En noviembre del año 1990 viajaba yo de regreso al
Perú habiendo abordado el avión en el aeropuerto de Filadelfia con rumbo hacia
Miami, en donde haría una escala técnica a fin de tomar una nave de Aero Perú para
luego viajar hacia Lima.
Después de los ajetreos del despegue y cuando ya todas
las tensiones se alivian, recién solemos intercambiar alguna palabra con
nuestros imprevisibles vecinos de asiento en el vuelo y que a nuestra derecha o
izquierda suelen también bajar la tensión con algunas palabras dichas en tono
de un comentario. Esta vez tenía como compañera a una señora de aspecto
distinguido que revisaba uno y otro documento, y quien mirando por la
ventanilla comentó:
– Felizmente hace buen tiempo, porque ayer se
anunciaban tormentas, que son frecuentes en estos meses del año, especialmente
en Miami.
– ¿Vive allí? –Le pregunté solo por decir algo.
– No. Yo vivo en la ciudad de Guatemala. Soy
guatemalteca y trabajo en la Universidad de San Carlos. Ahora vengo de Canadá,
en donde asistí a un congreso en Montreal, y aproveché el viaje para visitar a
mi hijo que vive en Filadelfia.
Coasa en Carabaya, Puno, donde nace Martín Chambi
2. El mundo
andino
– Ah, ¡qué bien! –Digo yo–. Y, ¿sobre qué tema versó
el congreso?
– Sobre Patrimonio Audiovisual. Soy investigadora en
el área de fotografía como arte.
Seguimos conversando e intenté cautelosamente indagar
si conocía, y si era reconocido y apreciado un artista nacional mío en este
campo un tanto sofisticado desde nuestra situación más bien urgida por lo
básico y hasta rudimentario.
Él es un personaje que siempre solemos ponderar aquí
entre nosotros pero que yo no estaba seguro si era un artista destacado y mucho
menos celebrado a nivel internacional.
E hice cautelosamente la siguiente alusión:
– Hay un artista de la fotografía en mi país, con cuyo lente retrató un mundo inédito, genuino y lleno de oculto esplendor; así como captó el alma y el espíritu no solo de una época sino de todo universo. Yo lo admiro mucho porque ha podido captar el orbe que yo más quiero y reverencio como es el mundo andino.
3. Estupendo
y soberbio
– ¡Chambi! ¡Martín Chambi!
Exclamó alborozada mi interlocutora, a tal punto que
varios pasajeros voltearon a mirarla por la intensidad de su grito.
Y con todos sus ojos y su rostro ilusionado vuelto
hacia mí exclamó:
– ¡Es usted peruano!
– ¡Sí! –Dije yo–. ¡Entonces lo conoce! –Pregunté ya
con más aplomo.
– No solo lo conozco, sino que lo admiro y venero. Mi
tesis para graduarme en la universidad la hice sobre Martín Chambi. He asistido
a diversos países de Europa a sustentar ponencias sobre él. Y se han dedicado
jornadas importantes en países con mucha tradición fotográfica al estudio y
valoración de su obra que es ¡sencillamente genial!
– ¿Así?
– ¡Claro! Chambi es el más estupendo y soberbio fotógrafo del Siglo XX no solo en nuestro continente sino a nivel mundial. Lo que es Picasso para la pintura lo es Chambi para la fotografía.
4. Cómo
fue posible
Interiormente se despejaron los nubarrones que tenía
haciendo un nudo en mi ánimo. Elevados como estábamos a diez mil pies sobre el
globo terráqueo, respiré hondo. Volábamos sobre el país más rico y poderoso del
mundo, con todas las instrucciones puestas en otras lenguas, y oír decir eso a
una persona que no era de mi país y ni siquiera de América del Sur, y en un
contexto del azar de la vida cotidiana, como era en ese vuelo comercial, fue
trascendental para mí.
