viernes, 4 de diciembre de 2020

4 de diciembre. Un día como hoy muere en Lima Georgette de Vallejo. / Y nada más afín que aquella escolta de niños.


4 DE DICIEMBRE 
UN DÍA COMO HOY MUERE EN LIMA 
GEORGETTE DE VALLEJO 

Y NADA MÁS AFÍN 
QUE AQUELLA 
ESCOLTA DE NIÑOS 

Danilo Sánchez Lihón 



Rafael Alberti, Georgette y César Vallejo en Madrid


1. Esos niños 
que la acompañaron

 

Murió después de cinco años de permanente postración a consecuencia de aquella caída ocurrida en la escalera exterior de su departamento en un edificio ubicado en la cuadra 52 de la Av. Arequipa en Lima, accidente ocurrido en el año 79.

Ella expiró el 4 de diciembre del año 1984, a las 5.35 de la madrugada, víctima de un ataque cardíaco y embolia cerebral, a la edad de 76 años. Sus restos fueron trasladados a la capilla del Hogar Clínica San Juan de Dios, donde fueron velados.

Está sepultada en el Cementerio de la Planicie, en una tumba donada por los hermanos de la casa de San Juan de Dios, que ayuda a los niños con limitaciones en su salud corporal y mental.

Esos niños inválidos fueron quienes la acompañaron hasta su última morada.

 

Georgette con el anillo de César Vallejo


2. Alcanza

su mayor sentido

 

Y ¡qué bien que así lo hicieran porque nada puede ser más afín a Georgette de Vallejo que esa escolta y ese séquito.

Porque ellos son los representantes de un país herido, lacerado y martirizados por tantos sufrimientos.

Pero también ellos son las huestes de los voluntarios de la República Española, adultos o niños, que luchan por la redención del hombre.

Antes, donó todo lo suyo, incluso los manuscritos de César Vallejo, a los enfermos de dicho nosocomio e institución de caridad.

Y lo hizo bien porque en poder de nadie esta herencia tiene su mayor sentido y coherencia, que en manos de los enfermos del Hogar Clínica San Juan de Dios.

 


Niños de la Clínica San Juan de Dios


3. Vallejo

es todo

 

Ella trajo de Europa todos los originales de César Vallejo al Perú. Aquellos que cosió a su pecho durante toda la Segunda Guerra Mundial.

No los legó a ninguna institución francesa, tampoco los donó a ninguna universidad o institución académica, artística o cultural.

Y dicha decisión es la más coherente en relación al significado de la vida y obra de César Vallejo y a lo que él representa.

Porque César Vallejo es mucho más que cualquier ámbito literario, artístico o académico. Rebasa incluso el ámbito de la cultura y hasta de las humanidades.

Se proyecta al universo. Porque Vallejo es todo.

 


César Vallejo y Georgette en los jardines 
de Versalles. Foto: Juan Domingo Córdoba

4. Indestructible

esperanza

 

Ella donó todo lo que tenía y consideraba de importancia a una institución que lucha por la vida sana. Donó a una institución que hace el bien.

Porque expresó que recién al llegar y conocer el Perú comprendió a César Vallejo. Y lo pudo entender al menos en parte.

Al ver y contemplar a los niños de esta patria afligida.

Pero más lo entendió al ver, según lo confesó ella misma, a los auquénidos de nuestras cordilleras. A las llamas, de miradas que abarcan infinitos.

Infinitos que había en los ojos del hombre a quien amó.

Aquel mirar tan lejos que se pierde en el misterio y, para nosotros, en la indestructible esperanza.

 

Georgette Philippart


5. El golpe

ciego

 

Al morir Georgette pesaba apenas 40 kilos.

El hermano Lázaro Simón Cánovas, director del Hogar Clínica San Juan de Dios, quien la conoció muy de cerca, dijo en su sepelio:

“Había que estar muy cerca de ella para comprender la inmensa ternura que guardaba detrás de su introversión.

Ternura que era enorme y total frente al mundo de los niños desvalidos, humillados e impotentes.

Aquellos niños sobre quienes se abate y se asesta el golpe ciego y fiero la invalidez.

Solidaria ella para con aquellos niños que son víctimas de la violencia familiar. Para quienes son víctimas de la sinrazón y la ceguera del mundo.

 

Georgette en Lima


6. Mal

ladrón

 

Respecto a quienes, ¿no habrá a nadie a quien culpar por el abandono y la atrocidad en la cual viven?

Por quienes habrá que echarnos la culpa todos. Uno mismo, que es lo que generalmente ella hacía.

Que es lo mismo a lo que hizo también su esposo, César Vallejo, quien confesaba:

Señor. . .

Todos mis huesos son ajenos;

yo tal vez los robé!

Yo vine a darme lo que acaso estuvo

asignado para otro;

y pienso que, si no hubiera nacido,

otro pobre tomara este café!

Yo soy un mal ladrón... A dónde iré!

 


7. Culturas

que ellos convocan

 

Y prosigue el poema:

Y en esta hora fría, en que la tierra

trasciende a polvo humano y es tan triste,

quisiera yo tocar todas las puertas,

y suplicar a no sé quién, perdón,

y hacerle pedacitos de pan fresco

aquí, en el horno de mi corazón...

Por todas estas razones, es el suyo, el de César Vallejo y Georgette Philippart, un amor legendario que tenemos el compromiso moral de situarlo entre los amores sublimes que han existido en la historia humana.

Es un amor mítico. Mítico también por las dos grandes culturas de donde provienen sus protagonistas.

Culturas que ellos convocan, y representan:

 Lo peruano ríspido y abismal. Y lo dulce y exacto, en la Georgette de Vallejo, juntos ambos en la eternidad.

 

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