jueves, 1 de octubre de 2020

1 de octubre. Día Internacional de la Música. / La orquesta de cuerdas de mi padre.


1 DE OCTUBRE 
DÍA INTERNACIONAL DE LA MÚSICA 

LA ORQUESTA 
DE CUERDAS 
DE MI PADRE 

Danilo Sánchez Lihón 



Mi padre integrando la Filarmónica Leandro Albiña


Oyes? 
Regaña una guitarra. 
Calla! 
César Vallejo 



1. Cabe 
el cielo 

La música andina y criolla forma parte de mi sangre y mis latidos, porque son frecuentes los ensayos de la orquesta de instrumentos de cuerdas Ollanta en la sala de nuestra casa en Santiago de Chuco, integrada la mayoría por maestros de escuela y que mi padre dirige.

El repertorio que se interpreta es la música tradicional peruana, compuesta de huaynos, marineras y serranitas, así como también de valses, polcas y pasodobles.

De allí que los sones de esas cuerdas y el arrebato de sus ejecutantes me sumerjan en el agua de los manantiales de mi tierra como en el rocío de sus huertos y jardines. En el susurro del viento que se aduerme en las espigas como en el rumor fresco del bosque, y que al llegar hasta aquí se adorna de serpentinas.

En sus notas cabe el cielo estrellado de las noches límpidas y las voces de la gente que nos despiertan temprano trayendo del campo hierbabuena, albahaca y toronjil. También de las lomas y colinas de nuestro pueblo cubiertas de manzanilla, margaritas y cedrón.

 

Lomas y colinas cubiertas de manzanilla, margaritas y cedrón


2. Duermen

en el alero

 

Bastan esas finas vibraciones de las cuerdas templadas en guitarras, mandolinas y bandurrias, o en el violín que ejecuta mi padre, para que se arme la fiesta y la gente se mueva entusiasmada, feliz y enfebrecida. 

Bastan las cuerdas y el yasbán que lo ejecuta mi hermano Juvenal. Pero en la orquesta a veces canta el moreno guardiacivil Santos Guzmán que empieza entonando una canción.

Y que siempre me pareció inspirada en nuestra gente y en nuestros campos, en nuestros propios senderos y acequias, reviviendo el rocío de los amaneceres y el verdor de nuestras sementeras.

Y que sin embargo lo escribió un limeño sufrido de los Barrios Altos, soñador empedernido a quien desde niños mi padre nos inculcó admirarlo, don Felipe Pinglo Alva.

 

Trayendo del campo hierbabuena, albahaca y toronjil


3. Agua,

sol y rocío

 

Y que dice así:

Es ya de madrugada,
el labriego despierta,
al entreabrir sus ojos
la luz del alba ve.
 
Entonces presuroso,
saliendo de su lecho,
musita esta plegaria,
llena de amor y fe.

Señor, tú que has creado,
las aguas de los ríos,
y a los prados permites,
el verdor que se ve.

No niegues al labriego,
el divino rocío,
que, con cada caída,
alegra nuestro ser.

La campiña que luce,
hermosos atributos,
por tú florece siempre,
cual ameno vergel.

Pero si tú nos niegas,
agua, sol y rocío,
morirán los labriegos,
de inanición y sed.

 

Danilo Sánchez Gamboa


4. Junto

a ti

 

Cuando Santos Guzmán lo canta lo hace con voz de miel y aguardiente, con los labios abultados como si rezara elevándolos al cielo que en este caso son las vigas torcidas de la bóveda de la sala de nuestra casa.

A cuyo cantar los pajarillos que duermen en el alero se han puesto a revolotear en plena noche para hacerle coro con sus trinos.

Y luego para mi arrobamiento la orquesta desgrana los acordes de una canción que para mí es un himno al amor creyente, convencido y pleno modula nada menos que “Alma, corazón y vida”.

Canción que la compuso el piurano nacido en Sullana, Adrián Flores Albán, y que para cantarla Santos Guzmán sale al centro de la sala como si necesitara todo el aire del mundo, y eleva la voz para decir:

 

La orquesta en una actuación cívica


5. Junto

a ti


Recuerdo aquella vez
que yo te conocí,
recuerdo aquella tarde
pero no me acuerdo ni cómo te vi.

Pero si te diré
que yo me enamoré
de esos tus lindos ojos,
y tus labios rojos que no olvidaré.

Oye esta canción que lleva
alma, corazón y vida
esas tres cositas
nada más te doy.

Porque no tengo fortuna
esas tres cosas te ofrezco
alma, corazón y vida
y nada más...

Alma para conquistarte,
corazón para quererte
y vida para vivirla
junto a ti.


Danilo Sánchez Gamboa dirigiendo la orquesta con el violín


6. Y así dice

mi corazón

 

Nadie más que él canta en la orquesta. Y no porque no puedan ni quieran otros. ¡Cuántos han querido, y lo siguen queriendo todavía!

Pero en eso mi padre es severo, selectivo e implacable, puesto que en eso no acepta ni medias tintas ni imperfecciones ni titubeos.

Hace poco llegó a medianoche Luis de la Puente Uceda. Entonces se cerró la puerta de la calle y allí todos cantaron. Y se entonaron hasta la madrugada canciones como “Palomitay”, “Han brotado otra vez los rosales” y “China santiaguina” cuya letra él la ha compuesto sobre una tonada que se canta en diversas partes del Perú. La letra reciente dice así:

China santiaguina qué tienes
porque no me miran tus ojos.
Será porque tienes otro querer
yo también lo tengo igual que tú.

Cada vez que llego al sitio
dónde prometiste quererme
lágrimas me faltan para llorar
corazón me sobra para sufrir.

 

Mi casa de infancia en donde ensayaba la orquesta


7. Desde

lo más lejos

 

Para continuar con el remate, dicho a gritos:

Y así dice mi corazón,
pum, pum, pum como el cañón
Y así dice mi corazón,
tic, tic, tac, como el reloj.

Y es esta música la que se ha quedado impregnada en los muros, mezclada ya a los cimientos, que rezuman las piedras, los adobes y los maderos y que hacen que esta casa no se desmorone y se sostenga, pese a la incuria con que quiere desvencijarla el tiempo. Que se ha quedado impregnada en el estuco y hasta en el descascarado de las paredes. Que vibra bajo el maguey y carrizo de los aleros, desvelados con esas melodías y compases para siempre.

Que aún se escucha cuando en la noche atravesamos la sala, y resuena en las paredes cuando las puertas se cierran. Música en la cual se ensalza y se evoca al ser amado casi siempre ausente. A la niña de la infancia, con su falda floreada y sus trenzas que flotan en todos los confines. Donde se evoca unos ojos negros que nos miran desde detrás de una puerta. Música con la cual nos despedimos y con la cual volvemos desde lo más lejos adonde los vientos del destino nos arrastran. Música por la cual volvemos vivos o muertos a nuestra tierra nativa.


Fotos 2 y 3

Jaime Sánchez Lihón

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