Él era
un ser en quien la inocencia hizo carne y llaga; flor y espina; aureola y
lastimadura; plenitud y pozo resquebrajado.
Expuesto
a un mundo atroz, esa llaga se convirtió en abismo y caída.
De allí
que su poesía sea el resuello de un lamento, el vaho de un quejido. O más
precisamente, el hálito de una agonía.
Siempre
estuvo herido de muerte, porque era mucha la inocencia que brotaba de su alma.
Y era
amarga la destrucción desde afuera y desde adentro a ese candor intrínseco de
su naturaleza y su destino.
Y de
cómo es la vida en las ciudades, y de cómo es en el mundo andino de donde él
venía.
En lo
urbano donde el invasor estruja todo lo bueno y hace que prevalezca todo lo
inicuo.
Pero,
además, porque la poesía hay que padecerla, cuando el estigma es complacernos
de ella y hasta gozarla.
2. Río
cristalino
De allí
que, bajo su aparente ternura, ruja la muerte. De allí que bajo su candorosa
simplicidad estén los pasos silenciosos del suicida.
Bajo el
aparente candor se cierna el vacío. Bajo la aparente sencillez teja su urdimbre
lo aciago, intrincado y violento que hay en la vida y en el universo. Así,
diría:
Me cuentan:
– Fue en junio, una mañana, murió
Alfredo
el hijo de don Ninfo el Molinero.
Hacía muchos días
que faltaba a la escuela.
Él vivía
en Llacuabamba, en su molino, lejos.
(El molino de don Ninfo era una casa
oscura
a orillas del río cristalino.)
Luis Valle Goicochea
3. Llorando
contra el suelo
He allí el cuchillo. O la sombra que baja e inunda
el agua transparente y tranquila, sin que medie razón ni motivo. Y continúa:
Y todos los niños de la escuela
fueron
en formación, a Llacuabamba,
hasta la misma casa del difunto.
Llevaban flores de saúco, algunos
rosas...
Don Ninfo, en el entierro, daba
pena:
ebrio, bamboleante,
desviados los ojos,
pasaba y repasaba ante las filas
de los escolares mudos y llorosos,
repitiendo:
¡Qué se va a hacer!... ¡Qué se va a
hacer! Doña
Simona, su mujer, se daba
llorando contra
el suelo...
Pueblo de La Soledad, en Pataz, donde naciera
4. Penas
de amor
No se
registra en su biografía ningún amor de mujer. Sin embargo, se enamoraba
perdida y locamente de ellas.
Pero
habitaron su mundo de imágenes y sueños, mujeres que el idealizaba.
Sobre
este punto le pregunto a don Arturo Jiménez Borja, quien fue su amigo
entrañable.
– ¿Fue
amado por alguna mujer?
– No.
Jamás. ¡Nadie!
– ¿Y,
por qué ninguna?
–
Ninguna estuvo cerca de él en su vida.
– Pero,
se puede saber ¿por qué?
–
Porque las mujeres son personas muy prácticas.
– Yo lo
sé, pero también sufren penas de amor. –Alego, o aduzco.
5. La flecha
de sus ojos
– Pero
se enamoran de personas que puedan protegerlas, darles bienestar y seguridad. Y
un ser como Luis Valle Goicochea no cumplía con esos requisitos. Él no era
práctico para nada.
Sin
embargo, Luis Valle Goicochea se batió a duelo con Julio Fernando Quevedo
Iturri, en Trujillo en un lance que para él era de amor.
Y lo
hizo para su fuero defendiendo el honor y el amor romántico que le nació al
instante por una cantante chilena que actuó un solo día en el Teatro Municipal
de esa ciudad norteña.
Él
mismo había cogido la flecha de sus ojos para incrustárselos en su pecho y
sangrar agonizando de amor.
Y retó
a Quevedo Iturri solo porque hizo una referencia en el periódico que Luis Valle
consideró inaceptable, y públicamente lo desafió a batirse en duelo a muerte.
Pueblo de La Soledad, en Pataz, donde naciera
6. Flecha
o espada
Ella
desapareció tal como había llegado, sin siquiera enterarse jamás que alguien
estaba arriesgado en su nombre la vida.
Que
alguien estuvo decidido a morir por ella una noche tenebrosa en las ruinas de
Chan Chan, adonde se trasladaron los ocasionales rivales para batirse a duelo.
Solo
Ciro Alegría supo, porque él las cambió, que las pistolas con balas mortales no
eran tales, sino otras de fogueo.
Sin
embargo, en el ánimo de los duelistas quedó que sus vidas habían estado en
vilo. Y que habían disparado a matar.
Así
vivió Luis Valle Goicochea en la punta de la flecha o espada de la pena que
solo por existir todos llevamos incrustada en el fondo de nuestro corazón.
Pueblo de La Soledad, en Pataz, donde naciera
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez
Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí:
capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
https://www.facebook.com/capulivallejo
*****
Teléfonos:
393-5196 /
99773-9575
Si no desea
seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario