La adivinanza es una composición
que nació no específicamente dedicada a los niños sino a un público universal,
hombres y mujeres, tanto adultos como pequeños, sean jóvenes o sean ancianos.
Más nació incluso para gente avezada,
para viejos invencibles, para jóvenes impulsivos y adultos indomables; se hizo
para aspirantes a tronos, para edipos reyes, y para aquellos que anhelaban
conquistar el corazón de una dama y ungirse la corona de monarcas y soberanos.
“Soy y no soy,no soy y fui,mañana seréy hablarán de mí.¿Quién soy?”(El ayer)
Sin embargo, es una de las
primeras expresiones de la lírica popular –como también los romances– que los
niños la expropiaron e hicieron suya. Se apoderaron de ella y la incorporaron a
su mundo, tanto que ahora nos parecen destinadas expresamente para ellos, pero
no fue así.
2. Elige
un tesoro
Porque su destinatario original
es el hombre en su vastedad y quizá por eso ha sido acogida por los niños
quienes son los más enteros de los hombres. Por lo menos no fue pensada para
alguien clasificado en una edad, como hemos incurrido en hacerlo.
“Tristes esperanzascorren sin venturase cortan sin tijerasy se cosen sin costuras”.(Las nubes)
Pero he aquí el milagro y la
proeza, cuál es: ¡como el niño gana lo precioso para sí! dejando al adulto lo
rentable y lo mezquino: los negocios, la administración (pública o privada), la
burocracia, las finanzas en los bancos, la política.
Mientras el niño elige el tesoro,
se orienta instintivamente por lo que es el reino de la vida portentosa que
nosotros lo dejamos ir o lo perdemos lastimosamente.
3. Juego
y libertad
Así:
“¿Quién es el que hace–le preguntes o no–con la cabeza que síy con la cola que no?”(El pato)
Lo curioso de la adivinanza es
que son categorías arduas y difíciles, son retos a la inteligencia que demandan
mucha concentración, y con frecuencia son retos a la vida en su centro. Supone
realizar esfuerzos intelectuales arduos para resolverlas; pero que, sin
embargo, los niños lo realizan con gusto y hasta fruición.
¡Cuanto mayor denuedo les demanda
desentrañarlas, que resolver tareas escolares casi siempre farragosas! Mucho
más. Invierten más ahínco mental, pero a lo cual se dedican con gozo. ¿Por qué?
¿Por qué no se dignan entusiasmarse igual por lo que incluso es más accesible y
elemental?
¡Por eso mismo! Porque al niño le
cautiva asumir retos hasta heroicos. Pero también les embelesa por otro hecho
sencillo: la adivinanza se da en un espacio de juego y libertad.
4. Arrojan
sus lanzas
El niño le tiene afición a la
adivinanza porque ella sustituye en algo el ejercicio hacia el cual se siente
más atraído, cual es escrutar los hechos, develar los objetos y desentrañar los
misterios del destino.
¡Adivinar!, tiene incluso mucha
más sustancia que explorar, investigar o descubrir.
El niño quiere adivinar el mundo.
Y adivinar es aventurarse, mirar entre nubes, indagar entre sombras.
Adivinar es traspasar con la
mirada lo que ensombrece el universo, es captar con un impulso lo cierto, pero
lanzados arriesgadamente a su comprensión o a su posesión y a su agobio.
“Millares de soldadosvan juntos a la guerray arrojan sus lanzasde punta a la tierra.¿Quién es?”.(La lluvia)
5. Guapa
doncella
Adivinar tiene muchos contenidos
que los hemos desechado en nuestras vidas y que la literatura felizmente
conserva aún. No toda literatura, es cierto, pero la literatura infantil, sí.
Tal como: el asombro, el ritmo, la creencia y el embrujo de que las cosas se
animan con un soplo del espíritu; con la magia, con la subjetividad y ¡con el
temblor por la belleza!
¡En fin! Defendamos una actitud que
no cercene ni lapide, que no mutile ni se prive de estos elementos maravillosos
ideados por y para la exaltación, el fervor y la proyección al infinito que
tiene el género humano, como es la adivinanza. Así:
“¿Quién es ella que en la rosabella sus colores posa?¿Quién es la guapa doncellaque entre el sol, luna y estrellasvaga y vaga... vagorosa?”(La mariposa)
La adivinanza, como todos los
textos sabios es anónima y es inevitable que ella tenga esta condición, sobre
todo cuando alcanza un nivel perfecto de realización.
6. El niño
se adhiere
Exquisitez que ocurre como en los
cantos rodados de los ríos poderosos, que ya no tienen impresa la roca o cantera
de su procedencia, sino que todos son redondos y pulidos y tienen solo la
impronta del río y de las aguas que los han pulido. Y sufren o gozan ese
destino superior de su anonimia, y de su pertenencia al ser colectivo que ellos
representan.
Junto a aquel hecho se presenta
otro, cual es que pierden también su ubicación regional o nacional. Y se vuelven
rápidamente –dependiendo de su valor– en patrimonio universal.
Con la cual el niño se contagia.
Y se adhiere a ella porque es idéntica a él: natural, sensorial, juguetona y
sorprendente. Y, sobre todo, feliz.
Es una economía de palabras en un
universo ilimitado de imaginación. Así:
“Soy un palitomuy derechitoy encima de la frentellevo un mosquitoque ni pica ni vuela,ni toca la vihuela”.(La letra “i”)
7. Fósforo
y saeta
Tampoco es descalza, desnuda o
literal; no va desprovista de sueños. ¡No! ¡No es técnica! Se refocila, aletea
libre y dichosa.
Hace galas de sus plumas de ave
de paraíso. ¡Qué se creen! Se engalana, gusta de vestir trajes regios, porque es
una diosa.
Ella es el lenguaje con que hablan
los dioses en los oráculos. Pero ama la libertad, se sale siempre de pauta, por
eso usa máscaras, porque es sacerdotisa de los templos y siempre, hasta con lo
más modesto y humilde, su actitud es mirífica:
“Más de mil damas hermosasvi en un instante nacerencendidas como rosasy al instante perecer”(Las chispas)
Y creo que en ello hay otra razón de la predilección que siente el niño por ella, cual es que es breve, menuda e ínfima, pero encendida como un fósforo y una saeta.
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