jueves, 24 de septiembre de 2020

24 de septiembre. Nace José Luis Ayala. / Destino de un libro para niños.


24 DE SEPTIEMBRE 
NACE JOSÉ LUIS AYALA 

DESTINO 
DE UN LIBRO 
PARA NIÑOS 

Danilo Sánchez Lihón 



El niño 
es el padre del hombre”. 
Holderlin 

1. Justa 
razón 

José Luis Ayala declara que la obra que más quiere y con la cual se siente más identificado es Cocolín, conjunto de poemas que dedica y ofrece a los niños del mundo.

Y yo sé por qué Cocolín, este libro, es el fruto más apreciado por José Luis. Lo sé porque conozco desde hace muchos años al autor, con quien nos une una amistad probada a golpe de los micros que unen nuestras casas.

Probada en las coincidencias y divergencias que tenemos en nuestras visiones del mundo y de la vida

Probada en nuestra emoción del Perú como un país en donde creemos que el sentido, la voz y la esperanza son de raigambre andina.

Probada en los desengaños y en los anhelos compartidos, en lo que creemos y no creemos.

De allí que pueda hablar con conocimiento de causa de por qué José Luis valora tanto, y con justa razón, a Cocolín.


 

Lago Titicaca, en Puno


2. Un mundo

mejor

 

Primero porque es el libro en el cual su autor se realiza no sólo como poeta, que fundamentalmente lo es, sino porque plasma y concreta también otras vocaciones, u otras dimensiones esenciales que lo caracterizan y lo definen, como es el ser maestro de Educación Primaria, de aquellos que tuvieron que igualarse al campesino en abrir surcos, aunque esta vez surcos en la sensibilidad y la conciencia del hombre.

Pero no sólo eso, sino el de ser bibliotecario encargado de llevar la luz del saber y la paz de los libros a los niños del altiplano. Pero, además, el de ser un comunicador y un amante de su pueblo, cautivado por su identidad y su destino, por su dolor, como por sus esperanzas y sus fiestas. Todas estas vocaciones e inclinaciones de su personalidad están plasmadas en este libro.

Aunque eso no es todo, también concreta su temple de guía y conductor, es decir: de padre, que en el caso de José Luis, lo es de varios que ya son grandes. Y su tremenda y enteriza inclinación a ser un hombre que anhela un mundo mejor, más justo, más humano. Este libro le ha dado a él la oportunidad de ser todas estas cosas que complementan y superan la de ser solamente un excelente poeta.

 

París, los Campos Elíseos


3. El

arco iris

 

Pero también es el libro que José Luis más estima por otras razones; aparte, claro está, de sus méritos literarios, formales y técnicos; y ellas son las circunstancias en que este libro fue escrito, que fueron cuando él enfermó gravemente, en 1974, en París, y tuvo que ser internado durante largos meses en un hospital.

Estar enfermo en París, en invierno, y ser un aymara o un puneño, es algo muy grave y muy serio. Mirar por los ventanales de esos edificios vetustos de París, sentirse solo, lejos de la mujer y de los hijos, a quienes se recuerda y añora es algo que rompe el corazón; ver el cielo gris, opaco, salado y evocar las lluvias y nubarrones de junio que aureolan el lago, todos podemos imaginar que ¡eso es algo insufrible y atroz porque el alma se cae a un pozo del cual después es muy difícil sacarla!

¿Pero qué hechizo o extraña brujería es ésta de irse a París a pensar en las tejas o en las goteras de las paredes derruidas de nuestra infancia y allí desvelarse por el destino de nuestros pueblos andinos, como para él es Huancané? O para hacer memoria de la luna bogando por el cielo, enredada en los magueyes de nuestra casa aldeana, contemplando la nieve caer lentamente en los campos de maíz o de trigo ¡y el arco iris posarse en el alero de nuestros pueblos sufridos! 


Lago Titicaca, en Puno


4. Viene

desde muy lejos

 

Pero no fue solamente esta estadía en el hospital, sino que de allí fue trasladado a los Alpes para hacer una larga convalecencia en una pequeña localidad francesa llamada Combloux, en la cual tuvo que soportar la tremenda melancolía de ocupar un piso alto de una casa de campo en donde, abajo, en el primer nivel, funcionaba un Jardín de Infantes para niños de una edad en la cual todo es inocencia cuando nosotros ya nos sentimos culpables de todo.

