viernes, 17 de julio de 2020

17 de julio. Su majestad la adivinanza. / Genial juguete mental.


17 DE JULIO
SU MAJESTAD LA ADIVINANZA

GENIAL
JUGUETE
MENTAL

Danilo Sánchez Lihón





Homenaje a Giorgo de Chirico
creador de todas estas pinturas
que son prodigios de adivinanzas.


1. Para aguzar
la inteligencia

El tema de las adivinanzas en la educación y en la cultura en general de los pueblos, es un capítulo aparentemente mínimo, curioso y hasta superfluo, razón por la cual se pierde y se nos escapa su extraordinario valor, y con ello su potencial intrínseco para cultivar en la persona humana valiosos e insospechados contenidos y cualidades.
Por eso, es importante comprender esta expresión literaria y poderoso elemento pedagógico, verdadera maravilla arquitectónica, filosófica, mágica y musical, que todo eso y mucho más es, contiene y representa la adivinanza.
Interesa también ofrecer algunos alcances metodológicos respecto a cómo vincularla al afianzamiento de algunas habilidades y destrezas básicas en el niño por ser ella, además de una de las fundamentales y excelsas expresiones de la poesía lírica popular, un juguete mental idóneo para aguzar la inteligencia y la sensibilidad de la persona humana.
También porque niños, jóvenes y adultos lo acogen siempre con simpatía, entusiasmo y hasta pasión.


2. Adivinanza
es el destino

Las adivinanzas, o también denominadas acertijos, son antiquísimas como el agua o el aire; o el corpúsculo de materia y energía que dieron origen al cosmos, a la vida y a nuestro destino de estrellas fugitivas en el errante espacio estelar. Gota y viento que están en el germen del mundo.
Se encuentran ligadas al origen de nuestro destino y civilización las palabras o frases como: “¿Qué es?” o “¿Qué será?”, núcleo de las adivinanzas. Fueron sin duda esas frases, cuando aún ni siquiera eran palabras sino borrones de ideas y garabatos de intenciones de la mente, y las primeras sensaciones que modulara el hombre en su alma, y todo ser que sintiera algún temblor y extrañeza frente al cosmos. Por ello y frente a ello es que se hicieron algunas metáforas inevitables ante el estupor de los elementos naturales que se desencadenaban o desenvolvían ante sus ojos. Y es esa la materia que compone las adivinanzas.
Aunque el “¿qué será?” ya tenga la calma de la contemplación del mundo, tras la grieta de la cueva o bajo la sombra extasiada de un árbol del pleistoceno de la humanidad, no deja de tener el desamparo del interrogante acerca de cuál es nuestro destino sobre la faz de la tierra. Pregunta y ojalá que calma, aunque jamás pretendamos que haya respuesta a estas interrogantes, que será la misma que se escuche cuando resuenen las trompetas, llenas de dudas y acusaciones, en el exabrupto, aunque al parecer inevitable, Juicio Final.


3. En
su fragor

Se registran adivinanzas en casi todas las lenguas y culturas del universo, tanto que se podría afirmar que junto a Dios y al licor no hay grupo humano que no las haya urdido, trabado o inventado; hecho que nos da la clave de su trascendencia y la noción de que en ellas se encierra un contenido de enorme significación, muy hondo y muy grave.
Y, ¿cuál es ese? Puede ser: la construcción y desconstrucción del mundo, porque a ello nos enfrentamos cuando las formulamos y tratamos de resolverlas, deshaciendo algo para volverlo a recomponer. En su fragor juntamos retazos de un universo que se deshace a cada instante, como de otro que se vuelve a configurar, proceso que es el drama de las adivinanzas:
“¿Quién es y no es,
que corre y no corre,
que no se detiene
y no tiene pies?”
(El tiempo)
Es ¿literatura?, Sí. ¿Pedagogía?, Sí. ¿Música?, por su puesto. ¿Filosofía?, claro. ¿Magia?, ¡indudablemente! ¿Verdad? ¿Quién lo ha de poder negar?


