DÍA DE LA POBLACIÓN
TODOS
SOMOS
HERMANOS
Danilo Sánchez Lihón
1.
La última vez que
llegué a mi pueblo un señor, más o menos de mi edad, sincero y cariñoso me
detuvo en medio de la calle.
Yo bajaba y él subía.
El sol era luminoso y la frisa fresca y suave. Los aleros de las casas
proyectaban su sombra violeta y su aroma a naranjas en flor.
Se detuvo y me detuve.
Cogiéndome de los hombros, sin dejar de mirarme con sus ojos transparentes, me
pregunta:
– Puedes decirme, para
estar seguro, ¿hijo de que papá y de qué mamá eres?
– Mi primer y segundo nombre
es Fredy Danilo, y mi papá se llamó Danilo Sánchez Gamboa, fue maestro en la
escuela 271, el Centro Viejo de Varones.
– Y, tu mamacita es
Elvira, ¿no es cierto?
– Sí. Mi mamá se llama
Elvira Lihón Paredes. Y vive en Estados Unidos.
2.
– Y, tú, ¿no te
acuerdas de mí?
Lo miro, teniendo al
fondo de la bocacalle los cerros donde maduran los trigales. Mueven sus copas
los árboles de eucaliptos.
Miro la sombra violeta
de las paredes bajo los aleros, atento a que me evoquen algún personaje y algún
nombre.
– La verdad, no. Pero
su rostro me resulta familiar y muy querido.
– Yo soy Gabino, con
quien tú has jugado de niño. Y somos familia. Por parte de Sánchez, de tu
papacito, que es tu primer apellido vengo a ser tu tío.
– ¡Ah, qué gusto tío!
– Pero eso del lado de
tu abuelo Desiderio. Porque de parte de tu abuela Sofía vengo a ser tu sobrino,
no ves que mi mamá es sobrina nieta de mi tiita Sofía.
3.
– ¡Ah!
– Pero eso del lado de
tu papá, porque del lado de tu mamacita, o de los Lihón venimos a ser primos.
Así que tenemos que abrazarnos, porque por todo lado somos familia.
– Gracias.
– Somos tíos, sobrinos,
primos y hubiéramos sido cuñados, porque nos cuenta Carmencita, mi hermana que
casi fueron enamorados. ¡Debes acordarte! Mi hermana es la más bonita de toda
nuestra familia.
– ¡Ah!
– Si te hubieras casado,
¿ya qué seríamos? Todas las sangres juntas, reunidas que se sintetiza en una
sola palabra: ¡hermanos! Esos somos. Esa palabra para mí sintetiza todo.
4.
– Entonces, como no
puedes decirme tío, ni tampoco puedes decirme sobrino, ni primo, ni cuñado,
dime simplemente Gabino, o hermano como nos decimos frecuentemente al tratarnos
los seres humanos.
– Claro.
Y me tiende la mano que
yo acojo con cariño.
– Encantado. –Le digo.
– Yo apenas soy mayor
dos años tuyos. Pero tú luces jovencito. Es que para tu papá y tu mamá lo
primero eran sus hijos, y ese es el resultado de la dedicación de los padres. Y
qué gusto da verte fuerte y sano.
– Muchas gracias,
Gabino.
– ¿Vas a adorar al
Apóstol? Yo ya vengo de ahí, ya le pedí al Patrón divino sus bendiciones.
Fotos 2, 3 y 4
Daniel Egúsquiza Sánchez
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