sábado, 27 de junio de 2020

27 de junio. César Vallejo Ynfantes, ¡Presente! / Estandartero del Apóstol Santiago.


27 DE JUNIO
CÉSAR VALLEJO YNFANTES, ¡PRESENTE!

ESTANDARTERO
DEL APÓSTOL
SANTIAGO

Danilo Sánchez Lihón



 César Vallejo Ynfantes con el estandarte

1. Un pan
a la boca

Don César Vallejo Ynfantes, integrante nato y pleno de Capulí, Vallejo y su Tierra, lamentablemente nos dejó el 27 de junio del año 2012 cuando contaba 84 años de edad. Quien adoptó como misión de su vida honrar la memoria de su tío carnal, César Vallejo Mendoza, hermano de padre y madre de su progenitor, con quien el poeta compartió habitación cuando estudiaban juntos en Trujillo.
Don César Vallejo Ynfantes nos legó una herencia invalorable, cuál es: el ejemplo de ser él un hombre que se desvivía por los demás: pan bueno, comprensivo y generoso, austero en todo y desprendido de los bienes materiales.
Él, cuando tenía algún dinero y había un hombre que lo necesitaba se acercaba y lo daba todo. Su esposa le hacía el reparo:
– Tú eres zonzo, porque ese hombre con el dinero que le has dado y que a nosotros nos hace falta, irá a emborracharse.
– Y, ¿por qué juzgas de ese modo? ¿Cómo sabes que no lo necesita para llevarse un pan de comida a la boca? –Le reclama.
Idéntico era don Néstor, su padre. E igual su hermano César, el poeta.

En un alto del camino

2. Es
idéntico

Así, estando en Trujillo don Néstor se privaba de todo por comprarle a su hermano César, el poeta, camisas; y al ver que solo tenía una.
Sin embargo, al verle un día en el afán por lavar, enjuagar y planchar aquella única camisa que tenía y venía usando de continuo, le pregunta:
– César, ¿y acaso no tienes las nuevas camisas que hace unos días yo te compré? –Y la respuesta fue:
– Una la regalé a Antenor Orrego, que necesitaba una. Otra le di a Julio Esquerre. Y la tercera a Eulogio Garrido. A ellos en verdad les urgía tenerlas más que a mí.
Es decir, ya las había distribuido. Y por completo.
El poeta en realidad se deshacía de todo. Nunca acumuló algo, porque nada consideró suyo. No tuvo un predio, ni un mueble, ni siquiera un objeto propio. No hubo nada que estimase de su pertenencia. De todo se desprendía. Obsequiaba todo aquello que le daban y que consideraba que era indispensable para los demás. Idéntico fue don César Vallejo Ynfantes. Eso nos consta.

Corriendo en Santiago de Chuco, con el aplauso de los jóvenes

3. Un nudo
en la garganta

Y, asimismo, como su célebre tío, era sentimental. Así, no podía dejar de llorar cuando recitaba “Piedra negra sobre una piedra blanca”. Nos contaba que cuando leyó ese poema por primera vez se le estremeció el alma, al sentir la miseria y la orfandad con que vivió aquel ser querido.
Le conmovió el hecho de ¡cómo pudo haber sufrido tanto ese hombre que, además, era su sangre!
Hasta ahora, expresaba, se me remece el alma al imaginar su orfandad en París, su desamparo. Y ponía un rictus infantil, de candor e ingenuidad que se esbozaba en su rostro cuando decía:
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
De allí que cuando él recita esos versos se le estruja el corazón y al final se le hace un nudo en la garganta. Lo siente como que ello le hubiera ocurrido a su padre o le fuera a ocurrir a su hijo.

Recibiendo la distinción Trilce de Oro

4. El amor
colectivo

Y es que la poesía de César Vallejo quizá la mayoría de personas lo aprecien como hechura literaria, y admiren entonces el portento de sus imágenes y metáforas, y hasta su dolor como algo que aconteció a un prójimo. Pero él no. Él lo siente como si le aconteciera a él mismo, al haberle ocurrido a un miembro de su hogar, de su casa. Y cada referencia es como un carbón ardiente que lacera su carne.
Era, de otro lado, don César Vallejo Ynfantes, un creyente fervoroso, quien desempeñó hasta su muerte el cargo de vicepresidente de la «Legión de María» y se consagraba a la edición del Boletín de su parroquia.
Entonces, desde el fondo de su fe sencilla creía que, así como Jesús se reencarnó en el medioevo italiano en San Francisco de Asís, lo cual significó un retorno fundamental a las fuentes primigenias de la prédica del evangelio del maestro del Gólgota, así y del mismo modo creía que en los tiempos modernos Cristo se reencarna en César Vallejo. Y este en su persona.
Y esto para rescatar el mensaje del amor colectivo, de la solidaridad y de la identificación con los humildes, siendo César Vallejo para él la reencarnación de Cristo en una dimensión social.

