miércoles, 30 de septiembre de 2020

30 de septiembre. Día del Traductor. / Traductor de pájaros.


30 DE SEPTIEMBRE 
DÍA DEL TRADUCTOR 

TRADUCTOR 
DE 
PÁJAROS 

Danilo Sánchez Lihón 





1. Adhesión 
a la vida 

Francisco Izquierdo Ríos es cúspide de la literatura infantil auténtica, entrañable y raigal del Perú. Una de las grandes cumbres, atalayas y montañas mayores de la palabra hecha naturaleza, devoción y ternura, como cabe serlo cuando nos dirigimos a los niños; y no artificio, distracción ni malabarismo verbal. Él dice:

En la punta de débil hierba

he visto temblar el rocío.

En un cristal tan pequeño

caben el sol, el cielo y el río.

Eso es vida, mundo, sabiduría. Por eso, hay que leerlo más en las aulas de clases y en las casas, por eso hay que recrear sus cuentos y poemas las escuelas, representar sus obras en los proscenios. Hay que realzar su mensaje desafiante de adhesión a la vida, de fe inquebrantable en el Perú, y admirar más su alma fragorosa, en los escenarios espontáneos de nuestras salas, patios y corredores.

Hay muchos aspectos que destacar, relievar y comprometerse a seguir en la experiencia creadora y en el ideario de la vida y obra de este autor amazónico. Pero quisiera poner hincapié en un aspecto de su actitud ante la vida, un detalle aparentemente nimio frente a otros grandes significados que él alienta, sostiene y representa.

 

Francisco Izquierdo Ríos


2. Siempre

hondos

 

¿Cuál es dicha faceta al parecer minúscula, pero a la vez significativa y hasta grandiosa? ¡Claro! Quizá menor en comparación a otros temas realmente magnos y de gran repercusión, y que en su obra están presentes y contenidos, como por ejemplo son banderas y pendones tremolantes que él erige y sostiene enhiesto, su fidelidad a lo amazónico y nativo.

Como otro estandarte también es su defensa del folclore, de la justicia social, de la escuela en vínculo con la cultura. Y particularmente su adhesión y militancia con una literatura infantil y juvenil no como deliquio sino como conciencia y compromiso heroico con los seres humanos y los pueblos más indefensos.

Pero, el rasgo al cual quería referirme de un modo especial y que es casi una curiosidad, fascinación y rareza que él asume, resalta y ostenta es su rol, desempeño y habilidad como traductor de toda clase de pájaros.

Y esta fue la primera impresión que yo tuve de este autor, cuando mi padre un día lo invitó a comer a nuestra casa, en ocasión en que él visitó por primera vez Santiago de Chuco, mi pueblo. Y sentado en la mesa de comer dejó dedicado con tinta azul líquida el libro Cuentos del tío Doroteo.

Y este es el rasgo que yo inmediatamente noté al abrir y leer el libro, y al cual me refiero con rubor, cual es que él supo desentrañar el lenguaje de los pájaros. Todo aquello que ellos hablan o expresan en su gorjeo él lo transcribe en lenguaje humano, porque la suya es una literatura poblada del canto de las aves, o más precisamente de su habla, porque en su obra ellos conversan sobre temas casi siempre hondos de la vida y del destino en general, y de ellos mismos en particular:

 


3. La soledad

de dos

 

Y es inevitable. Ave que ve inmediatamente atrae su atención, la observa y la sigue comedido, exaltado y devoto. No solo por lo muy cantores o habladores que fueran, sino hasta por sus carencias, sus inhibiciones y hasta sus silencios y menoscabos. Así se expresa, y traduce lo que se dice:

En las noches oscuras o en las noches de luna fluye de lo más hondo de la selva peruana un triste canto en quechua:

Ayamamaaaaaaaaaaannnnnnnnn...

Huishchurhuarcaaaaaaaaaaaaaaa...

(Nuestra madre ha muerto.

Y nos ha abandonado).

¡Qué estremecedor me resultó leer esto de niño! Y recuerdo que corrí ahí mismo a abrazar a mi madre. Y prosigue:

Se cuenta que muchos viajeros, al oírlo desde las chozas de la soledad de los caminos, no pueden soportar tanta amargura y dan media vuelta hacia sus hogares, con las primeras luces del día.

Son dos pajarillos que así cantan, y que antes fueron niños, según la leyenda... Y hasta hoy nadie ha podido verlos.

¿Y no es, acaso, más conmovedor que sean dos hermanitos? Esto de niño me hacía llorar, porque eran dos. Tanto que a veces creo que la soledad de dos, incluso adultos, es más desgarradora que la de uno solo. Pero, en este caso eran de dos hermanitos pájaros, y tiernos. ¡Qué atroz!

 


4. Dice su canción

y duerme

 

Por si acaso, este rasgo o aspecto de la obra de Francisco Izquierdo Ríos es muy distinto a poner en boca de los animales lo que pensamos y queremos decir los hombres, como ocurre en las fábulas en donde parlotea el gato, el asno, los zorros y todo ser animado o inanimado que se encuentre, porque incluso se hacen hablar a las cosas.

En la literatura del autor que comentamos el asunto es otro: cual es que el sonido del canturreo de los pájaros dice algo que él traduce, principalmente en correspondencia a la fonética de los idiomas originarios. Imagínense: en el texto anterior es el quechua. Y entonces hay que ser un sabio en varios idiomas para saber lo que esos animales dicen.

