En verdad estábamos en la mira de la ciudadanía, pues el
estado de West Virginia dio un ultimátum a la empresa para arreglar este
problema, de lo contrario la consecuencia inmediata era el cierre de la
industria hasta que esté solucionado este problema.
Planeé este trabajo con calma, pero no calculé el
hecho de que la fuerza laboral no tiene la misma capacidad que yo siempre espero.
Así es que cuando se hizo el primer intento, el contingente que operaba no eran
buenos mecánicos, aunque sí le era familiar el trabajo a gran altura. El
segundo contingente en cambio era de buenos mecánicos, pero se ponían nerviosos
al trabajar a gran altura y les tomaba más tiempo reaccionar.
Pero, además, casi todos son fumadores y eso les
impide subir y bajar en escalera vertical de manera veloz. Yo estuve todo el
tiempo con ellos y los animaba a moverse de manera normal pues a esa elevación
es difícil actuar con facilidad. Miras hacia abajo y te da vértigo. Pero mi
filosofía es que se lidera con el ejemplo.
Hay dos e-mails de los dos jefes de la planta, donde
me envían sus felicitaciones por acabar con éxito este proyecto, y que los
adjunto al final. Un artículo oficial va a aparecer en el periódico de la
compañía y se divulgará a nivel mundial la operación que hemos realizado. En
todas las instalaciones de ESSROC se sabrá de esta exitosa hazaña y servirá de
ejemplo en otras industrias.
Allí alguien con toda razón y basados en su
experiencia, calcularán que es casi imposible ejecutar un proyecto de la envergadura
que aquí hemos dado cabal y acertado cumplimiento. Entonces dirán: lee ahí cómo
Jaime Sánchez Lihón ejecutó una tarea que era prácticamente inconcebible. Un
ciudadano chuco sí lo hizo, y lo volvería a hacer si es necesario.
2. Se adopta
la decisión
Comencé la semana del 24 al 28 de septiembre del
presente año 2012 con dolor en el alma, pues un proyecto que debería de haber
sido terminado el día sábado 15 de septiembre no pudo llegar a feliz término
debido a factores que no fueron tomados en cuenta con la debida anticipación,
como son: preparación de material y experiencia en esta clase de trabajos, que
se deben llevar a cabo con las personas escogidas y preparadas para su plena
ejecución. La historia se sintetiza del siguiente modo:
Comencé a brindar mis servicios en la planta de
cemento ESSROC el mes de marzo del 2012. Fui informado con precisión que el
trabajo no era para estar de paseo, sino más bien que iba a requerir de mucho
esfuerzo y sacrificio. Pero ahora que escribo estas líneas sé que las situaciones
son más difíciles que cualquier previsión. Hay en la planta muchas tareas que
requieren de mucho financiamiento para poder arreglarlas, y en estos momentos
no están disponibles las partidas de dinero suficiente.
La falla ha consistido en un forado en un ducto de 6
metros de diámetro y que se eleva a una altura de 150 metros. En ese ducto la
abertura era en una parte inaccesible, que pronto llegó a ser de conocimiento
público de la población por la emisión de polvo y humo que se distingue desde la
ciudad, a tal punto que el estado de West Virginia dio un plazo a la planta para
que sea reparado ese desperfecto, bajo amenaza de ser clausurada.
Esta falla mecánica estaba ya en la planta antes de mi
llegada. Cuando ingresé a laborar allí, este asunto formó parte de mi
responsabilidad, pero no había manera de repararlo ya que no había presupuesto
y se lo dejó a un lado. El problema se fue agravando pues empezó a ser un
atentado contra el medio ambiente y llegó el momento en que el ingeniero que
tiene a su cargo dicho campo profesional tuvo que reportar esta falla al
gobierno de la localidad como es la norma que rige aquí en Estados Unidos de
Norteamérica.
Entonces se hizo de esta falla mecánica una
emergencia. El ingeniero ambientalista amenazó con dejar la planta y salió un
artículo en el periódico local denunciando este desacato al medio ambiente.
