sábado, 12 de septiembre de 2020

12 de septiembre. Hoy cumple años Jaime Sánchez Lihón. / Aportes de un chuco.

12 DE SEPTIEMBRE 
HOY CUMPLE AÑOS JAIME SÁNCHEZ LIHÓN 

APORTES 
DE 
UN CHUCO 

Jaime Sánchez Lihón 





Ing. Jaime Sánchez Lihón


1. Un ciudadano chuco 
así lo hizo

 Anoche escribí las páginas que te estoy adjuntando, y lo hice básicamente para recuperar mi calma interior y apaciguar mi sistema nervioso, luego de culminar con resultados exitosos la reparación de una avería de un ducto de la planta de cemento, en un plan arriesgado pero que era de vital importancia ejecutar para el funcionamiento de la fábrica donde trabajo.

En verdad estábamos en la mira de la ciudadanía, pues el estado de West Virginia dio un ultimátum a la empresa para arreglar este problema, de lo contrario la consecuencia inmediata era el cierre de la industria hasta que esté solucionado este problema.

Planeé este trabajo con calma, pero no calculé el hecho de que la fuerza laboral no tiene la misma capacidad que yo siempre espero. Así es que cuando se hizo el primer intento, el contingente que operaba no eran buenos mecánicos, aunque sí le era familiar el trabajo a gran altura. El segundo contingente en cambio era de buenos mecánicos, pero se ponían nerviosos al trabajar a gran altura y les tomaba más tiempo reaccionar.

Pero, además, casi todos son fumadores y eso les impide subir y bajar en escalera vertical de manera veloz. Yo estuve todo el tiempo con ellos y los animaba a moverse de manera normal pues a esa elevación es difícil actuar con facilidad. Miras hacia abajo y te da vértigo. Pero mi filosofía es que se lidera con el ejemplo.

Hay dos e-mails de los dos jefes de la planta, donde me envían sus felicitaciones por acabar con éxito este proyecto, y que los adjunto al final. Un artículo oficial va a aparecer en el periódico de la compañía y se divulgará a nivel mundial la operación que hemos realizado. En todas las instalaciones de ESSROC se sabrá de esta exitosa hazaña y servirá de ejemplo en otras industrias.

Allí alguien con toda razón y basados en su experiencia, calcularán que es casi imposible ejecutar un proyecto de la envergadura que aquí hemos dado cabal y acertado cumplimiento. Entonces dirán: lee ahí cómo Jaime Sánchez Lihón ejecutó una tarea que era prácticamente inconcebible. Un ciudadano chuco sí lo hizo, y lo volvería a hacer si es necesario.

 


2. Se adopta

la decisión

 

Comencé la semana del 24 al 28 de septiembre del presente año 2012 con dolor en el alma, pues un proyecto que debería de haber sido terminado el día sábado 15 de septiembre no pudo llegar a feliz término debido a factores que no fueron tomados en cuenta con la debida anticipación, como son: preparación de material y experiencia en esta clase de trabajos, que se deben llevar a cabo con las personas escogidas y preparadas para su plena ejecución. La historia se sintetiza del siguiente modo:

Comencé a brindar mis servicios en la planta de cemento ESSROC el mes de marzo del 2012. Fui informado con precisión que el trabajo no era para estar de paseo, sino más bien que iba a requerir de mucho esfuerzo y sacrificio. Pero ahora que escribo estas líneas sé que las situaciones son más difíciles que cualquier previsión. Hay en la planta muchas tareas que requieren de mucho financiamiento para poder arreglarlas, y en estos momentos no están disponibles las partidas de dinero suficiente.

La falla ha consistido en un forado en un ducto de 6 metros de diámetro y que se eleva a una altura de 150 metros. En ese ducto la abertura era en una parte inaccesible, que pronto llegó a ser de conocimiento público de la población por la emisión de polvo y humo que se distingue desde la ciudad, a tal punto que el estado de West Virginia dio un plazo a la planta para que sea reparado ese desperfecto, bajo amenaza de ser clausurada.

