9 DE JULIO
LA CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES
ALEGRÍA
DE SER
HERMANOS
Danilo Sánchez Lihón
1. ¿Qué
hacer?
– Faltan
alimentos. –Claman unos.
– No alcanza la
comida. –Claman otros.
– ¡Vengan!
¡Vengan! –Dicen los Amautas. Y nos explican:
– Tenemos pocos
terrenos de planicie. Y en los sitios que son pendientes la lluvia se lleva
poco a poco la tierra, que luego los ríos cargan y arrojan al mar sin quererlo.
– Sí, eso mismo sucede.
– ¿Han visto cómo
todo es inclinado y hasta abrupto? ¿Cómo todo es ladera y casi barranco?
– ¡Y en los cuales
no podemos sembrar porque las lluvias arrastran con toda planta que se cultiva!
– Sí, eso ocurre.
– Miren estas
montañas llenas de maleza. ¿Qué podemos hacer con ellas?
– ¡Algo se puede
hacer!
– ¡Graderías!
Lugares llanos en donde sembremos los alimentos que necesitamos.
2. Panales
de mieles
– ¡Pero solos no
podremos hacerlo! ¡La solución será entre todos juntos y formando grupos y
comunidades!
– ¡Eso mismo! Y, ¡por
eso seremos un pueblo unido y solidario! ¡Esa es la solución! ¡Esa es la clave!
¡Ser solidarios!
– Entonces todos,
hombres y mujeres, jóvenes y niños vamos a construir unas terrazas sucesivas en
el sentido que nos marque la pendiente y que llamaremos andenes.
– ¡Andenes! ¡Sí!
¡Andenes!
– ¡Eso haremos! Para
que en las superficies horizontales sembremos productos alimenticios. Y en las
paredes verticales se propaguen enredaderas que amarren las piedras que contienen
la tierra y la arena.
– Ramajes que den
lugar a que broten flores que alimenten a las abejas que nos prodiguen de ricos
panales de mieles. ¡Y árboles en los contornos que
nos den sombras y aromas que perfumen el ambiente en que vivimos!
– En esos terrenos
vamos a cultivar papa, maíz, quinua y quihuicha. Plantas de ocas de copas
redondas y ollucos rozagantes. Y la cañihua de racimos arrebolados.
3. Canto
a la vida
– ¡Sí, hagámoslo!
– He aquí en
relieve la maqueta donde aparecen nuestros cerros y quebradas, ya cubiertos de
andenes florecidos.
– ¡Qué belleza!
– Así vamos a
erradicar la falta de alimentos, con trabajo solidario, con trabajo
mancomunado.
– ¡Así vamos a
construir un mundo feliz de fiesta comunal y abrazo colectivo!
– ¡Y lo haremos
cantando y bailando!
– Entonces, ¡manos
a la obra!
– ¡Yo iré por
agua!
– ¡Yo iré por
tierra!
– Todos
cumpliremos nuestro trabajo de manera organizada.
– Primero formando
grupos y cada grupo actuando coordinada con los otros.
Así construimos
los andenes, los tambos y caminos; los puentes y acueductos, los edificios y posadas.
4. Amor
de prójimo
– ¡Es fiesta,
fiesta de afirmar la vida con el trabajo colectivo! ¡Es alegría, alegría de
hacerlo todos juntos!
– Nos abrazamos,
nos protegemos, nos queremos. Es munay, la fuerza del afecto; yachay,
el poder del pensamiento; y llancay, la energía del brazo que labora.
Es fiesta del
canto, es fiesta de la danza. Es el grito de júbilo de ser todos hermanos.
– ¡Wífala!
Es el don del brote
de la planta, es el don del surgir de las espigas, es el don de la flor que se
abre y de los frutos que maduran y nos prodiga la tierra; de distintos colores,
aromas, texturas y sabores, gratos y propicios.
Así es cómo
desborda el entusiasmo, la simpatía y la estima. Y se colma la copa del buen
ánimo, del coraje y la iniciativa.