3. Esta tarea se
desarrollaba
a unos 100 metros de
altura
Durante el tiempo que yo llevo en la empresa doy
diariamente una vuelta revisando la infraestructura y buscando soluciones a los
problemas que son difíciles de solucionar, pues las cosas comunes son para los
mecánicos que no pueden ir más allá de lo normal. Entonces yo tenía ya un plan en mi mente de
cómo solucionar este grave asunto. Había un estimado en la planta de que esta
reparación costaría no menos de 120,000 dólares.
El ingeniero ambiental me preguntó si podía solucionar
el problema y yo le aseguré que sí tenía la solución. En una reunión a nivel de
gerentes corporativos, el ingeniero hizo saber que yo tenía un plan y que
costaría mucho menos de lo que habían calculado antes.
Fui contactado por el CO de la compañía en el mismo
momento en que la reunión se desarrollaba. Y directamente me preguntó: ¿puedes
hacerlo? Así es, le respondí. ¿Cuánto costará? fue lo que inmediatamente
indagó. Calculé: por los andamios 25,000 dólares, el contratista 5,000, y el
material 4,000. Lo que daba un total de 34 mil dólares. Una vez que les di el
presupuesto, me plantearon: ¿Y cuándo puedes comenzar? Mi respuesta fue: de
inmediato.
Así fue que comencé la coordinación con la compañía de
andamios y que por motivos de condiciones de trabajo tienen mano de obra de personal
latino. El capataz es un puertorriqueño de unos 58 años quien me interrogó de
cómo sería realizada esta operación. Le di mi idea y se quedó maravillado por
lo ingenioso del modo cómo lo había concebido.
Al inicio de la faena Sergio estaba enfadado porque el
ingeniero de seguridad le exigió ropas de protección y elementos no usuales para
ellos, como máscaras en caso que se produjese una fuga de material que es de
una temperatura de 1000 grados Farenheigh.
Esta tarea se desarrollaba a unos 100 metros de altura
y, como repito, con el peligro potencial de una fuga de material de calor
ardiente. Para contrarrestar este peligro, doté de radios al contingente de
trabajadores para ser avisados en caso de peligro si este era inminente. Los de
la torre de control ayudaron mucho con esta tarea.
El viernes a las 5 de la tarde, el andamiaje se
terminó de armar y estábamos listos para entrar en la segunda etapa que era la
fase más laboriosa, de sumo peligro y de mucha precisión pues el trabajo era a
gran altitud y de difícil acceso al lugar.
4. Asumí
toda la
responsabilidad
El horno y el molino de cemento tuvieron que parar y
me encomendaron proceder con el trabajo. Iniciamos las operaciones con Sergio
Rodríguez a quien expliqué minuciosamente cómo procederíamos en la reparación y
pareció entender todo lo que había qué hacer. Por lo demás su gente está
acostumbrada a trabajar en altura.
Me puse al frente y avanzamos considerablemente, y
todo ya estaba bien encarrilado. Teniendo la confianza de que todo saldría como
lo habíamos previsto. Entonces tomé la decisión de ir a mi casa, a 3 horas de
distancia de la planta, con la confianza plena de que Sergio y su gente
culminarían eficazmente la obra. Les gusta además a los contratistas trabajar
sábados y domingos pues cobran sobre tiempo.
El día sábado temprano le hice una llamada a Sergio y
me contestó que estaba en plena brega. Pero sentí en su voz un poco de
malestar. Le pregunté si estaba todo bien y me dijo que sí, pero me quedé con
mala espina.
En mi casa estaban reunidos mis hermanos quienes
vinieron a saludarme por mi cumpleaños y tuve que dejarlos, pues me dirigí a la
planta manejando a más de lo que está permitido.
Cuando llegué recibí la llamada del gerente de
operaciones quién me informaba que el horno y el molino de cemento estarían en
operación a más tardar a las 7 de la noche. ¿Estará listo el proyecto para
entonces? ¡Claro!, le dije, más que suficiente tiempo.
