martes, 8 de septiembre de 2020

8 de septiembre. El poeta a su amada. / Septiembre, Vallejo y el amor.

8 DE SEPTIEMBRE 
EL POETA A SU AMADA 

SEPTIEMBRE, 
VALLEJO 
Y EL AMOR 

Danilo Sánchez Lihón 



César Vallejo, pintura de Agustín Rojas



Septiembre en el calendario 
vallejiano está signado por Mirtho, 
aquella adolescente cuyo nombre fue 
Zoila Rosa Cuadra, acerca de quien Vallejo 
escribió varios poemas y la aludió en muchos otros. 
Fue un amor tormentoso, amor de una adolescente 
con un abismo, una caverna o una sombra, tal 
como era en esa época el alma de César 
Vallejo: celoso, cruel y despiadado, 
aunque a la vez lleno de una 
inmensa ternura. 

1. Poemas 
sucesivos 

Así como el mes de agosto para César Vallejo está signado por la muerte, puesto que en él ocurre que muere su hermano Miguel, el 22 de agosto del año 1915, y también su madre, el 8 de agosto del año 1918, así el mes de septiembre tiene la marca para él del amor que se vuelve herida, queja y lamento.

 Es el amor a la mujer tratándose de un varón, es el amor de pareja, que en el caso que nos referimos es motivado por una jovencita de 16 años, bella, vital y expansiva, llamada Zoila Rosa Cuadra, a quien él bautizó con el nombre literario de Mirtho.

 Fue ella quien le inspira varios poemas entre los cuales hay tres sucesivos que a continuación presentamos y que tienen como eje y referente el mes de septiembre como muesca en el tiempo y el palpitar en la vida en que ocurriera al parecer el más pleno encuentro pasional con Mirtho, así como también la ruptura, el adiós y el alejamiento definitivo.

 Sin embargo, los tres están inspirados por el mismo hecho y la misma musa o mujer, relación que nos ha dejado como legado literario estos poemas intensos y de los más bellos que se hayan escrito en lengua castellana.


 

 Antenor Orrego describe a Mirtho como bella, vivaz, 
de ojos verdes y labios carnosos


2. En tus ojos

benditos

  Helos aquí:


EL POETA A SU AMADA

Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche rara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de Setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

 

 Ciudad de Trujillo donde ocurrieron estos amores


3. Esta noche 
clara


El primero de este ciclo de tres poemas líricos y que tienen como eje el mes de septiembre es el titulado “El poeta a su amada” en donde sorprende de primera intención el vínculo que establece entre el amor hedonista con el sentimiento religioso de la pasión cristiana en su estado más dramático cuál es el martirio y sacrificio de Jesús en la cruz, al decir:

Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;

 Adonde luego y más abajo se suma el hermoso y sugestivo verso que dice:  En esta noche rara que tanto me has mirado, que suma a lo místico lo pagano, misterioso y mágico; hasta lo brujo diríamos como componente de la poesía, sin dejar de ser una alusión entrañable, íntima y cotidiana.

Pero, sin que lo esclarezca: ¿qué ocurrió ese mes del año 1917, hace un poco más de 100 años, posiblemente en una esquina, o en un parque o en una calle? Un encuentro o quizás un desencuentro, una marca y una escisión en el alma y en el tiempo, donde el amor fue tan intenso que solo se lo puede vincular y coronar con la muerte y lo divino, que señala y revela la asociación de hedonismo y flagelación.

 Para decir después entonces que la Muerte ha estado alegre. ¿Por qué? ¡Por capricho, por engreimiento y por tristeza!

 

Integrantes del Grupo Norte de Trujillo. César Vallejo, el cuarto de fila 1


4. En aquel

surco

 

Pero el siguiente poema del ciclo al cual aludíamos es “Verano”. Helo aquí:

Verano, ya me voy. Y me dan pena
las manitas sumisas de tus tardes.
Llegas devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en mi alma a nadie.

Verano! Y pasarás por mis balcones
con gran rosario de amatistas y oros,
como un obispo triste que llegara
de lejos a buscar y bendecir
los rotos aros de unos muertos novios.

Verano, ya me voy. Allá, en Setiembre
tengo una rosa que te encargo mucho;
la regarás de agua bendita todos
los días de pecado y de sepulcro.

Si a fuerza de llorar el mausoleo,
con luz de fe su mármol aletea,
levanta en alto tu responso, y pide
a Dios que siga para siempre muerta.
Todo ha de ser ya tarde;
y tú no encontrarás en mi alma a nadie.

Ya no llores, Verano! En aquel surco
muere una rosa que renace mucho...

 

 Hotel El Arco, donde tiene su habitación César Vallejo

 

5. El llorar

a solas

 

“Verano” es el segundo poema del ciclo y que menciona también al mes de septiembre, y que empieza con una alusión personal doliente y atormentada, como es:

Verano, ya me voy. Y me dan pena
las manitas sumisas de tus tardes.

 Donde resalta la nota ingenua y candorosa pero también, y siempre, ese rictus de tristeza y de dolor, tan personal y tan íntimo del: “Ya me voy”. Y “Allá, en Setiembre / tengo una rosa que te encargo mucho.

 Como si septiembre fuera un lugar, un espacio o un punto fijo. Es tanto el influjo que ha tenido en él un hecho ocurrido que lo considera hasta como un país o una referencia topográfica.

 Y con ello el engreimiento, el reproche y la actitud infantil de hacerse de rogar. Y de llorar a solas y a oscuras.

 Y luego viene en la secuencia de estos tres poemas cuyo eje es septiembre el poema que ya no alude, sino que lleva el título precisamente de “Setiembre”, que dice:


César Vallejo en Barranco


6. Fue una tarde

de Setiembre

 

SETIEMBRE

Aquella noche de Setiembre, fuiste
tan buena para mí... hasta dolerme!
Yo no sé lo demás; y para eso,
no debiste ser buena, no debiste.

Aquella noche sollozaste al verme
hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás... y para eso,
yo no sé por qué fui triste... tan triste...!

Solo esa noche de Setiembre dulce,
tuve a tus ojos de Magdala, toda
la distancia de Dios... y te fui dulce!

Y también fue una tarde de Setiembre
cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
los charcos de esta noche de Diciembre.

 

 Techumbres de la casa de César Vallejo en Santiago de Chuco


7. La Pacha

Mama

 

 En donde lo que sorprende de este poema es el tono quebrado, quejoso y confesional.  En donde se define, perfila y caracteriza aquellos rasgos con que al poeta le gustaba presentarse y ser.

Y de un amor que hace llorar:
Aquella noche sollozaste al verme
hermético y tirano, enfermo y triste.

 Y siempre la confrontación con la historia bíblica y lo sagrado:

Solo esa noche de Setiembre dulce,
tuve a tus ojos de Magdala, toda
la distancia de Dios... y te fui dulce!

     Con lo que comprobamos que, así como César Vallejo es el poeta del compromiso y la conciencia social, o el artífice de la renovación de la lengua española, lo es también del amor.

Del amor amargo, arrancado y convertido en jirones; hecho de renuncia, de adiós y de añoranza. El amor crucificado de El poeta a su amada. Y quien funde en la figura de la amada a la novia, a la esposa, a la virgen, a la madre y a la Pacha Mama.

 

 

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