Con ser tan estupendas y portentosas las
obras materiales que se hicieron aquí, es sin embargo la solidaridad entre los
seres humanos el aporte más importante del mundo andino a la cultura universal.
Es aquel sentido colectivista del hombre en
el Tahuantinsuyo, aquella hermosa epopeya que es la comunidad humana.
Y no solo la familiar nuclear, vecinal o
regional, sino la del hombre como totalidad, es decir la utopía ya realizada aquí
de desayunar todos los hombres juntos, “en una mañana eterna” nos agregó esta
frase el poeta César Vallejo, como mensaje de afirmación, de contundencia y
plenitud.
¡Qué extraordinario que nuestra cultura sea
representativa de lo que es la solidaridad humana, entre los hombres, que es lo
verdaderamente difícil por los egos tan acrecentados entre los individuos, como
también entre las comunidades que alzan vallas, erigen muros y cercan las
calles con rejas, barandales y trancas!
2. Pan
del día
¡Aquí prendió, creció y floreció la
solidaridad! Y esto ¡como un valor supremo!
¡Porque fue aquí como en ningún otro lugar
del planeta que se la practicó como política de estado y también como actitud
cívica, natural y cotidiana de las personas y las comunidades en general!
Donde no había hombres buenos y otros
matos. Unos bendecidos y otros condenados, unos ungidos y otros rechazados. Esa
utopía aquí ha sido pan del día.
Sería interesante rastrear el origen de
esta visión y acción; de cómo es que se ideó, cultivó e implantó aquí una
semilla tan acrisolada.
E indagar acerca de aquello que lo inspiró
e hizo posible para que surgiera, creciera y se estableciera de manera tan auténtica,
propicia y luminosa; y que se trasuntó después en la reciprocidad y en la
participación comunal solidaria.
3.
La maravilla
de
la creación
¿Qué factor condicionante ha sido la clave
para que surgiera una flor tan honda y tan casta? ¡El desafío de enfrentar un
mundo abrupto y abismal como son nuestros andes! Realidad dura, hosca y temible.
Condición que diera lugar para que prosperaran aquellas virtudes ¡tan difíciles
de hacer brotar, crecer y fructificar, como es el ser unidos, abiertos y
generosos!
Tanto es así que a los cronistas de la
conquista lo que más les impresionó en su encuentro con las diversas manifestaciones
que veían a su paso, son los bienes y edificios que tenían un fin social como
fueron puentes, caminos y tambos o casas comunales.
Como también llamó su atención los terrenos
de cultivo que eran todos de posesión y trabajo comunal, puesto que eran tierras
del sol, del inca y del pueblo llano; como las obras de ingeniería dedicadas al
bienestar de la población. Además de no encontrar aquí ni un solo menesteroso, mísero
ni desadaptado social, que mendigara por las calles.
4. Miríadas
de estrellas
Ninguno era esclavo, ni había una sola
meretriz que vendiera su cuerpo para sostenerse y sobrevivir. No hubo aquí
nadie que se quedara un día de hambre y sin comer, desprotegido o en soledad,
en el sentido de abandono u ostracismo.
Nadie hubo que durmiera por exclusión fuera
de un techo, salvo si quería maravillarse de las constelaciones en la bóveda
sideral y observar arrobado las miríadas de estrellas e inspirarse en el lento
bogar de la luna nocturna por el firmamento. ¡Y cantar una endecha inspirados
en la maravilla de la creación del planeta y del cosmos como indivisibilidad!
Nadie era aquí un desposeído o un
desheredado de la tierra. Y todo ello fue gracias a una avanzada concepción
filosófica, mística y religiosa del mundo y de la vida.
Toda esta concepción devenía de un prolijo
y vasto trabajo de reflexión, de contemplación e inspiración que nos prodiga la
naturaleza, contenidos que se traducen y se objetivan en una praxis social bien
concebida y conducida que aquí data de muchos milenios atrás.
5. Cabal
y tangible
Porque, ¿cuánto costó a Europa, por
ejemplo, la concepción de los Derechos Humanos? ¡Solo concebirlos y redactarlos
fue después de catástrofes y hecatombes! Pero lo más lamentable es que
constituyen finalmente letra muerta, ley para que nunca se aplique.
Que es ley en nuestras constituciones pero
que hasta ahora no pasan de ser enunciaciones, principios escritos e ideales
por alcanzar, puesto que nunca se aplican. Sin embargo, solo concebirlos
demandó ríos de sangre, pues de ese color se tiño el rio Sena en los días de la
Revolución Francesa.
Sin embargo, aquí fue logro de los amautas,
en donde lo que asombra son las características y claves secretas que tenía
entonces la educación incaica para garantizar dicho orden.
Porque, ¡valores como la solidaridad y el
actuar de manera colectiva, entre una y otra persona, entre uno y otro grupo
social, entre una y otra región, son hechos portentosos y maravillas del alma! ¡El
reconocerse y ser hermanos en todo!, que aquí se lo practicó, y se lo practica
hasta ahora en las comunidades andinas que conservan ese legado, de manera cabal,
tangible y plena.
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