De la ternura y el
amor de prójimo. Tal y como somos los andinos,
rebosantes de afecto, colmados de adhesión y cariño.
Por todo lado
ahora se oyen las tinyas, los pífanos, los huáncares. Y cantando y bailando
unos van hacia el poniente por greda, acarreándola en recipientes, mantas y
morrales.
5. Fiesta
del alma
Otros guiamos el
agua que la traemos haciendo una acequia, que hemos abierto desde una profunda cañada.
O bien la cargamos
en vasijas, porongos y cantimploras escuchando a lo lejos los sones de fiesta e
imitándolos con nuestros pasos, tarareos y cánticos.
Trabaja el hombre
junto a la mujer. Trabaja el anciano junto al niño en lo que pueden hacer.
Y se sirve la
chicha.
Así construimos y
así edificamos, dejando enterradas las plantas montaraces y silvestres para que
vivan en el mundo de abajo o de adentro, e impulsen con su aliento lo que
hagamos brotar hacia afuera.
Porque el mundo es
simple, natural y amanece cada día. Y tiene un orden claro. El mundo es
cordial, es atento y generoso. ¡Confiemos!
– ¡Tincuy!
¡Tincuy! –Por eso nos saludamos todos al pasar.
Y que suenen
las cornetas y los bombos. Los clarines y tambores. Que suenen los pincullos y
roncadoras. Es la fiesta del ayni, es la fiesta del ayllu es fiesta del alma por ser como somos y sentirnos
hermanos.
la semilla
Unos van erigiendo
los muros de piedra canteada. Otros empiezan desde diversos sitios dando un
ritmo y compás a las piedras que se alinean y se enfilan.
Porque la piedra
también canta y tiene música. Y baila hacia adentro y hacia afuera. Como
nosotros ante las nieves, y ante nuestros apus a quienes saludamos complacidos,
reverentes e ilusionados.
Otros van
rellenando con piedras sueltas y cascotes. Primero y abajo los pedruscos
grandes y toscos. Encima se ponen las piedras menudas y lisas. Y, sobre estas,
guijarros.
Otros traen en canastas
y vasijas la grava que se esparce. Todo para que por los resquicios se cuele el
aire y oxigene la tierra desde abajo y los costados. Y para que el agua filtre,
haya humedad interna y fecunde la semilla.
Encima va una capa
de arena. Y de remate y en la superficie esparcimos tierra de
cultivo que se palmea, se acaricia, y hasta se besa insuflándole nuestro
aliento porque ella nos da los frutos de sus entrañas.
7. Entre
todos
Cada andén,
o terraza, los hacemos bordeados de canales de regadío que distribuyen las
aguas en las diferentes parcelas, captadas por las compuertas que las regulan y
expanden.
Pero los andenes
en verdad son formas de adoración a todo aquello que reverenciamos: a la
tierra, a la lluvia, al aire, y a cada ser viviente que puebla el universo. De
allí que su construcción se inicie con ritos, abluciones y canciones de alegría.
– ¡Alegría! ¡Alegría!
¡Alegría! –Clama el Amauta desde lo alto de la colina. Y empieza el trabajo.
Y se lo hace
saludando al sol en la alborada, ascendiendo y descendiendo de los cerros en
comparsas, atronando con pincullos y tambores. Y toda la comunidad cantando y
bailando, las voces finas de las mujeres acordes y acompasadas a las voces
enérgicas y recias de los varones en gritos de júbilo, de entusiasmo y adhesión
a todo lo existente.
– ¿Y por qué será
nuestro canto tan pleno y dichoso?
Porque los andenes
que hacemos son de todos. Entre todos lo hicimos. Entre todos lo cultivamos. ¡Entre
todos lo cosecharemos!
– Porque la tierra
es de todos. Porque todos estamos unidos y vibrando al unísono. Porque nadie
falta ni sobra. Porque todos somos hermanos.
– ¡Ajajaylli,
hermanos! ¡Que todo sea alegría!
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