Esta falla mecánica estaba ya en la planta antes de mi llegada. Cuando ingresé a laborar allí, este asunto formó parte de mi responsabilidad, pero no había manera de repararlo ya que no había presupuesto y se lo dejó a un lado. El problema se fue agravando pues empezó a ser un atentado contra el medio ambiente y llegó el momento en que el ingeniero que tiene a su cargo dicho campo profesional tuvo que reportar esta falla al gobierno de la localidad como es la norma que rige aquí en Estados Unidos de Norteamérica.

Entonces se hizo de esta falla mecánica una emergencia. El ingeniero ambientalista amenazó con dejar la planta y salió un artículo en el periódico local denunciando este desacato al medio ambiente.

 


3. Esta tarea se desarrollaba

a unos 100 metros de altura

 

Durante el tiempo que yo llevo en la empresa doy diariamente una vuelta revisando la infraestructura y buscando soluciones a los problemas que son difíciles de solucionar, pues las cosas comunes son para los mecánicos que no pueden ir más allá de lo normal.  Entonces yo tenía ya un plan en mi mente de cómo solucionar este grave asunto. Había un estimado en la planta de que esta reparación costaría no menos de 120,000 dólares.

El ingeniero ambiental me preguntó si podía solucionar el problema y yo le aseguré que sí tenía la solución. En una reunión a nivel de gerentes corporativos, el ingeniero hizo saber que yo tenía un plan y que costaría mucho menos de lo que habían calculado antes.

Fui contactado por el CO de la compañía en el mismo momento en que la reunión se desarrollaba. Y directamente me preguntó: ¿puedes hacerlo? Así es, le respondí. ¿Cuánto costará? fue lo que inmediatamente indagó. Calculé: por los andamios 25,000 dólares, el contratista 5,000, y el material 4,000. Lo que daba un total de 34 mil dólares. Una vez que les di el presupuesto, me plantearon: ¿Y cuándo puedes comenzar? Mi respuesta fue: de inmediato.

Así fue que comencé la coordinación con la compañía de andamios y que por motivos de condiciones de trabajo tienen mano de obra de personal latino. El capataz es un puertorriqueño de unos 58 años quien me interrogó de cómo sería realizada esta operación. Le di mi idea y se quedó maravillado por lo ingenioso del modo cómo lo había concebido.

Al inicio de la faena Sergio estaba enfadado porque el ingeniero de seguridad le exigió ropas de protección y elementos no usuales para ellos, como máscaras en caso que se produjese una fuga de material que es de una temperatura de 1000 grados Farenheigh.

Esta tarea se desarrollaba a unos 100 metros de altura y, como repito, con el peligro potencial de una fuga de material de calor ardiente. Para contrarrestar este peligro, doté de radios al contingente de trabajadores para ser avisados en caso de peligro si este era inminente. Los de la torre de control ayudaron mucho con esta tarea.

El viernes a las 5 de la tarde, el andamiaje se terminó de armar y estábamos listos para entrar en la segunda etapa que era la fase más laboriosa, de sumo peligro y de mucha precisión pues el trabajo era a gran altitud y de difícil acceso al lugar.

 


4. Asumí

toda la responsabilidad

 

El horno y el molino de cemento tuvieron que parar y me encomendaron proceder con el trabajo. Iniciamos las operaciones con Sergio Rodríguez a quien expliqué minuciosamente cómo procederíamos en la reparación y pareció entender todo lo que había qué hacer. Por lo demás su gente está acostumbrada a trabajar en altura.

Me puse al frente y avanzamos considerablemente, y todo ya estaba bien encarrilado. Teniendo la confianza de que todo saldría como lo habíamos previsto. Entonces tomé la decisión de ir a mi casa, a 3 horas de distancia de la planta, con la confianza plena de que Sergio y su gente culminarían eficazmente la obra. Les gusta además a los contratistas trabajar sábados y domingos pues cobran sobre tiempo.

El día sábado temprano le hice una llamada a Sergio y me contestó que estaba en plena brega. Pero sentí en su voz un poco de malestar. Le pregunté si estaba todo bien y me dijo que sí, pero me quedé con mala espina.

