sábado, 5 de diciembre de 2020

5 de diciembre. Hace un año fue la primera actividad del Centro Cultural Cahua. / El mítico y legendario Calipuy.


5 DE DICIEMBRE 
HACE UN AÑO FUE LA PRIMERA ACTIVIDAD 
DEL CENTRO CULTURAL CAHUA 

EL MÍTICO 
Y LEGENDARIO 
CALIPUY 

Danilo Sánchez Lihón 



Nace el agua en Calipuy. 
Rosa Morales de Capulí en Calipuy


1. Barreras 
de palos

 

Para quienes nacimos y crecimos en Santiago de Chuco, del cual Calipuy es uno de sus centros poblados, el que nuestros labios pronuncien este nombre en nuestra niñez y juventud, era para referirnos a los toros bravos de sus cañadas y potreros.

Porque desde aquí eran llevados a la plaza de toros que se alzaba en el terreno del Estadio Municipal, con barreras de palos bien amarrados a los postes que se plantan en torno a un cuadrilátero que tramo por tramo se asigna a cada caserío.

Así como se erigían por lo alto galerías de asientos a cargo de contratistas y comerciantes que al pie de cada escalera implementaban su boletería.

A su alrededor se armaba todo un mercado de vivanderas, turroneros, vendedores de helados, de confites y comidas. Sin que faltaran vendedores con sus canastas conteniendo todo lo que fueran panes, bizcochos y bizcochuelos.

 

Corrida de toros, subidos sobre una góndola, en Santiago de Chuco


2. De bote

a bote

 

Pero aquellos toros que venían de Calipuy eran verdaderas fieras.

Y que eran toreadas en los días en que había tardes taurinas en la Fiesta Patronal del Apóstol Santiago el Mayor del mes de julio.

Fieras que eran diabólicas por diferentes razones. Dos o tres capotes a la capa y se daban cuenta que por ahí no iba y arremetían al cuerpo.

Por eso, bastaba poner en el cartel: “Con toros bravos de Calipuy”, para que la gente supiera que iban a haber contusos, heridos y hasta muertos sobre la tierra endurecida e improvisada de aquella Plaza de Toros.

Entonces el coso se colmaba de bote a bote, rodeado de camiones en donde la gente se sube hasta la parte alta de la caseta siempre y cuando se era conocido del dueño.

 

Fiesta en Calipuy


3. Es

una penca breve

 

Para eso, a los toros que se iban a lidiar se los traía por el camino de herradura, lo cual ya era temible.

Eso sí, entropados con una manada de vacas, en medio de las cuales estos demonios que se encabritaban y eran feroces en el ruedo, entre las vacas venían como mansas palomas.

O peor aún: eran como las mismas vacas. Pero que ya separados y sueltos en el coso era impresionante ver la estampa que tenían y la bestialidad de su arrojo.

Son toros indomables, que nadie puede sacarle el “shayape” que tienen en los cuernos, y que es una penca breve.

 

Los pallos de Calipuy


4. Torito

de Calipuy

 

Shayape que lucen como un símbolo de su vida salvaje. Y de su libertad por los montes en donde se les había quedado prendida, por andar entre rocas y entre sus espinas.

¡Y muestra de su vivir en lo más agreste y profundo de los potreros!

Y que con sus cuernos levantados ponen pálida a la cuadrilla de toreros. Mucho peor si son costeños venidos de Trujillo o de Lima, y a quienes empieza a temblarles las piernas.

– ¡Ya pues entra, torero! –Grita la gente–. ¿O qué eres?

Hay unos versos, que los repetimos de niños y que dicen así:


Ya viene el torito
de Calipuy.
Que si te encuentra
te saca el cuy.

 

Iglesia y plaza de Calipuy


5. Aguda

nota de pífano

 

Queriendo significar con ello que, quien se pusiera delante de una de esas fieras le iba a sacar el sebo más fino y delicado que tuviera en lo más recóndito e íntimo de su cuerpo o ser, dejándolo sin aliento, sin resuello y sin entrañas.

Porque revuelcan a su gusto a los toreros que vienen de afuera, quienes se esconden en los burladeros y sólo hacen volar la capa por encima de las tablas, para que el toro pase ante la gritería y pifia de la gente que les tira de todo, sobre todo las naranjas que están comiendo.

Allí entran Los Vílchez, que son toreros aldeanos, que tienen bien fajados sus pantalones negros de bayeta y sus camisas blancas de percalina.

Por eso, Calipuy nos suena entonces a lugar indómito; a piedra rodada y pulida, ¡y a barranco! A tuna espinosa y crispada.

Es una referencia agreste, y aguda nota de pífano. Tal como son sus toros: rebeldes, huraños, intrépidos.

 

Calipuy


6. Gritarles

que se salven

 

Porque después de dejar malherido a cualquier torero que se atreviera a correr solo de un burladero a otro, aprovechaba el toro para arremeter contra los palos horizontales amarrados de los postes de la barrera.

Y, de un momento a otro, saltaba por encima de ellos, entre los alaridos de horror y los desmayos de la gente, a quienes el toro les hacía el desprecio de pasar solo por encima de ellos.

Y cogía infalible el camino de su querencia, bajando hacia el río Patarata para cruzar a la otra banda y coger el sendero transitado por los campesinos o cualquier prójimo que venía distraído.

Mientras, toda la gente que había estado en las barreras y hasta en los tabladillos o tribunas nos desgañitamos al borde de la pampa, gritando a quienes vienen por el sendero que se aparten.

Y hasta lloramos avisando a los inocentes viandantes, que arrastran sus pies, ilusos y entretenidos por el camino de enfrente, gritándoles que se salven.

 

Capulí en Calipuy


7. Reserva

y Santuario Nacional

 

– ¡Toro! ¡Se ha escapado el toro! ¡Salgan del camino! ¡El toro!

– ¿Qué? –Nos contestan

– ¡Salgan! ¡Salgan del camino!

– ¡No se oye!

– ¡Se ha escapado el toro!

Indicándoles de ese modo que se suban a una ladera o se trepen a algún árbol antes que la fiera los destripe sin respetar que fueran mujeres o niños.

Al principio no nos escuchaban de lo lejos que estaban. Seguían lentos y pacíficos, seguro cantando, silbando o tocando su rondín o andarita. Por eso, ¡qué desesperación, lágrimas y alaridos nos ha causado Calipuy y sus toros!

Pero Calipuy tiene ahora otra connotación, cual es la de Reserva y Santuario Nacional, principalmente porque en sus dominios es donde se conservan los relictos de huanacos y de cahua más grandes del planeta Tierra.

 



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