11 DE JUNIO
DÍA DEL MAR DE GRAU
LA MIRADA
EN EL
HORIZONTE
Danilo Sánchez Lihón
El 11 de junio de cada año
se recuerda la denominación
oficial del dominio marítimo del Perú
como el "Mar de Grau" en el Océano
Pacífico, el cual se extiende en sus
costas, desde Tumbes hasta
Tacna y con amplitud de
200 millas marinas.
Más vale una derrota
honrosa
que
una victoria vergonzosa.
Abraham Lincoln
1. La gloria
de ser
Hay en la vida de los seres humanos, y en
el decurso de la historia, momentos decisivos, supremos y absolutos.
Para la genética de una sociedad como la
nuestra uno de esos momentos culminantes y decisivos es el ocurrido en Punta
Angamos en el amanecer del 8 de octubre del año 1879.
Es la inmolación del Almirante Miguel Grau
y gran parte de la tripulación del Huáscar, el barco insignia de la Armada del
Perú en la Guerra del Pacífico, uno de esos momentos sumos, totales y absolutos.
Porque fue un combate de uno contra siete
acorazados, siendo el Monitor Huáscar la nave más pequeña y menos dotada en
armamento y recursos que cualquiera de las otras siete.
Sin embargo, su comandante no dijo jamás:
es conveniente rendirnos. O: es lógico pactar. O es un cálculo razonable en la
guerra el negociar.
No se le ocurrió jamás considerar este
razonamiento. ¿Hubiera sido comprensible que seamos realistas? O, se hubiera
aceptado pensar: ¿por qué vamos a sacrificar en vano nuestras vidas y la de
nuestros subordinados? No. Eso, ¡jamás!
2. Al rayar
el alba
Pero que, ¿qué indicaba el sentido común?
Rendirse, entrar en arreglos, transar. Hubiera sido fácil, porque inspirados en
los negocios venía el otro contendor, rival fiduciario de esta guerra, enemigo
codicioso y venal. Pero el Perú jamás se rindió. Ni antes, ni ahora ni nunca. Ni
adoptó nunca el sentido común. ¡Jamás! Porque somos una cultura sublime. Somos
un país infinito para tener esos dobleces, y más en esos momentos cardinales.
Y ocurre más bien lo contrario: que cuando
más dolor tenemos más nos alistamos a luchar. Y, fuimos desde el Huáscar quienes
hicimos los primeros disparos de cañón al rayar el alba.
Sin embargo, nuestro armamento no podía
hacer mella alguna al cerco de hierro, de acero e de iniquidad que nos rodeaba.
Solo teníamos honor. ¡Y eso es bastante! ¡Más que suficiente! Y con él luchamos.
Y, pese a la adversidad, muchas veces vencimos.
No estando dispuestos para obtener una
victoria en la guerra, ¡vencimos!, porque todos, absolutamente todos siguieron el
sendero de la inmolación y el sacrificio. No hubo uno solo que se sublevara,
nadie que al ver la escena se revelara. E incluso iban cayendo uno a uno los
oficiales del comando, y se sucedían sin cortapisas en la dirección de la nave.
3. El fragor
del combate
El Huáscar es desde entonces un símbolo,
una bandera tremolante, un blasón y un baluarte. Es una nave izada en el
horizonte de todo aquello que es ideal, virtud y paradigma.
Y tú Grau un mástil perpetuo, un paladín de
fábula. Quien nos legaste una estirpe de heroicidad, un linaje de gloria y al
árbol generoso de tu sangre para mejor ser cada día, cada mañana, cada tarde y
cada noche.
Tú estarás siempre en la proa de la nave
que es nuestro país con la mirada puesta en lontananza, sin titubear y sin
ningún aspaviento.
Desde entonces Grau lo resumes todo, sin
embargarle ninguna soberbia, ni canonjía ni pitanza. Bien lo dijiste, de manera
simple y con eso basta. Que eras: nada más que “un marinero que trata de servir
a su patria”.
