domingo, 13 de septiembre de 2020

13 de septiembre. Nace Yma Sumac.

13 DE SEPTIEMBRE, 1922 

NACE
YMA
SUMAC

Danilo Sánchez Lihón 




1. Cultivó 
una voz

 Yma Sumac significa en quechua “Linda flor” y es el nombre artístico de Zoila Emperatriz Chávarri del Castillo, quien nació, según figura en su partida de nacimiento y, para asombro de todos, en el Callao que es puerto a la vera del océano, que es límite y extremo, porque es orilla, frontera, lugar donde acaba y comienza algo.

Y nació el día 13 de septiembre del año 1922, en el Callao que es borde, canto y ya en las afueras, pero que es centro entre dos opuestos dialécticos: lo interior y lo externo. Pero si bien nació en este linde, se crio en Ichocán, en San Marcos, aldea de la región de Cajamarca, de donde era natural su padre, como su madre era de Pallasca, de donde era mi abuela Rosa, en el departamento de Ancash, región de los chucos muy cerca de mi terruño que es Santiago de Chuco.

En su infancia fue pastora de lliclla, de trenzas amarradas con cabuya; con pollera de lana y cargada de rueca para hilar, sea en las mañanas espléndidas a campo abierto o ya sea cobijada en una cueva de las tempestades inclementes. Y siendo todavía niña ya competía y rivalizaba con todo el reino animal y vegetal en imitar los sonidos que emitían sean las aves, los felinos y reptiles; como los chasquidos de las cortezas de los árboles y de las hojas cuando las golpea la lluvia o las acompasa la brisa.

 


2. Sólo

una vez

 

Y cultivó así una voz que alcanzaba un registro sobrehumano que aún de muerta sigue asombrando a todos los músicos que saben lo que significa eso: voz de 5 octavas y media. Y esto, siendo el promedio entre las artistas de ópera las 2 octavas y media, con excepciones como la de María Callas que alcanzaba 3 octavas y nada más, como lo máximo. Ese es el límite terrenal. Lo demás es célico, designio y prodigio.

Para poner un ejemplo: un piano apenas alcanza el registro de 2 octavas, lo que significa que su voz estaba hecha más allá, incluso, de lo que alcanza el artificio humano. Y si a la voz agregamos una cultura de asombro, como es la cultura andina, que ella representaba y de la cual provenían las canciones que interpretaba, entonces se alcanzaba con ello un límite divino.

De allí que Glenn Dillard Gunn, crítico de música del Times-Herald de Washington, D.C., escribió:

 “No hay voz como ella en el mundo de la música de hoy. Tiene una escala más alta que cualquier voz femenina de concierto u ópera.  Se encumbra dentro de la estratósfera acústica, o aploma al sub-contralto profundo de tono con igual facilidad. Tales voces sobrevienen sólo una vez...”

 


3. De nidos

de abejas

 

Voz cósmica la suya, sideral y etérea, como de bajos y graves profundos: Ritual, icónica, totémica. Del parto de los mundos, como de la agonía, la explosión y la muerte. Voz que sintetiza los cuatro elementos de la naturaleza como son el agua, la tierra, el aire y el fuego.

Voz que grafica los abismos como las cumbres de los andes del Perú. Luminosa y diáfana como también oscura y hasta tenebrosa, como bien le dice Stravinski a nuestro compatriota Jorge Eduardo Eielson.

Voz arcaica y primitiva como agorera y futurista; y que se hunde en el más imprevisible porvenir. Del origen del mundo como también sin tiempo real ni posible, hecha de arrullos, balbuceos y alaridos.

Voz gutural, de bisbiseos y gemidos, de nidos de abejas, de moscardones sonámbulos, de arrullos y gimoteos de animales que se aparean ansiosos y ambos indefensos y en éxtasis; voz de miedos cervales entre las especies que deambulan entre los aguajes y la eterna sombra de los árboles.

 


4. Aura

sagrada

 

Voz animal, vegetal y mineral; de todos los géneros, linajes y las sangres; de alientos, desalientos y consuelos, de espantos, remordimientos y arrebatos; voz en los astros, oscura y celestial, de miedo, de percusión, de tambores llamando a la guerra; y de amor, que nació aquí entre estas tierras, aguas, volcanes, vendavales y cascadas.

De allí que diera conciertos en toda Europa y en las salas y auditorios de mayor reputación, como también en Rusia adonde fue por dos semanas y tuvo que prolongar su estadía debido al cúmulo de solicitudes inesperadas por el lapso de seis meses, permanencia en la que tuvo que recorrer ciudades que literalmente quedaban hechizadas y a sus pies.

Como también llegó a realizar presentaciones en países tan lejanos y exóticos como Persia, Afganistán, Pakistán, Birmania, Tailandia, Sumatra, Japón, Filipinas, Australia, y muchos más.

Llevando siempre el halo mágico de representar a una cultura con aura sagrada, como es la del Imperio Incaico. Y todo lo que dicho espacio y tiempo mágicos lograron decantar, entre otros: los valores más supremos en la vida cotidiana, sobre todo el cariño, el candor, la devoción y la hermandad entre los seres humanos.

 


5. La más grande

revelación

 

Sin embargo, el momento más culminante artísticamente de Yma Sumac, no fue ni en su permanencia en Estados Unidos ni en sus giras alrededor del orbe, sino aquí en el Perú. Y ello ocurrió cuando ella surgió en los años cuarenta y actuó en escenarios de nuestro país, y después en Latinoamérica, en países como Argentina, Chile, Brasil y México.

Fueron esos los años estelares más espléndidos de Yma Sumac, y cuando su arte más que galas y oropeles contenía esencias, fuerza primigenia y legitimidad cultural y humana. Y si tuviéramos que elegir, entre esos años, un acto simbólico, elegiríamos el momento cuando ella se presenta, el año 1942, en Radio Belgrano de Buenos Aires para grabar junto a Moisés Vivanco en los estudios del sello Odeón.

El repertorio de música andina que se desplegó en ese disco es un portento, como es la Cordillera Blanca de los Andes, en el departamento de Ancash, o como lo es la Cordillera Azul, entre los ríos Huallaga y el Ucayali, zona con la mayor diversidad en plantas y animales que hay en el mundo. Y se hizo con el repertorio de las canciones del folclore andino que han resultado clásicas como El cóndor Pasa, Vírgenes del sol, y Amor indio. 



6. Grandeza

y sublimidad

 

Todo ello suscitó que el diario La Prensa de Argentina el año 1943 expresara con una sola frase, la admiración que suscitaba Yma Sumac:

La más grande revelación de nuestros tiempos”.

Fue su mejor época, y lo hizo solo con recursos propios, nuestros, de aquí, de entrecasa.

Aunque después su arte tuviera una resonancia en el público que solo puede resumirse con un vocablo: ¡Apoteósico!

Y su nombre se escribiera en el Paseo de la Fama de Hollywood como la primera latinoamericana que obtuviera dicha distinción y reconocimiento.

Sin embargo, mientras cantó en el Perú lo que más le importó fue la esencia y el sentimiento de expresar la grandeza y sublimidad de una música como la tiene la cultura andina acoplando a ella la voz prodigiosa que ella poseía.

Lo que nos deja la lección y el resultado de que no esperemos que lo mejor nos venga de fuera, cuando lo mejor lo tenemos aquí dentro.



7. Artista

universal

 

Porque cuando emigró ya no importaron tanto los valores que contenían sus canciones principalmente basados en nuestro folclor, sino que en este período más importó el portento de su voz, y la reminiscencia de que pertenecía a un país de fábula.

Emigrante en los Estados Unidos, poco a poco para ella y los demás importó más el éxito que el cultivo auténtico del folclor musical extraordinario y acrisolado como es el de los andes del Perú.

Sin embargo, junto a otros representantes de nuestro acervo cultural Yma Sumac tiene el mérito de ser una artista universal con la raigambre de aquello que pertenece a nuestra cultura, que es de asombro, de fascinación y maravilla.

Porque el mundo andino es nuestra más profunda identidad. Y es a partir de ese pozo propio interior, genuino, auténtico y propio, a partir del cual hemos de empezar a irradiar los valores que el mundo contemporáneo requiere y necesita. Y esto no solo para enmendar nuestra relación de depredadores de la naturaleza, sino para un mejor vínculo entre los seres humanos, que es lo primero que en estos momentos se necesita salvar.

 

Fotos 2, 4 y 6

Jaime Sánchez Lihón


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