Los aeropuertos, amor mío, son para mí las
grandes heridas del alma. Algo en que nos hemos convertido los seres humanos.
Que son estrellas o luceros encendidos y apagados en el firmamento. O, ¿qué
son? ¿Cometas suspendidas o que ya han caído hacia algún abismo?
Y yo en ellos dándome fuerzas con solo
evocarte, queriendo acertar en todo solo porque tú existes; o porque te quiero.
Tambaleándome por los largos pasadizos.
Sin saber que el objeto que tocaste y que
yo he convertido en amuleto, y que en ocasiones como esta yo abrazo a mi pecho,
me salvará. Y que es apenas una lámina de metal que yo he convertido en fetiche
que me apura, me arropa y me alienta.
Calculando mis pasos, sopesando y midiéndolos. Dibujando mi letra lo más claro que puedo en los formularios de migraciones que escribo. Encontrándote a ti en cada muchacha que miro. Sabiendo que es a ti a quien añoro, a quien busco y a quien pierdo entre este gentío.
2.
La agitación de los aeropuertos es
convulsiva y paroxística. ¿Qué son estos sitios? Igual que los bajeles que se
elevan. Son naves, peor que las que se tambalean allá arriba en el aire. Estas
plataformas son nudos de caminos, puntos de encuentro y desencuentro, de
hallazgos, despedidas y extravíos.
Me quedo en un asiento, anonadado. Como
miles de personas, como millares de seres humanos que aquí esperan. No se sabe
qué. O que se van o que se quedan. O que van a entrar o que van a salir. Yo teniendo
hambre o no teniéndolo. Queriendo servirme algo, pero a la vez arrepintiéndome.
Y rechazándolo todo; haciéndoseme un nudo en la garganta.
¡Ah, los aeropuertos! Que yo no sé si
están en esta tierra o en el aire. ¡Si son de agua que corre inatajable, o de
fuego que arde! Si están en la superficie, o en el fondo, y en el centro de
algo. O muy dentro de nada. Hacia afuera o hacia adentro. ¡O si ya son ceniza
de algo que ardió un día!
Que nos lo hemos cavado en nosotros mismos,
en la sangre. ¡Pero cuán confuso y desorientado en mis caminos me he sentido! Sin
saber si soy lento o rápido, torpe o vivaz. Pobre o rico. Como en todo, pero
mucho más en ellos, es solo tu amor quien me salva.
En el aeropuerto de Orly en París, 1975
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