Y, en esas horas largas de reposo, tener que escuchar los ruidos de vajilla y de juguetes, los cantos, las campanas las voces de niños y de maestros, ¡y recordar todo lo que se ha ganado y se ha perdido en esta vida! ¡Ah, eso es duro de pasar! ¡Es algo tremendo!

Tener todo ese peso de los recuerdos y la nostalgia de la tierra natal, ubicada a orillas de un lago increíble, que en la geografía del alma es algo muy hiriente por lo infinitamente hermoso y feliz que allí se fue pese en verdad a haber sufrido; y que viene desde muy lejos, es algo que sólo cantando se puede disipar.

 

El arco iris, como símbolo


5. Tanto

así

 

Por eso Rainer María Rilke decía que sostener la belleza, o el abrazo del ángel, era terrible. Este libro es hijo, hechura y producto de esas horas.

Es decir, éste es un libro escrito con una cercanía muy fuerte de la lejanía. De la naturaleza, de los niños y de la vida. Pero también con una lejanía muy cercana y muy honda, más lacerante y opresora todavía. Cuál es el recuerdo de uno mismo como algo que apenas si se rescata o se salva; la evocación de las propias imágenes del niño que uno ha sido, pero ubicadas en un espacio y tiempo tan anterior que uno duda que hayan existido jamás.

Por eso es que hay detrás, como música de fondo de este poemario, cierto ritmo de aldea cósmica, se escuchan las voces de los niños, los arrebatos de las campanas, las voces de los muertos, pero también la vida de la escuela.

De aquella casa de la cual a veces racionalmente se despotrica tanto, pero que es un espacio de vida interior en cada persona que los pasos de la vida lo han llevado muy lejos; tanto así que debiéramos cuidar mejor su evocación, porque representa mucho en el mundo que llevamos dentro y con el cual sencillamente morimos.

 

José Luis Ayala



6. Capaz

de redimirlo

 

Pero también es el libro chochera de José Luis porque ésta es una obra escrita para Cocolín, que es lo mismo a decir Jorge Luis el hijo mayor de nuestro amigo, personaje que sin embargo no conoció estos poemas hasta que fueron publicados cuando él era ya un hombre mayor, hecho y derecho.

Y aquí en este asunto yo sorprendo algo terrible que pasa a los seres que tienen más que cosas, herramientas o materiales en las manos, tienen abierto allí su propio corazón, expuesto y vulnerable, como lo tiene José Luis Ayala.

Porque, ¿qué desgracia es ésta, que no leamos los poemas que alguien como nuestro padre ha escrito para nosotros, y que pudo contener la mano, el soplo o el aliento para ayudarnos a cruzar lo que teníamos que cruzar: el río, mar u océano que tuvimos qué cruzar?

¿Cuántos viven o han muerto sin haber leído o conocido los poemas que alguien –hincada el alma, dichosa o acongojada– ha escrito para él o ella y que pudo ser aquello capaz de redimirlo en un momento supremo?

 

Presentando un nuevo libro de José Luis Ayala 


7. Tanto tiempo

callado

 

Cocolín, el destinatario de estos poemas, e hijo de José Luis Ayala, no conoció de niño este mensaje, porque su padre, y he aquí el capricho de que a veces somos juguete quienes tienen el corazón en la palma de la mano, quería entregarle estos poemas como libro editado, en letras de imprenta, seguramente con pasta en cartulina foldcote y refilado de tal modo que los dedos se deslicen suaves por su borde como por las cuerdas de un violín estupefacto. En el tiempo que tardó en conseguirlo pasaron muchas cosas. ¡Y muchos años!

El hechizo es que los poemas aún lo siguen siendo. Pero su destinatario en la vida real ya no es un niño, sino que ahora es un hombre adulto.

Pensemos brevemente en este significado: de ¡cómo un libro de poemas tiembla tanto tiempo callado en el fondo de los cajones de un escritorio! ¡Cómo la voz de un padre –y que es la voz más conmovida y conmovedora– demora tantos años para llegar hasta el alma de un niño que es su hijo!

 

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 Los textos anteriores pueden ser

reproducidos, publicados y difundidos

citando autor y fuente

 

dsanchezlihon@aol.com

danilosanchezlihon@gmail.com

1 comentario:

  1. ¡Qué profundo maestro! ¡Cuánta sensibilidad! Gracias a José Luis Ayala; pero sobretodo, gracias a Usted, por "abrir surcos en nuestros corazones" para hacernos amar lo nuestro y la buena lectura.

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