ESCONDIDA
Danilo Sánchez Lihón
Cállate.
Nadie sabe que estás
en mí.
César Vallejo
¿Por qué vienes tan de noche hablas y te
quejas
en mis oídos? ¡Ya no te quiero! Ya no son
en el desvelo
tus pisadas las que sigo. Ni tu recuerdo
es el que vaga
en mi memoria detrás de estos confines.
¡Porque
sé que tú caminas bajo delgados bosques
de lluvia
sin jamás pensar ya en mí! Y que bajo los
pórticos
de las catedrales pierdes tus ojos en largas
calmas.
¿Por qué vienes entonces hablas y te quejas,
y te quedas
hasta tarde en mis oídos? En verdad, ya no
te quiero.
Y si hemos recorrido juntos hasta las altas
horas vacías
del amanecer unas callejas, si juntos hemos
volteado
mirándonos una esquina, buscando ya tarde
los restaurantes
pobres dónde pasar las horas, no es tanto
para que hoy
te deslices y tires así la débil telaraña de mi
pobre corazón,
que apenas pende desde un hilo en la negra
corriente
de la realidad. ¡Ya no vuelvas!, porque esta
noche
he sentido atrozmente tu cercanía en la lejanía.
Ya no vuelvas,
ni estés detrás de esa puerta sin hablar, aquí
escondida.
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