Cuando llegué a la planta Sergio no era la persona que
conozco. Estaba en crisis, traumado y vociferaba a su gente. Me di cuenta que
no había seguido mis instrucciones y que si no se cambiaba la estrategia no se
culminaría satisfactoriamente. Fue imposible hacerle cambiar de actitud y menos
intentar que otra vez reiniciáramos las labores.
Allí me di cuenta que me había equivocado al
encomendarle esta tarea, pues su gente es buena para los andamios, pero no para
lo que implica hacer ingeniería mecánica. Di por concluido su contrato y
comuniqué al gerente de operaciones, asumiendo toda la responsabilidad de este
fracaso, que este proyecto de reparación por el momento había concluido.
5. El peligro
de cierre de la planta
La obra quedaba suspendida. Mi orgullo chuco se fue al
suelo pues afirmé y prometí que estaría terminada la reparación antes de las 7
de la noche. La planta nuevamente se encendió y contemplarla en actividad era
como ver desaparecer y esfumarse algo en lo cual se había puesto tanta
expectativa.
Pero era mejor asumir el fracaso antes de seguir
exponiendo a este contingente de trabajadores a aquel tormento en el cual
habían estado sumidos. Cuando tomé esta decisión los trabajadores de Sergio me
agradecieron, pues estaban frustrados y cansados por el estrés vivido a más de
100 metros de altura, expuestos a milímetros de la succión ya que, pese a que
la planta esté apagada, permanece vigente la amenaza por la inercia de la
materia física.
El día lunes en la mañana informé a todos los
supervisores de que estaba listo a intentar de nuevo el desafío con el
contratista adecuado y con las experiencias que había sacado del intento del
día sábado. Lo dramático es que ahora íbamos a trabajar con la fábrica
funcionando y expuestos a todos los peligros del mundo, y yo delante de todos
ellos.
El peligro más amenazador era que al acercarnos apenas
un milímetro más de lo debido en el andamio fuéramos tragados como pajitas por
el ducto. Y no ser encontrados ni como polvo en todo el inmenso mecanismo de la
fábrica. Pero nadie asumiría lo que había que hacer si es que yo no estaba
adelante, actuando y dando el ejemplo.
La cubierta que
queríamos colocar allí bastaba un error para que fuera succionada y solo
teníamos acceso hasta cierta posición, el resto era operar a través de cuerdas
y con un piloto que diseñé especialmente para el caso pues seguí un curso de
alta especialización de diseño de computadoras para el funcionamiento de
máquinas, operación que hacía posible el paso de la cobertura por el diámetro
del ducto. En realidad, esta es una tarea para artistas mecánicos consumados.
El jefe de
producción me llamó el día miércoles a las 10 de la mañana y me rogó intentar
hacer este trabajo lo más pronto posible pues la permanencia de la planta en
West Virginia se hacía difícil cada día, pero también porque la abertura en el
ducto ponía en aprietos al sistema productivo.
Le prometí intentarlo el día martes de la semana
próxima pues tendría alertas a todas las secciones para que en el caso de una
emergencia actuáramos con la celeridad del caso; e implementando las medidas
más convenientes en caso de alguna tragedia.
El día viernes la planta fue notificada por el estado
de West Virginia que tenía plazo de 7 días para reparar el boquerón en el
ducto. Todas las miradas se tornaron hacia mí. Desde entonces o era el salvador
o era el villano en esta historia luctuosa en la cual yo era totalmente
inocente. El día lunes preparamos todos los materiales, pero faltaba un detalle
en el equipo cual es que la cubierta que íbamos a poner tenía que ser remachada
para ser más resistente a las fuerzas de succión y de empuje que se desarrollan
en el ducto.
6. Tuve que morder mi
orgullo
de nuevo
Llegó el día martes, y la herramienta que serviría
para remachar el material no llegaba, a pesar que se pagó pasaje aéreo. Recién arribó
a la una de la tarde, pero entonces el proyecto estaba retrasado y los ánimos
otra vez decaídos. Llamé al contratista y ya estaba alterado, pues había tenido
que afrontar el reclamo de todos sus subalternos, como del gerente de
producción, y, en fin, el pobre me contestó mal y hasta me cortó el teléfono.
Al final del día me reuní con mi jefe, el gerente de
operaciones y subimos al lugar donde estaba la avería. Allí me reclamó por los
resultados de la jornada anterior, para lo cual la planta se detuvo. Y, a pesar
que le explicaba las razones y problemas que habíamos tenido que afrontar, se
puso furioso. Le rogué calmarse y se enfureció más aún,
Entonces, en un arranque de no sé qué, me puse a su
nivel y nos reprochamos cosas duras e hirientes, a 100 metros de altura. Éramos
dos sombras o pigmentos minúsculos parados en un andamio en donde solo cabía
rezar y pedirle a Dios perdón por nuestras culpas, pero esta vez a gritos nos
reprochábamos hechos mundanos. Vi a mi jefe temblando y le rogué de nuevo
calmarse. Y nos dispersamos. Me tomó tiempo a mí serenarme, pero aún no olvido
su actitud anti profesional y prepotente.
El día siguiente empezamos el trabajo y estuve mano a
mano con el contingente de mecánicos que lidiábamos en esa lucha feroz,
bamboleándonos todo el tiempo en el vacío. No me gusta exponer a la gente y yo
mirar de lejos sino más bien me quedo tranquilo si yo comparto sus ganas de
exponer su humanidad al peligro.
Cuando vi que el trabajo estaba yendo bien y sin
problemas le comuniqué al capataz que tenía que ir al médico por una fuerte
dolencia surgida en ese momento, y que tenía que buscar alguna manera de
aplacarla. Y que me avise de cualquier impase.
Cuando volví a la planta tuve un recibimiento
caluroso, pues se veía desde el piso que todo estaba bien y me animé a decir
que el proyecto estaba concluido, pues el capataz no me hizo saber de ningún
inconveniente. Me fui a una reunión de supervisores y otra vez allí me
agradecieron y felicitaron efusivamente por lo que veían que era un éxito
total.
Tuve una llamada de urgencia del capataz que no atendí
porque en las reuniones no debemos contestar llamadas, así que la ignoré.
Cuando terminó la reunión, me esperaba el capataz en la puerta para decirme que
no podían terminar el trabajo. Cuando fui a supervisar me di con la ingrata
sorpresa de que se habían dejado vencer por las fuerzas de succión del ducto.
Le reproché al contratista que le había advertido
mucho de que se encontraría con ese problema, pero ya no había nada qué hacer
pues no había garantía de trabajar con seguridad en las sombras de la noche,
pues la luz del día ya nos había abandonado. Tuve que morder mi orgullo de
nuevo y asimilar el castigo. Desde abajo se veía bien, pero informé a todos que
el trabajo no estaba concluido y que habíamos fallado de nuevo.
7. Recién entonces
entregué el informe
de trabajo concluido
Desde entonces no pude estar tranquilo ni conciliar el
sueño. Que si de dormir se trata debo decir que no pude dormir ni un solo
instante esa noche. Al día siguiente atacamos de nuevo el problema, frescos y
con ganas de vencer en esta ocasión, de una vez y definitivamente. Teníamos que
imponernos a todos los avatares que se presentaran. Y luego de mucho trajín,
esfuerzos, alientos y desalientos y de trabajo penoso y tesonero pudimos
culminar con esta misión que nosotros mismos nos habíamos impuesto.
Recién entonces entregué el informe de trabajo
concluido, dando garantías de que estaba culminado completamente. Entonces pasé
de ser villano, a de nuevo y otra vez, ser el héroe de la jornada. Hoy día sábado
que estoy escribiendo esta historia, todavía estoy descargando mis nervios y
relajando mis músculos y emociones.
Cuando tuve el problema con el gerente de operaciones
me hice la promesa de dejar este trabajo pues no creo que pueda volver a
alternar con este señor, porque su actitud no es la de un supervisor cabal. El
buen profesional tiene que asegurar un ambiente de cordialidad y de seguridad
en el centro de trabajo.
