lunes, 11 de enero de 2021

11 de enero. En el año que comienza ejercitarnos en adivinar creando mundos nuevos. / Vida y más vida es ¡la adivinanza!


11 DE ENERO 
EN EL AÑO QUE COMIENZA 
EJERCITARNOS EN ADIVINAR 
CREANDO MUNDOS NUEVOS 

VIDA 
Y MÁS VIDA ES 
¡LA ADIVINANZA! 

Danilo Sánchez Lihón 

 



Pinturas y homenaje
a Alberto Quintanilla


1. Nos enseñan

a ver

 

Las adivinanzas desarrollan la inteligencia y educan el gusto, porque en ella resaltan las imágenes y sorprende la desconstrucción y construcción del mundo al cual se arriba.

Pero en realidad no nos muestran un solo mundo sino diversidad e infinidad de mundos a los cuales se accede con su hechizo.

Son piezas poéticas de extraordinario valor para movilizar la mente, en hacer comparaciones y, finalmente, síntesis.

Así como nos enseñan a ver la realidad con ojos extasiados

Nico, Nico y su mujer
tiene cola, pies y pico,
y los hijos de los Nico
ni cola, ni pies, ni pico.

(Gallo, gallina y huevo)

 


2. Recreo

inteligente

 

Con ellas establecemos hipótesis y diseñamos conclusiones, logrando universos cabales, redondos e íntegros.

Ayudan a hacer todas las operaciones mentales complejas, a elaborar esquemas y a compararlos en la búsqueda de una respuesta.

En su juego se superponen modelos, referencias, plantillas. Donde vemos que unas se aproximan, pero en algo no calzan.

Otras socavan y destrozan, nos estremecen y conmueven, haciéndonos sufrir y llorar, en la lectura creativa y en el recreo inteligente de encontrar la solución.

Teniendo un ojo no veo
teniendo pico, no como.
Llevo arrastrando las tripas,
me las jalan ¡y no lloro!

(La aguja)

 


3. Mariposa

que vuela

 

Las adivinanzas son fórmulas para ejercitar múltiples operaciones lógicas e imaginativas.

Movilizan los más fuertes y potentes músculos mentales, sobre todo para aventurarse en hacer procesos de analogía e inferencia en el intento de armar y desarmar un orbe nuevo y dichoso.

Compuestas creativamente con símiles y metáforas. Donde los cabellos pueden ser espigas, el hilo del trompo la capa de un caballero que danza. O la cometa una mariposa que vuela.

Como esta adivinanza que de tanta repetirla ya no saboreamos su dulzura ni reparamos en su plasticidad ni en su magia:

Para bailar me pongo la capa
y para bailar me la vuelvo a quitar,
porque no puedo bailar con la capa
y sin la capa no puedo bailar.
(El trompo)

 


4. Pasos

que va dando

 

Son todas ellas subyugantes fuegos fatuos, hechizos admirables de la poesía, de una épica de lo pequeño.

Poesía que se agiganta en la proeza del arte y de la formación del hombre.

Son arte consumado, quizá la mayor gloria de la mente y el alma humana. Si no, veamos:

¿Quién es aquella que va andando
que no es dueña de sus pies,
que tiene vuelta la espalda
y el espinazo al revés?
Que los pasos que va dando
no los puede contar y que,
al descansar, en su vientre
sus patas guarda: ¿Quién es?

(La tortuga)

  


5. Colmada

de misterios

 

En ellas hay movimiento, drama, teatro, poíesis.

Hay códigos crípticos, mapas para llegar a entierros fabulosos, a una vida cargada de gracia y colmada de misterios.

Pero he allí la humildad y servicio de su didáctica asombrosa y es que pronto nos revelan cuál es su meollo, o bien: sus senderos y caminos que se bifurcan.

Nocherniego y de bigotes
es el violín del tejado,
con su ron ron destemplado,
cazador de pericotes
de la luna enamorado.

(El gato)
Autor: Arturo Corcuera

 


6. Enteros

y totales

 

Se ha pensado que el niño, para adivinar, clasifica, reagrupa, procesa, ordena experiencias. Pero nada de eso ocurre ni es cierto. El niño en la adivinanza es una flecha disparada a un infinito y que da en un blanco.

Treintaidós sillitas blancas
en un viejo comedor
y una vieja parlanchina
que las pisa sin temor.

(La boca)

¿Qué se nota aquí? Que la adivinanza es un estallido de la mente, que es una explosión y una zambullida.

En donde los recursos y reflejos es cogerse de algunas imágenes y dispararse como cohetes.

Y no solamente dejar que lo haga nuestra mente sino todo lo que somos nosotros, íntegros, enteros y totales.

 


7. Engrandece

la vida

 

¿Hay que enseñarle a un niño a adivinar? Creo que lo mejor es ensayar y aprender con él, en todo caso a construirlas, para luego tener ya en clave la solución de todas o gran parte de ellas.

Creo sinceramente que el niño no piensa al responder una adivinanza, sino que, como su nombre lo indica, adivina. Se lanza, arriesga la vida, se tira en la fuente.

¡Que adivina!, así de sencillo. Y que es lo supremo, que es arrebatarle plumas al ave dorada, de la creación. Y que debemos de tratar de hacer más frecuentemente, alcanzando con ello mayor sabiduría para iluminar y engrandecer la vida.

Lo bueno de ellas es que allí están solícitas y dispuestas al descubrimiento y a la desfloración casi instantánea por el alma y la mente del niño, que siempre nos regala en su ejercicio una sonrisa cómplice. Porque ¿quién no sonríe con una adivinanza? Espacio mágico en el cual todos nos volvemos niños.

 

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1 comentario:

  1. Amigo Danilo, permíteme publicarlo, en mi blogger LA ESQUINA DE PERCY ANTONIO, con todo tus créditos. Muchas gracias.

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