24 DE JULIO
SANTIAGO
DE
COMPOSTELA
Danilo Sánchez Lihón
1.
Aquí he venido
Apóstol
Santiago el Mayor, hasta este pueblo viejo con pátina
en sus muros y centurias
En
sus campanarios que tuercen e inclinan el espinazo de sus
calles e inclinan las torres
De
tus iglesias. He venido hasta este lugar en donde reposan
tus huesos.
He
llegado con todas mis heridas, con mis yerros, mis caídas
y cavilaciones.
Aquí
he venido, a Santiago de Compostela, en peregrinación
hasta el Patrón de mi pueblo
Enclavado
en los Andes del Perú, como es Santiago de Chuco,
un pueblo mágico.
He
venido inocente, candoroso, ilusionado, siguiendo tu camino,
sin saber dónde
Comienza
ni dónde termina, como alguien que a medianoche
toca una puerta.
2.
Y aquí estoy
En
tu Plaza de Obradeiro, como cuando yo era un chiquillo,
no sé si protegido
O
desamparado, pero sí iluso, mirándolo todo, sintiéndome acogido
y a la vez extraño,
Con
ganas de llorar y de reír, pero escondido como lo hacía;
de querer ser feliz.
De
consolarme de algo que no sé qué es, sintiéndome negado
para toda dicha y premio,
Con
ganas de buscar algún refugio y estar a solas, de tomar
un café, límpido y sencillo.
Apóstol
querido, devoto de la madre de Jesús, para quien
compusiste el Ave María
Empezando
con las palabras de la Anunciación, que dicen: “Dios
te salve…”
Apóstol
obrero, defensor del salario del trabajador. Y del pago justo
del jornal de trabajo.
Defensor
de que todo se concrete en obras para bien del pueblo.
3.
Aquí
estoy mirando las torres, los alminares lejanos y la tarde
muriente en el perfil
De
las espadañas, viendo a los demás peregrinos que se abrazan
largo rato al reencontrarse,
Después
de haberse visto quedarse unos y avanzar otros por
el largo camino.
Se
abrazan como si renacieran, como si se hubieran salvado,
como si se hubiera
Podido
morir en el intento de llegar hasta ti. Como si todo acabara
de nacer.
Así
como otros grupos yacen sentados en silencio y en rededor,
con las mochilas a su lado,
Sin
desempacar, mirando incansables y absortos el perfil y
vibración del aire
En
los viejos muros de piedra, como si no tuvieran adónde ir,
o donde acampar, estupefactos.
4.
Aquí estoy,
Pensando
en mi casa de infancia, en mi tierra y en mis padres.
En mis abuelos
Y
mis seres queridos, quienes murieron pero que hubieran querido
estar aquí.
Aquí
estoy, hoy 28 de junio del año 2018, cumpleaños de mi padre
para mayor coincidencia
Aquí
estoy seguramente en representación suya. ¿No será él quien
me ha conducido
Por
intrincados senderos hasta aquí? ¿Hasta este lugar santo,
“campo de la estrella”,
Como
significa Compostela? Porque así aparece grabado en tus
muros
O
bien: “Tierra hermosa y compuesta”. Donde yace tu sepulcro,
querido y adorado
Apóstol
Santiago, pescador de hombres, a quien de niño imploré
tanto, por todo
lo
que me hacía llorar y que era lo desdichado y amargo como
lo alegre y feliz de esta vida.
5.
Aquí estoy,
Haciendo
una larga cola ya dentro de la basílica, sin saber
para qué.
Sintiendo
que he tardado mucho tiempo en llegar. Avanzando paso
tras paso,
Subiendo
una gradería. Y dando una vuelta. Cuando alguien nos
dice que esta fila
Es
para adorar tu imagen yendo detrás del altar mayor. Y donde
me abrazo a tus hombros
Pensando
en mi vida, como lo hacen todos los peregrinos que
llegan hasta ti,
Hasta
esta vieja ciudad soñada en los caminos, llagados los pies.
A la cual se llega
Y
de la cual ya no se parte, en la cual uno se queda a velar aquí
ya para siempre.
6.
Pero tú
mi
querido Apóstol, permíteme volver a mi pueblo. A mi lar natal
humilde,
A
sus campos sembrados de trigo, a sus techumbres de tejas
ennegrecidas,
A
sus aleros que alargan a la calle sus alas compasivas. A poner
mis manos sobre el musgo
De
aquellas tejas donde crece lo que llamamos Flor de Piedra.
de pétalos extendidos a sus bordes.
Volver
a coger suganes de los caminos, aspirar el aire que tiene
el aroma de las frutas y las espigas.
Subir
a uno de sus muros y mirar el paisaje en lontananza. Sentir
el rumor de la lluvia.
Volver
a mirar a los ojos claros y transparentes de la niña de mi
infancia. Y despedirme de ella para
siempre.
7.
He llegado hasta ti.
Préstame
tu báculo, tus sandalias, el sombrero de tu frente.
Permíteme volver
Hacia
aquel pueblo donde te queremos desde niños, desde antes
de nacer
Y
ser enterrado allí en una alta colina desde donde contemple,
mirando
Con
ojos llorosos la estrella que fulgura en lo alto de esta plaza. Y
en el fondo
Del
océano que somos. Y que he recorrido, junto con sus caminos
polvorientos,
Antes
de llegar humilde y candoroso a posarme desasido. Y
a tus pies.
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