domingo, 8 de noviembre de 2020

8 de noviembre. Día Mundial del Urbanismo. / El florecer de los muros.


8 DE NOVIEMBRE 
DÍA MUNDIAL DEL URBANISMO 

EL FLORECER 
DE 
LOS MUROS 

Danilo Sánchez Lihón 



Casa de mi abuela Sofía


1. Colindantes 
con la calle

 

Hay varias presencias conmovedoras que se erigen para mí como símbolo de lo que es mi aldea natal, o mi pueblo nativo, queo es Santiago de Chuco; como son: el horno, el pan, el candil colgado en la pared, los ajíes.

También el batán donde se muele de todo, la batea donde se amasa la harina. La plancha de carbón, con la cual calentaba los pañales de los hijos tiernos y la ropita de mis hermanos y hermanas recién nacidas en los meses invernales.

No deja de ser un símbolo de la identidad de mi comarca el soplador de la cocina que es un tubo de fierro o de carrizo, con una embocadura y un agujero pequeño al otro extremo; y con el cual revivimos el fuego y alentamos a que las llamas del fogón crezcan y se expandan.

Pero elijo otro, más de afuera de la casa, como es: el florecer de los muros; o los jardines en lo alto de las tapias, que son paredes que cercan los patios, las huertas y los corrales, colindantes a la casa, que también dan a la calle por donde deambula la gente con sus ilusiones y sus penas, con sus alegrías y quebrantos.

 

Flores que crecen porque sí


2. Por

el azar

 

No creo que los Jardines Colgantes de Babilonia, considerados como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, sembrados de palmeras, dátiles y cocos, me hubieran impresionado tanto.

O más de lo que significan para mí estos vergeles que se alzan en la cumbrera de las pircas o tapiales de mi pueblo de origen. Ni creo que los superen en belleza suprema.

Muros o cercas que culminan a veces en tejas bien sujetas por la tierra que allí se echa, y las raíces que allí se entretejen, y que el tiempo ha removido a uno y otro lado de la pared.

O bien que rematan en rastrojos, que son los tallos ya secos de lo que ha sido el trigo o la cebada de las parvas que hasta allí ha subido y que nosotros más bien cosechamos en nuestros campos fragantes.

O bien puede ser el ichu o paja de las alturas que allí solemos tender para que por allí se deslice el agua de la lluvia inclemente y no dañe la pared.

 

Se prenden a los muros


3. Nubes

blancas

 

Encima del rastrojo o paja y a fin de que esta asiente y no se deslice ni se mueva solemos echar tierra que se junta de cualquier rincón del corral o del patio, en donde sin que lo sepamos va la vida, pienso yo, para que crezcan esos jardines profusos de flores.

Son los granos de frutos soltados, o las semillas de algún cereal, o por último tallos o raíces caídos y que, por el azar, la suerte o el destino suben a estar empinados en donde la lluvia, el sol y el aire los hacen germinar nuevamente cuando echamos palanadas de tierra a los muros para que sujeten las tejas o la paja brava que allí ponemos.

En donde sin que los sepamos va la vida que con las lluvias después brota y florece allí en lo alto, haciendo un jardín prodigioso, encantado e inútil, como son las presencias más conmovedoras de esta existencia. Que se recorta en el cielo azulino del amanecer, del mediodía o del crepúsculo.

Casi siempre arremolinado de nubes blancas que bogan hacia los confines como rebaños extraviados, buscando a su pastor o a su pastora que se ha embelesado mirando algún muro como este que ahora contemplo.

 

La paja brava de las alturas con que techamos


4. Donde

el trébol

 

Son jardines mágicos donde la pared estalla en capullos, que como repito y no me cansaré de decirlo, se recortan sobre el azul del cielo, o bien contra las nubes blancas sus copones de oro.

¿Qué crecen allí? A veces incluso algún maíz insólito que nos hace reír de gracia como si se hubiese perdido, y que quizá haya brotado de algún grano que se le dio de comer a las aves de corral y que no vieron.

Y que por no ser recogido tiene ahora la gloria de ir a crecer en lo más empinado y a mostrar la maravilla de su choclo que es el maíz tierno, y su caña y sus hojas extasiadas.

Pero lo que más crece allí son tréboles, las malvas y las mostazas ensimismadas. Y los gláciles tallos de cebada, de lino y de avena.

Donde el trébol se extiende al pie de estas divinidades, haciendo como una alfombra sumisa y lleva de veneración, de un verde parejo y oscuro que parece terciopelo. 


Cómo se hacen los muros


5. Joya

más hermosa

 

Luego se erigen las malvas, de un verde tenue. Y más arriba las mostazas de estallantes flores amarillas.

Y radiantes, por uno y otro sitio, geranios rojos, clavelinas anaranjadas y alguna siempreviva de color fucsia o grosella, que son las flores que a mí más me consuelan.

Todas de ramas ondulantes que se balancean con el viento, contentas y fascinadas de estar allí y admirar algún balcón o prendarse de algún tejado.

Cuando se secan son aún más bellas porque el verde intenso se torna en un amarillo gualda y se vuelven lánguidas sus hojas y capullos. Entonces, ¡qué finas me parecen! ¡Qué delicadas en morir, contemplando por la calle el paso de la gente!

¿Puede haber joya más hermosa que una simple vaina recogida ya seca? En donde se envuelve un fruto primoroso que, por más ínfimo que sea, no deja de ser prodigioso.

 

 

Muchacha de mi comarca


Fotos 3 y 5
Daniel Egúsquiza Sánchez

Fotos 2 y 6
Jaime Sánchez Lihón


*****

 Los textos anteriores pueden ser

reproducidos, publicados y difundidos

citando autor y fuente

 dsanchezlihon@aol.com

danilosanchezlihon@gmail.com

 Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:

Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com

Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com

Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe

Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com

Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es

   *****

DIRECCIÓN EN FACEBOOK

HACER CLIC AQUÍ:

 https://www.facebook.com/capulivallejo

 *****

 Teléfonos:

393-5196 / 99773-9575

 Si no desea seguir recibiendo estos envíos

le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.



No hay comentarios:

Publicar un comentario