4. Poder
interior

Pero aún más que todo eso junto, la adivinanza es tan grande como el mundo, y tan pequeña como el corpúsculo de materia y energía que dio origen al estallido que aún perdura y que somos nosotros. Ella, en síntesis, es el mundo:
Vence al tigre,
vence al león,
vence al toro embravecido,
vence a señores y reyes,
que a sus pies caen rendidos”.
(El sueño)
He aquí, pues, este prodigio del arte, dialéctico y por tanto arduo, feroz y por lo tanto embravecido; vasto y hondo por antonomasia, que junta contrarios, ideas antagónicas y en pugna.  
Con el gran poder interior que poseen exponerse a ellas como hacen los niños que es jugar a ser dioses, en participar en la hechura del ser de las cosas, deshaciendo la realidad y volviendo a crearla.


5. ¿Cuál es
el animal?


Se encuentran adivinanzas inmersas en viejos relatos persas. Pero, ya en lo que es la cultura griega, de la cual somos en parte herederos, figura con un brillo bronco y singular en la vida y el destino de sus grandes héroes.
Está en el núcleo de la campaña de Alejandro Magno, quien rompe el nudo gordiano en su incursión para sojuzgar el lejano oriente, hecho que tiene toda la estructura y aureola de una adivinanza.
Y está en la estrella de Edipo Rey, quien antes de poder acercarse a la amurallada Tebas, camino que recorre antes de dar muerte sin saberlo a su padre y en el desposar luego también sin saberlo a su madre.
Urdimbre en la cual el trasfondo es una adivinanza que él desentraña, pero no su destino –¡y ésta es la paradoja!–, cuando la Esfinge, que tenía cabeza, cuello y pecho de mujer, como cuerpo y pies de león, le formula este acertijo:
“¿Cuál es el animal
que al empezar la mañana
camina en cuatro pies,
al mediodía en dos
y por la tarde en tres?”
(El hombre)



6. Dar
sentido

Adivinanza ésta que es formulada:
a). En una encrucijada de vida y muerte, ya que acertar en la solución significaba la auto inmolación del animal mitológico,
b). Desencadena una decisión trascendental, ya que sin la oscuridad del enigma la vida de la esfinge no tendría razón de ser,
c). Es una metáfora que refiere dramáticamente de nuestras vidas, abarcando desde cuando somos niños, pasando por cuando somos jóvenes para finalmente aludir a cuando nos volvemos viejos, y
d). Curiosamente esa esfinge cuidaba el paso del camino, cerrándolo hasta la absolución de la pregunta, como nos ocurre frecuentemente ante las esfinges y adivinanzas con que nos encontramos en nuestro paso por la vida.
Todos esos elementos y muchos otros con relación a la adivinanza nos señalan que radica en ella una raíz y una pieza clave vasta y valiosa para explicar y dar sentido a la vida y al destino de las personas.


7. Escrutan
el infinito

De allí que no solo las esfinges, que son monumentos al misterio, al enigma y a la adivinanza, sino que el más grande edificio de la antigüedad, y más concretamente de la lúcida y luminosa cultura helénica, fue el laberinto de Creta, que era una adivinanza. Nunca se invirtió tanto en la construcción de un enigma como fue la construcción de ese edificio, fabricado por añadidura por una cultura, como la griega, que amaba las respuestas directas, inclinada a esclarecer las preguntas esenciales acerca del ser de las cosas:
“Correrías, correrías,
correrías por la pampa,
correrías todo el día
y nunca me alcanzarías”
(El viento)
Y el excelso santuario de Machu Picchu, construido de piedra colindante a las nubes y las estrellas, ¿no tiene todos los abismos y las alturas de una adivinanza? Creo aún más, que la tierra y los planetas son adivinanzas, que el mundo y el cosmos es una adivinanza absoluta, y cada pulso de nuestras venas son hechizo y sortilegio, formulados como adivinanzas. Más aún, cada hombre es una adivinanza. Y así también las pirámides de Egipto, la mítica Torre de Babel son otras tantas adivinanzas. ¡Y las Líneas de Nasca, que custodian y escrutan el infinito son otras tantas adivinanzas hasta ahora sin respuesta posible!


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