O por lo menos aliviaba y restañaba mis heridas que
las tenía grandes y profundas, dado que yo había tenido que abandonar
abruptamente la Universidad Nacional Agraria en donde trabajaba, y de donde no
pude recoger ni siquiera mis libros y papeles que tenía sobre mi escritorio, para
salir del país regresando decidido, si es posible a morir, pero en mi tierra.
Era una época en la que al parecer ya no teníamos
futuro. Entonces mi reflexión allí mismo fue: ¿cómo fue posible que hombres
como Chambi, desde el ostracismo y la marginalidad más cruel, sí pudieron
perfilar las obras más espléndidas de su siglo? ¡Y en un arte aparentemente difícil,
costoso, inacostumbrado y ajeno!
5. Ni siquiera
destino
Porque él nació en Coasa, provincia de Carabaya, al
norte del lago Titicaca, en Puno en 1891, un lugar duro e inhóspito, y murió casi
anónimo en el Cusco del año 1973. Además, en la época en que él era niño y
después joven, la región de Puno sufrió la sequía más cruenta de su destino, la
más atroz de toda su historia, produciéndose un éxodo masivo y mísero a las
ciudades de Cuzco, Arequipa y Tacna. Y él tuvo que emigrar en esa caravana de
desposeídos, de Puno hacia el Cusco
Entonces, ¿quiénes somos para soportar tanto los
sufrimientos? ¿Qué coraje tan extremo nos sustenta para salir adelante pese a
las adversidades y tinieblas? Indudablemente, ¡somos un pueblo absoluto en su
capacidad de resistencia! Y somos sublimidad como para producir en esas
circunstancias obras imperecederas, conociendo la escasez de recursos con los
que trabajó Martín Chambi, testimonio que nos debe hacer sentir que somos un
pueblo providencial e invencible.
Porque ese era el sino de la época en que él produjo su obra, como era también el estigma en aquel otro momento que atravesábamos en la década del 90 en el Perú, en que nos debatíamos en una crisis apocalíptica, en que la gente huía porque no teníamos presente, ni porvenir ni siquiera destino.
6. Desde
lejos
Yo regresaba más bien dispuesto y decidido a librar
aquí mi última batalla, habiendo intentado adaptarme a un país con otra cultura,
otro temperamento y otra lengua.
No averigüé el nombre de mi distinguida interlocutora
guatemalteca, por no romper el encanto que tienen los hechos fortuitos, del
azar y providenciales; y porque además estaba conmovido y temía que pudieran
desbordarse mis lágrimas.
Al considerar y concluir de cómo podemos estar
muriéndonos y ser geniales como lo fue Chambi, incluso en aquellas artes que
las hemos aprendido desde lejos, sin los recursos tecnológicos que harían más
factible y asequible figurar en algo en su cultivo y realización que en este
caso sorprendían al mundo.
Porque, ¿qué tiene que ver la fotografía con un
ciudadano andino de principios del siglo pasado, como para que destaque en este
arte y se imponga de ese modo a nivel mundial?
¿Qué tiene que ver un ciudadano andino encerrado entre
cordilleras abruptas con un arte alegre, abierto y hasta ligero y burlón?
7. Mensaje
salvador
¡Y con una gramática que solo pueden ejercerla los
grandes centros de la civilización contemporánea! ¡Y que, sobre todo, requiere
finanzas y hasta una larga y consistente tradición!
Y, ¿cómo es que desde nuestra postración somos capaces
de romper, atravesar y hacer explosionar principios que aparentemente nos
mantendrían condenados?
Pero Martín Chambi estaba muy consciente de lo que
hacía. Y lo expresó de este modo:
“Me siento un representante de la raza; ella habla en
mis fotografías”.
Escuchar aquel comentario que he referido, sobrevolando
el país más rico del planeta Tierra, en un momento en que éramos nosotros un
país sin destino, y yo regresaba pese a las amenazas, terco y obstinado,
dispuesto a enfrentar todas las contingencias con que aquí vivíamos, fue para
mí no solo un alivio sino un mensaje salvador.
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