Mi padre fue maestro y artista y mi abuelo
Desiderio Sánchez Ulloa fue un intelectual que conformó en Santiago de Chuco un
grupo literario junto con un personaje legendario de su época, poeta y
trovador, como fue don Carlos Rojas apodado El Macarano.
Mi abuelo Desiderio en su madurez escribía poemas,
canciones, acrósticos; y era el orador obligado en toda ceremonia o acto
público, sea actuaciones cívicas como actividades sociales; trátese de la
inauguración de una obra reciente, o ya sea el homenaje a un visitante ilustre.
Ya sea al inicio de una efeméride cívica, o de un
acto festivo, como son las bodas de oro o de plata de una pareja matrimonial o
ya sea la despedida de una promoción escolar. Era, además, colaborador
constante en revistas y periódicos de la capital del departamento, como es la
ciudad colonial de Trujillo
Mi padre dirigió una orquesta musical de
instrumentos de cuerda, quien tenía la lectura como una de sus actividades más
asiduas, y recreaba en la mesa de comer, como en su aula de clases, pasajes de
la vida como de sus lecturas de artículos, crónicas e informaciones, así como
de cuentos, mitos y leyendas, cual si fueran hechos de la vida y la realidad.
Hacía periodismo escolar en el infaltable periódico
mural colocado al costado de la puerta de ingreso a su aula. Recuerdo uno de
ellos, porque tenía un nombre poco literario, pero sí zumbante y para aquella
época novedoso y atrabiliario, cual era: El helicóptero.
Mi abuelo Desiderio
2. Allí
me di cuenta
Mi madre ha sido siempre ama de casa desde que mi
padre interrumpiera su vida de niña rica, encantada y nacida en cuna de oro.
Pero siendo señorita estudió algunos años de Educación Secundaria, lo cual era
raro, inaudito e inusitado, para cualquier persona de mi pueblo en aquella
época y mucho más extraño siendo ella mujer, lo cual constituía una hazaña
extraordinaria. Pero todo eso lo dejó por volver a su pueblo y casarse con mi
padre y tener los once hijos que somos ahora nosotros desperdigados por el
mundo. Uno de ellos recientemente fallecido, como es mi hermano Guillermo.
Pero cuando le pregunté alguna vez a mi madre qué
hubiera querido ser en la vida me sorprendió que su contestación fuera:
– ¡Periodista! –Me dijo.
Me asusté tanto con esta respuesta, porque no era
frecuente en mi pueblo saber qué era precisamente ser periodista, tanto que
busqué sus ojos para que me explicara y que los puso transparentes en los míos.
Estaban felices, iluminados y mirándome directos. Y para estar seguro le volví
a preguntar:
– ¿Qué has dicho, mamá?
– ¡Periodista! –Me volvió a repetir, pero esta vez
sin retirar su cara sonrojada por las llamas que emitía la candela del fogón de
leña en la cocina familiar donde preparaba lo que hemos desayunado, almorzado y
comido toda la vida. Recién allí me di cuenta del inmenso amor que le tenía a
mi padre y a nosotros para haberse sacrificado tanto, al punto que me pareció
inmensa la distancia para que ahora pudiera serlo, aunque dicha profesión calza
perfectamente con su temperamento vital.
Mi madre
3. La médula
y esencia
Pero aún tuve el desparpajo aquella vez de seguir
interrogándola. Más, a modo de disimular mi turbación o mi asombro; y para
saber si no se equivocaba, insistí:
– Y, ¿por qué, mamá?
– Me hubiera gustado ser periodista para estar en
todas partes y vivir lo más intenso de la vida, y que es lo que ocurre en cada
momento en el mundo.
– ¿Sí, mamá?
– ¡Claro! Ser periodista es como si la vida la
vivieras de a verdad, porque no te pierdes nada de lo que sucede en tu época,
en el momento en que las cosas están ocurriendo, y tú mismo te vuelves en
protagonista.
Advierto que
mi mamá cuando habla pareciera que es doctora en algo. Este defecto a varios
los he escuchado comentarlo después y muy sorprendidos
– ¿Así, mamá?
– Sí. Siendo periodista es como si justificaras tu
vida, porque siempre vas a decir que has vivido. Es como si no te defraudaras a
ti mismo, que de repente no estás viviendo lo más intenso de un momento. El
periodista está ahí donde acontece lo más importante de una época, y de la
historia.
Estas palabras de mi madre definían para mí de la
mejor manera, la médula y esencia de lo que es ser periodista.
Mi aldea
4. Bajo el sol
radiante
Siendo estudiante de educación secundaria en el
Colegio Nacional César Vallejo de mi tierra natal, que es Santiago de Chuco, fundamos
un periódico entre los compañeros de mi aula del Tercer año de media, y que
pusimos por nombre: “El Parroquiano”, nombre preciso porque todo su contenido
era la vida y milagros que ocurrían en mi comarca. El director de este órgano
de prensa y condiscípulo mío, fue el Dr. Luis Santa María Paredes, quien vive a
ratos en Lima y a ratos animando actividades en mi pueblo natal. Él ahora es un
destacado abogado, quien se desempeñó como Juez en Tacna y es un hombre de
letras culto y erudito, además de ciudadano probo y conciencia cívica de toda
mi provincia.
