viernes, 9 de octubre de 2020

9 de octubre. Día del Cuy. / El cuy, maestro y cuentista.


8 DE OCTUBRE 
DÍA DEL CUY 
SEGUNDO VIERNES DEL MES 
DE OCTUBRE 

EL CUY, 
MAESTRO 
Y CUENTISTA 

Danilo Sánchez Lihón 



El cuy

1. La vida 
es preciosa

 

El cuy había vencido ya muchas veces al zorro ladino, el animal más astuto y pícaro de toda esta comarca, demostrando ser más listo e ingenioso que él, y sin hacer daño a nada ni a nadie.

Cansado de afrontar estas situaciones, y de estar a la defensiva de las correrías y aventuras del zorro, el cuy quiso tener a partir de ahora a verdaderos amigos y no solo a seres conocidos u ocasionales.

Quiso contar con sinceras amistades, aliados para grandes empresas, leales y sinceros colaboradores, con quienes departir, realizar acciones conjuntas y en quienes confiar abiertamente.

Hasta ahora todo habían sido apariencias, zancadas, burlas y hasta engaños, o zalamerías inconsistentes, pero la vida no era eso. La vida es un bien precioso que hay que saberlo atesorar.

Y hay que vivirla con lo mejor que tenemos y con lo mejor que podamos encontrar en los demás seres del universo, gracias a que somos nobles, auténticos y honrados.

 

El zorro


2. Se quedó

observando

 

Siempre al cuy le ha fascinado el mundo del agua, su fluidez, su adaptabilidad y transparencia.

Incluso, el hecho de que algunos la bebieran golosos y sedientos era un indicio de su beneficio, y el cuy esto lo contemplaba verdaderamente fascinado. Pero, de que la encontraran sabrosa y agradable, era inexplicable para él que vive sin beber agua.

Él nunca había probado ni bebido una sola gota de aquel elemento líquido que adopta todos los colores, y que con facilidad asombrosa se adapta a la forma del lugar o del recipiente en donde se deposita.

A él le bastaba mordisquear la hierba sana, roer la panca de maíz, e inclusive carcomer la madera seca, pero no se había atrevido jamás a sorber bocanadas de agua, como veía que hacían los demás animales.

De allí que le causa inmensa curiosidad que hasta las aves del cielo se lancen al agua y hasta arriesguen la vida por beber agua en alguna fuente. Pero, además, empezó a interesarle por saber qué había al fondo de la superficie encantada de las aguas.

De allí que se quedó observando atentamente a una rana que a la orilla del lago se sumergía hacia el fondo, desaparecía y volvía a aparecer plena y satisfecha.

 

La rana


3. Jardines

y bosques

 

Cuando quedó un momento posada en una piedra tomando los rayos del sol aquella mañana de primavera, le preguntó.

– Disculpe su merced la curiosidad, señora rana. –Le dijo el cuy–. Podría decirme ¿qué hay debajo del agua?

La rana lo miró sorprendida. Pero le infundió simpatía aquella figura reposada y meditativa del cuy.

– ¡Abajo hay vida, señor cuy! –Le dijo.

– ¿Vida? –Se sorprendió el cuy–. ¿Vida cómo aquí sobre la superficie?

– ¡Uf! Mucho más que aquí. Abajo hay jardines y bosques enteros de corales, algas, lirios y anémonas.

– ¿Solo del reino vegetal?

– ¡No! Hay una variedad muy grande de animales. De moluscos y crustáceos, de caracoles y tortugas. E infinidad de peces de todas las formas y colores. Solo que cada día el hombre arroja más basura que daña y contamina más y más los fondos marinos, y que está matando la vida que hay aquí dentro.

– ¡Ah!, exclamó el cuy, verdaderamente alarmado.

 


El colibrí


4. Cada día

más

 

Otro día el cuy quedó maravillado por el vuelo vibrante y vertiginoso de una avecilla parecida a una mariposa, que crepita en el aire subiendo y bajando de flor en flor.

– ¿Quién es usted maravillosa y galana avecilla? –Le dijo el cuy amablemente y con su mejor voz y talante.

– Soy el colibrí. –Respondió el pajarillo detenido en el aire y agitando sus alas, sin que se las note, aleteando a 55 veces por segundo, vibración que le produce un aura que parece sagrada. Y prosiguió preguntando el cuy:

– ¿Y qué hace usted hundiendo su pico en las corolas de las flores?