Yo lo adivino a don Francisco con el oído puesto en las copas de los árboles, en lo alto de los ficus, nogales y palmeras; o en los viejos tejados de las casas donde se posan las aves, interpretando él lo que dicen, donde casi siempre sus sonidos tienen un mensaje incluso ciudadano y hasta social y político, como este:

¡Mañana voy a hacer mi casa! ¡Mañana sin falta hago mi casa!; pero cuando llega el día o pasa la lluvia, el Cacho olvida su promesa, y se duerme en cualquier parte. La hembra pone igualmente sus huevos en cualquier parte, dentro de la arena, de la hojarasca, de un pajal, debajo de una piedra, de un tronco caído, y los abandona a su suerte.

Pájaro bohemio, el Cacho en las noches por los campos vaga y durante el día duerme. Es un tuno.

Los otros pájaros le desprecian: «¡Haragán!», le dicen. Y «¡Dormilón!». Pero él se ríe de los que así lo consideran. Vaga, dice su canción y duerme.

Aparte de ese nombre criollo, duro y feo, felizmente este personaje tiene otro nombre en lengua nativa, cuál es el de sihuín. Así el mismo escribe:

 


5. No acaba

de techar

 

Los silbidos angustiosos de los shihuines cruzan la noche como hondazos por todas partes.

– ¡Holgazanes! –Exclama don Belisho ante el canto de esos pájaros. Ahora que hace frío se acuerdan de construir su casa. Mañana van a dormir todo el día...

– Así es –recalca don Orencio–. Solo cuando llueve y hace frío se acuerdan de fabricar su nido, los muy quellas... «¡Mañana voy a hacer mi casa!» gritan los tunantes, pero apenas raya la bella aurora se olvidan su promesa....

– Para ellos todo es mañana y nunca llega ese mañana.

– Sí, pues, taita Belisario. Lo correcto sería que, sin estar avisando, calladitos se pusieran a hacer sus nidos. Pero los condenados gritan mundo lleno y después no hacen nada...

– Muchos hombres, taita Orencio son como los shihuines. Prometen una cosa y no la cumplen. Aquí, en Jimbi, hay hombres que hasta ahora no tienen ni casa...

– Así es. Fabián Capa, por ejemplo; hasta ahora no acaba de techar su casa; hace tiempo que se encuentra en esa condición y ya se va a caer. Solo cuando llueve se lamenta él también...

– Ese Fabián es igualito al shihuín holgazán...

 

Francisco Izquierdo Ríos


6. Pueblos

con raíz

 

Francisco Izquierdo Ríos era un enamorado y contemplador furtivo y, a la vez, convicto y confeso de toda ave que se posaran en un árbol, en un alero o en una ventana. Suspendía todo quehacer y tarea por muy importante que fuera cuando oía que un pajarillo desgranaba su melodía, sea a cualquier hora del día. Dejaba su sillón, y lo más importante que estuviera haciendo con tal de prestarle la debida atención a la avecilla, escuchando con los ojos muy abiertos y con la cabeza inclinada, interpretando lo que anunciaran. Incluso se atrevía a suponer lo que decía su aleteo.

Él era vigilante oidor de pájaros, intérprete de sus trinos, decodificador de sus lenguajes, cronista de sus aventuras, notario de sus tinos y desatinos; escribiente de sus reclamos, anotador de sus conversaciones. Vocero de sus lamentos, anunciador de sus promesas y representante consular y diplomático de ellos en esta tierra estremecida. Era políglota de sus diversos idiomas, traductor de sus textos, testigo de sus espíritus, de sus dramas, tragedias y desvelos.

– Dios ha muerto, Dios ha muerto.

– ¡Qué pena!, ¡Qué pena!

Otros pájaros dicen:

– ¡Quién mató a Dios!

– ¡Quién mató a Dios!

¡Imagínense! Captar este vínculo del mundo de la naturaleza con lo divino y místico, con la presencia de Dios en nuestras vidas. ¡Es el colmo! ¿No es, acaso, un hecho sorprendente por su profundidad y hermosura? Y que en su obra se da como algo sencillo, natural, y transparente. Como fenómeno de los pueblos con raíz, lastre y profundidad, ¡cómo es el nuestro!

 

El libro de mi autoría


7. ¿Dónde

está Dios?

 

Porque hay que tener hondura y vastedad para recoger e interpretar el canto de los pájaros. Y hay que ser pueblos que ofrezcan el soporte de su sabiduría ancestral para textos como estos:

 «En los valles de la Cordillera Oriental del Perú, viven unos pájaros que hablan. Andan en pareja: macho y hembra. Y cantan, generalmente, por las tardes.

– ¡Jesucristo murió...! –dice el macho.

– ¡Sí señor, en la Cruz! ¡Sí señor, en la Cruz! –le responde la hembra.

Así, al menos, lo interpretan los campesinos, convencidos de que «las cosas de Dios» deben saberlas todos los seres de la Naturaleza»

¿No es increíble que los temas y asuntos del ámbito de lo sagrado estén en los minúsculos picos de las aves, y si es así en la boca mínima de caracoles, mariposas y libélulas?

Hay otras aves, llamadas liclics, a las cuales se les teme como aves de mal agüero, por ser misteriosas, pues se esconden tras la niebla. He aquí lo que ellas hacen:

«Por la particularidad que tienen de alzar la cabeza hacia el firmamento, las gentes dicen que señalan el lugar donde se halla Dios. Los niños que, ya en sus andanzas vagabundas, ya cuando van a las chacras o a cortar leña, encuentran estas aves, les preguntan como si fuesen personas y con toda seriedad:

«Liclics, ¿dónde está Dios?»

Y los liclics alzan, graciosamente, las cabezas al firmamento.»

Hay que tener el alma transida y haber nacido con designio para saber todo esto, que es sagrado.

 

Fotos 3, 4 y 5
Ruben Lettieri

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