domingo, 11 de octubre de 2020

11 de octubre. César Vallejo y Georgette Philippart contraen matrimonio en París. / Enlazados de manos, y juntos.


11 DE OCTUBRE, 1934 
CÉSAR VALLEJO Y GEORGETTE PHILIPPART 
CONTRAEN MATRIMONIO EN PARÍS 

ENLAZADOS 
DE MANOS, 
Y JUNTOS 

Danilo Sánchez Lihón 



Georgette Philippart de Vallejo


1. En 
este mundo

 

Los amigos del poeta le decían a ella la chola, porque se unió en cuerpo y alma al cholo César Vallejo.

Quien, siendo aún adolescente aprendió a bailar la marinera solo por complacerlo a él. Y lo bailaba precioso.

Fue una persona que dejó o traspasó mundo tras mundo por seguirlo en su camino. Y lo siguió por los senderos de este planeta por donde él anduviera herido.

Y lo siguió por todos aquellos otros confines que luego de la muerte posiblemente existen o pudieran algún día existir, como es probable que lo haya o hubiera cuando en verdad se ama tanto.

Para encarar ello dejó su alma infantil, su provincia, su candor, su fortuna, su país, su paz y finalmente su vida.

Y se convirtió en la peregrina, en la rabona, en la montonera. Se hizo la miliciana del alba ríspida, lacónica, austera, pero en el fondo del alma eternamente enamorada de aquél que le diera sentido a su existencia, como lo reconoció un día.

 

Rafael Alberti, Georgette y César Vallejo en Madrid


2. Caminaron

mucho juntos

 

Desde que lo conociera tenía para regir su vida, de manera ineludible, la voz del océano, de la montaña, del trueno y del relámpago cual él era.

Porque en eso se convirtió Vallejo para ella, en espacio estelar y en voz que abre senderos; en razón de ser y en dirección a tener para esta y otras vidas.

Por eso, de lo que no se desprendió ella jamás era de su mano para que lo condujera por los caminos, cogida a ella sumisamente.

Tampoco quiso dejar de escuchar su palabra, su voz, y siguió hablando y conversando con él siempre.

No quiso apartarse de su manera de ser, como de su reflexión al punto de llegar a pensar y actuar como él, y a discutir solitariamente entre dos, si era necesario hacerlo.

Y tal como lo expresó: Lo único que le faltaba para vivir plenamente a su lado “eran sus pasos”.

Y es que caminaron mucho juntos. Su estilo era ir cogidos de la mano, entrañables ambos y amorosos frente al mundo arisco y despiadado.

 

César y Georgette en Moscú. Pintura: Izquierdo


3. Un compás

absoluto

 

Deambularon juntos por Berlín, Leningrado, Moscú, Praga, Viena, Budapest, Venecia, Florencia, Roma, Pisa, Génova, Niza.

Y después por muchos caminos y lugares de España adonde fue luego que fuera expulsado del país que a ella le pertenecía.

Pero, ¿por cuántos otros caminos que no figuran en los mapas ni en los trazos terrenales que hacen los caminos no habrán ido juntos vivos y muertos?

Y es que eran dos seres que encontraron un compás absoluto en el caminar, se los nota en la foto transitando con Rafael Alberti en una calle de Madrid.

¿Cómo se los ve? Íntegros, absolutos, mitad y mitad, las dos alas de un mismo corazón. Las dos aspas de una misma nave o de un ave única.

Acoplados en las huellas de sus pisadas en el aire que los envuelve, en el alzarse y volar del abrigo de ella. Coincidentes con la calle, los horizontes y lo que hay adentro. ¡Y con el viento! Hechos uno para el otro. Ella muy bella y muy mujer. Él muy masculino, muy señor y varón.

Ella: encantadora, una gacela y una flor de lis, un emblema del imperio. Hermosa, elegante, espigada. Sumida en una especie de encantamiento, muy en su aureola y en su mundo, parisina como era.

 

Georgette mostrando el anillo que usaba Vallejo


4. Con una punta

de pañuelo blanco

 

Se la ve con el abrigo batido por la brisa que la sigue, arrobada en sí misma, con un sombrero sutil, con un collar que le pende desde el cuello y se descuelga por entre su blusa. Y un chaleco de botones extasiados en su pecho.

Las rodillas muy juntas al caminar, una con otra como cabe en una mujer a quien su madre ha inculcado el orgullo de tener ascendencia en la nobleza napoleónica.

