Murió después de cinco años de permanente postración a consecuencia de
aquella caída ocurrida en la escalera exterior de su departamento en un edificio
ubicado en la cuadra 52 de la Av. Arequipa en Lima, accidente ocurrido en el
año 79.
Ella expiró el 4 de diciembre del año
Está sepultada en el Cementerio de la Planicie, en una tumba donada por los
hermanos de la casa de San Juan de Dios, que ayuda a los niños con limitaciones
en su salud corporal y mental.
Esos niños inválidos fueron quienes la acompañaron hasta su última morada.
Georgette con el anillo de César Vallejo
2. Alcanza
su mayor sentido
Y ¡qué bien que así lo hicieran porque nada puede ser más afín a Georgette
de Vallejo que esa escolta y ese séquito.
Porque ellos son los representantes de un país herido, lacerado y
martirizados por tantos sufrimientos.
Pero también ellos son las huestes de los voluntarios de la República
Española, adultos o niños, que luchan por la redención del hombre.
Antes, donó todo lo suyo, incluso los manuscritos de César Vallejo, a los
enfermos de dicho nosocomio e institución de caridad.
Y lo hizo bien porque en poder de nadie esta herencia tiene su mayor
sentido y coherencia, que en manos de los enfermos del Hogar Clínica San Juan
de Dios.
3. Vallejo
es todo
Ella trajo de Europa todos los originales de César Vallejo al Perú.
Aquellos que cosió a su pecho durante toda la Segunda Guerra Mundial.
No los legó a ninguna institución francesa, tampoco los donó a ninguna
universidad o institución académica, artística o cultural.
Y dicha decisión es la más coherente en relación al significado de la vida
y obra de César Vallejo y a lo que él representa.
Porque César Vallejo es mucho más que cualquier ámbito literario, artístico
o académico. Rebasa incluso el ámbito de la cultura y hasta de las humanidades.
Se proyecta al universo. Porque Vallejo es todo.
4. Indestructible
esperanza
Ella donó todo lo que tenía y consideraba de importancia a una institución
que lucha por la vida sana. Donó a una institución que hace el bien.
Porque expresó que recién al llegar y conocer el Perú comprendió a César
Vallejo. Y lo pudo entender al menos en parte.
Al ver y contemplar a los niños de esta patria afligida.
Pero más lo entendió al ver, según lo confesó ella misma, a los auquénidos
de nuestras cordilleras. A las llamas, de miradas que abarcan infinitos.
Infinitos que había en los ojos del hombre a quien amó.
Aquel mirar tan lejos que se pierde en el misterio y, para nosotros, en la
indestructible esperanza.
5. El golpe
ciego
Al morir Georgette pesaba apenas 40 kilos.
El hermano Lázaro Simón Cánovas, director del Hogar Clínica San Juan de
Dios, quien la conoció muy de cerca, dijo en su sepelio:
“Había que estar muy
cerca de ella para comprender la inmensa ternura que guardaba detrás de su
introversión.
Ternura que era enorme y total frente al mundo de los niños desvalidos,
humillados e impotentes.
Aquellos niños sobre quienes se abate y se asesta el golpe ciego y fiero la
invalidez.
Solidaria ella para con aquellos niños que son víctimas de la violencia
familiar. Para quienes son víctimas de la sinrazón y la ceguera del mundo.
6. Mal
ladrón
Respecto a quienes, ¿no habrá a nadie a quien culpar por el abandono y la
atrocidad en la cual viven?
Por quienes habrá que echarnos la culpa todos. Uno mismo, que es lo que
generalmente ella hacía.
Que es lo mismo a lo que hizo también su esposo, César Vallejo, quien
confesaba:
Señor. . .
Todos mis huesos son ajenos;
yo tal vez los robé!
Yo vine a darme lo que acaso estuvo
asignado para otro;
y pienso que, si no hubiera nacido,
otro pobre tomara este café!
Yo soy un mal
ladrón... A dónde iré!
7. Culturas
que ellos convocan
Y prosigue el poema:
Y en esta hora fría, en que la tierra
trasciende a polvo humano y es tan triste,
quisiera yo tocar todas las puertas,
y suplicar a no sé quién, perdón,
y hacerle pedacitos de pan fresco
aquí, en el horno de
mi corazón...
Por todas estas razones, es el suyo, el de César Vallejo y Georgette
Philippart, un amor legendario que tenemos el compromiso moral de situarlo
entre los amores sublimes que han existido en la historia humana.
Es un amor mítico. Mítico también por las dos grandes culturas de donde
provienen sus protagonistas.
Culturas que ellos convocan, y representan:
Lo peruano ríspido y abismal. Y lo
dulce y exacto, en la Georgette de Vallejo, juntos ambos en la eternidad.
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