Seamos
sensatos:
consumamos lo nuestro,
aquello
que
los países ricos lo aprovechan
felices
y hasta
industrializan:
la quinua, cañigua,
y
kiwicha, que
están
en los principales mercados
del
mundo.
Los
mejores alimentos que nutren
al
hombre
son
de origen andino. Y más aún:
de
las zonas altas.
En
este aspecto tenemos el récord
mundial.
¡De
nuestro país han sido extraídos
prodigios!
Solo
basta mencionar a la excelsa
y
portentosa patata,
portento
esencial que ha salvado
a
la humanidad
de
la hambruna, y que pertenece
al
Perú ancestral,
al
Perú milenario y mítico. Al Perú
del
Incario,
del
cual somos directos albaceas
y
herederos.
2.
Porque,
si
consumiéramos los alimentos
originarios
y
portentos
que tenemos, y que son
el
legado
más
preciado que tenemos, y que
lamentablemente
desconocemos
o, peor aún, que
¡despreciamos!
tratándolos
como si fuera comida
de
animales,
y
si los usáramos, no tendríamos
niños
enjutos,
cada vez más pequeños
y
desnutridos,
terrosos
y amarillentos. No habría
tanta
falta
de sentido común para saber
decidir
y
resolver
problemas. Y saber elegir
autoridades
dignas
y capaces, no a rufianes ni
a
corruptos
como
viene ocurriendo hasta hoy.
Porque,
¡Todo
nuestro destino individual y
colectivo
depende
de eso: ¡la alimentación!
3.
Pero,
¿qué viene
ocurriendo
ahora? ¡Que seguimos
siendo
pobres!
y
mal nutridos solo por ignorancia.
El
proceso
de
inferiorización que tenemos es
gravísimo.
Así:
del coeficiente de inteligencia
de
120 puntos
que
teníamos el año 1980, hemos
descendido
a 80.
¿Por
qué? Porque comemos arroz.
y
montañas
de
fideos. ¡Salchipapas! Y encima
huevo
frito!
¿La
dieta en vitaminas, calorías y
nutrientes,
cuál
es? ¡Cero! Prácticamente es
nada.
¡Nulo!
Y
una situación como esta es una
aberración,
siendo
la cultura que hemos sido y
¡somos!
Y, ojalá,
así
seamos! ¡Asombro del mundo!
aportando
con
alimentos, plantas medicinales
y
fórmulas
milagrosas
que siguen pasmando
a propios y extraños.
4.
Por
eso,
el
conocimiento acerca del saber
nutrirse
es
esencial
tenerlo, porque el factor
clave
a vencer es
la
pobreza. Donde la alimentación
unida
a
una buena formación da salud.
La
salud
da
lugar a un buen trabajo. El buen
trabajo
da
lugar a la realización personal.
La
realización
personal
da lugar a una rebosante
felicidad.
La
plena felicidad da lugar al bien.
El
bien
convoca
a los valores supremos.
Y
todo ello
construye
la prosperidad, la paz,
la
perfecta armonía,
tal
y como lo poseyeron los Incas,
sociedad
que
debemos volverla a instaurar
y
erigir
para
bien de todos sobre la faz de
la
tierra.
5.
Los
incas
tenían
alimentación balanceada,
precisa
y
de
gran valor nutritivo, obtenidos
de
la extraordinaria
biodiversidad
del espacio andino,
asegurando
en
la población vida sana y larga
longevidad.
Para
eso domesticaron vegetales
como
la papa,
se
hizo adaptaciones de terrenos
tales
como: los
waruwarus,
los curvos camellones
en
el altiplano.
Y
liseras, que son pozas y lagunas
artificiales
llenas
de agua del mar a lo largo
de
sus orillas.
Sin
olvidarnos de las maca-macas
en
la costa,
donde
se cultivaron frutas, algodón,
y
calabazas;
como
también ají, yuyos y pallares.
¡Y
hortalizas
como el paico, el yuyo y el atacco!
6.
Se
imprimía
sabor
a las comidas utilizando sal
gema.
O su igual:
la
cal o el isku; la llipta o el chacco.
Y
se usaron
diversas
flores en la alimentación;
¡como
su polen
y
néctares en infusión! Las tinajas
rebozaban
de
zumo
de ortiga, sea capullo blanco
o
granate.
La
flor de culén, la salvia, el diente
de
león;
el
brote de cerraje o del zapallo; o
del
lacayote,
la
verdolaga o el maguey. Se usó
el
mastuerzo y
el
huabo; la flor blanca del capulí.
Y
¡ah, quimera!
la
diversidad que había de mieles
naturales
de
extasiante y sazonada ambrosía.
Y
es que los campos
eran
pródigos y volaban las abejas
por
doquier
fascinadas
del verdor en cumbres
y
bajíos.
7.
Celebremos
así
mismo, el consumo del agua
natural,
como
bebida, y en la preparación
de
la diversidad
de
potajes. Más de 500 especies
de
plantas
cultivables
y más de 20 animales
domésticos
se
surten de ella. Aguas naturales
aprovechables
en
manantiales,
pozos subterráneos,
y
ríos; libres
de
contaminación. Todos ubicados
en
la montaña
del
Pariacaca, hoy conocida como
Cordillera
Andina;
duras
por su composición de calcio
y
fósforo,
gratas
a la buena mineralización de
los
huesos y
la
limpidez de los dientes, con flúor
para
resistir
las
caries, que no se conocieron ni
se
asomaron aquí,
ni
siquiera en sus manchas, bacilos
y
menos en los ayes
o
dolores de la gente, ¡en el excelso
Tahuantinsuyo!
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