Arenga en la plaza

5. Baila
huaynos,

Ernesto More dejó escrito que el pasaje más conmovedor que escuchó relatar a César Vallejo fue cuando este le refirió que su anhelo más grande y mayor en el mundo fue ser ni Papa en Roma ni un autor famoso, sino estandartero del Apóstol Santiago el Mayor, en su pueblo natal de Santiago de Chuco.
Por eso ahora en Capulí Vallejo y su Tierra hemos instituido el estandarte Vallejo como símbolo de Vallejo Estandartero. Y desde que lo concebimos así quien quiso portarlo siempre, principalmente en las festividades del mes de julio en Santiago de Chuco, fue don César Vallejo Ynfantes quien iba con él en la procesión; y que es el único emblema que se ha permitido que desfile delante del estandarte del Apóstol Santiago.
Con dicho propósito viajó en contra de todos los pronósticos médicos, a participar en cada evento que se realizaba en Santiago de Chuco. Durante el viaje, y a cada vuelta de loma en la subida de la cordillera, le preguntábamos cómo se sentía.
Sonriendo su respuesta era que cada vez se iba sintiendo mejor, hasta el punto de que, cada vez que viajaba con nosotros, bailaba incluso huaynitos, a sus ochentaitantos años de edad. Y en plena Plaza de Armas del pueblo.

Listos para el desfile

6. El porta
estandarte

Desde el Quinto Capulí, realizado el año 2004, desde esa fecha fue infaltable en toda actividad que organizamos y cuando de tramontar la cordillera se trataba.
Él portaba nuestro estandarte. Y escuchemos lo que él mismo refirió alguna vez y lo dejo escrito de la siguiente manera:
«Cuando tomé el estandarte en Santiago de Chuco, en el Capulí del 2004, yo iba tan enternecido que las lágrimas inundaban mi rostro que al cegarme la vista trataba de no tropezarme en las piedras.
Felizmente nadie me veía porque disimulaba detrás de ese pendón que representaba al poeta desfilando en su pueblo natal. Recorrí entonces la plaza con emoción infinita mezclada de nostalgia por el poeta que no pudo regresar a su tierra, pero era como si yo ahora fuera él.
Sentía que en mí se reencarnaba, porque Santiago de Chuco es mi tierra. Yo me crie en Santiago de Chuco, aunque no regresaba desde hacía 50 años a él.
Veía en lontananza la cordillera blanca y mi alma trascendía esas nieves eternas hacia la región celestial».
Para quienes militamos en Capulí, Vallejo y su Tierra es un orgullo que el primer portaestandarte de nuestro movimiento haya sido él.

Con don Mariano Querol

7. Nunca
mueren

Porque estando vivo y mucho más ahora en que él se ha tornado espíritu, es él quien porta nuestra enseña en toda ocasión en que se valora y relieva la obra del autor de los Poemas Humanos. Y es él un ser tierno, con un conocimiento profundo de la vida y el alma humana. Distinguido, fino y de un alma vasta y profunda, tal si fuera un buen y genial poema de su invalorable tío.
Su anhelo de siempre fue que cuando muriera –le decimos alguna vez en vida que seres como él nunca morirán– sea enterrado en Santiago de Chuco, al pie de sus abuelos, Francisco de Paula y María de los Santos Mendoza Gurreonero.
De allí que pidiera que cuando deje este mundo, se cave una fosa al pie de ese lugar santo donde reposan sus abuelos en Santiago de Chuco. Y ello para poder musitar –nos decía– cuando esté dentro de la fosa y diciéndole al oído de los seres queridos que allí reposaban el poema “Los pasos lejanos”, pero cambiando, según era su libertad, capricho y –creo yo– su soberano derecho, el poema de este modo:
Mi abuelo duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce...
si hay algo en él muy cerca, ése ahora soy yo.




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1 comentario:

  1. Tengo la suerte de haber conocido a Don Cesar Vallejo Ynfantes en su casa de Magdalena del Mar y a Don Mariano Querol ,ambos octogenarios merecen el mayor respeto pues le han dado valor al Vate con un profundo amor incondicional al ser humano,mejor dicho al valor divino de lo humano.Otra personalidad es el Dr. Leopoldo chiappo quien tambien admiraba un poema de Vallejo que dice me viene una gana uberrima españolisima de amar aunque sea a traicion al enemigo,en su Dante,en su chaplin y en sus hombros.

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