miércoles, 14 de octubre de 2020

14 de octubre. La siempreviva, aquella flor escondida. / La casa infinita


14 DE OCTUBRE 
LA SIEMPREVIVA, AQUELLA FLOR ESCONDIDA
 

LA 
CASA 
INFINITA 

Danilo Sánchez Lihón 




Tú saliste de la noche 
y había flores en tus manos. 
Ezra Pound 

1.

 Yo por tu amor soñaba en ser bello y hermoso como un príncipe en los cuentos de niños y que habitan en los bosques antiguos e inhallables para el correr de los días tangibles.

Yo soñaba en conquistar el mundo. En acumular tesoros. En ser aplaudido. En obtener trofeos. Y todo para ofrendártelos a ti.

¡Para venir y colocártelo como un ramo de flores a tus pies, niña!

Soñaba con un mundo en donde la felicidad fuera que tú me pidieras con voz real, y no con ésta que a tientas mi imaginación pone en tus labios, que te inventa y atribuye inconsolable.

Y con gestos que trazo, borro y vuelvo a pergeñar sobre el cielo de la tarde, pidiéndome que suba a ver la gotera que moja en la bóveda de la habitación donde los dos dormimos.

¡Porque eres para mí la casa que se ha quedado deshecha para siempre en el reino de mi infancia y en el fondo de mi alma atribulada!

 


2.

 

Tú representas para mí la casa, con su alero y su pozo, con su ventanal por donde se mira el patio. Donde una joven madre cose.

Con un corredor en penumbra donde juegan los niños. Con unas puertas ojerosas donde los antepasados moran y sus ojos velan. ¡Con unas goteras de lluvia del mes de marzo en la bóveda de la habitación!

Donde por las noches se duerme y durante el día salimos y entramos. ¡Y en algún tiempo de ella estaremos definitivamente ausentes!

¡Y qué extraña coincidencia! Yo entré a muchas casas de nuestra comarca en visitas de familia. O por los juegos intempestivos con que solemos arrebatarnos e irrumpir los niños. O por cualquier otro motivo aparente.

Muchas tienen esos patios empedrados con canaletas de piedras, en donde seguían destilando las gotas de la lluvia caída al amanecer. ¡Pero a tu casa no entré nunca!

 


3.

 

¿Por qué rara coincidencia, digo yo, una de las pocas casas a las cuales nunca entré tenía que ser tu casa? Entonces ¿cómo era? Siempre la he imaginado infinita.

Pero, ¿qué había hacia adentro? ¿Era una casa con un pozo ensimismado, unos corredores de techos absortos por donde se precipita el agua cuando la tempestad arrecia y se desencadenan los relámpagos con lluvia y truenos?

¡Y donde uno se queda al pie pensando en la vida, arrebujado de frío o de pena! ¡Pero más asombrado por el mundo que se desploma a pedazos en los baldes de agua que nos arroja el cielo!

¡Sé que he perdido el mundo sólo por el hecho de nunca haber tenido delante de mis ojos sus techumbres y puertas interiores! Ni rozadas por mis manos sus paredes. ¡Ni bajo mis pies cautivos sentir la tierra apisonada de sus pasillos!

¿Y qué misterio hay más inalcanzable en la vida que el no haber visto nunca lo que es esencial para nuestra existencia?

 


4.

 

Como también, sin duda, ver lo que hacías: verte saltar a la cuerda, o contemplarte encender el fogón, o amasando el pan.

Como contemplarte jugar en el rellano de la escalera mientras brilla el sol o alumbra la luna. O verte cruzar por los cuartos de al fondo.

Mientras inunda la noche y no cesa la tempestad. O verte en el corredor de arriba cuando boga en su cenit la luna insomne.

¿Y tu lecho? ¿Cómo era tu lecho? ¿Con frazadas tejidas con lana de oveja como aquí todos las usamos? ¡Pesadas y abrigadoras como las tenían todas las familias de nuestro pueblo!

¡De colores y a rayas! ¿Sería el amarillo y granate, como las hacen nuestras abuelas? Tendidas y a la espera de que tú te acuestes, ¡en un cuarto donde la luz es tenue y densa la penumbra como inciertos nuestros destinos!

¡Y cómo hubiera querido verte sentada a la vera del aljibe! O, como hacían nuestras madres, regañándonos y lamentándose de que ¡en dónde hemos estado! Y que recién lleguemos a estas horas. ¡Quizás! ¡Aunque tú no! ¡Tú eres sagrada!

 


5.

 

Porque ¡eres el amor que jamás tuve. Y entonces nunca se devela, que permanece intocado y en completo misterio. Que ni se conoce dónde se quedó, ni por qué pudo perderse así, ni dónde está, ni dónde pena.

Pero en donde todo es sagrado. Como cuando tú salías aquel día, cruzabas una calle y te vi. Y donde alguien desprevenido como yo hería en ese instante para siempre su destino. Cuando tenías un vestido y una blusa que ya nunca se olvidan por el sin fin de los tiempos.

Cuando tenías unos ojos, unos labios y un rostro perfectos que uno extraña en noches de honda oscuridad, y que constituyen el misterio más intrincado de todos los misterios.

Y que aún seguirá viviendo cuando los cataclismos arrasen y uno se torne grumos de polvo. Y como ocurre cuando uno definitivamente se enamora con toda el alma, tú representas la virtud perfecta de una casa; la inocencia y también la trascendencia.

 




Fotos 1 y 6
Daniel Egúsquiza

Fotos 3, 4 y 5
Jaime Sánchez Lihón


*****

 

Los textos anteriores pueden ser

reproducidos, publicados y difundidos

citando autor y fuente

 

dsanchezlihon@aol.com

danilosanchezlihon@gmail.com

 

Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:

Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com

Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com

Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe

Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com

Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es

 

  *****

DIRECCIÓN EN FACEBOOK

HACER CLIC AQUÍ:

 

https://www.facebook.com/capulivallejo

 

*****

 

Teléfonos:

393-5196 / 99773-9575

 

Si no desea seguir recibiendo estos envíos

le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario