jueves, 24 de diciembre de 2020

24 de diciembre. Hoy es Noche Buena. / Y todo canta.


24 DE DICIEMBRE 
HOY ES NOCHE BUENA 

TODO 
CANTA 

Danilo Sánchez Lihón 



Pintura de Juvenal Sánchez Lihón


1. Para salvar 
el mundo 

Por la ventana observo hacia afuera el cielo anubarrado y hacia adentro las recias paredes de adobe.

Ellas soportan aún las tempestades que arrecian y los relámpagos con su fragor, retumbos y tronido.

Y me pregunto: ¿el shayape del nacimiento que hemos entresacado de las peñas también extrañará la piedra donde ha crecido?

¿Le gustará y encontrará firme esta casa? Pero, ¿por qué será inevitable que yo ahora llore?

Y mirando a todos entre mis lágrimas, más aún a quienes ya hace años que partieron, pero que hoy han venido, ruego en silencio, que este instante recóndito de ternura no termine nunca. Porque este día vuelven a estar con nosotros y a sentarse a la misma mesa todos nuestros seres queridos.

Ternura que quizá sea la última hebra o hilacha que quede para salvar el mundo y hacerlo imperecedero.

 

La casa 


2. Cuando ella

está todo se colma

 

Hoy 24 de diciembre al despertar por la mañana el sol tiende su manto de oro alfombrando toda la casa y mi comarca.

Ya hay tintineo de cucharillas, de tazas y platos en la cocina. Y el chasquido de la sartén donde se cuece alguna fritura: salchichas, relleno o pellejones de cerdo.

En la cocina el ambiente es de fiesta. Las lenguas de fuego del fogón iluminan el iris de todas las pupilas.

Ya está sentada en la mesa la abuela Sofía. Y cuando ella está, todo se colma de una profunda dulzura y alegría.

Y nosotros jugamos con los primos que han venido. Y acordamos salir a explorar los alrededores.

Al salir al patio tengo que poner las manos en visera para librarme de la luz del sol. Y reconocer el violeta de las tejas, los anaranjados de las paredes, los azules y verdes de todas las presencias y las cosas este día sublime.

 

El papá


3. Hoy día

no sienten miedo

 

Hoy es día hondo, inmenso y conmovedor porque ha de nacer Dios mismo, y él es un Niño.

Por eso, lo sienten y saben todos. Lo sentimos y sabemos los seres humanos que hoy día comprendemos lo que es el bien. Y hasta nos esforzamos por hacernos buenos, así erremos.

Lo sienten y saben los cerros, los ríos y los caminos al filo de los barrancos y de los abismos, que hoy día son dóciles, protectores y amables en sus talantes y genios, de por sí temibles.

Lo sienten y saben los vientos que silban en sus zampoñas ululantes canciones tiernas de amor entre árboles y peñolerías. Y tocan más alegres que nunca sus castañuelas las neblinas entre las piedras de los apriscos y caminos.

Lo sienten y saben pumas, toros y cervatillos de los potreros, que hoy día no sienten miedo ni venganza ni violencia, sino que intuyen que este mundo es bueno, incluso en el sacrificio por algo que ni siquiera importa tener claro cuál es su sentido.

 

La mamá


4. Huertas

y jardines

 

Hoy es Noche Buena.

Lo sienten y saben las aves del cielo que trinan con más ahínco en el tejado. Y enhebran sus nidos con más esmero las golondrinas. Y con sus gorjeos hacen que las casas pobres se enjoyen con los más ricos arpegios y tesoros.

Y con los atavíos que lucen los plumajes multicolores de sus plumas y sus alas.

Lo sienten y saben las ovejas, vacas y chivillos de las majadas que triscan y saltan de contentos cerca de sus dueños, sin explicarse el motivo que los regocija.

Lo sienten y saben los manantiales que hoy ofrecen su mejor agua y su mejor hierba. La misma que brota fresca y luego gorgotea cantarina regando huertas y jardines.

Lo saben las flores del campo y las ranas que croan y rumorean en las acequias. Lo sienten y saben las libélulas que entonan con la mejor armonía su ronroneo misterioso entre las piedras.

 

Amanecer en Santiago de Chuco. Foto Jaime Sánchez Lihón


5. Oran

y velan

 

Lo sienten y saben los copos de neblina, que se elevan para ver aparecer los colores de las sementeras y del pueblo extendido en su manto verde.

Y de las casas embelesadas con el blanco de sus muros, terraplenes y tapiales, como con el añil y verde de sus puertas y balcones.

Los sienten y saben los hombres rudos y fríos que hoy –sin poder evitarlo– dedican su alma hacia los demás; sonríen, y de ella entresacan, como de un horno caliente, el mejor pan.

Lo sienten y saben los hombres buenos que por saberlo viven la Noche Buena todos los días del año.

Y hoy más bien se entristecen que ella dure un solo día; quizá por ser tan bella; quizá por ser tan inmensa no es posible que sea eterna. Y, entonces, oran y velan.

Y agradecen en silencio por el prodigio que nos brinda lo creado y lo que aún está pendiente por crear.

 

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