Joven, sobre todo, es ser generoso. Es quien
se brinda íntegro en lo que siente y piensa. Y en lo que hace.
Quien afronta el mundo con aquello en lo
cual cree, y culmina y rubrica con su vida sus convicciones.
Quien arriesga todo por un sueño. Es quien
encarna el ideal por el cual lucha.
Es tener capacidad de arrojo, es quien se
echa al camino llevando como emblema apenas unos versos pergeñados en el alba.
Quien va repitiendo unas consignas, como un
nombre de mujer o de varón según sea el caso, sea o no el sol o la luna quienes
alumbran sus pasos.
Es llevar una guitarra al hombro o muy
adentro oculta en el pecho, de la cual extrae arpegios y con la cual entona
canciones llenas de esperanza, que le borbotean desde dentro del alma.
Es quien reconoce que los brazos es la
evolución de lo que primero fueron alas y que están ahí para dar concreción al
vuelo de nuestras aspiraciones y a las visiones de nuestro corazón.
2. Las nieves
eternas
Joven es quien inclina conmovido y
reverente su frente no solo ante las rosas, sino ante los problemas pendientes de
solución en nuestros pueblos. Es quien hunde y moja sus cabellos en el agua
cristalina de los arroyos, las fuentes y manantiales intocados y aún vírgenes
de las grandes esperanzas por concretar.
Es quien inclina su rostro, abraza y besa
igual la mejilla y el cuello de su amada, como el de la anciana que mendiga y
le da todo lo que lleva. Es ser virtuosos, alegres, incólumes. Es ser
pletóricos, jubilosos y confiados de que todo saldrá bien, pero quien se ha
asegurado de que los cables que amarran las jarcias son firmes y resistirán la
embestida de las olas embravecidas y de la borrasca que ya acecha.
Es quien tiene la moral de alcanzar lo
imposible. A quien le importan los sueños que se agitan como aves y peces en el
fondo de su alma. Pero más, es quien se arroja a bregar por los anhelos, sueños
y utopías prometidas y por cumplir.
Es quien no apaga sino enciende el fuego de
su ardiente corazón. Joven es el viento, son las olas, las nieves eternas,
cuando amanece, y todo es inauguración y promesa.
3. La victoria
está cerca
Joven es honrar a quienes dieron su vida
por lo noble, por lo insigne y sagrado en nuestras vidas. Y por la dignidad del
hombre sobre la faz de la tierra. Es aspirar a la vida heroica.
Es tener sentido de indignación y capacidad
de sublevarse. Es portar estandartes, tener emblemas, izar banderas; es ser
orgulloso de lo que somos, sin importar si tenemos o no tenemos recursos, bienes
o posesiones.
Es soñar, ¡pero mejor aún despertar! Y más
aún: actuar en base a los sueños acunados y alentados de noche o en la
alborada.
Es tener esperanza en nuestros ríos
caudalosos y en nuestras nieves inmarcesibles. En el fuego sagrado que
encendieron nuestros antepasados. En que va a venir el día, en que esté ya
cercana la aurora en que desayunemos todos reunidos en una sola mesa.
Es creación heroica, sin calco ni copia.
Con valor sublime, con arrojo a favor de todo bien supremo. Es quien piensa que
la victoria está cerca, porque ha doblegado a la apatía y vencido ya a la
muerte.
Joven es el que ama.
4. Esa flor
suprema
¡Jóvenes!
Detrás de esa línea del horizonte hay un
Perú solidario, que pese a su humildad comparte su mesa con el peregrino y el
forastero, a quien se lo reconoce como a hermano.
Y sé que ustedes saben asumir las causas
nobles y justas con total dedicación, ¡y con pura y aureolada consagración!
Y es que ustedes portan el estandarte del
tiempo nuevo. ¡Y es que ustedes son los adalides de una historia que recién comienza!
Y que es lo que verdaderamente importa que hagamos.
Para alzar los andenes nuevos del canto a
la vida, de la solidaridad universal. Para entonar con alma matinal la endecha
del amor sublime. Y para forjar la esperanza y redención de nuestro pueblo,
como la flor suprema.
Por eso, ¡brindemos! Por subir a las
montañas. Y a la reserva moral de nuestras nieves eternas, para amar mejor.
Los textos
anteriores pueden ser
reproducidos,
publicados y difundidos
citando autor y fuente
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