Para hacer posible la paz no se trata de
levantar muros ni encerrarnos tras cercas sino hay que erigir puentes.
Y no me refiero tanto a la paz para aliviar
las guerras, que son esporádicas, lejanas y peregrinas.
Me refiero más bien a la paz sencilla,
cotidiana y de todos los días. Aludo a la paz casera con el vecino, el colega
del trabajo, en el hogar entre esposos, como entre padres e hijos.
La paz con el presente, el pasado y el
futuro pendientes de una relación cordial con ellos.
Concordia con lo que está al frente, detrás
y a mi alrededor.
Paz con el cielo y el mundo bajo las plantas de nuestros pies; con la vid que tengo dentro y al lado mío.
2. Llegar
al mar
¡Paz con la naturaleza!
Aunque incluso utilizamos los ríos como
cercos y fronteras, ubicando al otro lado de la orilla a los que consideramos
enemigos.
Pero para exorcizar toda separación hay que
tender puentes. Contra las diferencias y contra todos los sufrimientos.
Porque los puentes nos llevan de una a otra
orilla; como de lo conocido a lo desconocido e ignoto a fin de al menos
escudriñarlo.
Porque las dos orillas de un río nunca se
juntan ni siquiera al llegar al mar.
Son la misma esencia pero que nunca se unen
salvo con los puentes.
Por eso, lo que más ama el río son los
puentes. ¡Y qué importantes que son ellos!
Puente de la Bajada a los Baños en Miraflores, Lima |
3. Llegan
o se van
Pero hay formas y clases distintas y
variadas de puentes:
Los hay de fierro con figuras moldeadas en
sus balaustres, aunque existen otros de cemento y concreto armado, y con cables
que se alzan hacia lo alto.
¡Y los más bellos fueron hechos de piedra
en los lejanos tiempos!
Se extienden sobre ríos hondos y
caudalosos. O sobre lagos sonámbulos, ¡como vigías desvelados e insomnes!
Vistos desde la base hacia lo alto se lo
siente etéreos y celestes.
Y mirados desde el aire son lazos que
juntan dos cuerpos sobre un tajo abierto.
Mirados desde cerca son bálsamo sobre una
herida palpitante y abismal que apenas alivian, superan y finalmente ayudan a
atenuar los caminos que llegan o se van.
4. Tienden
lazos
¡Pero son tan bellos sus arcos detrás de
las colinas y de la neblina que los envuelve!
¡Y
del rocío de la alborada que los exornan en el amanecer de un día propicio!
Hay puentes que unen parajes, islas,
continentes. Hay puentes vistosos y otros escondidos.
Como hay miradas puentes, que inician una
nueva historia, que juntan destinos que venían por rumbos diferentes. Son
miradas puentes.
Hay gestos, expresiones, actitudes que son
puentes porque tienden lazos, vínculos y conjunciones.
Hay tantas formas y clases de puentes
evidentes e invisibles.
Puente Parque de la Amistad, en Surco
5. Entre una
y otra orilla
Pero ninguno que no sea hermoso por su
significado. Eso sí, hay unos livianos y otros fuertes; unos horizontales y
otros curvos.
Y a veces los puentes no se hacen visibles.
Son anhelos y pura ilusión; son trazos que uno imagina cuando nada nos une y
todo nos separa.
Pero ellos, pese a ser así, sin cuerpo,
también nos salvan.
Y hay tantas maneras de ser puentes. El asa
de este pocillo en que sorbo el café que me abriga y trata de ponerme contento,
es un puente.
Las palabras son en realidad, todas ellas,
grandes puentes.
¡Cuán distinto sería si en vez de callar
hubiéramos dicho la palabra precisa que tendía un puente entre una y otra
orilla!
En Las montañas neblinosas en los EE.UU.
6. En
lo cotidiano
¡Cuán distinta sería la vida si hubiéramos
tendido los puentes que eran oportunos y exactos!
La paz hay que anhelarla y luchar por ella
para que se imponga no sólo en donde hay guerras o conflictos bélicos.
Porque es importante la paz allí donde
están erizados los ejércitos. Y la manera de hacerlo es tendiendo puentes.
Pero también es fundamental en el ámbito
cotidiano, al interior de cada casa o de una familia. La paz en un centro
laboral, vecindad u organización social.
Y mucho más aún en donde hay una aparente
paz, una paz de cementerios, y en donde nuestras relaciones están quebradas.
Porque hay desconfianza y hemos elegido ya
la perspectiva de la desavenencia, la pugna y el conflicto.
Sobre el Puente del Parque Central de NY.
7. Atesorarla
como un
diamante
Por eso hay que tender puentes.
Y entre las palabras puentes hay una que es
fundamental, y ella es hermano. Como otra es abrazo.
¿Y qué mejor puente en realidad que
abrazarse?
Y entre los puentes más bellos lo es una
mano tendida hacia otra mano. ¡Y aún más la mano para sujetar al hermano que
caía!
Como hay un puente que hasta ahora nos
asusta y que une cielo y tierra, y ella es la muerte.
Hay que verla más bien como puente, grave y
difícil es cierto, ¡pero al fin puente! Y puente de paz.
Porque en el fondo la paz no solo hay que
sentirla y pensarla sino imaginarla y atesorarla como un diamante, como el bien
supremo en el alma y en el universo.
reproducidos,
publicados y difundidos
citando autor y
fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
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