18 DE JULIO
LOS
PALLOS, MAGIA Y CORAJE
LA DANZA
DE LOS
PALLOS
1. Bailando
por los senderos
Danza de culto y
de amor a la tierra, somos los Pallos de Santiago de Chuco, quienes sintetizamos
en un solo abrazo la vida y la muerte.
Danza de Pallos
siempre valerosa y siempre verdadera, cara al sol, a los remolinos y
tempestades. Y, ¡por supuesto, al infinito!
Danza de los que
arriesgan la vida, sin subterfugios, escondrijos ni divagaciones. ¡Cara al sol,
siempre!
Danza de espada,
de gente cerril, de mandíbulas que crujen apretadas, rebeldes. ¡Danza de los
alzados en armas!
Nuestro homenaje
al desvelo de quienes danzan, a su sueño no detenido un solo instante, y a su
silencio que explosiona. ¡
¡Y a que no
duermen, o duermen bailando por los senderos!
2. Bruñidos
cascabeles
A quienes con el
tono del pincullo o de la quena, y con el compás en la caja o roncadora,
avanzan despiertos entre tinieblas.
Que hacen un
ocho en el suelo por donde pasan, y todos los danzantes se deslizan siguiendo
ese trazo, sin que nadie distinga una sola luz en el horizonte.
Son todos ellos
los guerreros del Dios Catequil disfrazados de cruzados españoles, si quieren
así que yo diga los formalistas y eruditos, vamos a cambiar este mundo mal
hecho.
Marcando
ilusiones y utopías con el baile, haciendo que apunten al cielo las espadas
fulgurantes.
Y rebrillan a
los ojos que se asoman por las ventanas, y queden para siempre en los espejos
de sus pechos. O que giman los bruñidos cascabeles atados a las rodillas y que
truquen sus lamentos de agonía y cantos de alegría.
3. Retazo
de cielo
Quienes
convierten la melodía que quiere optar por la pena, en un aire de arrebato o,
si se quiere, de júbilo o de anhelo.
O en trago
amargo por ti, niña mía del alma. O, si se quiere en dulce requiebro, que no se
dice en esta vida ni en cualquier otra, sino en la vida verdadera.
Pallos de
luengos vestidos escarlatas y, a veces, de un verde imperial, aspados de
franjas gualdas o plateadas.
Bailando su
punto al foráneo en cualquier esquina pasmada, o de calle alucinada, mirando a
las estrellas en cualquier retazo de cielo que haya y que aparezca por la calle.
Redoblando en
cualquier recodo o colina el zapateo, ya sea por los caminos pedregosos o ya
sea subidos en un altozano, en donde se baila incansables sin saber por qué lo
hacemos.
4. Somos
los guerreros
Donde se elevan
y deslizan por el aire los pasos.
Pisoteando
impávidos y acompasados a las serpientes de mil cabezas que se retuercen en el
suelo, que se estremece con sus taconeos.
Y con el
zapatear sobre el lomo de las montañas y las cumbres de los cerros y
cordilleras.
Pasos que
exorcizan adversidades, las humillan hasta hacerlas adorar lo humano de que se
anima el alma del universo.
Somos los
guerreros del Dios Catequil, quienes atronamos el suelo y vencemos con nuestra
espada a todos los endriagos.
Somos, ¡niña mía
del alma!, quienes hacemos que los males, las enfermedades y demonios de mil
cabezas tuerzan su mirada hacia abajo, y se humillen ante el ser del hombre.
5. Todas
las batallas
¿Quiénes somos?
Somos el
Ejército del Inca que imbuido de santo fervor expulsa a todo lo que hace daño,
empezando desde la plaza central y asestando mil golpes con intrepidez a las
sombras y fantasmas que son los peores enemigos.
¡Eso somos Los
Pallos de Santiago de Chuco!
Quienes danzamos
porque tenemos una devoción que ofrecer, y una fe inquebrantable que nosotros mismos
nos hemos impuesto cumplir.
Obedeciendo a la
consigna que algún día reconstruiremos los andenes, abriremos otra vez todos
los canales de regadíos y venceremos triunfando sobre las adversidades en todas
las batallas y caminos.
¡Eso somos!
6. Hasta
el final
Quiero, por eso,
en esta ofrenda a la Danza de Los Pallos de mi comarca expresar mi homenaje al
cajero de esta mojiganga.
Todo mi fervor
al tocador del pincullo, y del bombo que es corazón del mundo, porque él es
quien marca la tonada.
A él se debe ese
gemir de alegría sobreponiéndose a los peores desengaños, a los más atroces
dolores.
A él se debe que
se eleven los pasos sobre lo más aciago que nos impone el destino.
Quien siente el
pulso y el borbotón de sangre de cada danzante correr por sus venas. Y él jamás
se cansa.
¡El cajero,
señores, es quien está al principio, y quien se quedará hasta el final!
7. Mis
piedras
y espigas
Quien hace
brotar chispas de las piedras de cualquier suelo. Y alza candela de fervor incluso
en tierra húmeda, y enciende todos los ánimos.
Quien atruena
con su roncadora por todos los senderos y alerta cuando algo en el horizonte estalla
o desfallece.
Él hace la
fiesta, aunque no luzca en ningún instante por estar elevado en el compás, como
en el aire de la mañana que vibra; o de la tarde que se apaga, se hunde y
sumerge, para nuevamente erigirse al otro día.
Danza de los Pallos
de mi comarca, que donde quiera que yo esté bastará presentir su tonada en el
aire, y sus hondos compases en el fondo de los nervios terráqueos para que yo
vuelva.
Para que yo
regrese y viva eternidad tras eternidad abrazado a mis piedras y a las espigas
que florecen desde aquí, y en lontananza.
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