Digno frente a los mezquinos. ¡Con qué
hidalguía asumiste cada reto y desafío! Y, ¡con qué grandeza!! Basta para
muestra esta carta escrita en el fragor del combate. Te imagino después de
escribirla saliendo a la borda del barco a contemplar el horizonte y la mar
inmensa:
4. De
usted
Monitor
Huáscar
Al
ancla, Pisagua, junio 2 de 1879.
Dignísima
señora:
Un
sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta
carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que
hoy justamente debe dominarla.
En
el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de Iquique,
entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el Capitán de
Fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, como usted no lo ignorará
ya, fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su
patria.
Deplorando
sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo
con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas
que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta.
Ellas
le servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su desgracia y
por eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole
mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle
mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora,
muy afectísimo seguro servidor.
Miguel Grau
Miguel Grau
5. Tú
lo justificas
todo
A partir de entonces todos navegamos en
esas aguas sempiternas de la generosidad, del coraje y de los deberes sagrados
qué cumplir. Y todos estamos de pie contigo, ¡oh Grau!, en el Huáscar.
¡Porque tú lo justificas todo! ¡Oh,
Almirante!
Yo he llegado hasta este punto por ti. Y
desde aquí otearé las constelaciones del firmamento.
Estoy aquí devoto, creyente, ungido, ante
esta eternidad que lleva tu nombre, tu espada e insignia. Estoy ante el mar que
te pertenece y te tiene grabado.
Y me siento heredero tuyo.
E invocando tu nombre he llegado hasta la
orilla más en punta de esta ensenada.
Y es que en ti encuentro la fortaleza, la
visión, el temple; como también el sueño y la utopía.
Encontrando que contigo no hay tema ni
problema que deba ni pueda soslayarse. Ni temor que no pueda vencerse.
6. Y
en ti
Dejar ejemplos de generosidad al enemigo
era lo más difícil de la guerra, más todavía por la iniquidad de sus actos en
la guerra, y de su comportamiento diplomático y de su deslealtad en todo.
Dejarnos ejemplos era y es mucho más arduo
que vencer. ¡Y tú lograste esa proeza, que nos engrandece mucho más que haber
vencido!
Porque, ¿quién lo hace? Y Angamos desde ti
entonces es faro, atalaya y prominencia.
Desde donde se avizora, se promete y se
jura. Y, para todos nosotros, insignia y medalla en nuestras frentes, e
incrustada en el fondo del alma.
¡Oh, Almirante! Desde entonces guiar un
barco es un lema, una misión y un destino. Y meternos en lo hondo en el fragor
de una batalla es la consigna.
Y engrandecer tu Perú que cuidamos y lo
hacemos cada vez más puro y valeroso.
En medio de las aguas de ese mar proceloso,
confío que tú estás conmigo en la nave.
7. El alma
en todo
Porque en tu corazón, ¡oh, Almirante!,
ahora cabemos todos. Todos cabemos en tu corazón vasto e ínclito como el mismo
océano que ahora lleva tu nombre.
Y es que Grau ya no es un individuo, somos
todos nosotros reunidos y enlazados en un abrazo solidario.
Y para nosotros el Monitor Huáscar siempre
surcará los mares firme e inhiesto sobre las aguas, porque así tú lo izaste,
como una bandera que ondea, que guía y alienta.
Porque Grau es base, pilón, columna. Coraje
en toda torre de mando. Es temple y serenidad en medio de la borrasca. Es luz
que se adivina en la noche cerrada. Luz de bengala.
Grau es mar inconmensurable, es pundonor y
es mirada. Es base de un puente, en donde apoyar una torre. Es lo que
prevalecerá. Es poner el alma en todo.
Como el Monitor es coraje de cara al
infinito, de cara a la eternidad donde ahora moras. ¡Como en ti, padre amado, está
puesta toda esperanza!
Fotos 1 y 7
Jaime Sánchez Lihón
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos:
393-5196 / 99773-9575
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario