domingo, 12 de julio de 2020

24 de julio. Santiago de Compostela.


24 DE JULIO

SANTIAGO
DE
COMPOSTELA

Danilo Sánchez Lihón 


1.

Aquí he venido
Apóstol Santiago el Mayor, hasta este pueblo viejo con pátina
en sus muros y centurias
En sus campanarios que tuercen e inclinan el espinazo de sus
calles e inclinan las torres
De tus iglesias. He venido hasta este lugar en donde reposan
tus huesos.
He llegado con todas mis heridas, con mis yerros, mis caídas
y cavilaciones.
Aquí he venido, a Santiago de Compostela, en peregrinación
            hasta el Patrón de mi pueblo
Enclavado en los Andes del Perú, como es Santiago de Chuco,
un pueblo mágico.
He venido inocente, candoroso, ilusionado, siguiendo tu camino,
sin saber dónde
Comienza ni dónde termina, como alguien que a medianoche
            toca una puerta.


 


2.


Y aquí estoy
En tu Plaza de Obradeiro, como cuando yo era un chiquillo,
            no sé si protegido
O desamparado, pero sí iluso, mirándolo todo, sintiéndome acogido
y a la vez extraño,
Con ganas de llorar y de reír, pero escondido como lo hacía;
de querer ser feliz.
De consolarme de algo que no sé qué es, sintiéndome negado
para toda dicha y premio,
Con ganas de buscar algún refugio y estar a solas, de tomar
un café, límpido y sencillo.
Apóstol querido, devoto de la madre de Jesús, para quien
compusiste el Ave María
Empezando con las palabras de la Anunciación, que dicen: “Dios
te salve…”
Apóstol obrero, defensor del salario del trabajador. Y del pago justo
del jornal de trabajo.
Defensor de que todo se concrete en obras para bien del pueblo.





3.


Aquí estoy mirando las torres, los alminares lejanos y la tarde
muriente en el perfil
De las espadañas, viendo a los demás peregrinos que se abrazan
largo rato al reencontrarse,
Después de haberse visto quedarse unos y avanzar otros por
el largo camino.
Se abrazan como si renacieran, como si se hubieran salvado,
como si se hubiera
Podido morir en el intento de llegar hasta ti. Como si todo acabara
de nacer.
Así como otros grupos yacen sentados en silencio y en rededor,
con las mochilas a su lado,
Sin desempacar, mirando incansables y absortos el perfil y
vibración del aire
En los viejos muros de piedra, como si no tuvieran adónde ir,
o donde acampar, estupefactos.





4.


Aquí estoy,
Pensando en mi casa de infancia, en mi tierra y en mis padres.
En mis abuelos
Y mis seres queridos, quienes murieron pero que hubieran querido
estar aquí.
Aquí estoy, hoy 28 de junio del año 2018, cumpleaños de mi padre
para mayor coincidencia
Aquí estoy seguramente en representación suya. ¿No será él quien
me ha conducido
Por intrincados senderos hasta aquí? ¿Hasta este lugar santo,
“campo de la estrella”,
Como significa Compostela? Porque así aparece grabado en tus
muros
O bien: “Tierra hermosa y compuesta”. Donde yace tu sepulcro,
            querido y adorado
Apóstol Santiago, pescador de hombres, a quien de niño imploré
            tanto, por todo
lo que me hacía llorar y que era lo desdichado y amargo como
            lo alegre y feliz de esta vida.




5.

            Aquí estoy,
Haciendo una larga cola ya dentro de la basílica, sin saber
            para qué.
Sintiendo que he tardado mucho tiempo en llegar. Avanzando paso
tras paso,
Subiendo una gradería. Y dando una vuelta. Cuando alguien nos
dice que esta fila
Es para adorar tu imagen yendo detrás del altar mayor. Y donde
            me abrazo a tus hombros
Pensando en mi vida, como lo hacen todos los peregrinos que
llegan hasta ti,
Hasta esta vieja ciudad soñada en los caminos, llagados los pies.
A la cual se llega
Y de la cual ya no se parte, en la cual uno se queda a velar aquí
            ya para siempre.




6.


Pero tú
mi querido Apóstol, permíteme volver a mi pueblo. A mi lar natal
humilde,
A sus campos sembrados de trigo, a sus techumbres de tejas
ennegrecidas,
A sus aleros que alargan a la calle sus alas compasivas. A poner
            mis manos sobre el musgo
De aquellas tejas donde crece lo que llamamos Flor de Piedra.
            de pétalos extendidos a sus bordes.
Volver a coger suganes de los caminos, aspirar el aire que tiene
el aroma de las frutas y las espigas.
Subir a uno de sus muros y mirar el paisaje en lontananza. Sentir
el rumor de la lluvia.
Volver a mirar a los ojos claros y transparentes de la niña de mi
            infancia. Y despedirme de ella para siempre.






7.


He llegado hasta ti.
Préstame tu báculo, tus sandalias, el sombrero de tu frente.
            Permíteme volver
Hacia aquel pueblo donde te queremos desde niños, desde antes
            de nacer
Y ser enterrado allí en una alta colina desde donde contemple,
            mirando
Con ojos llorosos la estrella que fulgura en lo alto de esta plaza. Y
en el fondo
Del océano que somos. Y que he recorrido, junto con sus caminos
polvorientos,
Antes de llegar humilde y candoroso a posarme desasido. Y
a tus pies.




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