Resulta sorprendente,
por la sinceridad, lo auténtico y la naturalidad con que lo narra el gran
novelista que es Ciro Alegría, y por las emociones que en ese momento lo
envuelven, y que él logra suscitar en nosotros sus lectores, cómo él se refiere
a Santiago de Chuco.
Lo hace en la
circunstancia en que de niño atraviesa por primera vez por el asiento minero de
Quiruvilca y el lugar donde estaba instalada la fundición de Shorey. Y en un
punto, y señalándole hacia lo alto y lejano, le dicen que detrás de esas
montañas escarpadas y frías queda un pueblo llamado Santiago de Chuco,
Y se estremece al
considerar lo sobrehumano del hecho, cual es que pudiera haber aún vida y
existir todavía un pueblo detrás de esas moles escarpadas y de esos lugares
abruptos, de pavor y de miedo; bajo cielos anubarrados y caminos pedregosos.
Y Ciro Alegría en su
relato se llena de estupor y de asombro de que pueda haber vida, de que pueda existir
gente y desarrollarse algún pueblo detrás de esos parajes desolados, hoscos y
oscuros a tal punto que le resulta difícil de concebir que por allí haya
existencia
.
2.
Por eso leer este
apunte y haber nacido en aquel sitio nos engrandece. Porque yo he nacido allí,
y me he criado hasta los dieciséis años en que terminados mis estudios en el
colegio secundario salí para postular a la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos e ingresar a la Facultad de Letras de esa casa de estudios.
Y puedo decir entonces
que, contrariamente a lo que imaginaba Ciro Alegría, no hay lugar más profuso
en fiestas, celebraciones y agasajos. Puedo testimoniar que no hay lugar más
tierno, dulce y encantador sobre la faz de la tierra. Que allí pude conocer a
la gente más amable, gentil y generosa. Y es mucho más mientras vivan en los
lugares más apartados, rústicos y abruptos.
Que allí conocí a las
niñas más delicadas y hermosas que jamás haya visto en la faz de la tierra. De
más finos modales y de más recóndita y secreta belleza. Que allí todo es bordado:
los manteles, las sábanas, los almohadones, los pañuelos. Que la música que se
cultiva canta al amor sublime, y que por la noche aún se dicen las serenatas.
Yo lo hago cada vez que voy.
Que allí he escuchado
hablar a la gente con más sabiduría, galanura y propiedad que en ningún otro
lugar de la tierra. Y he sido testigo de los actos más nobles, abnegados y
heroicos. O sea, ¡que hay vida! Y esta es sutil, primorosa y plena de valor.
Ciro Alegría
3.
El mérito de Ciro
Alegría es el haber plasmado una novelística con fuerza y vitalidad, haciendo
honor al ancestro indígena de nuestro pueblo y de nuestra cultura.
El haber descorrido
el gran mural de los andes con grandiosidad e intensidad ciclópeas, como
correspondió hacerlo a quien vivió consustanciado con los campesinos y se hizo
dueño de una gran fuerza y profundidad telúrica y verbal.
Y el haber escrito pese
a sus dolencias que padeció desde joven al ser torturado por querer cambiar al
Perú, después de lo cual quedó tuberculoso, casi ciego, con úlceras y una
crispación de los nervios que lo hicieron padecer toda su vida que en verdad
fue corta, pues murió de solo 58 años.
Cuando leemos a Ciro
Alegría no se perciben poses intelectuales o intereses que no sean los
legítimos de un arte trascendente, de una cultura auténtica y de un compromiso
legítimo y hasta sagrado con la humanidad en su conjunto, y ante quien sentimos
honda raigambre y henchida heroicidad.
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Debo ir a Santiago de Chuco ,donde nació el Gran César Vallejo. Gracias por esta gran motivación de amarla y valorarla.
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