Justo ese mismo día recibí la llamada de una compañía
que me está dando la oportunidad de trabajar para ellos. Debo decir, eso sí, de
que mi educación católica recibida en el Seminario de San Carlos y San Marcelo
de Trujillo me aconseja que una decisión no se debe tomar en caliente, ni en un
momento de ofuscación, así que me estoy relajando y esta nota la hago para que
de alguna manera se me calmen los nervios y vuelva la tranquilidad a mi alma.
Como corolario de esta actuación se propalará en el
periódico de la compañía el mensaje de que sí se puede hacer un proyecto con no
mucho dinero, pero con esfuerzo ingenio y trabajo de grupo.
No es mi intención ser famoso, pero sí creo que debo
de ser reconocido y este trabajo debe ser difundido porque no creo que se haya
hecho antes en el mundo una proeza como esta, pues laboro hace muchos años en
fábricas de cemento y he tenido que supervisar instalaciones en los cinco
continentes. He integrado junto a ingenieros norteamericanos misiones de alta
especialización en Arabia, la India, Pakistán, Rusia, como en las principales
plantas de cementos de mi país, el Perú.
8. Agradecer a Dios
por lo que nos permite
hacer
Me siento mejor ahora que he escribo esta nota y sólo
prometo seguir siendo humilde, condescendiente y comprometido con la gente que
expone su vida y se esfuerza por hacer posible que los proyectos como estos
alcancen su plena realización.
Los mecánicos son más jóvenes que yo, pero fuman mucho
y en las subidas y bajadas de los andamios se quedan sin respiración, pero en
esta oportunidad pusieron mucho empeño, coraje y compañerismo.
Nuevamente quedó comprobado que si trabajamos unidos
con mutua estima y responsabilidad vamos a vencer cualquier dificultad.
Asimismo, siempre dan resultados favorables la unión y la confianza en lo que
deseamos realizar.
Pero he aquí algunas notas de felicitación. Las recibí
con satisfacción ya que pude ser el instrumento para que mi compañía siguiera
funcionando, dando la seguridad a los trabajadores y la satisfacción a nuestro estado
de Virginia.
Una de ellas es inclusive del jefe con el cual discutí
como dos pigmentos en la cúspide de una torre bamboleante en donde no cabe sino
agradecer a Dios por lo que él nos dispensa y nos permite hacer de bien en este
maravilloso universo:
From: PUPPO Gennaro
Sent: Thursday, September 27, 2012
10:05 PM
To: SANCHEZ Milton
Cc: FARINA Nicola; BELLAGAMBA Bruno;
SLAVOV Radoslav; KEES Jim; BLASE Brad;
DICKINSON David; ALT Chad; FERRARIO
Carlo; CRUZ Sonny; CROWLEY Keith; HEVENER
Mark
Subject: Re: Conditioning tower
expansion joint
I don't know guys if you realize
what you all got accomplished, that was not
easy. Safety Creativity, dedication,
team work servicing one goal, don't stop
the kiln.
This was great
Sent from my iPhone
Never give in, never, never, never,
never, never give in
On Sep 27, 2012, at 6:11 PM,
"SANCHEZ Milton" Milton.Sanchez@essroc.com> wrote:
Nick
Here the result of our efforts.
Thanks to the control room operators, Sonny,
Carlo, Radoslav for making sure the
RM and kiln system was safe for the crew
that performed the job.
Let’s wait to see if the expansion
joint take care of the dusting hazardous.
Up to now I have seen the clothing
working in and out of the duct gap.
See you
tomorrow.
Y han sido muchas las felicitaciones orales,
espontáneas y, las más de las veces, bastando con la mirada del trabajador
humilde cuando uno transita por los pasillos o sale por alguna puerta, donde se
puede ver sus miradas agradecidas, por seguir teniendo un puesto de trabajo
seguro, y de cómo nos agradecen con los ojos dulces o con el gesto de llevarse
la mano a sus cascos, bendiciéndonos por lo que hacemos también por ellos.
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
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