Ahora va engarzada en la mano y en el alma de ese ser andino, mestizo, cordillerano, tallado en piedra y a hachazos. Va tintineando en sus ajorcas, asida a ese enigma, a esa roca, a ese abismo.

O sobrevolando ese océano con la confianza de una golondrina que siente que ese mar inconmensurable le pertenece, que es un temblor en sus alas y un compás en sus latidos.

Mientras va con ese absoluto como es César Vallejo, de traje oscuro riguroso, con una punta de pañuelo blanco que le sobresale en la solapa y que porta en la mano un sombrero de fieltro claro. ¿Siente o no siente la eternidad a la cual se coge?

 

Ambos, en Versalles


5. Para la historia

de los siglos

 

Es una pareja de cuento, de leyenda, de mito para todos los hombres y las culturas del universo. Una pareja de fábula para la historia de la humanidad, que como ella no se ha visto otra.

Yo lo supe cuando ella ingresó 14 años después de haber muerto su esposo e iba a conocer, viniendo desde París, hasta Santiago de Chuco, siguiendo ineludible los pasos que él le marcara siendo aún chiquilla. Y donde la esperamos los niños de todas las escuelas en el camino de entrada a nuestro pueblo, portando en una mano una bandera del Perú y en la otra una bandera de Francia. En una la golondrina y en otra el océano y las montañas.

Pero no venía desde Trujillo, ¡qué va! Ni desde Lima. Ni desde París. Venía desde más lejos, desde el infinito. Eso lo sentimos por eso muchos lloramos

Venía para conocer Santiago de Chuco, pueblo enclavado en los andes irredentos, hasta donde ella arribó siguiendo los pasos de quien fuera su esposo hacía tantos años muerto.

¿No ocurre que más bien sobre el amor se abate el olvido? Pero, sobre ella no. ¿No ocurre más bien que se cambia y se reemplaza a quien se ha ido? Pero con ella eso no cuenta. Y es que ella lleva su marca.

 

Georgette Philippart de Vallejo


6. El yeso

del alma

 

Tenía Georgette una vida familiar intensa con su esposo difunto. El referente era la mascarilla que ella mandó a que se le tomara en su lecho de muerte.

Y dirigiéndose a ella con él peleaba, con el yeso del alma y el aroma a ciegas del ausente. Por eso escribió aquel libro de poemas en que tanto le reprocha y que tituló Máscara de cal.

¿Qué fuerza puede tener la vida para esta suplantación del pálpito, de la piel que aletea y hasta del aliento que anima y que sostiene? ¿Y hasta de la química del olor! puesto en la tierra blanca con goma que es el yeso?

Pero, acaso, ¿no es igual cuando adoramos con devoción infinita a tantos santos entronizados en los altares? ¿Qué son nuestros destinos para llegar a esta consubstanciación entre mundos opuestos?

Y la pregunta que surge es: ¿de qué materia estamos hechos los humanos para reverenciar la vida en lo muerto? ¿O en algo que no tiene vida? ¿O en aquello que la lógica y el raciocinio niegan, deploran, y finalmente otros somos quienes lamentan y lloran? 


Georgette Philippart de Vallejo


7. Siglos y milenios

venideros

 

Lo importante del instante y del segundo de aquella foto en España es que esas dos vidas se persiguieron una a la otra 46 años después que uno de ellos muriera. Y se siguieron y juntaron para siempre.

Porque Georgette sobrevivió a Vallejo 46 años en este mundo y en este planeta.

Pero ellos han vuelto a encontrarse. Lo hicieron antes muchas veces.

Y estarán ahora juntos. Y seguirán así por todos los mundos que existan después de este.

Mundos que algunos quizá repliquen o representen o proyecten este por donde ellos han transcurrido y en donde nosotros aún sobrevivimos.

No lo sabemos.

Pero de lo que sí estamos convencidos es que Georgette encarna de manera raigal y auténtica su mensaje, su misión y la trascendencia que él vino a representar en este mundo.

Por eso y muchas otras razones significativas hacen una pareja para la historia de los siglos y milenios venideros.

 

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2 comentarios:

  1. vivido comentario de la eterna pareja: Cesar Vallejo y Georgetee. El amor alzo su vuelo libre de los prejuicios decadentes y se poso sublime, puro, en los corazones de Cesar y Georgette. Es un ejemplo vivo en lo porvenir.

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  2. interesante lo que me faltaba conocer

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