– Sorbo y me alimento del néctar que contienen sus estambres y pistilos, porque es un sustento bueno para el cuerpo y para el alma.

– ¡Oh maravilla que en esas copas de exquisita belleza haya una fuente nutritiva, como dice usted, para aves de extraordinaria hermosura como es la suya!

– Gracias, muchas gracias. –Le respondió halagado el colibrí–. Pero este mundo que es pródigo y bueno, oiga usted, está condenado a morir por acción de los hombres, pues cada día el néctar es más ácido y escaso. Y las tierras, las aguas y los aires están cada día más y más contaminados.

 


... los aires están cada día más y más contaminados


5. ¿Qué

hacer?

 

– ¿Así? Eso mismo ha expresado la señora rana respecto al fondo de los lagos y los mares. ¡Pero habrá algo que se pueda hacer!

– Sí, hay mucho en realidad. Y no solo se puede hacer esto o aquello sino ahora hay que hacer todo lo posible e imposible para salvar nuestro planeta, ya que en un plazo muy breve todo estará perdido y nosotros y nuestros hijos sucumbiremos.

El cuy ha quedado muy impactado por este informe del colibrí. Y él mismo ha decidido salir y recorrer la tierra para constatar el estado en que se encuentra. Y, ciertamente, comprueba que cada día es más árida, que las aguas de los ríos ahora son ácidas. Y que se han secado los manantiales.

Los campos se han tornado yermos por las partículas de plomo que emiten las fábricas. Y los campesinos abandonan el cultivo de las tierras que ya no producen buenas cosechas, porque hasta el aire está envenenado con el anhídrido carbónico.

– ¿Qué hacer? –Se pregunta.

Medita, cavila y piensa. Cada quien que haga lo suyo, pero sin dañar lo que es de todos, piensa. Pero nosotros, ¿qué podemos hacer?

 

Escuela


6. Sensibilidad

y conciencia

 

Convoca un día a orillas del arroyo a la rana y al colibrí, a quienes considera ya sus amigos y les habla de este modo:

– Entre nosotros representamos el mundo de abajo, el de la superficie, y el mundo del aire, o de arriba, tal como lo concibieron nuestros antepasados

– Sí, es el urco, el kay y el hanan pacha.

– Y los tres mundos están sincronizados y marchan juntos y parejos.

– Así es.

– Nuestros abuelos que fueron sabios y tenían en relación a la naturaleza un respeto y veneración profunda y la adoraban con amor consagrado, de ellos extraigamos lecciones y ejemplos de cómo conducirnos y salvar la morada en donde vivimos.

– Sí. –Volvió a intervenir el cuy–. Tenemos que volver a educarnos todos en una actitud de respeto total a la mama pacha, a la mama cocha y la mama atmósfera, integrando nuevamente los tres mundos

– Pero, ¿qué y cómo lo podemos hacer?

– He pensado, –expresa el cuy– en abrir una escuela en donde se vuelva a educar, crear sensibilidad y conciencia sobre estos temas.

– E irradiar estas inquietudes por todos los medios que estén a nuestro alcance.



Narrando cuentos


7. Manos

a la obra

 

– Y sobre todo buscando corregir las tendencias en que se desenvuelve el mundo actual, como es el exagerado consumismo, forjando un nuevo orden más equitativo y humano.

– Pero, ¿podemos los animales crear escuelas para los hombres?

– Sí. Escuelas donde los animales eduquen a los hombres.

– Pero si siempre ellos se han burlado de nosotros y han dicho que somos brutos, ignorantes y faltos de inteligencia. Para ellos los animales somos animales.

– Empezaremos corrigiendo esos prejuicios que son los que han contribuido a generar el daño que tenemos.

– Además, no es hora de avivar rencores.

– Y qué tal si hacemos algo más efectivo.

– ¿Cómo qué?

– Produciendo cuentos que irradiemos a través de todo medio.

– Sí. Excelente idea. Ya que en verdad los cuentos son aulas abiertas, y que les gusta tanto a los niños de todas las edades como es en el fondo el alma del hombre.

– ¡Decisión y acuerdos tomados! ¡Que se haga y que se cumpla! Y, ¡manos a la obra! Y el primero que sea el que relate nuestra amistad del cuy, la rana y el colibrí.

 

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