En mi casa estaban reunidos mis hermanos quienes vinieron a saludarme por mi cumpleaños y tuve que dejarlos, pues me dirigí a la planta manejando a más de lo que está permitido.

Cuando llegué recibí la llamada del gerente de operaciones quién me informaba que el horno y el molino de cemento estarían en operación a más tardar a las 7 de la noche. ¿Estará listo el proyecto para entonces? ¡Claro!, le dije, más que suficiente tiempo.

Cuando llegué a la planta Sergio no era la persona que conozco. Estaba en crisis, traumado y vociferaba a su gente. Me di cuenta que no había seguido mis instrucciones y que si no se cambiaba la estrategia no se culminaría satisfactoriamente. Fue imposible hacerle cambiar de actitud y menos intentar que otra vez reiniciáramos las labores.

Allí me di cuenta que me había equivocado al encomendarle esta tarea, pues su gente es buena para los andamios, pero no para lo que implica hacer ingeniería mecánica. Di por concluido su contrato y comuniqué al gerente de operaciones, asumiendo toda la responsabilidad de este fracaso, que este proyecto de reparación por el momento había concluido.

 


5. El peligro

de cierre de la planta

 

La obra quedaba suspendida. Mi orgullo chuco se fue al suelo pues afirmé y prometí que estaría terminada la reparación antes de las 7 de la noche. La planta nuevamente se encendió y contemplarla en actividad era como ver desaparecer y esfumarse algo en lo cual se había puesto tanta expectativa.

Pero era mejor asumir el fracaso antes de seguir exponiendo a este contingente de trabajadores a aquel tormento en el cual habían estado sumidos. Cuando tomé esta decisión los trabajadores de Sergio me agradecieron, pues estaban frustrados y cansados por el estrés vivido a más de 100 metros de altura, expuestos a milímetros de la succión ya que, pese a que la planta esté apagada, permanece vigente la amenaza por la inercia de la materia física.

El día lunes en la mañana informé a todos los supervisores de que estaba listo a intentar de nuevo el desafío con el contratista adecuado y con las experiencias que había sacado del intento del día sábado. Lo dramático es que ahora íbamos a trabajar con la fábrica funcionando y expuestos a todos los peligros del mundo, y yo delante de todos ellos.

El peligro más amenazador era que al acercarnos apenas un milímetro más de lo debido en el andamio fuéramos tragados como pajitas por el ducto. Y no ser encontrados ni como polvo en todo el inmenso mecanismo de la fábrica. Pero nadie asumiría lo que había que hacer si es que yo no estaba adelante, actuando y dando el ejemplo.

 La cubierta que queríamos colocar allí bastaba un error para que fuera succionada y solo teníamos acceso hasta cierta posición, el resto era operar a través de cuerdas y con un piloto que diseñé especialmente para el caso pues seguí un curso de alta especialización de diseño de computadoras para el funcionamiento de máquinas, operación que hacía posible el paso de la cobertura por el diámetro del ducto. En realidad, esta es una tarea para artistas mecánicos consumados.

 El jefe de producción me llamó el día miércoles a las 10 de la mañana y me rogó intentar hacer este trabajo lo más pronto posible pues la permanencia de la planta en West Virginia se hacía difícil cada día, pero también porque la abertura en el ducto ponía en aprietos al sistema productivo.

Le prometí intentarlo el día martes de la semana próxima pues tendría alertas a todas las secciones para que en el caso de una emergencia actuáramos con la celeridad del caso; e implementando las medidas más convenientes en caso de alguna tragedia.

El día viernes la planta fue notificada por el estado de West Virginia que tenía plazo de 7 días para reparar el boquerón en el ducto. Todas las miradas se tornaron hacia mí. Desde entonces o era el salvador o era el villano en esta historia luctuosa en la cual yo era totalmente inocente. El día lunes preparamos todos los materiales, pero faltaba un detalle en el equipo cual es que la cubierta que íbamos a poner tenía que ser remachada para ser más resistente a las fuerzas de succión y de empuje que se desarrollan en el ducto.