Yo era el segundo de la plana jerárquica de “El
Parroquiano”, con el rango de Jefe Editorial. Y era quien escribía los
artículos de fondo y la página de opinión de aquel semanario. Era una obra
totalmente estudiantil, autónoma y libre, sin ninguna injerencia de los
profesores ni de la dirección del plantel. Para hacerlo no pedimos auspicio ni
ayuda de nadie, de ninguna clase ni especie. Ningún profesor intervino en ello.
Fue fruto natural, surgido del árbol que habían sido nuestras carpetas, y del
agua que burbujeaba en los tinteros en donde untábamos la pluma de lata, uncida
a una madera con que en aquel tiempo escribíamos.
Surgió natural de nosotros mismos y lo hicimos
solos con el mayor entusiasmo, fervor y dedicación. Cada número que salía del
periódico “El Parroquiano” el director del plantel nacional, que fue el primero
fundado en mi provincia, el Dr. Uladislao Silva Sánchez lo leía muy concentrado
en el patio, y bajo la luz del sol radiante; a ratos murmurando y otros en
silencio, volteando y regresando para cotejar algo en sus páginas.
5. Libre
e independiente
Era aquel director un hombre severo, venido de
Trujillo, con una trayectoria brillante en lo magisterial. Al leer nuestro
vocero era inmensa y tremenda su concentración y alerta al descorrer sus
páginas, como la de un felino en el acto de cazar una presa cada vez que
volteaba una hoja. Sin embargo, al tiempo que avanzaba su rostro se volvía más
y más jubiloso, complacido y satisfecho.
Al terminar otra vez volvía a releer en alguna
parte. Y luego entraba a su oficina llevando nuestro periódico en sus manos.
Nunca nos llamó, ni reclamó nada, ni tampoco nos felicitó por esta muestra de
libertad, de independencia de espíritu y de criterio. Y de nunca pedir nada a
nadie. Además, en él todo estaba claro, con nuestros propios nombres y nunca
escondidos bajo seudónimos. Pero su mejor homenaje fue esa lectura tan atenta y
concentrada que hacía a plena luz del día. Y así todo estuvo bien. Entendió
desde el principio que el nuestro era un periodismo autónomo, independiente y
libre, incapaz de soportar una pauta, una directiva ni mucho menos volverse
oficialista.
Quien escribía el editorial era yo y casi siempre
enfocaba un tema de importancia local de mi aldea: sea la inauguración de la
primera sala de cine a cargo del gobierno municipal, sea la construcción de la
carretera vía Chao y Virú, sea la reserva de guanacos de Calipuy, sea los baños
termales de Cachicadán, o ya sea la conservación de la tawa o también mal llamada
Puya de Raimondi.
Mi padre
6. Sobre
el acontecer cultural
Ya egresado de la Facultad de Letras de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos como licenciado en Literaturas
hispánicas, y habiendo estudiado también educación en dicha casa de estudios a
lo largo de mi vida profesional he participado como colaborador en distintas y
múltiples revistas, así como he desarrollado espacios en la radio, y asistido
como invitado para atender diversas entrevistas sobre el acontecer cultural en
la televisión.
He fundado y tenido a mi cargo la dirección de no
menos de 12 revistas de carácter educativo, literario y cultural, tales como: “RIDECAB”,
Revista de Documentación e Información Educacional del Convenio Andrés Bello; “Visión
Futuro”, la Revista de los niños del Perú; “Tierra Nuestra”, Revista del
Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional agraria; “Gárgola”,
Revista de poesía; “Cuadernos del Consejo Nacional de la Universidad Peruana”.
También: “Gesta”, Revista del Centro de Estudiantes
de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; “La Revista del CENDIE,
Centro Nacional de Documentación e Información Educativa”; “Revista de Sumarios
del INIDE”; “Revista Capulí, Vallejo y su Tierra”. He dirigido, asimismo, en
algún momento, las revistas: “Educación” Revista del Maestro Peruano, del
Ministerio de Educación del Perú, y “Palabra de Maestro”. Revista de la Derrama
Magisterial del Perú.
Capítulos aparte, y sobre lo cual he escrito sendos
artículos, fue dirigir con César Hildebrandt el periódico para niños Visión
Futuro, como también mi labor docente por muchos años en la Escuela de
Periodismo Jaime Bausate y Meza.
7. En vigilia
y alertas
Sobre esta última experiencia he publicado un libro
sobre periodismo y literatura, titulado “En la Viña del Señor”, que fuera
presentado en la ahora Universidad Jaime Bausate y Meza. Desarrollo ahora una
experiencia intensa de periodismo cultural a través de internet, en una edición
diaria de un boletín denominado Folios de la Utopía que se difunde bajo el lema
del movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra.
Este boletín aborda las efemérides del calendario
cívico nacional e internacional bajo un tratamiento de periodismo literario que
combina objetividad e imaginación. Pero, junto a los temas de interés público
se da la expresión íntima y personal; y que, junto a los contenidos de la
actualidad se pretende que estén también los artículos y crónicas de valor
permanente; y así como lo genuino y aldeano, también lo global y ecuménico.
Se remite este despacho a diez mil puntos y se
replican en diversos blogs y muros de Facebook. O se lo reproduce en las redes
sociales, o entre los contactos personales que lo aprecian y valoran. Es una
labor constante y totalizadora.
Muchos me preguntan cómo hago para mantener tal
constancia, y sobre todo les interesa saber a qué hora duermo. Y yo les
contesto que todo periodista duerme en la hora 25, las otras 24 horas son de
vigilia, en vela y estando alertas.
"Pero este pobre barro pensativo"...con tus "tuxuq qilqakuna"me tornas mas sensitivo.
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