y todos estamos de pie contigo, ¡oh Grau!, en el Huáscar.
¡Porque tú lo justificas todo! ¡Oh, Almirante!
Yo he llegado hasta este punto por ti. Y desde aquí otearé las constelaciones del firmamento.
Estoy aquí devoto, creyente, ungido, ante esta eternidad que lleva tu nombre, tu espada e insignia. Estoy ante el mar que te pertenece y te tiene grabado.
Y me siento heredero tuyo.
E invocando tu nombre he llegado hasta la orilla más en punta de esta ensenada.
Y es que en ti encuentro la fortaleza, la visión, el temple; como también el sueño y la utopía.
Encontrando que contigo no hay tema ni problema que deba ni pueda soslayarse. Ni temor que no pueda vencerse.

La marinera se inspira en Grau y su hazaña

6. Y
en ti

Dejar ejemplos de generosidad al enemigo era lo más difícil de la guerra, más todavía por la iniquidad de sus actos en la guerra, y de su comportamiento diplomático y de su deslealtad en todo.
Dejarnos ejemplos era y es mucho más arduo que vencer. ¡Y tú lograste esa proeza, que nos engrandece mucho más que haber vencido!
Porque, ¿quién lo hace? Y Angamos desde ti entonces es faro, atalaya y prominencia.
Desde donde se avizora, se promete y se jura. Y, para todos nosotros, insignia y medalla en nuestras frentes, e incrustada en el fondo del alma.
¡Oh, Almirante! Desde entonces guiar un barco es un lema, una misión y un destino. Y meternos en lo hondo en el fragor de una batalla es la consigna.
Y engrandecer tu Perú que cuidamos y lo hacemos cada vez más puro y valeroso.
En medio de las aguas de ese mar proceloso, confío que tú estás conmigo en la nave.

El Mar de Grau, en la Costa Verde de Lima

7. El alma
en todo

Porque en tu corazón, ¡oh, Almirante!, ahora cabemos todos. Todos cabemos en tu corazón vasto e ínclito como el mismo océano que ahora lleva tu nombre.
Y es que Grau ya no es un individuo, somos todos nosotros reunidos y enlazados en un abrazo solidario.
Y para nosotros el Monitor Huáscar siempre surcará los mares firme e inhiesto sobre las aguas, porque así tú lo izaste, como una bandera que ondea, que guía y alienta.
Porque Grau es base, pilón, columna. Coraje en toda torre de mando. Es temple y serenidad en medio de la borrasca. Es luz que se adivina en la noche cerrada. Luz de bengala.
Grau es mar inconmensurable, es pundonor y es mirada. Es base de un puente, en donde apoyar una torre. Es lo que prevalecerá. Es poner el alma en todo.
Como el Monitor es coraje de cara al infinito, de cara a la eternidad donde ahora moras. ¡Como en ti, padre amado, está puesta toda esperanza!

Fotos 1 y 7
Jaime Sánchez Lihón




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