 


6. Tuve que morder mi orgullo

de nuevo

 

Llegó el día martes, y la herramienta que serviría para remachar el material no llegaba, a pesar que se pagó pasaje aéreo. Recién arribó a la una de la tarde, pero entonces el proyecto estaba retrasado y los ánimos otra vez decaídos. Llamé al contratista y ya estaba alterado, pues había tenido que afrontar el reclamo de todos sus subalternos, como del gerente de producción, y, en fin, el pobre me contestó mal y hasta me cortó el teléfono.

Al final del día me reuní con mi jefe, el gerente de operaciones y subimos al lugar donde estaba la avería. Allí me reclamó por los resultados de la jornada anterior, para lo cual la planta se detuvo. Y, a pesar que le explicaba las razones y problemas que habíamos tenido que afrontar, se puso furioso. Le rogué calmarse y se enfureció más aún,

Entonces, en un arranque de no sé qué, me puse a su nivel y nos reprochamos cosas duras e hirientes, a 100 metros de altura. Éramos dos sombras o pigmentos minúsculos parados en un andamio en donde solo cabía rezar y pedirle a Dios perdón por nuestras culpas, pero esta vez a gritos nos reprochábamos hechos mundanos. Vi a mi jefe temblando y le rogué de nuevo calmarse. Y nos dispersamos. Me tomó tiempo a mí serenarme, pero aún no olvido su actitud anti profesional y prepotente.

El día siguiente empezamos el trabajo y estuve mano a mano con el contingente de mecánicos que lidiábamos en esa lucha feroz, bamboleándonos todo el tiempo en el vacío. No me gusta exponer a la gente y yo mirar de lejos sino más bien me quedo tranquilo si yo comparto sus ganas de exponer su humanidad al peligro. 

Cuando vi que el trabajo estaba yendo bien y sin problemas le comuniqué al capataz que tenía que ir al médico por una fuerte dolencia surgida en ese momento, y que tenía que buscar alguna manera de aplacarla. Y que me avise de cualquier impase.

Cuando volví a la planta tuve un recibimiento caluroso, pues se veía desde el piso que todo estaba bien y me animé a decir que el proyecto estaba concluido, pues el capataz no me hizo saber de ningún inconveniente. Me fui a una reunión de supervisores y otra vez allí me agradecieron y felicitaron efusivamente por lo que veían que era un éxito total.

Tuve una llamada de urgencia del capataz que no atendí porque en las reuniones no debemos contestar llamadas, así que la ignoré. Cuando terminó la reunión, me esperaba el capataz en la puerta para decirme que no podían terminar el trabajo. Cuando fui a supervisar me di con la ingrata sorpresa de que se habían dejado vencer por las fuerzas de succión del ducto.

Le reproché al contratista que le había advertido mucho de que se encontraría con ese problema, pero ya no había nada qué hacer pues no había garantía de trabajar con seguridad en las sombras de la noche, pues la luz del día ya nos había abandonado. Tuve que morder mi orgullo de nuevo y asimilar el castigo. Desde abajo se veía bien, pero informé a todos que el trabajo no estaba concluido y que habíamos fallado de nuevo.

 


7. Recién entonces entregué el informe

de trabajo concluido

 

Desde entonces no pude estar tranquilo ni conciliar el sueño. Que si de dormir se trata debo decir que no pude dormir ni un solo instante esa noche. Al día siguiente atacamos de nuevo el problema, frescos y con ganas de vencer en esta ocasión, de una vez y definitivamente. Teníamos que imponernos a todos los avatares que se presentaran. Y luego de mucho trajín, esfuerzos, alientos y desalientos y de trabajo penoso y tesonero pudimos culminar con esta misión que nosotros mismos nos habíamos impuesto.

Recién entonces entregué el informe de trabajo concluido, dando garantías de que estaba culminado completamente. Entonces pasé de ser villano, a de nuevo y otra vez, ser el héroe de la jornada. Hoy día sábado que estoy escribiendo esta historia, todavía estoy descargando mis nervios y relajando mis músculos y emociones.

Cuando tuve el problema con el gerente de operaciones me hice la promesa de dejar este trabajo pues no creo que pueda volver a alternar con este señor, porque su actitud no es la de un supervisor cabal. El buen profesional tiene que asegurar un ambiente de cordialidad y de seguridad en el centro de trabajo.

