Hay en la historia de los pueblos y de las sociedades seres
humanos que se erigen como baluartes por su acendrada e inmensa vocación de
servicio hacia los demás sin distingos ni exclusiones; dedicando su vida a
hacer obras de bien para la humanidad con espíritu altruista, filantrópico y
benefactor.
Quienes reconocen muy claramente lo que es hacer el bien y a
eso orientan y consagran su vida, envestidos de una extraordinaria capacidad de
trabajo que los ayuda a superar obstáculos que parecieran insalvables, pero a
quienes la fuerza de los hechos y las cosas, y la vida misma también pareciera
estar de su parte alcanzando a cumplir sus metas y culminando obras de bien
para todos.
A esos hombres nobles investidos de grandes virtudes la
historia les tiende puentes de plata y los acoge como hijos verdaderos. Y los
alberga para siempre en sus anales y en sus fastos, y los unge con laureles que
exornan sus frentes. Uno de esos paradigmas entre nosotros es Augusto Pérez
Araníbar.
Augusto Pérez Araníbar
2. Altruista
y benefactor
¿Quién fue Augusto E. Pérez Araníbar? Fue médico, quien nació
en Arequipa el 26 de octubre del año 1858.
Y quien desde la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima
favoreció con diversas obras a los niños del Perú, así como a otros grupos humanos
en situación de desventaja, vulnerabilidad y riesgo como habitantes de nuestro
país.
Quien hizo sus estudios profesionales en la Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, circunstancia
en la cual, aun siendo alumno de dicha casa de estudios, se produjo la Guerra del
Pacífico que enfrentaron al Perú con Chile, e ingresó a formar parte de los
servicios de sanidad militar en la Cuarta Ambulancia del Ejército del Perú.
Asistió y estuvo al pie de las trincheras en las batallas de
San Juan y Miraflores, como también prestando sus servicios en los hospitales
de sangre. Efectuó esta labor dura, sacrificada y amarga hasta que la guerra
terminó recién en 1884.
Fachada del Puericultorio Pérez Araníbar
3. A favor
del menos
favorecido
En concordancia con estos antecedentes, y a fin de graduarse
de bachiller, presentó un brillante trabajo acerca de las "Influencias de
las Heridas por Armas de Fuego y su Influencia sobre la diálisis".
Y para doctorarse, su trabajo de tesis se tituló:
"Investigación de los venenos orgánicos y las aguas medicinales".
Recién egresado de la Facultad de Medicina de San Fernando
de la UNMSM, decide viajar a Europa para perfeccionarse en su profesión.
En 1913 ya de regreso en el Perú fue elegido vicedirector de
la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Durante tres años en ese cargo trabajó
incansablemente en múltiples proyectos, tales como: las pensiones de invalidez,
jubilación y montepío.
En 1917 fue elegido director de esa misma institución,
emprendiendo una serie de iniciativas a favor de la infancia, de la ancianidad
y de la mujer desvalida.
Niños del Puericultorio Pérez Araníbar
4. Bajo
su dirección
El conjunto de edificios que ahora lleva su nombre fue
erigido en un área de 156,000 m2 sobre un fondo de 7 cuadras en la avenida del
Ejército, frente al mar, en Lima.
Allí, entre árboles y jardines se alzaron 30 edificios, con
capacidad para albergar a los niños en abandono y desamparo, a los huérfanos y
expósitos de Lima, Callao y otras regiones del país, los mismos que eran
asistidos por la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, contando con dos
colonias escolares para 500 niños en cada una de ellas.
El costo de esta obra representó más de medio millón de
soles de aquella época. El doctor Pérez Araníbar obtuvo esa suma a través de
distintas donaciones.
Pero, además, gracias y mediante una ley del año 1922 que el
Dr. Pérez gestionó y logró que se creara, imponiendo un impuesto del 6 % sobre
las suertes y premios de la Lotería de Lima y Callao, cuyo producto se dedicaba
al sostenimiento de dicha institución.
Estatua de Augusto Pérez Araníbar
5. Casas
de vecindad
Bajo su dirección también se organizó el Hospital Arzobispo
Loayza para atención de las mujeres, ubicado en la avenida Alfonso Ugarte de
Lima.
También dedicó su esfuerzo al asilo de mendigos, con
capacidad para 200 personas de ambos sexos.
El costo de 100 mil soles para realizar esta empresa fue
obtenido por él mediante donaciones de varios bancos, compañías de seguros,
empresas industriales y comerciales.
Emprendió asimismo el trabajo de construir el Hospital del
Niño, así como fomentó la instalación de "Cunas Maternales”,
principalmente en las fábricas.
Otro de sus proyectos fue el asilo de preservación moral
para las niñas desamparadas; y el de la reconstrucción de las casas de vecindad de la vieja Lima, dotándolas de todos
los elementos de comodidad e higiene para los diversos vecindarios.
Hospital Arzobispo Loayza, en Lima
6. página
gloriosa
Entregado totalmente a velar por estas obras se negó
sistemáticamente a aceptar cargos que tuvieran relación con la política acerca
de la cual tuvo una nutrida experiencia en su juventud.
Así, no aceptó ser alcalde, ni ministro, ni tener o ser representante
en el parlamento de la República, dedicándose más bien a impulsar las
instituciones caritativas que él a lo largo de una vida ejemplar había creado.
La obra de Augusto Pérez Araníbar en beneficio de la niñez
desamparada, continúa vigente en el puericultorio que lleva su nombre, que
actualmente constituye uno de los conjuntos arquitectónicos más bellos, situados
en el distrito de Magdalena del Mar, de la tres veces coronada Ciudad de los
Reyes, del Perú.
La vida de este paladín del bienestar y la dignidad humana
constituye un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones de peruanos, por ser
un arquetipo de lo que es hacer el bien. Y, siendo así constituye una página
gloriosa en la historia de las instituciones de nuestro país.
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