Justo ese mismo día recibí la llamada de una compañía que me está dando la oportunidad de trabajar para ellos. Debo decir, eso sí, de que mi educación católica recibida en el Seminario de San Carlos y San Marcelo de Trujillo me aconseja que una decisión no se debe tomar en caliente, ni en un momento de ofuscación, así que me estoy relajando y esta nota la hago para que de alguna manera se me calmen los nervios y vuelva la tranquilidad a mi alma.

Como corolario de esta actuación se propalará en el periódico de la compañía el mensaje de que sí se puede hacer un proyecto con no mucho dinero, pero con esfuerzo ingenio y trabajo de grupo.

No es mi intención ser famoso, pero sí creo que debo de ser reconocido y este trabajo debe ser difundido porque no creo que se haya hecho antes en el mundo una proeza como esta, pues laboro hace muchos años en fábricas de cemento y he tenido que supervisar instalaciones en los cinco continentes. He integrado junto a ingenieros norteamericanos misiones de alta especialización en Arabia, la India, Pakistán, Rusia, como en las principales plantas de cementos de mi país, el Perú.

 


8. Agradecer a Dios

por lo que nos permite hacer

 

Me siento mejor ahora que he escribo esta nota y sólo prometo seguir siendo humilde, condescendiente y comprometido con la gente que expone su vida y se esfuerza por hacer posible que los proyectos como estos alcancen su plena realización.

Los mecánicos son más jóvenes que yo, pero fuman mucho y en las subidas y bajadas de los andamios se quedan sin respiración, pero en esta oportunidad pusieron mucho empeño, coraje y compañerismo.

Nuevamente quedó comprobado que si trabajamos unidos con mutua estima y responsabilidad vamos a vencer cualquier dificultad. Asimismo, siempre dan resultados favorables la unión y la confianza en lo que deseamos realizar.

Pero he aquí algunas notas de felicitación. Las recibí con satisfacción ya que pude ser el instrumento para que mi compañía siguiera funcionando, dando la seguridad a los trabajadores y la satisfacción a nuestro estado de Virginia.

Una de ellas es inclusive del jefe con el cual discutí como dos pigmentos en la cúspide de una torre bamboleante en donde no cabe sino agradecer a Dios por lo que él nos dispensa y nos permite hacer de bien en este maravilloso universo:

From: PUPPO Gennaro

Sent: Thursday, September 27, 2012 10:05 PM

To: SANCHEZ Milton

Cc: FARINA Nicola; BELLAGAMBA Bruno; SLAVOV Radoslav; KEES Jim; BLASE Brad;

DICKINSON David; ALT Chad; FERRARIO Carlo; CRUZ Sonny; CROWLEY Keith; HEVENER

Mark

Subject: Re: Conditioning tower expansion joint

 

I don't know guys if you realize what you all got accomplished, that was not

easy. Safety Creativity, dedication, team work servicing one goal, don't stop

the kiln.

This was great

Sent from my iPhone

Never give in, never, never, never, never, never give in

 

On Sep 27, 2012, at 6:11 PM, "SANCHEZ Milton" Milton.Sanchez@essroc.com> wrote:

Nick

Here the result of our efforts. Thanks to the control room operators, Sonny,

Carlo, Radoslav for making sure the RM and kiln system was safe for the crew

that performed the job.

Let’s wait to see if the expansion joint take care of the dusting hazardous.

Up to now I have seen the clothing working in and out of the duct gap.

See you tomorrow.

Y han sido muchas las felicitaciones orales, espontáneas y, las más de las veces, bastando con la mirada del trabajador humilde cuando uno transita por los pasillos o sale por alguna puerta, donde se puede ver sus miradas agradecidas, por seguir teniendo un puesto de trabajo seguro, y de cómo nos agradecen con los ojos dulces o con el gesto de llevarse la mano a sus cascos, bendiciéndonos por lo que hacemos también por ellos.

 




Todas las fotos:

Jaime ánchez Lihón


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